Desborde de emociones.
Narra Cassie.
Miro mis zapatos como si fuesen la cosa más interesante del mundo. Pasó más de media hora, pude pensar, quejarme mentalmente y describir a la perfección mis zapatos negros. Para pasar el tiempo comencé a rememorar el día en que los compré. Fue durante las vacaciones que pasaron, no olvidaré ese día porque fue cuando Lily tomó el celular de James y me envió las fotos de él depilándose las piernas... El recuerdo hace que un hormigueo se apodere de mi cuerpo.
Llevo mi vista a Levallois. Ella tiene los labios apretados en una fina línea y los brazos cruzados en el pecho. Está al otro lado del despacho, porque antes de que llegaran nuestros padres por poco nos agarramos de los pelos. Ahora que lo pienso, iba a darle un puñetazo en la nariz por una estupidez que siquiera tenía que ver con lo que sucedió hace rato. Davina dedica miradas recurrentes hacia los adultos que discutían ante nosotras, su cara sólo reflejaba indignación. Por alguna razón una pequeña parte de mí cree que ella no fue quien lo hizo, pero está esa otra parte más grande que la odia y culpa por todo.
Podría hasta culparla por lo de James. Pero eso no es su culpa, es mía. Mi actitud últimamente lo ha jodido todo. James era quien me soportaba más que cualquiera, incluso más que Scorpius. Y yo voy con todo hasta rebasar sus límites.
—Es el colmo —escucho fragmentos de la conversación, no estoy prestando mucha atención. Mi mente está en otro lugar, en otro tiempo. Está en hace media hora, frente a la enfermería.
Me dejó en el pasillo, con la boca abierta y la mano derecha arriba como si pidiera permiso para hablar. ¿Desde cuándo pedía permiso para hablar? ¿Desde cuándo dejaba que un chico me interumpa?... ¿Desde cuándo me dolía tanto que él me ignore? Años rogando que dejara de mirarme, de hablarme, y ahora que lo hacía me dolía.
Es que antes no me detenía a hablar con él, nunca me preocupé en hacerlo, sólo lo quería lejos para evitarme canas verdes. Tal vez si le hubiese dejado acercarse ahora no estaríamos así. Me da náuseas notar que tal vez estaríamos más juntos, y esa idea me agradaba.
—Una alumna fue afectada por la actitud caprichosa de sus hijas —el pitido que me impedía escuchar más allá desapareció, alce la vista directo al rostro sonrojado de la directora. Ella estaba tan molesta—. Llevan meses haciéndose este tipo de cosas mutuamente. Hemos sido muy condescendientes, pero ya no. Han superado todos los límites.
— ¿Y quién dice que fue mi hija la culpable de este accidente? —la voz vibrante del señor Levallois se alza para inundar la habitación, tenía el mismo acento marcado que yo tanto odiaba. Por lo tanto me causa dolor de cabeza escucharlo—. Quiero ver las pruebas.
La directora muestra cansancio a través de sus ojos durante unos cortos segundos, luego da una larga explicación sobre el tema. Todas sus palabras apuntaban a que quien produjo ese estallido o fue Davina, o fui yo. Pero yo sé que no lo hice, mi porcentaje de seguridad sobre no tener un transtorno mental de doble personalidad es de noventa y ocho. Tal vez puedan hacerme algunos estudios.
—Yo no lo hice —suelta Davina Levallois con suma convicción cuando todos se callan y la miran.
Entonces las miradas de todos se posan en mí, no levanto la vista del piso. Mis piernas siguen balanceándose ligeramente. Creo que parezco una chica zombie.
—No lo hice —digo luego de un momento en silencio. Tomo aire, no me altero de puro milagro—. No le haría eso a Lily... Es mi amiga.
La pelirroja bufa, cruzo los brazos para poder clavarme las uñas y mantener la calma.
— ¿Desde cuando? Te vi a punto de golpearla antes del accidente.
Levanto la cabeza para mirarla fijo, ella alza la barbilla sin dejar de mirarme incrédula. Su expresión me molesta, su sola presencia me da náuseas, pero debo controlarme. Aprieto los labios y luego hablo.
—Tú no sabes lo que pasaba.
—Estabas mirándola como si quisieras matarla —sigue—. Y no sólo yo las vi, hay más chicas —dice ahora mirando a los adultos.
Mamá respira hondo antes de hundirse en su silla, noto que papá le toma una mano.
— ¿Tus seguidoras, Voldemort? —suelto enfadada, siento que la sangre en mi rostro se calienta.
—Cassiopeia —gruñe papá. Lo miro y por poco me encojo en mi asiento, su mirada no es amigable.
Él odia el tema de Voldemort. Se me ha salido sin querer. Olvidé por unos segundos que él estaba ahí. Mamá está mirando al suelo, los señores Levallois me miran como si fuese una desubicada. Doy otro suspiro largo y vuelvo a mirar al suelo. Apenas me contengo con las estupideces que suelta Levallois, y luego sus otras testigos que llegan minutos después.
De alguna forma, tal vez porque no me preocupé en defenderme, termino siendo la culpable. Sólo quería salir de ahí, sólo quería ir a la enfermería. Las preguntas que revoloteaban en mi mente eran ¿Lily estará bien? ¿James... me odia ahora? Es la primera vez que me agobio tanto por un par de Potter.
—Quieta ahí, Cassiopeia —dice mi padre cuando los Levallois y la directora salen de la habitación, esta última me dio una corta mirada antes de desaparecer por la puerta—. Esto es el colmo, señorita, ¿no te había dicho que debías comenzar a comportarte?
—Sí —murmuro con lentitud.
— ¡¿Entonces por qué haces estas cosas?! —abre los brazos, harto de contenerse—. Cassie, en verdad pensé que estabas madurando.
Iba a abrir la boca para decirle que era madura, pero él me interrumpe a sabiendas de lo que iba a decir.
—No, no eres una persona madura, Cassiopeia. Una persona madura no pelea con otra por un estúpido vestido, tampoco se pasa meses intentando "destruirla" con motivos infantiles —bufo bajando la mirada—. ¿O me dirás que tus motivos no eran infantiles?
—Bueno... Ella es una maldita —me defiendo estúpidamente.
—Hija, hablamos sobre esto —pasa las manos por su cabello y respira hondo—. Te dije que debías calmarte. ¿Es que acaso te encanta estar enlazada a escándalos? Cassiopeia, voy a ser sincero, ya no quiero ver mi apellido en tapas de diarios porque tú tuviste un ataque de caprichos.
— ¿Te avergüenzo? —inquiero sintiendo mi rostro arder, lo miro apretando los labios.
Él, enfadado, me dice —Sí, Cassie. Me avergüenza verte así. Estás peor que nunca.
Un dolor en el pecho me deja atontada, lo miro con los ojos húmedos. Intento hablarle pero se me cierra la garganta. Fue un golpe bajo. Avergüenzo a mi padre... Esto es el colmo, soy un maldito desastre.
El rojo de sus mejillas desaparece un poco y me mira arrepentido. Mamá se acerca al notar que nos hemos calmado, intenta tocarme y yo retrocedo ya con lágrimas mojando mi rostro.
—Lamento esto, papá, te juro que no quería avergonzarte —digo con una voz que no es mía, miro al suelo mientras me alejo—. No volverá a suceder.
—Cassie... Linda, espera —me ruega mamá al notar que me retiraba.
Niego con la cabeza como niña pequeña mientras intento contener mi llanto. Quería hacer un plan para llegar a mi habitación sin que me noten llorando pero no podía pensar con claridad. Este podría ser uno de los días más mierda de mi vida.
—No era lo que quería decir —papá me habla con sorprendente suavidad mientras se acerca.
—Sí era lo que querías decir —lloriqueo y me ahogo en mis palabras. Me tapo la cara mientras el llanto se me escapa sin parar—. Merlín, te juro que no quería que se avergüencen de mí.
Ambos se acercan a abrazarme. Lloro en medio de ellos, como nunca antes. Mamá parece asustada por mi repentino desborde de emociones, ella acaricia mi cabello mientras papá intenta que deje de taparme el rostro.
—Soy un desastre de persona —me lamento.
—No, no... Vamos a arreglarlo. ¿Sí? Seguro Lily Potter ya está mejor —intenta calmarme mamá, el apellido sólo hace que llore más—. Preciosa, no llores.
—Yo no hice esto —me destapo la cara e intento limpiarme las lágrimas—. Yo no planeaba hacerle eso a Lily, yo no lo hice.
— ¿Por qué no te defendiste? —papá pregunta.
Yo lo miro a los ojos.
—Porque no sabía cómo —confieso—. Porque no iban a creerme. Igual me lo merezco.
—Cassiopeia, nadie merece ser castigado por algo que no hizo —dice mamá y acuna mi cara con sus manos—. ¿Por qué te pones así, linda? Me asusta que llores tanto.
Esperan mi respuesta con expresión preocupada. Comencé a calmarme y tomé las manos de mis padres. Mi mente entonces se dedicó a regañarme por haber explotado así.
—... Sólo estaba sensible, mamá, ya pasó —susurro y ella me abraza.
— ¿Sólo eso? —papá me analiza sin creerlo.
Entierro mi rostro en el cuello de mi madre.
—Sólo eso.
***
Narra James.
Lily bebe la medicina que la ayudante de enfermería le tendía. Ella ya estaba mejor, su rostro no estaba tan hinchado como hace rato. Ya no se quejaba de dolor de cabeza o por punzadas en el brazo. Podía respirar tranquilo, ella estaba bien.
—Mi niña —mamá dice con una mueca mientras le acaricia el cabello, papá también vino pero estaba hablando con la directora—. ¿Te sientes mejor?
—Sí —afirma ella, se deja llevar por las caricias y sus ojos se cierran un poco—. Ha sido un simple susto.
—Un gran susto —corrijo cruzado de brazos—. Por si lo recuerdas, te desmayaste.
La veo hacer una mueca —Pero me desperté, ¿no? Por eso hablamos ahora, James.
—Eso no quita el hecho de que algún idiota te envió a la enfermería sólo por una estúpida contienda de...
—James —me interrumpe mi hermana mirándome soprendida, mamá no le deja incorporarse—. Má... ¿Podría hablar a solas con... Él?
Primero le dedica una mirada desconfiada mientras con lentitud se levanta. Camina hacia el lado contrario para darnos privacidad. Aunque tan pronto como ella desaparece, Albus se acerca dando zancadas.
— ¿Estabas a punto de ofender a tu novia? —me regaña Lily, Albus logra escuchar y me mira molesto.
Pero yo me enfado aún más — ¿Aún es mi novia?
—No seas idiota, claro que sí —gruñe Albus.
Bufo.
—He estado dudándolo. Como rechaza mis sentimientos, corre lejos de mí y prefiere enfocarse en una tonta venganza hacia una francesa estirada... Ya saben.
Lily aprieta los labios y me señala con un dedo.
—Tú tienes razón —es mi turno de mirarla sorprendido—. Cassie ha sido una asquerosa alimaña últimamente. Pero eso no quiere decir que no te quiere, porque de alguna forma también ha demostrado quererte, de una forma tan sutil que apenas se nota.
— ¿Por sutil te refieres a inexistente? —murmuro—. Porque... Porque ya he pensado en que fui el único tonto que le vio futuro a la relación.
Tomo asiento junto a ella, sintiendo de pronto lo que fue quedarme ahí parado desde que traje a Lily en brazos. Me siento cansado en verdad.
—Yo quiero algo más —confieso—. Pero tal vez ella no quiere eso, tal vez sólo cree que esto es un simple noviazgo de colegio que acabará pronto. Sólo por eso me sentía tan a gusto de pronto, sólo es cosa del momento.
—Dijiste tal vez —señala Albus—. No sabes lo que ella piensa. Nadie sabe lo que Cassiopeia piensa la mayoría del tiempo. Siquiera Scorpius y es su hermano... O Adela, que es su mejor amiga —atropella las palabras, respira hondo—. Pero, James, tampoco la ahogues con tus pensamientos futuristas.
Lo miro con una ceja arriba —Gracias hermano, gracias por estar de mi lado.
—No hay un lado, James. Y si tuviera que estar de un lado... Sería el mío —sonríe—. Los amo a ambos... Y joder, metí sentimientos en el tema —gruñe llevándose una mano a la boca.
Lily ríe con fuerza, yo también lo hago con menos emoción. Albus está rojo hasta las orejas.
—El tema eran sentimientos, sólo que no los tuyos, hermano —le digo—. Pero no le digas a Cassie que la amas, o ella irá corriendo lejos de ti y hará explotar una bomba de algo desconocido junto a tu hermanita —añado con resentimiento.
Albus se pone serio, mira por sobre mi cabeza al igual que Lily. Sólo que ella tiene una mueca de pena. Cierro los ojos con fuerza y bajo la cabeza.
—Sólo quería... Quería saber cómo estabas —Cassie habla bajito, su voz suena extraña con semejante falta de autoridad.
—Mejor —responde Lily, la miro, le está sonriendo—. ¿Y tú?
Huh, pero si a ella siquiera le ha afectado.
—Castigo —responde, de reojo veo que se encoge de hombros—. Ha quedado que fue mi culpa.
— ¿Y no lo fue? —pregunto sin mirarla, pero ella sí se gira hacia mí.
Me hace sentir incómodo, la mirada de todos, pero más la de ella. Es extraño, quiero gritarle pero también quisiera abrazarla.
—Dije que no iba a seguir con eso —me recuerda, yo respiro hondo negándome a mirarla. Porque si lo hacía iba a caer—. Y no lo hice.
—Pero estás castigada.
—Sí.
— ¿Y no tienes problemas con eso?
Hay un silencio que me obliga a alzar la vista. Ella observa más allá de mí con la mirada oscura.
—Tengo muchos problemas con ello —asegura y gira hacia Lily—. Espero mejores, vendré a verte luego.
Así de simple se va, a paso rápido. Escucho sus zapatos golpear el suelo hasta que está muy lejos para seguir escuchándola. Tengo el corazón latiendo muy rápido.
—Ambos son idiotas —se queja Lily.
—Va a pasar algo estúpido —Albus se restriega el rostro—. Ya lo veo venir.
¡Hola, queridas!
Mucho, mucho tiempo. Yo lo sé, tú lo sabes, Tatiana también lo sabe (kien ez TaTïaNa? XD)
He tenido un tiempo de bloqueos horribles, apenas hoy se me abre la mente para poder escribir. Me disculpo por la tardanza, zoi un desastre *inserten a Cassie aquí
Y weno, sigo fresca fresca de ideas así que intentaré escribir más (Advertencia: esto no significa que voy a actualizar en un rato xD que en un rato tal vez esté en el cuarto sueño ah)
Vuelvo a disculparme. Saben que las amo con todo mi corazón de... Grasa :v
Hasta luego, queridas.
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