Cena desastrosa, regalo perfecto.
En la mesa habría un gran silencio si los tenedores no chocaran contra el plato de vez en cuando, y si mamá no dejara de preguntar qué tal el colegio.
Las únicas que hablaban en la mesa éramos nosotras, yo comentándole lo de la budgler (aunque ella ya sabía y lamentaba no poder haber ido a visitarme), informándole que ya no tengo novio (desde inicio de clases, más o menos, es que era gay... Omití lo último) entre otras cosas, sin mencionar lo de Potter, aún.
Es que la tensión era impresionante, la esperaba, claro, tío Theo y Adela en la misma mesa, era obvio, pero, ¿que la tensión nos afecte a todos? Eso no.
Tía Daphne bebía una copa de licor tras otra, ya notaba sus borrachos ojos entre sus pestañas postizas, seguro quería olvidar que su hija odia a su esposo y que su hijo mayor no pudo llegar a la cena de Navidad.
Papá y Scorpius se lanzaban miradas de vez en cuando, tal vez diciéndose que ya deseaban salir de ahí.
Mamá estaba sentada a la cabeza, como capricho cumplido, yo a su lado. Ella llevaba un vestido color blanco, me pidió que la maquillara, que hiciera lo posible para que no se vea enferma, luego eligió una peluca rubia y alardeó un rato que era la cabeza de los Malfoy (así es como ganó el lugar de papá)
La miro, y por un instante me imagino que no está enferma. El maquillaje tapa sus ojeras y su piel pálida, tiene rubor en las mejillas, sus labios rosas no dejan de sonreír. Y sus ojos, sus bonitos ojos verdes brillan mientras intenta que todos se diviertan.
— ¿Quién es el chico? —me pregunta de repente, alzo una ceja—. Buscabas un regalo para chico, ¿quién es?
Me senté recta, con la cara roja, rogué que papá esté muy concentrado en su conversación con Scorp.
—Mamá, no hay... Es para Scorpius —repuse de inmediato.
—Pero ya tenías un regalo para él.
—Albus.
—Tengo cáncer, no ceguera —me guiña un ojo.
Gruño negando, no me hacia gracia su chiste. Ella suspira.
—Vamos, cariño, soy tu mamá, y además, no tengo a quien contárselo.
— ¿Cómo puedes preguntar eso ante papá? ¿No has visto su felicidad al saber que ya no tengo novio? —moví la cabeza hacia él hablando en tono bajo.
Ella se inclinó hacia mi, y dijo casi gritando, provocándome nerviosismo.
— Él no nos escucha.
—Sí, claro —apreté los dientes.
—Muffliato, bebé, ¿conoces eso? ¿O Hogwarts ya no enseña como antes?
Rodé los ojos ante su tono imitador a papá, por supuesto que se de qué habla, no vivo bajo una piedra, y no fue Hogwarts el que me enseñó el Encantamiento Muffliato, sino mamá.
—Demuestralo —le dije recostando mi cabeza en una mano.
Ella respiró hondo, levantó la cabeza y dijo.
— ¡Draco Malfoy es rubio teñido, idiota y no se lava los dientes antes de dormir!
Miré de reojo a papá, él seguía charlando con Scorp, con una copa de vino en la mano y moviéndola como mafioso político.
—Te creo —sonreí a mamá, luego borré mi sonrisa —. Y no hay un chico.
—Vas a contármelo alguna vez —me señaló y tomó un vaso de agua—. Yo lo se, vas a necesitar ayuda materna en algún momento, y créelo, Cassie, yo estaré allí para ti.
—Cuando haya un chico especial, te lo voy a decir... Ahora sólo tengo un buen amigo.
Arruga la nariz y suspira—. Hija, no pongas etiquetas así, todo cambia muy rápido, vas a arrepentirte.
Abrí la boca para decirle algo, pero Adela lanzó su servilleta a la mesa con furia y se retiró, con tío Theo gritándole.
— ¡Excusas! ¡Siempre pones estúpidas excusas! ¿Por qué no aceptas que te cansaste de tu familia y por eso desapareces tanto? —la oí gritar en la habitación contigua.
— ¿Crees que me voy por gusto? ¡Es por trabajo, Adela!
— ¡Estás mintiendo otra vez! —su voz sonó quebrada—. Yo te vi, yo los vi, tú... Tienes a otra.
Vi a tía Daphne frotarse las sienes mientras cerraba los ojos, mamá fue rápido hacia ella para abrazarla.
Cuando mi tía abrió los ojos y me miró, vi toda su tristeza nublada en alcohol y lágrimas, murmuró algo y se abrazó a mi madre.
— ¿Qué diablos dices? —la voz de él sonó asustada y sorprendida.
—Tienes a otra mujer, puede que tengas otra hija que sí te enorgullezca, ¿No? Dime, ¿A ella sí le gusta ser la perfecta hija de papi? ¿A ella le das todo tu amor por eso nunca llega a mí? —me levanté y caminé hacia la habitación, papá me paró a mitad de camino. Adela sollozó —. Lo único que te hemos pedido fue amor y compañía.
—Pero tienen necesidades y...
— ¡El dinero me vale, padre! ¡Y tú también! ¡Eres un hipócrita!
Se escuchó un golpe, y fue entonces cuando fuimos a la habitación, vi que Adela se tapaba una mejilla y tío Theo se tapaba el rostro con ambas manos. Ella lloraba pero lo miraba con odio.
Fui hacia mi prima y la rodee con un brazo mientras intentaba ver su mejilla.
La marca de grandes y largos dedos se veía roja en ella. Él la abofeteó.
Me enfurecí, en verdad me enfurecí.
—Nunca más hables así, Adela —lo oí gruñir y la señaló, mi prima tembló.
— ¿No quieres oír la verdad, tío? —dije poniéndome entre Adela y él —. ¿Prefieres golpear a tu hija a oír la verdad?
Estaba rojo y no dejaba de jadear—. Tú no te metas, Cassiopeia.
— ¿O qué? ¿Vas a golpearme? Quiero verte intentarlo.
Me miró un buen rato, con odio infinito, luego se volteó y desapareció. Adela se abrazó a mi cintura y lloró.
Vaya noche de Navidad, me llevé a Adela a mi cuarto y trenzaba su cabello mientras ella se calmaba y miraba a la nada.
—Quiero un padre, Cassie —me dijo de repente, con la voz rara—. Sólo quiero eso, siempre lo pido en Navidad... Pero creo que estoy en la lista de los malos, porque siempre me lo dan a él.
— ¿Sólo un padre? ¿Y no me lo dijiste? Adela, yo te había comprado un vestido, pero supongo que no lo quieres.
—Bueno, si te apetece darme eso por ahora...
Reímos y ella tomó mi mano—. Te quiero.
—Yo también te quiero, Addy.
Gruñe y me da un codazo en el estómago mientras río—. ¿Ya lo tienes?
— ¿Tener qué?
Se sienta a mi lado, lanzando sus zapatos a algún lugar—. El regalo para mini Potter.
Oh.
—Nop —me lanzó de espaldas a la cama—. ¿Qué puedes darle al tipo que odiabas y ahora es tu amigo?
—Hmmm... ¿Un calcetín? —pone un dedo sobre sus labios, pensando —. ¿Qué es lo que él ama?
—Gryffindor —respondí sonriendo—. ¿No es obvio? Gryffindor, quidditch, ajedrez, algunos grupos muggles de rock, el color dorado, los pastelillos de chocolate con cubierta de color rojo...
—A ti —ignoré eso—. ¿A su abuela?
Quedé pensando unos segundos y me levanté de un salto.
— ¡Exacto!
— ¿Vas a hacerle un striptisease con una tanga dorada y cubierta de chocolate rojo?
— Iugh, Adela, no —le lancé mi zapato a su rodilla, ella abrió la boca con dolor—. Adoraba a su abuela, a su comida, sus abrazos, sus suéteres y...
—Está muerta —me recordó mientras yo caminaba en círculos pensando en mi regalo, de repente, ella también se levantó y dio saltitos hacia mí.
— ¿Tienes cabello de la mujer y vas a ser ella por un día? —dijo emocionada.
—Adela.
— ¿Sí?
—Eres una maldita idiota insensible. Ahora, escúchame bien.
Aloha, tardé, uy, no tenía tiempo o inspiración, realmente yo misma tuve una ¨Temporada de malas noticias¨ y eso sólo contribuía a mis pocas ganas de escribir.
El siguiente capítulo lo narra James, o al menos eso lo planeé, será en la madriguera y veremos el intercambio de regalos.
Hasta que termine el capítulo... tome un baño y coma algo, muajaja, chao.
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