11.
Abrí mis ojos con lentitud, mis párpados aún se sentían pesados y creí que mi cabeza explotaría, era un dolor insoportable.
Traté de incorporarme pero mi cuerpo no respondía.
—Son Hye, no te muevas —habló un chittaphon emocionado —¡Doctor! ¡Necesito un doctor!—comenzó a presionar el botón desesperadamente.
En cuestión de segundos, varios médicos se hicieron presentes en la habitación. Las voces las oía en eco, una luz se hizo presente frente a mis ojos.
—¿Tú nombre cariño? —habló un viejito de bata blanca muy tierno, mientras quitaba la venda de mi cabeza con cierto cuidado
—Son Hye —hablé despacio, mi garganta se sentía seca.
—¿Edad?
—17 años
—¿Fecha de cumpleaños?
—4 de marzo
—Ella se encuentra bien —soltó alejándose de mi —Sólo necesita descansar
—Es un alivio —habló mi madre—¿Cómo te sientes amor? —me ayudó a sentarme
—No soporto este dolor de cabeza —cerré una y otra vez los ojos tratando de acostumbrarme a la luz
—Son Hye —se acercó una pequeña niña de cabello castaño llorando, envolviéndome entre sus brazos
—Oh, Gi, por favor, me harás llorar —reí suavemente correspondiendo ese abrazo.
Alce la mirada y por fin mis ojos se encontraron con los suyos.
A mi cabeza vino la primera vez que lo vi, y el sentimiento fue el mismo, uno extraño que no había sentido jamás, ¿Cómo se llamaba?
—Serás mía toda la tarde —sonrió
—¿Perdón?
—Tú madre tenía casos pendientes, Gi no pudo quedarse, y no tienes muchos amigos Son Hye —rió —Tendras que soportarme
—Qué mala suerte la mía —suspiré
—Oye —se quejo, yo reí —Vengo preparado, voy a platicarte una historia
—¿A si? ¿Cuál?
—No es conocida, pero te gustara
—Entonces que esperas para contarmela
—Uy que impaciente —aclaró su garganta....
Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, pero muy muy lejano, pero muy muy muy le..
—Ya entendí Chittaphon, muy lejos, puedes continuar...
—Podría si no me hubieses interrumpido —puse los ojos en blanco
Existía el reino de las llamaradas. Donde las llamaradas rojas, amarillas , poseían dones que compartían.
Reinados por una mujer sabia y bondadosa, cuya enfermedad estaba matándolo. Antes de morir, dio a luz a una pequeña llamarada azul.
Y sucedió que en el reino comenzó a llover copiosamente durante días y semanas, y muchos meses, hasta que los habitantes, poco a poco, gradualmente, se fueron apagando.
—¿Qué es lo qué pasó después? —pregunté emocionada
—Puedo continuar —habló serio
—Disculpa, procede por favor...
—Gracias...
Las llamaradas de color rojo, dejaron de dar sus dones, que consistían en la fuerza y la rebeldía ante la adversidad, en cambio al hombre le ha enseñado el odio y la venganza; pero no ha podido lograr sus intenciones con la gente sencilla y noble.
Las llamaradas Amarilla debían dar los dones de la sagacidad y de la oportunidad, y tampoco lo hizo, estaba enferma de inconformidad. Está inconformidad la ha transmitido a la gente apática y le ha hecho que también tengan envidia, su envidia a su vez, los ha hecho anbiciosos y, con esta falta de inteligencia, sus acciones han tomado lo malo por lo bueno y por justo, lo que no tiene justicia.
—¿Qué pasó con la pequeña llamarada azul? —pregunté desconcertada
La pequeña llamarada azul, se hizo una flama, débil, a jirones se apagaba, y ya casi para extinguirse, recordó a sus amada madre, que le indicaba que debía dar sus dones.
Entonces...
—¿Entonces?
Hizo un último esfuerzo para penetrar en varios árboles que estaban a su alrededor, y al pasar los siglos, al nacer más y más árboles, la flama azul se ha multiplicado.
Su misión, es que nosotros tengamos firmeza y confianza, y es por eso que sientes en tu pecho ese cosquilleo que sube y baja lleno de plenitud y de alegría.
—Wow —sonreí —Es una bella historia chittaphon
—La pequeña llamarada azul me recuerda a ti —sonrió —Siempre que estoy contigo siento ese cosquilleo en el estómago que sube y baja lleno de plenitud y alegría, para luego quedar en calma
—Yo...
—Me alegra que estés bien Son Hye, cuando supe que estabas aquí, me imagine lo peor y...
Es que no puedo perderte ahora que te tengo...
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