Mansión Malcolm parte II.
Tenía muchas ganas de conocer la mansión completa. El señor Faddei me había enviado otro mensaje la tarde anterior para avisarme que tenía que estar afuera de mi casa, como siempre a las 5:00 de la mañana. Ya había salido, estaba totalmente cubierta con dos chaquetas negras de cuero, debido al frío, aunque la cabeza no la tenía tan cubierta.
Revisé el celular varías veces, el número de la hora que aparecía en la parte superior de la pantalla de mi móvil, cambiaba cada vez más rápido; hasta que se hicieron las 5:22.
Resoplé, no entendía por qué el señor Faddei tardaba tanto, la última vez había sido muy puntual. Las rodillas ya se me cansaban un poco, así que me senté en la orilla de los escalones de mi casa, mientras observaba como la luz tenue de los faros iluminaban la calle, pues el sol aún no hacía presencia en el pueblo.
El viento jugaba con mi pelo, moviéndolo de un lado a otro, parecía a un pequeño niño jugando con el cabello de su madre cuando está aburrido, aunque no solo hacia eso; sino que también rugía, rugía tan fuerte, como si estaba furioso o tratará de advertirme algo.
Entonces solté un suspiro, sonreí y me pasé la mano por el cabello, al ver como el auto negro del señor Faddei se aparcó al frente de mi casa. Me levanté, volví a sonreír, y así continúe con la sonrisa intacta en mi rostro hasta llegar a la puerta del auto y abrirla. Pero lo que ví o mejor dicho, la persona que vi, me dejó un poco impresionada y confusa.
Era un chico de unos dieciocho, diecinueve o veinte años tal vez. Estaba sentado en el asiento del piloto, dónde tenía que estar sentado el señor Faddei.
Su cabello era un poco corto, dorado y rizado, parecía perteneciente al pelo de un príncipe, sus ojos eran similares a unas grandes perlas verdes muy oscuras, por encima de ellas se alineaban sus cejas perfectamente, su cara era delgada, aunque se le sobresalía el mentón; solo un poco, sus labios eran delgados y carnosos, y poseían un color rosado muy claro. El muchacho también tenía puesta una sudadera gris, con el logo de la banda "The beatles" calcado en ella, un vaquero negro y unos converse del mismo color.
Supuse que me había equivocado de auto, aunque el vehículo era idéntico al del señor Faddei y era mucha coincidencia que lo hubiera aparcado justo al frente de mi casa, dónde me iba a recoger el señor Faddei. Pero entonces cuando mi mano tomó la acción de cerrar la puerta, escuché las palabras salir de la boca del chico.
—Hey, ¿Por qué cierras?, que mal educada.
Lo miré confundida—Disculpa, ¿Quién eres?—lo escaneé con mis ojos por un momento—¿Nos conocemos?—traté de sonar un poco odiosa, ya que eso era lo que hacía con los extraños, era como un hobby.
Él soltó una risita, yo le seguía enseñando mi mirada de rareza y confusión.
—Lo siento, que torpe—mostró una sonrisa. Debo admitir que su sonrisa era hermosa—. Soy Stephan, un gusto,—me ofreció la mano; pensé en rechazarla y di tres pasos atrás, hasta que volvió a hablar—el señor Faddei me mandó a buscarte, soy el...—pensó por un momento—se podría decir que soy el chófer de la mansión Malcolm.
Parpadeé. Ahora todo tenía sentido. Mis manos se empezaron a calentar por la vergüenza que había pasado en ese momento, la sangre se aglomeraba en mis mejillas. No sabía qué hacer, así que avancé y traté de tomar la mano rápidamente al chico que ahora tenía nombre, Stephan; pero al hacer esto, sin querer tropecé cayendo de culo en el suelo.
Siempre pasando vergüenza con personas que ni conoces.
—¡Oye!,—Stephan se alzó en el asiento, apoyando el brazo en el volante—¿Te encuentras bien?
Lo miré con una sonrisa fingida para no mostrar el dolor que ahora sentía en el trasero.
—Todo bien—dije con el culo aún en el suelo, y le enseñé el dedo pulgar.
Él volvió a reír—¿Quieres que te ayude?
—No,—me levanté rápidamente y sacudí mi pantalón, limpiando la tierra que había en el mismo—tranquilo, estoy bien.
—Bueno, como te dije, soy Stephan, el chófer de la mansión.
—Hola Stephan, un gusto, soy Alex,—le sonreí mientras entraba en el coche—no tenía idea de que tenían un chófer en la mansión.
—El gusto es mío y bueno, no hay chófer—se rascó la nuca y movió sus ojos verdes—, solo soy el jardinero de la mansión, pero sé manejar y el señor Faddei me dijo que le hiciera el favor de buscarte.
—Bueno, algo me dice que ahora serás jardinero y chófer—bromeé.
—Pues, yo creo lo mismo que tú,—rió—y también creo que nos pueden despedir si no llegamos a tiempo, así que mejor andando—dijo encendiendo el auto para ir rumbo a la mansión, también encendió la radio para luego reproducir "Natural de Imagine Dragons", era una de mis bandas favoritas, así que sonreí al escuchar la canción y me acomode en el asiento.
El chico movía la cabeza levemente de alante hacia atrás, sin apartar la mirada de la vía, mientras cantaba la canción con fuerza.
—Y cuéntame, ¿llevas tiempo trabajando en la mansión?—lo miré, él no me miraba a mí, solo seguía cantando. Es más creo que ni me había podido oír, gracias al alto volumen de la radio, así que aclaré mi garganta y volví a preguntar—¿Llevas mucho tiempo trabajando en la mansión?
—NA-TU-RAL—cantó muy alto, casi gritando, fué la única respuesta que recibí de la pregunta, aunque creo que no la había escuchado.
—¡Hey!—bajé todo el volumen de la radio, cortando su inspiración.
—¡Oye!, ¿Por qué le bajaste todo el volumen?—se quejó como un niño pequeño.
—Te estaba hablando y no me ponías atención.
—Bueno, perdón, ¿Qué decías?
—Nada, solo te preguntaba algo.
—¿Qué me preguntabas?
—Era que, ¿Si llevabas mucho tiempo trabajando en la mansión?
—Si,—sus ojos verdes se desprendieron de la vía un segundo para mirarme—bueno, no tanto, unos cinco meses diría yo.
—Oh, tienes tiempo ahí—dije y el asintió. Esperé unos segundos para volver a hablar—. Entonces, ¿Conoces a Cass Malcolm?
Hubo un momento de silencio.
—Si—me miró por unos segundos y luego volvió a fijar la vista en la vía—, si lo conozco—parecía estar muy nervioso, el tono de su piel había cambiado, ahora se había puesto un poco pálido; sin decir nada llevo su mano izquierda al lado derecho se su cuello. Me dí cuenta que sus manos trataban de tapar algo, aunque no lo cubrían del todo, ya que podía ver como estaba marcada una cicatriz en él—, ¿Por qué lo preguntas?
—Por nada—miré el paisaje nocturno.
—Espera,—apenas habló me dí vuelta para verlo otra vez. El chico manejaba, su mirada estaba fijada en la vía mientras mantenía sus cejas hundidas, como si estuviera pensando en algo—¿De qué trabajarás en la mansión?, ¿Vas a cocinar?, ¿Vas a limpiar?,—movía sus dedos mientras sostenía el volante del vehículo—¿O me ayudarás con el cuidado de las plantas?—me mostró una simpática sonrisa.
—Tal vez, me gustan mucho las plantas—le regresé la sonrisa y la acompañé con un guiño.
—¿En serio?
—No—reí.
—¿Y entonces de qué trabajarás en la mansión?—soltó otra risa.
—Solo voy a cuidar del tal, Cass—le dije esperando una sonrisa o un "que bien" de su parte, tal vez, pero en vez de eso me miró por unos segundos, trago grueso, apretó con fuerza el volante y sus labios se movieron lentamente para soltar un: "ah... está bien"
No hablé más, el resto del camino fué silencioso hasta llegar a la mansión.
Todo parecía ser diferente en ese lugar, el viento parecía estar enojado y el cielo ya estaba más claro, el sol empezaba a mostrarse entre las nubes, poco a poco.
Abrí la puerta para bajarme del vehículo, Stephan hizo lo mismo, y nos dirigimos a adentro de la mansión.
—¿Sabes dónde está el señor Faddei?—lo interrogué apenas colocamos los pies en la alfombra negra del pasillo.
—Si, sígueme—avanzó por el pasillo y yo lo seguí. Como la vez pasada que había estado en la mansión, Stephan me llevó hasta la cocina, donde se encontraba el señor Faddei. Apenas abrió la puerta el señor Faddei se acercó hasta mí. Esta vez tenía puesto un traje negro muy elegante el cual se asentaba perfectamente a su cuerpo, abajo de la misma se encontraba una camisa blanca, también traía puesto unos pantalones eran negros, y unos zapatos del mismo color.
—Buenos días, señorita Alex—extendió su mano y yo la tomé amablemente.
—Buenos días, señor Faddei—le dí una sonrisa, la cual correspondió.
—Gracias por traerla, Stephan,—se dirigió al chico de cabello rizado—¿Hoy terminarás de arreglar las plantas?
—No tiene que agradecer nada, señor Faddei, y claro, pero dentro de un rato.
—Bien—le dijo y volvió a mirarme—señorita Alex, me imagino que aún no ha desayunado, ¿Cierto?
—No—dije con un toque de vergüenza—, no acostumbro a desayunar tan temprano.
—Perfecto, ¿Entonces quiere que le muestre primero la mansión mejor?
—Si,—sonreí, las ansias por conocer toda la mansión aún no se me iban—me encantaría.
—Perfecto—se acomodó el cuello de la camisa y luego volvió a ver a Stephan—. Stephan, ¿Vas a desayunar algo?
—No, ahorita tampoco tengo hambre.
—Bueno, entonces, ¿Te aviso cuando prepare el desayuno?
—Claro—sonrió, sus ojos verdes se movían con cada movimiento, eran preciosos—, ahora debo irme, las plantas me necesitan—deslizo los dedos en su cabello mientras nos guiñaba el ojo, y eso logró hacer que se me escapara una sonrisa.
Él chico desapareció al cruzar la puerta sin dejar ningún rastro. Miré al señor Faddei, y él me miró a mí.
—Y bueno, le enseñaré toda la mansión—llevó las manos detrás de su espalda.
No dije nada, solo asentí. Él se acercó a una de las divisiones del cajón negro para sacar el recipiente de la vez anterior, lo vació en su mano y sacó las llaves doradas para guardarlas en el bolsillo del pantalón, luego del otro recipiente sacó la llave negra, esa que era la que se encargaba de abrir la habitación de Cass.
Pasamos por el comedor, ya me había mostrado el lugar la vez anterior, así que siguió caminando hasta llegar a las cuatro puertas, esas que me daban tanta curiosidad. Dos estaban pegadas en la columna derecha, y las otras dos en la columna izquierda.
Él me miró mientras sacaba una llave—La vez anterior, señorita Alex, usted me preguntó por lo que había detrás de estás puertas. Esta llave,—la acerco un poco a mi rostro—abre esta puerta—metió la llave en la pequeña cerradura y la movió a un lado para abrir la misma, seguidamente entró al lugar y me dió paso para que entrara.
Mis ojos fueron embellecidos al ver lo que ocultaba la puerta, estaba boquiabierta con lo que captaban mis ojos en ese momento. El señor Faddei presionó un interruptor que se encontraba a su lado y el lugar quedó completamente iluminado.
La habitación era enorme y ancha, las paredes eran grises, y nuevamente varios focos que expulsaban luz clara iluminaban el lugar. Una gran biblioteca que estaba pegada en la pared se extendía de cada lado. La biblioteca era negra, con algunos detalles que decoraban la parte inferior y la parte superior de la misma, los detalles parecían ramas llenas de espinas.
Miles de libros estaban en cada sección de la biblioteca y cada uno parecían ser ordenados por géneros; en una de las secciones se encontraban varios libro de color negro, y en el lomo de ellos se podían divisar las letras doradas que indicaban el título de cada uno, me llamaban mucho la atención. También habían más libros de otros colores.
El lugar era magnífico, sentía que volvía otra vez a mi hogar. Pues al perder a mi hermana la cual era mi segundo hogar, me adentre en los libros y cree una burbuja donde no permitía que nadie entrara; solo eran los libros y yo, les tomé tanto cariño. Ellos no me juzgaban, ellos no me gritaban, ellos me comprendían y me llevaban a un hermoso mundo, donde me podía enamorar desde "el chico malo de la clase", hasta "un vampiro, un príncipe, un ladrón o un asesino en serie"
Mis labios se dirigían hacia arriba formando una sonrisa de boca cerrada, él señor Faddei me miró.
—Lindo lugar, ¿No?
—Si, es hermoso.
—¿También le gusta leer?—me regaló una sonrisa.
—Si ¿Y a usted?
—Pues si, aunque a Cass le gusta leer más—avanzó unos pasos y se acercó un poco más a la biblioteca—, todo esto es de él.
Cass leía... ahora me interesaba conocerlo un poco más.
—Wow,—dije sorprendida—un chico que lee.
—Yo también leo, no tanto como, Cass, pero si leo—rió, yo también lo hice—. Venga, la llevaré a ver las otras habitaciones, aún falta mucho por enseñarle.
—Vale—salí de la biblioteca, y supe que ese sería el lugar favorito de toda la mansión.
El señor Faddei también salió, cerró la puerta y se dirigió a la puerta que estaba del otro lado. Sacó otra llave, la vió y la metió en la cerradura.
Me dió curiosidad por saber, cómo sabía cuáles eran las llaves que abrían cada puerta si todas eran iguales, y no tarde en preguntar.
—¿Le puedo hacer una pregunta?
—Claro.
—¿Cómo sabe cuál es cada llave?
Él me miró, sacó la llave de la cerradura y procedió a acercarla a mi rostro. Pude notar una forma por arriba de la llave, tenía una cavidad en forma de dos letras "A M" y al lado de esta se encontraba la forma de una rosa. Era muy hermosa la figura decorativa que tenía la llave, y creo que con eso indicaba cada una de las puertas; procedió a hablar.
—Cada llave tiene diferentes formas—pasó el dedo pulgar por la figura de la pequeña llave dorada—, cada una indica una puerta de la mansión—observó la llave fijamente—. Esta pertenece a esta habitación, la habitación privada de la señora Alicche Malcolm.
—Ahh—lo miré boquiabierta, ahora sí entendía como identificaba cada llave. Él me volvió a mirar fijamente, como si sus ojos estuvieran interrogando los míos para sacar la respuesta de si entendía lo de cómo identificaba las llaves, o no.
—¿Si entiende?,—no le dí una respuesta inmediata y el metió la mano en el bolsillo del pantalón para sacar otra llave—Señorita Alex, esta es la llave de la puerta anterior—la miró y luego la acercó a mí rostro—¿Puede ver la forma de la letra "B" y el libro que tiene al lado?
Asentí. La forma de la letra "B" junto a la forma del pequeño libro, era sencillamente hermosa.
Él prosiguió hablando—Esta indica la biblioteca, por ello sus formas.
—Si, ya entiendo, y esta puerta—señalé con la cabeza la puerta negra que teníamos al frente de nosotros—, es la de la señora Alicce, ¿No?
—Si, esa era la habitación privada de la, señora Alicche—bajó disimuladamente la mirada, tal vez creía que no me iba a dar cuenta, pero si lo hice, ¿Por qué le preocupaba tanto?, tomó un poco de aire—esa habitación no es importante, ¿podemos proseguir?
—Claro—sonreí levemente, por supuesto que era una sonrisa falsa ya que yo quería conocer la habitación.
El señor Faddei siguió caminando, pasó por las do puertas sin detenerse, y cuando se dió cuenta de que yo caminaba lento como para que él se retrocediera y abriera las puertas, se dió vuelta y me vió fijamente.
—Esas puertas no tienen nada importante, señorita Alex, solo son cosas antiguas guardadas en cajas.
No dije nada. Él siguió caminando, yo iba detrás de él, llegamos a las escaleras principales en forma de cascada, pensé que me guiaría al segundo piso. Pero no se detuvo y siguió hasta el otro pasillo.
Al principio del pasillo había un salón abierto, era muy estiloso. Un gran sillón de un color gris oscuro y en forma de L se encontraba a unos centímetros de la pared, varios cojines de tela negra y amarilla reposaban en él; haciéndolo lucir más elegante.
En el centro del salón había una mesita redonda de color gris que posaba sobre la alfombra negra que cubría el medio del salón; y arriba descansaban una copa vacía, un cenicero y una maceta. Se me hizo un poco raro, pero no le tomé mucha importancia y seguí observando el lugar. Un gran televisor de pantalla plana era realmente el responsable de hacer que el salón pareciera más moderno y llamativo; lo demás eran lámparas, repisas pequeñas con algunos adornos encima, un pequeño sillón negro que se encontraba al frente del televisor, y cuadros pequeños que colgaban en la pared. Solamente eran como pequeños objetos decorativos.
—Aquí tampoco hay nada importante, solo es un salón de estar, mayormente es para invitados—se dió vuelta—, pero como no habrán invitados en esta mansión, solamente usted y Stephan, entonces igual la pueden usar.
Asentí y como la vez pasada no dije ni una sola palabra. El señor Faddei continúo en su trabajo de guía por toda la mansión, y siguió caminando por el pasillo, al fondo no había nada, solo una pared que impedía seguir el camino. Se detuvo en cuanto unos grandes portones de cristales con marco negro, aparecieron a nuestros lados.
El señor Faddei hundió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó otra llave para luego meterla en la cerradura.
—Estos portones—giró la llave—pertenecen a este lindo lugar—empujó cuidadosamente los mismos para que pudieran revelar el sitio.
El salón que revelaron los portones, era hermoso. Esa parte de la mansión parecía ser sacada definitivamente de un cuento de fantasía, aunque no sabía si de uno oscuro. Pero estaba cien porciento segura que no era del clásico cuento feliz con príncipe y el estúpido "felices para siempre", más bien podría tratarse de dos personas malvadas o que al menos así las personas las llamaban, que se divertían con sus pensamientos retorcidos, y terminaban con un "No somos dementes, solo vemos las cosas diferentes"
Las cortinas que cubrían los grandes ventanales, eran negras y como en el comedor no permitían que ningún rayo de luz estorbara el lugar, habían unas que otras sillas grises, un hermoso piano negro en una esquina, con un estampado de rosas doradas. Se veía muy costoso. Del techo colgaban varios candelabros dorados y de ellos colgaban unos hilos que parecían tener piedritas de cristal, las paredes eran blancas, muy distintas a las que había visto de la mansión.
—Si es lindo el lugar—sonreí.
—Lo sé, es el salón de baile—dijo y caminó hacia los ventanales, pensé que tal vez correría las cortinas, pero lo que hizo fué darse vuelta y dirigirse a otros portones que mis ojos no lograban captar—. Es mejor que me siga, la mansión es muy grandes, aún falta mucho por mostrarle—metió las manos en el bolsillo de su pantalón y sacó otra llave.
—Vale—me dirigí hacia él; para cuando ya estaba a su lado las puertas de cristales ya estaban abiertas de par a par, revelando lo que escondían. Una alfombra negra se extendía cubriendo todo el suelo de un largo pasillo, vários cuadros colgaban de ambos lados de la pared y los focos de luz amarilla que estaban encajados en el techo lograban iluminar todo el pasillo.
Avanzó por todo el pasillo y yo como lo había hecho anteriormente, lo seguí. Me inquietó un poco el cuadro que colgaba en la pared que estaba al fondo del pasillo. Era un poco espeluznante, aunque solo se mostraba un pequeño patio con muchas hojas en suelo y un columpio, el cual se veía deteriorado y viejo, como si estuviera por años en ese lugar sin haber tenido uso. El color del columpio parecía ser blanco aunque no lo podía notar bien por la suciedad que cubría al mismo.
Cuando caminé por el largo pasillo sentí como si esté crecía más y más, pero en ningún momento bajé la mirada de la espalda del señor Faddei, solamente continúe sus pasos. Después del pasillo había un pequeño y corto pasadizo que daba vuelta para finalmente llegar a otra parte de la casa parecida a otra pequeña sala. Un televisor viejo de caja, se encontraba en una esquina encima de una pequeña mesa, las paredes estaban forradas con una tela azul con un estampado de rosas doradas, también había un sillón marrón en el medio de la sala que hacía una extraña combinación con el estampado de las paredes. Lo que daba luz al lugar eran las antiguas lámparas que se sostenían con dificultad en las paredes por lo antiguas que eran.
Ese lugar parecía ser una parte separada de la mansión, pues, era totalmente diferente, parecía ser otro lugar.
Definitivamente este sería el lugar menos favorito para mí de la mansión. Una extraña sensación recorría mi cuerpo, el ambiente se sentía incómodo, extrañamente pesado, y los vellos de mi piel se levantaban poco a poco.
—¿Se encuentra bien?—preguntó.
Le dije que no, pero seguramente ya sabía que estaba un poco impresionada por el lugar que era totalmente diferente al resto de la mansión. Además, creo que la expresión en mi rostro hablaba por si sola.
Sus ojos seguían enfocados en mí y sus cejas se hundían con interrogación. Miré rápidamente otra puerta negra que se encontraba en la otra pared, no lo podía negar, la puerta me daba curiosidad; pero también lo hice para que el señor Faddei se dejará de enfocar en mi cara y se enfocara en otra cosa. Así que pregunté:
—¿Y esa puerta?—la señalé con mi dedo índice, pero lo bajé rápidamente al ver como este se movía rápidamente, como si estuviera temblando. Él solo me miró y volvió a hablar.
—Es la oficina del señor Malcolm, nada importante—el silencio se estableció en la sala por unos segundos y cuando captó que no iba a decir más nada, se dió vuelta y procedió por el camino—sigamos.
Los pasos que caminó fueron cortos, llegó a otra puerta con una gran pared que impedía seguir, solamente lo podías hacer si abrías la puerta. Sacó otra llave de sus bolsillo y procedió a pasar su dedo pulgar en un movimiento leve y circular por la figurita que tenía la llave.
—¿Y está puerta?
Volteó un poco su cabeza para mirarme por encima del hombro—Es la puerta de,—giró la llave y como todas las puertas anteriores sonó la cerradura y saco la misma desde esa cavidad—el salón de fiestas—empujó suavemente y me dió un espacio entre la puerta y él para que yo pudiera pasar—pase por favor.
Lo hice y observé todo el lugar. Como en la sala en la que estaba, ese lugar parecía ser muy diferente, y mucho más moderno que el resto de lo que había visto de la mansión; tenía un aspecto renovado y actual. Várias cabezas móviles, muy parecidas a las de los conciertos, colgaban del techo gris, en la esquina izquierda se encontraba una gran barra circular de color negro, en el espacio dentro de ella había un gran estante muy ilustre que era del mismo color del mostrador. Pero ante todo eso solo dos cosas de ese lugar llamaron mucho mi atención.
La primera era una puerta que se encontraba a unos pasos después de la barra, y que al igual que la de las mayorías de la mansión era negra, con un estilo actual y muy grande en tamaño, y lo segundo que llamaba mucho mi atención era la gran alberca que se encontraba a unos pies de mí.
Esta lograba hacer que el salón se viera mucho más lujoso. La cerámica era blanca, seguía después de un suelo negro; y cuando iniciaba la cerámica blanca, empezaba el borde de la alberca. Parecía falso pero era real. Solo con ver el tamaño de la alberca y el estilo avanzado que tenía la misma, podía comprender cuánto dinero tenía esa familia o más bien de cuánto era la herencia que le habían dejado al chico. Ya que seguramente el mismo había mandado a renovar la mansión.
A unos metros frente a mi se encontraba una gran puerta. Miré al señor Faddei y parpadeé dos veces.
—Que hermoso lugar.
—Si, el salón de fiestas es un lugar muy lindo.
Le sonreí y gracias a mi curiosidad no tardé en preguntar.
—¿Y las otras puertas?
—Ah, bueno—dió unos pasos hacia la puerta que se encontraba cerca de mí, sacó otra llave y la encajó en la cerradura—. Este es el salón de arte—nuevamente se movió a un lado y con sus ojos me hizo una seña para que pasara al salón.
Obedecí y pasé por la puerta para que luego mis ojos se encontraran con varios cuadros colgados en la pared gris. El lugar era con un estilo clásico y a la vez moderno. Una mesa que parecía ser de metal por el reflejo de la luz que salían de los focos amarillos que se encajaban perfectamente en el techo, tenía varios frascos con pinturas y otros con pinceles reposando sobre su base. Las pinturas que colgaban eran un poco aterradoras, realmente parecían ser hechas para espantar a cualquier persona.
Mis ojos se enfocaron en un cuadro que me pareció totalmente espeluznante, no solo por la pintura sino también por el marco roto y las telarañas que permanecían colgadas en ellas como lianas. La pintura daba a entender sobre el miedo, los traumas y seguramente alguna clase de trastorno. Se podía apreciar la forma de una niña, su cabello trenzado cayendo de forma adorable por sus hombros, cubriendo unas flores que tenía su pequeño chaleco, pero su rostro... su rostro no se veía y eso era lo terrorífico de la pintura. Su cara parecía borrosa, o más bien parecía como una foto que sale borrosa ya que el individuo al que le estaban tomando la foto, se mueve al instante de capturar la imagen y da esa extraña y espeluznante sensación de movimiento, solamente que lo borroso se encontraba únicamente en su rostro; y al fondo de la niña todo era blanco, como si estuviese en un plano vacío.
Aunque la pintura era terrorífica podía notar todo el esfuerzo que dejó la persona que la plasmó en el cuadro.
—Que linda y extraña pintura—mis ojos observaron al cuadro, mi mirada recorrió cada línea, cada trazo y cada pequeño detalle del mismo.
—¿Extraña?—frunció el ceño.
—Si, digo, es un poco terrorífica aunque fué un buen trabajo—balbuceé—, se nota que la persona que pintó el cuadro dejó toda su pasión allí.
—Si, la señora Malcolm, pintaba muy bien, claramente se inspiraba en los problemas de las personas y de su familia día a día—aclaró su voz con una pequeña tos—, por ello son tan espeluznantes.
—Oh, entiendo, la señora Malcolm pintaba.
Asintió, yo sonreí y hablamos unos segundos de otras pinturas terroríficas que colgaban de las paredes. Aunque me parecían muy tétrica, demostraban el verdadero arte y también lograban llamar mucho mi atención.
—Bueno ahora sí—se dió vuelta para abrir otra vez la puerta—, le mostraré la última parte de este piso y luego le mostraré el segundo piso.
—Perfecto—le ofrecí una sencilla sonrisa de boca cerrada y salí del salón de arte para luego seguirlo hasta la otra puerta que llamaba mi atención y estaba cerca de la alberca.
Faddei hizo el mismo procedimiento que había hecho con cada una de las puertas anteriores, y cuando esta se abrió, mis ojos captaron algo tan hermoso y único, algo que parecía ser específicamente hecho para mí.
Un camino blanco y ancho bordado de piedras que en la mitad se dividía en otros dos caminos como la letra "Y", luego seguían varios tipos de rosas, arbustos, árboles grandes perfectamente podados y muchos tipos de flores que se encontraban en un precioso jardín. Cada camino te llevaba a unos pequeños escalones que te dejaban conocer cada parte del jardín.
Pero había algo de ese lugar que llamaba toda mi atención.
Un pequeño quiosco se encontraba en medio del jardín, era muy distinguido, y parecía ser recién sacado de un cuento de hadas. La cubierta del quiosco era una cúpula de hierro que se sostenía sobre unas columnas de cerámica, estas tenían unas extrañas figuras talladas, como si fueran espinas enterradas en una mano, frente a la contrucción de cerámica se podía ver unos pequeños escalones blancos que le hacían compañía a la construcción de cerámica; también había una barandilla que rodeaba toda la figura.
Del lado izquierdo del jardín se encontraba una estatua de un ángel en una enorme roca, el cuál parecía una referencia de un ángel que había caído del cielo. Los brazos del mismo se extendían en la enorme piedra y las manos la agarraban con fuerza como si se estuvieran aferrando a ella y estuviera sufriendo por el dolor de la gran caída. Repasé mi mirada unas cuantas veces por las facciones de la escultura. Sus cejas se extendían hacía abajo y se hundían levemente en las marcas de su frente, las alas se veían muy reales, cómo las de un ave, cada detalle era increíble e impresionante, parecían salir de sus hombros; estas cubrían una gran parte de sus brazos muy bien tallados y formados, y de todo su pecho y abdomen. La otra parte inferior de su cuerpo estaba totalmente desnuda.
La persona que había tallado esa escultura, seguramente le quería dar el toque de un cuerpo muy entrenado y realista; pues, era como ver a una persona y no a una figura de cerámica esculpida. Las flexiones de sus músculos estaban muy bien talladas, y hasta el cabello daba una sensación de realismo.
Del otro lado del jardín había otra estatua que alarmó mucho mi curiosidad. Esta se trataba de una chica; lo sabía por las curvas de su cintura y por el cuerpo delicado que estaba tallado, también por el pelo que caía por sus senos desnudos y llegaban hasta un poco más abajo de su ombligo. Las facciones en la cara daban una sensación de que estaba alegre, el borde de sus labios elevándose dejando apreciar una sonrisa de labios pegados, y sus cejas que permanecían en un movimiento normal.
Pero lo que alarmó mi atención realmente no fué que la escultura trataba de una mujer, sino que la figura estaba cubierta y rodeada de unas espinas que parecían ser reales, provenientes del jardín. Aunque nacían desde más abajo de los pies de la figura, y a su lado solo habían caminos de cerámica rodeados por pequeñas rocas.
Las ramas se adaptaban al cuerpo cincelado, no sabía con exactitud si lo estaba protegiendo o lo tenía atrapado. También habían algunas ramas por su rostro y por la parte inferior de su cuerpo que estaba completamente desnudo.
En conclusión el jardín era hermoso, parecía de un castillo o de una historia de fantasía.
—Que hermosas estatuas.
—Si, son increíblemente perfectas—sentí que me miró por un momento, y luego ví como extendía su brazo para señalar—. Mira, ahí está Stephan.
Miré hacia la dirección de su brazo y ahí lo ví. Parecía otro chico, un poco más rudo y sexi, porque algo que no podía negar era que el chico era muy lindo, pero con esa ropa lo hacía ver sexi. Cuando se acercó un poco más, pude notar que se había cambiado de ropa, tal vez se ponía otra ropa más vieja para trabajar en el jardín.
Traía puesta una franela muy corta que llegaba hasta su entrenado hombro, y de ahí para abajo era todo musculoso, sus brazos estaban muy bien entrenados. También tenía un pantalón verde, que por la tierra del jardín y la suciedad, parecía ser de color marrón, además de unas botas marrones que se notaban muy sucias y desgastadas, por la capa de tierra que las cubría.
—¡Hola, Stephan!—alcé mi mano y la moví de un lado al otro en una seña de saludo.
—¡Alex, hola!—subió su mano hasta su frente para cubrir sus ojos de los rayos del sol, mientras fruncía la cara. La forma en que tenía la mano por arriba de sus ojos me daba un poco de gracia, parecía un general.
Los rayos del sol también transformaban su cabello muy rubio y su piel más clara.
—¡Wow!, necesitas un buen baño—reí bajito.
—Si, ¿Quieres darte un chapuzón en la alberca, conmigo?—también rió.
—Si, pero lo haré cuando trabaje oficialmente en la mansión.
El señor Faddei soltó una risita muy pequeña—Eso no pasará, ahora—lo miró por un momento, Stephan también lo miraba fijamente—, vayamos adentro le enseñaré el piso de arriba—me dijo sin apartar los ojos de Stephan, se dió vuelta y se encaminó hasta la puerta.
Me quedé quieta sin decir nada, solo miraba fijamente al chico de cabello de príncipe encantador. Él abrió su boca.
—Tranquila, después tendremos tiempo para hablar mejor—trató de hablar bajito, aunque, no lo logró, y eso lo supe cuando el señor Faddei habló en un tono de voz un poco alto.
—¡Señorita Alex!
—¿Si?—me volteé lentamente.
—Deje de hablar con el señorito Stephan y entre, aún falta mostrarle el segundo piso de la mansión—tomó un poco de aire—, ya se lo he dicho varias veces.
Él señor Faddei se volvió a dar vuelta para abrir la puerta y yo aproveché para rodar los ojos, sentía la risa mínima y medio escondida de Stephan detrás de mi, y por impulso me volteé para mostrarle el dedo medio. La expresión de sorprendido en su rostro me dió un poco de risa, y no evité reír, pero antes me cubrí la boca para que el señor Faddei no escuchara.
Aunque si lo hizo, me escuchó, y volvió a llamarme con autoridad.
—¡Señorita Alex!
—Ya voy—me dí vuelta, aunque antes moví mis labios lentamente y le susurré a Stephan un "perdón, hablaremos luego", después me volteé otra vez y caminé como una niña regañada hasta el señor Faddei, esperando a que Stephan supiera leer los labios.
Esos pasos que dí hasta el señor Faddei, los sentí eternos. Miles de recuerdos amenazarom mi mente, recordaba con claridad como Ellen me regañaba y me esperaba en la puerta de la casa con los brazos cruzados y la pierna moviéndose inquietamente, la suela del zapato pegando contra el suelo de madera, haciendo un ruido muy insoportable para mis oídos, ese sonido hacía que me estresara más y más.
Mi cabello negro a ambos lados de mi cara, mis ojos agotados por los gritos que hacía desde la puerta, sin ganas de caminar y mis piernas avanzando lentamente hasta esa chica que era muy parecida a mí, solo que mucho más adulta y mucho más alta.
En ese momento sentía mucha irá. Tan solo era una niña pequeña y quería lanzarle una silla a Ellen en la cabeza... pero ahora, solo quería que los gritos no fueran del señor Faddei, sino de Ellen; si Ellen me estuviese gritando, no me hubiera importado, ya que solamente iría hasta a ella para darle un fuerte abrazo.
Avance sin importancia alguna, sentí que mis ojos ardían un poco, y pasé mi mano por ellos para que las lágrimas no salieran. Cuando estaba al lado del señor Faddei lo miré, el también lo hizo, ví la preocupación en su rostro tal vez porque mis ojos estaban un poco cristalizados, así que antes de que dijera algo me apresuré a hablar.
—Muestreme el segundo piso—tragué un poco de saliva.
Él solo asintió. Caminamos por todos los pasillos, claro, sin abrir ninguna puerta ya que no había más nada que mostrar.
Finalmente después del recorrido llegamos a las escaleras, la subimos fué inevitable no acercarme y pasar mi mano por el pasamanos para subir la escalera, deslicé mi mano y sentí el frío atravesando mi piel. El señor Faddei me miraba de reojo, tal vez pensaba cosas raras hacia mí, aunque yo no le paré y proseguí hasta llegar al escalón de descanso.
Una vez ahí podía ver mejor la pintura y los ojos del tierno niño, ese llamado Cass, también los de la señora Malcolm, y los del señor Malcolm. Todos eran azules, los del señor Malcolm y los de la señora Malcolm eran de un azul un poco más claro. Pero los de Cass, eran de un azul muy fuerte, aunque con una mezcla de un azul claro. Parecía que cantidades de animales marinos vivían ahí.
El señor Faddei me habló interrumpiendo mi pensamiento—Señorita Alex, escoja un escalón—miró hacia ambos lados.
—Emmm...—no sabía que responder, miré hacia ambas escaleras, no podía elegir por el más bonito, o por el más corto ya que los dos eran iguales. Así que miré una vez más y escogí por el que estaba más cerca que era el izquierdo—el izquierdo.
—Excelente opción, le encantará.
Sonreí y lo seguí cuando empezó a subir las escaleras. Al llegar al segundo piso solo me encontré con un gran pasillo, era largo y muy ancho, otra vez una alfombra negra y larga se extendía por el mismo.
Las luces que iluminaban el largo pasillo eran amarillas y salían de unas grandes lámparas doradas de un estilo muy antiguo, con decoraciones de rosas, que se mantenían en las paredes.
En las paredes también habían varios cuadros, me recordaron a los del salón de arte, a esas pinturas que eran creadas por las manos de la señora Malcolm. Aunque las pinturas eran de un estilo muy diferente, no eran tan espeluznantes como las anteriores, no me daban esa sensación de escalofríos en la piel, no hacían que me sintiera incómoda.
Seguí avanzando al paso del señor Faddei; ya habíamos pasado unas cuatro pinturas, todas eran de un toque inocente. Unas reflejaban pasajes y otras mostraban situaciones, como coches pasando por una calle sin faros, o dos parejas compartiendo una deliciosa merienda en una montaña, lo raro de ahí era que el cielo era totalmente rojo. Creo que la señora Malcolm era una artista que mostraba su depresión y sus problemas en retratos y pinturas.
Avanzamos un poco más, las pinturas se hacían cada vez más grandes. Cuando me dí cuenta ya había dejado atrás el marco de un gran retrato, me dí vuelta y entonces mi visión fue colmada por varias manchas de diferentes colores; manchas azules, rojas, naranjas, verdes, moradas, amarillas y de infinidades de colores. No sabía realmente de qué trataba esa pintura, pero si me fijaba bien entre esas manchas podía detallar una pequeña cabaña a la deriva. Achine mis ojos y pude divisar un árbol al lado de ella. De pronto la voz del señor Faddei me distrajo un poco.
—Cada quién ve algo diferente.
Lo miré de reojo, no se me hacía raro, ya sabía de éstas pinturas. Las pinturas abstractas las había visto en películas y en imágenes de páginas de internet, pero nunca la había visto físicamente, y ahora estaba a solo unos centímetros de ese gran cuadro.
—Es una pintura abstracta.
—Así es.
—Es increíble—con la mirada seguí el cuadro desde el punto de donde estaba hasta lo que parecía ser el marco que terminaba la pintura. Abrí los ojos exageradamente al ver que estaba en la mitad del cuadro y que era muy grande, parecido a los de los museos de arte.
El señor Faddei continuó hablando mientras seguía por el largo pasillo—Si, es hermoso, de hecho este lugar es el favorito de Cass por ese cuadro. Se sienta solo en el suelo mirando el cuadro durante unas cinco o seis horas.
—¿Por qué por tanto tiempo?
—Pues esa pintura fué pintada por su madre, siempre cuando mira ese cuadro nota algo diferente en cada mancha.
—Oh, entiendo, a veces también tardo en mirar las pinturas abstractas, ya que siempre encuentro una figura diferente.
—Si, también me pasa—el volteó para sonreír desde la punta del final del pasillo, ya habíamos caminado todo el pasillo, los minutos se fueron muy rápido en eso.
Me acerqué rápidamente hacia él, seguramente me estaba esperando para seguir dándome el recorrido por el segundo piso de la mansión. Cuando ya estaba junto a él detuvo la caminata y me miró por un momento.
—¿Le gustó el pasillo de artes?
Asentí sin soltar una palabra de mi boca. Él solamente sonrió y me guió hacia otro pasillo. Este se encontraba del lado izquierdo, era muy grande y extenso; de nuevo varias lámparas con pequeñas formas de rosas colgaban en las paredes alumbrando el camino; el pasillo era suficientemente grande, como para que doce personas caminaran de lado a lado sin tropezarse.
Del lado derecho habían dos puertas de cristal, tal cual como las que había visto en el salón de baile. Eran grandes en tamaño y en anchura, con pequeños estampados dorados de claveles. Cabe acotar que eran muy difíciles de divisar, pero gracias a que enfoqué mi vista los pude detallar.
La cerradura era de color dorado y hacía una raya fina de color negro, que iba desde la parte de abajo de la puerta, y se convertía gruesa al llegar a la cerradura, para luego volver a su tamaño delgado hasta la parte alta de la misma.
Sentí mucha curiosidad por saber lo que había detrás de la puerta, aunque el señor Faddei la ignoró y prosiguió el camino. Aunque me quería detener para que se diera cuenta que quería entrar, no podía. Esa acción de niña pequeña no las podía hacer delante de sus ojos. El giró levemente su cabeza y me hizo una seña de que lo siguiera, lo hice y caminamos hasta otra puerta que se cruzó al lado de nosostros.
La puerta era como las que había visto en el primer piso, negras, de un estilo moderno y muy altas.
—Ya quería llegar a esta parte de la mansión—sonrió.
—¿Por qué?
—Por esto—lo oí sonreír y luego sumergió la mano en el bolsillo de su pantalón, y como lo esperaba sacó otra llave que como anteriormente tuvo que tocar y detallar con su dedo pulgar para saber que era la de esa puerta.
No dije nada, solo esperé a que la puerta estuviera abierta. No llamaba tanto mi atención como las otras. Le dí una mirada de confusión el seguía con la sonrisa marcada en la cara, pero cuando la abrió fué inevitable no abrir los ojos de la impresión, era una habitación y era realmente hermosa.
Su estilo era moderno y a la vez clásico. Las paredes de la habitación también eran diferentes a las demás. Estas estaban tapizadas por una tela de un color verde agua, la cual tenía estampados varios tulipanes y rosas doradas. En realidad era un hermosa decoración.
En un rincón pegada a la pared se encontraba una grande y muy elegante cómoda. La cabecera de la misma era cuadrada y negra, la cama estaba cubierta por una funda blanca y al igual que la cabecera las almohadas eran negras. Del lado de la cómoda se encontraba una mesita de noche, que era de color negro también.
Lo demás en la habitación era un sillón negro, cojines de tela azul y roja, un televisor de pantalla plana y lisa, y los focos de luz blanca que se sostenían de la pared sobre una figura en forma de "T", también había otra puerta cerca de la cómoda, pero antes de poder abrirla la alarma en su celular sonó.
Salté del susto y lo ví fijamente a los ojos parecía angustiado. Con un poco de desesperación que note en su rostro, en su mano y en su pulso cogió el móvil que sacó del bolsillo de su pantalón. Luego direccionó sus ojos claros hacia mi rostro.
Quería preguntarle qué sucedía pero entonces fué como si hubiera leído mi pensamiento porque respondió mi pregunta, detenida y cautelosamente. De su boca escapó un nombre sin casi aliento. El nombre del tierno niño de ojos azules, que según el señor Faddei ahora era todo un adulto.
—Cass.
—¿Cass?
—Si, ya es tarde, usted no debe estar aquí señorita Alex, después terminaste de enseñarle la mansión. Realmente no sé cómo el tiempo pasó tan rápido, pero debe irse—parecía estar muy angustiado.
—¿Qué?—realmente no entendía nada de lo que sucedía.
—Cass, Cass va a despertar en cualquier momento, y debo abrirle la puerta.
—¿Esta encerrado?—hundí mis cejas.
—Si.
—¿Por qué?
—Seguridad.
—Eso lo sé, y me preocupa un poco—pause por un momento—, ese es el chico que voy a cuidar.
—Así es, todo es por su seguridad—arregló el cuello de su camisa.
Mi pierna empezó a temblar un poco; era algo que me pasaba cuando presentía que algo que no estaba bien, o más bien cuando lo sabía.
—¿Le parece una buena idea?—mordí las uñas de mis manos, sentí mis mejillas calentarse, cada vez más, como si la sangre se estuviera juntando en ellas.
—Señorita Alex, ¿Quiere conocer a Cass?
Otra vez mordí mi labio. Las reglas interrumpieron nuevamente todos mis pensamiento... pastillas, esposas, distancia. ¿De verdad esto era bueno?, no lo sabía realmente con exactitud, lo único que sabía era que el chico había perdido a dos personas queridas en su vida, no sabía cómo se sentía perder a dos personas, creo que con una me bastaba y creo que con eso ya lo entendía.
Así que como lo había planeado anteriormente, sin pensarlo dos veces, solté un "Sí".
Las manos me empezaron a sudar, tal vez no era la mejor idea del día, pero algo en mí quería conocer a ese chico, algo en mí quería saludarlo, y cuidarlo.
Compartimos miradas por unos segundos hasta que habló.
—Sígame—bajó un poco la mirada, aunque no tanto, pero aún lo sentía nervioso y angustiado.
Salimos del salón y recorrimos todo un largo y recto pasillo, a mi lado se atravesaban cada vez más y más puertas. Quería parar y ver lo que había adentro de ellas, lo que cada una escondían. Pero no podía, el señor Faddei avanzaba cada vez más y más rápido.
Llegamos a otro pasillo que era como el pasillo de arte, solo que allí no habían cuadros, solo las lámparas de luz amarilla, el color gris desgastado de la pared y nuevamente la alfombra negra que cubría todo el suelo.
A medida que avanzaba sentía un mal presentimiento en mi pecho.
Esto es una mala idea, Alex.
La irritante voz del lado oscuro y profundo de mi cabeza empezaba a molestarme, así que decidí callarla por un momento, y seguí caminando hasta que se detuvo, lo miré fijamente.
El señor Faddei se acercó a una puerta cuidadosamente, está era muy diferente a las otras. Era gris, grande en altura y tenía una ventanilla en el medio. El señor Faddei acercó su cara por la ventanilla, y mientras miraba por ella cerraba un ojo; al parecer todo estaba tranquilo, ya que solamente metió la mano en el otro bolsillo de su vaquero y sacó una diferente llave.
Esta era negra, no tuvo que pasar su dedo pulgar por ella, era una simple llave negra sin ninguna figura, pues la llave negra era específicamente para la puerta. Metió la llave en la cerradura y apenas escuché el sonido de que estaba abierta, los vellos de mi piel se elevaron. El escalofrío recorrió mi cuerpo completamente, desde la uña del dedo gordo del pies, hasta el último mechón de cabello.
Él se dió medía vuelta, respiró y soltó seriamente—Es mejor que bajemos, él ya saldrá.
Lo miré, asentí y lo seguí hasta bajar las escaleras. Aún sentía el escalofrío en todo mi cuerpo. Respiré, el ambiente se había puesto un poco pesado.
—¿Está bien?—el señor Faddei me interrogó.
Volví a asentir sin hablar. Pero mi inquietud de que no bajara no me dejaba para nada tranquila, así que toqué su hombro con mi dedo índice y al hacerlo pegó un mini brinco, creo que también sentía miedo.
—Dígame—sonrió por un momento, yo aguanté la risa.
—¿Por qué no baja?
—Debe estar fingiendo que está dormido, pero no se preocupe, ya lo llamo—me dió otra sonrisa está vez más duradera y de boca cerrada. Tomó aire y entonces gritó—¡Cass, es hora de bajar!
De pronto silencio, ya era normal que ese silencio invadiera por ratos el lugar. Pero entonces ese silencio despareció cuando se escuchó una voz masculina que era proveniente del piso de arriba.
—Mierda—escuché la voz, era ronca, como de alguien con mucho sueño y parecía ser fingida.
—Cass, ¿Por qué la grosería, dónde están tus modales?
Miré con impaciencia al señor Faddei y mordí mi labio levemente, estaba muy nerviosa.
—¿Por qué mierdas me ha levantado a esta hora del día, señor Faddei?—la voz se escuchaba cada vez más cerca de la escalera derecha, y entonces finalmente pisó el primer escalón, y finalmente lo vi, y para mi sopresa era realmente hermoso, sentí que mi respiración paró por un momento y mi corazón le siguió el juego, ¿Por qué carajos estaba tan nerviosa?
Era delgado, su perfil era perfecto, su cabello era negro, un negro muy oscuro, estaba revuelto y por alguna razón eso lo hacía ver jodidamente bien. Su piel era pálida, no sabía si compararla con la de un cadáver o la de un vampiro. Traía puesta una pijama azul de ositos, miles de ositos estaban regados en ella. Tenía la mano pegada a su ojo y la movía de un lado hacia otro como si se lo estuviera rascando. Pude ver las esposas, pude divisar aquellas cadenas que colgaban de sus manos. El chico estaba esposado, por eso su mano estaba tan cerca de la otra.
Tragué grueso. Por cada paso que daba estaba más cerca de mí; y cuando me di cuenta ya estaba bajando por las escaleras en forma de cascada. Y tan solo con cerrar mis ojos ya estaba a unos centímetros de mí.
De frente era aún más hermoso. Tenía pecas y estás decoraban tiernamente sus perfectos pómulos, su mentón era sobresaliente y su cabello revuelto acariciaba tiernamente un poco mas arriba de sus cejas, sus labios eran carnosos y rosados, y sabiendo perfectamente como eran las chicas cualquiera moriría por besarlos.
El chico era jodidamente perfecto, le podía ganar a alguien que no creía capaz, podía ser una gran competencia para Connor, porque obviamente le ganaba a Dexter y a Stephan.
Todo su físico era increíblemente perfecto, estaba boquiabierta ante él, pero algo que me dejaba increíblemente sorprendida eran sus hermosos ojos, parecían dos piedras azules. Eran completamente azules con pequeño rasgos de un azul más claro, me preguntaba repetitivamente, cuántos botes podían navegar allí.
Y finalmente lo saludé con el hilo de voz que salió de mi garganta cuando el chico llamado Cass, mostró su perfecta sonrisa y saludó.
—Hola soy, Cass—sus ojos azules me miraban fijamente—, un gusto...
—Se llama, Alex—el señor Faddei lo interrumpió.
—Un gusto, señorita Alex—volvió a sonreír—, bienvenida a esta hermosa aventura—miró sus manos—te daría la mano en muestra de saludo, pero ya sabes—volvió a mirarme—. Malditas esposas, no me dejan saludar.
No sabía que decir, no sabía lo que sentía, pero volví a tragar grueso, tenía que controlarme. Claro era algo muy difícil, tenía una especie de chico modelo en frente de mí.
★★★★★
Nota de autor: chicxs olaaaa, nuevo capítulo y si, un poco largo, así serán los capítulos a partir de ahora JAJAJA, pues esto planeaba publicarlo ayer por mi cumpleaños, pero no pude, total, lo publiqué hoy!, espero que les guste, porfa comenten y voten. Ya conocen a Cass.
Otro cosa, luego edito las imágenes.✨
𝒁𝑨𝑽𝑰𝑫13✍︎.
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