🐻| Magdalenas caseras con chocolate y M&M
Miles tuvo un instante de duda. Un momento fugaz en que se preguntó si no era mejor echarse a correr y olvidarse de esto. Pero él era más valiente que eso. Por lo tanto, siguió adelante.
Se bajó los pantalones.
—Listo, es tu turno —dijo, con las manos hechas puños a un lado, evitando cubrirse.
Peter lo observó sin disimulo. Entonces, lo que no pudo evitar fue el sonrojo. Se le calentó la cara, pero peor fue el remolino que creció en su estómago ante los nervios de estar desnudo delante de alguien más. Su crush, nada más y nada menos. El hombre que admiró y eventualmente, cuando lo trató como colega, terminó por gustarle. Sí, gustarle, ¿okay? Nada de palabras de cuatro letras que tienen por inicial una A y que si la das vuelta lees el nombre de una ciudad famosa de la que suelen tomarse los números y a la que todos los caminos conducen.
Okay.
—Bien, aquí voy yo.
Y con poca gracia, Peter se bajó los pantalones. Traía jogging con elástico porque le gustaba andar cómodo. Además, había subido de peso (no que le contase a Miles, pero él era un ávido observador y lo notó), así que mejor eso que andar apretujado. Aunque su abdomen no caía tanto, por lo que pudo ver el miembro hinchado de este. Lo que le dio curiosidad, claro que sí. Había visto a otros desnudos y lo habían visto, sí, pero no en una situación semejante.
No a punto de tener sexo, por si no queda claro. En las duchas del internado se refería. No es como si andase en sitios nudistas ni nada por el estilo.
Okay.
—Estás duro —señaló.
Y Peter, benevolente como es, no se burló de su torpeza. Ni de sus nervios. En cambio, se acercó a él y lo tomó del rostro. Prefirió, en vez de responder, besarlo. Algo que estaba convirtiéndose en su actividad favorita, destronando el andar en su red por toda la ciudad. Los besos eran la mejor invención de la humanidad, más que el arte y que el chocolate.
—Lo estás también —retruca Peter, cuando por fin devuelve su lengua a donde pertenece.
Mas no pudo concentrarse en la pulla. No. No cuando, tras decir aquello, Peter lo tomó en su mano. Fue... intenso. ¡Wo! Apenas un toque y casi dispara su telaraña, si es que esta saliera por... ay, no, mejor ni pensar en eso.
Okay.
El sexo siempre le intimidó, pero era un adolescente y sus hormonas no lo perdonaron. Se alborotaron cuando conoció a un hombre que se le hizo guapo. Se rebelaron cuando luchó por entender que le gustaban, de hecho, los hombres. Los guapos, como Peter B. Parker, con sus ojos pequeños, su sonrisa boba, su cuerpo si bien poco atlético, masculino. Lo había visto regordete y con mala postura, y con barba por hacer y con un ánimo apesadumbrado, como un adulto cualquiera, y le gustó. ¿Acaso los crushes debían apenas ser modelos de pasarela? ¿No podían ser los cuarentones con barriga, que aman la pizza, que son algo cascarrabias y que si intentan moverse demasiado caerán fatigados? Pues como sea, le gusta. Le gusta mucho. Y será su suerte que este guste de él, que corresponda. Porque si se pone a hablar de él, pues también tiene lo suyo.
Okay.
—¿Quieres que...?
Asiente. No sabe qué propone, pero aceptará lo que sea. Hay tanto que quiere aprender y que sea Peter el que le enseñe que consentirá tanto como pueda.
Okay.
Aunque aceptar, sin embargo, no lo prepara para aguantar. Porque esas hormonas que se acaloran por un cuarentón barrigón, son las mismas que lo traicionan cuando este mismo sujeto le toma por las bolas, se arrodilló y se lo llevó a la boca. Explota. Pero no tarda en volver a ponerse duro, ¡amén a la juventud, a la cosa de resistencia de superhéroe!, a tiempo de que un dedo de Peter se cuele entre sus nalgas. Duele, pero él es un Spidy, ha tenido peores dolores. Y luego ya no duele, lo que ¡Wo! Porque de ahí en más, cuando Peter lo recuesta boca arriba, lo besa mientras se acomoda entre sus piernas, se mete n él, lento y paciente, solo resta el placer.
Y, vaya, de ese no ha tenido mejores.
• Sirve YaYaBoddah9592 •
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