Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 59


Odio el olor a hospital.

Si bien la clínica donde me encuentro es una de las más prestigiosas de todo Santiago y cuenta con las comodidades de un hotel. Sigue siendo un hospital y yo sigo siendo una paciente.

Mi recuperación ha sido lenta y no es por falta de cooperación de mi parte. Recibir un disparo no es cosa de niños. La bala atravesó desde mi costilla y salió a solo centímetros de uno de mis riñones. No perforó ningun órgano vital pero si hizo el suficiente daño como para tenerme aquí dos semanas y un poco más, sin contar el tiempo que estuve inconciente.

Nunca había tenido tanto tiempo para hacer absolutamente nada y realmente eso no ayuda a mi naturaleza ansiosa que grita a cada momento por salir de aquí lo antes posible.

Lo único que si ha apaciguado mi corazón claustrofobico es que todo el equipo de Flores ha venido a visitarme al menos una vez, desde que desperté. Y cada uno ha tenido el detalle de traer ramos de flores para adornar el lugar. No sé si me guste demasiado el olor, pero nunca creí que ver a todo el mundo me hiciera sentir tan apreciada, incluso Camille estuvo aquí.

Todos han demostrado que no importa el poco tiempo que hayamos compartido, he significado algo y eso lo demuestran con su preocupación, una que ha hecho decir en más de una ocasión a André que si no tuviera que trabajar lo tendría ni aquí hospedado las veinticuatro horas del día para poder cuidarme personalmente.

No pongo en duda nada de eso ya que todos los días desde que desperté ha estado al pendiente de mi. Siempre llega después del trabajo y eso es dentro de poco, antes de mi última comida, la cual no duda en juzgar y menospreciar. Según él deberían despedir al equipo de cocina de la clínica antes de que maten un paciente por no respetar el punto de cocción de los vegetales.

Benjamin ha vuelto a Viña del mar desde hace ya una semana, no ha evitado mis llamadas. La primera fue cuando al revisar mis ramos de flores junto a mi madre encontré la nota que me decía que me extrañaría y que si yo lo hacía no dudará en comunicarme con él. Y eso fue lo que hice. Y lo que hemos estado haciendo a diario. Es reconfortante saber que a pesar de todo no me ha apartado por completo de su vida.

La doctora que lleva mi caso y de quién no recuerdo su apellido me descubre enviando un último mensaje al teléfono de mi madre, quien al ser dada de alta no ha vuelto a su casa. En cambio ahora se ha mudado a mi departamento, según ella no es algo definitivo y no es que me moleste que lo haya hecho, solo estoy preocupada que todo esto se deba a qué ella sospeche algo sobre su real estado de salud. Cristian ha estado en todo momento con ella y se les ve muy cómodos juntos, no he preguntado que es lo que piensa mi padrastro sobre esto. Pero realmente no me importa. Solo quiero ver a mi madre feliz y con Cristian lo es.

Este último como ya mencioné siempre llega con mi madre a visitarme, aunque no creo que siempre haya sido así. Recuerdo haberlo visto llorar dentro de mi somnolencia e incluso creo canto para mí en más de una ocasión junto a mi cama. Él ha tenido la misma preocupación que tuvo con mi mamá al estar hospitalizada, solo que ahora debe turnarse con un André bastante intransigente para estar conmigo aquí.

Aún no entiendo cómo no me di cuenta que sus ojos son iguales a los míos.

— ¿Cómo te sientes Soledad? — la doctora me pregunta sin detenerse en mi, está muy ocupada revisado mi expediente medico, se tarda unos segundo ahí, hasta que me busca con la mirada, me la sostiene lo suficiente como para hacer que me sienta incomoda. Ella debe leer a las personas, por qué esboza una tenue sonrisa invitandome a hablar.

— Mucho mejor Doctora.

La profesional asiente aún con la sonrisa en los labios, pero poco ha poco se va desvaneciendo hasta que vuelve a leer el conjunto de documentos donde se encuentran todos mis analisis y exámenes.

— Te ves mucho mejor. ¿Ya quieres ir a casa?

—Sí, más que cualquier otra cosa.

Ella parece no escucharme por qué continúa leyendo algo ahí.

—Ya veo — hasta que por fin habla, pero lo hace para si misma.

Comúnmente usaría el reclinar automático para sentarme en la cama, pero su comportamiento ha logrado ponerme nerviosa y lo hago por mi misma sin pensar en que aún tengo miedo de hacer ciertos movimientos. Creo que jamás olvidaré como se sentía estornudar cuando recién desperté, el dolor se esparcía en todas direcciones, incluso llegaba a marearme.

Debido a eso y muchas cosas más, todo lo hago con temor a que algo me duela, y me demoró una eternidad en solo poder sentarme.

—¿Pasa algo? — pregunto al fin.

—Sí. Ocurre algo Soledad. Pero no quisiera alarmarte, solo necesito hacer unos estudios para descartar.

La doctora al fin cierra el expediente y se acerca un poco, desde esta posición puedo ver cómo aprieta sus labios hasta que solo son una delgada línea. Para ser alguien que trata con muchas personas no se le da muy bien lo de poner la poker face.

—Puede decirme, no es como que pueda salir corriendo — le sonrió intentando quitar un poco el ambiente incómodo que se ha formado en la habitación.

—Tienes razón — afirma mientras mira hacia el suero que lentamente cae hasta la vía en mi brazo —. ¿Cuando fue tu último periodo Soledad?

Un escalofrío baja lentamente por mi espalda y no se detiene ahí, me rodea acentuándose en mi abdomen llegando a la herida de bala que aún no termina de cicatrizar.

—¿Por qué lo pregunta?

— ¿No lo recuerdas?

Claro que lo recuerdo, solo que ya debería haberme bajado si los cálculos no me fallan.

¡Santa madre!

—Siempre he sido muy irregular la verdad, pero creo que fue antes de llegar a Santiago.

— Eso es lo que me preocupa Soledad, si bien la bala no perforó un órgano propiamente tal, si logro hacer un camino de daño hacia estos. Y un embarazo podría ser algo muy complicado en tu condición.

Espera ¿que?

— Embarazo...

Mi vista va de la medico a todo lo que hay a mi alrededor y no me detengo en nada realmente, solo dejo que mis ojos viajen hasta la punta de mis pies, como si estos pudieran ayudarme a controlar mi respiración.

No puedo estar embarazada.

Eso es imposible.

¿O no?

Jamás tuve que preocuparme demasiado por eso, con André lo intentamos mucho tiempo y jamás resultó. Incluso en el tiempo que estuve con Benjamin, jamás tuve un atraso significativo. Sé que no puedo embarazarme. Lo sé.

Pero ¿y si algo cambio?

— Pediré que te hagan el examen, así podemos estar tranquilas y ver qué haremos.

— ¿Que haremos? — ahora sí la miro y realmente no entiendo que es lo que quiere decir.

—Puede ser peligroso en tu estado Soledad.

— ¿Está hablando de abortar? — la pregunta se formula con una voz demasiado delgada para ser mía y al darme cuenta de lo que he dicho mi estómago se revuelve de manera violenta.

La doctora se apresura a traer un cubo para que pueda vomitar, pero no es lo suficientemente rápida. Las arcadas llegan dolorosas antes mi delicado cuerpo y siento cada sacudida como si la estuviera haciendo un carnicero desde dentro de mi ser.

— Debes estar tranquila Soledad, estás en buenas manos y si quiere que esto sea un secreto, tu ya eres mayor de edad. No habrá problemas con eso. ¿Está bien?

Yo no asiento ni aún cuando ella me ayuda a volver a acostarme, me indica que pedirá que traigan un calmante para que pueda dormir y se retira dejándome sola.

Cierro los ojos y las lágrimas salen en silencio mojando la almohada. No puedo hacer otra cosa cuando la idea de ser madre ni siquiera pudo ser digerida antes de que me fuera arrebatada.

No sé cómo será para las demás personas criadas con padres ausentes, pero lo que es yo, siempre quise tener mi propia familia. Desde muy joven la idea de tener un bebé no me abrumaba, lo veía como algo maravilloso, que si sucediera yo al fin tendría eso que jamás tuve. Algo propio, irrebatable. Pero ese sueño lo había abandonado hace mucho. Ya había perdido la esperanza, bueno ahora tampoco puedo permitirme tenerla.

Si fuese así, tampoco se podría concretar.

Pero ¿y si no?

Mis manos viajan en silencio hacia mi abdomen y aún en la incertidumbre de que si es real o no, me acaricio sobre la tela.

¿Y si fuera real?

.......

Cómo todo el tiempo que he pasado hospitalizada, el sueño provocado por los calmantes llega sin aviso y ni supe cuando me he quedado dormida.

Siento las caricias sobre mi cabello y poco a poco me obligan a volver. Su aroma llega antes de cualquier cosa, es uno que ahoga por completo el olor a hospital y me acuna haciendo más difícil despertar.

Sus labios forman la sonrisa más hermosa que he visto y solo es para mí en estos momentos, aunque desde mi posición no alcanzo a ver sus ojos, sé cómo se deben ver con esa sonrisa.

—Hola — me saluda con su voz suavemente ronca, besa suavemente mi frente un par de veces hasta que ya no me queda más alternativa que abrir los ojos.

Le respondo que "quiero dormir un poco más" a medida que me giro para quedar escondida en su pecho, extrañe su calor tanto como su voz y aroma. No me siento hospitalizada cuando él está aquí.

— Debes despertar, trajeron tu horrenda comida. Si quieres les digo que se la lleven y traigan otra cosa — la vibración de su voz me hace cosquillas y rio aún escondida. Se que no lo dice en serio de todos modos, el sabe que los médicos fueron tajantes con el tema de mi alimentación y si no como no me darán el alta jamás.

Aquí descubrieron que padezco anemia y al estar tan delgada mi recuperación ha sido más lenta de lo que se esperaba.

— Si haces eso no te dejarán quedarte en la noche conmigo.

— No si digo que estoy mucho más capacitado que cualquier chef de este hospital para preparar tus comidas. Para mí sería un alivio poder hacerlo, eso se ve horriblemente insípido.

Me levanto con su ayuda y niego sin entender como me siento tan liviana cuando está a mi lado. Incluso mis lesiones molestan menos con él aquí.

— Esto no se ve mal - le digo apuntando al plato de comida que desde lejos se ve mucho más elaborado que cualquier cosa que yo haya preparado en la vida —. Y tampoco sabe mal André. Anda pruébalo.

Este niega con cara de asco hasta que al fin cede y lo prueba. Es un simple arroz con carne picada. También hay verduras pero ya se que dirá de ellas así que de eso no le doy. En la clínica hay un menú bastante variado y no tiene nada que enviadiar a un restorán, pero ya saben cómo soy. Dejo que me traigan lo que sea.

André no cambia de expresión aún cuando ya se ha tragado la comida y hace muy difícil para mí no entornar los ojos antes su actitud de niño chiquito.

—¿Y bien?

—No diré nada al respecto. Debes comer para que pueda llevarte de aquí.

— ¡Pero que cambio! Tanto quieres llevarme que no te importa que tenga que comer eso para que me lleves.

— A ti tampoco te gusta ¡Lo sabía! Pero la respuesta es sí. Por qué no te llevaré a ningún lado sin antes estar totalmente seguro que te encuentras bien. Esperaré paciente ha que eso suceda y luego con gusto te sacaré de aquí.

No puedo evitar sonreír al verlo tan decidido. Me gusta este André.

— ¡¿Te ríes de mi Soledad?!

Asiento sin quitar mis ojos de los suyos. No importa cuántas veces lo vea, ni que tan seguido, él siempre tendrá la capacidad de hacerme suspirar con solo ocupar el mismo aire que ocupo yo en la habitación. André me observa en silencio un segundo hasta que se anima a quitarme ese aire que no necesito en un beso.

Sus labios se mueven suavemente sobre los míos, con precaución, con temor de poder lastimarme. Yo quisiera tener las mismas consideraciones conmigo misma, pero lo atraigo sin importar que aún tenga una vía conectada a mi brazo. El pinchazo me hace doler, pero no lo suficiente como para alejarme de él. Ahondó más el beso dejando que se apodere de todo lo que puedo entregar.

—Estás lastimada — sus palabras salen a través de nuestra unión y yo decido ignorarlo.

— Estuve el día entero sin ti. No quieras que no te extrañe.

Su risa atraviesa mi boca y logra hacerme reír también. Pero no por eso me alejo o lo suelto. Él no tiene idea que este día ha sido diferente, que hay un peso sobre mi que no estaba en la mañana cuando se fue al trabajo. Y por más que mi cuerpo duela al estar tenso por mi agarre, lo prefiero si así puedo tenerlo cerca.

— No me iré Sole, lo prometo. Solo come mientras aún este tibio, después puedes hacer conmigo lo que quieras.

Mis mejillas se encienden y agradesco que estemos solos, siento el rostro ardiendo y no me puedo esconder. Me aleja suavemente hasta quedar unidos solo por nuestras frentes y yo no escondo el pesado suspiro que suelto.

— Comeré rápido entonces — dejo de mirarlo antes de que mis cara estalle de la vergüenza. Pero tiene razón, dentro de poco vendrán por esto y yo aún no he probado la comida —. Mientras cuéntame cómo está todo afuera.

André se posiciona no más lejos que antes, está sobre la cama con una sola rodilla encima de esta. Últimamente ha optado por atuendos cómodos ya que se queda aquí conmigo, pero no por eso se ve menos atractivo. Su cuerpo es el detalle para que todo se vea bien y no ha habido personal femenino de la clínica que no se le quede viendo cuando el está distraído.

Incluso una enfermera fue más atrevida y me preguntó que si él y yo éramos algo. Yo en primera instancia no supe que contestar y le dije que no. Pero me retracte cuando la volví a ver y le dije que sí. Que él era mi novio.

La sangre sube a mi rostro otra y ya no puedo seguir mirándolo. Es demasiado guapo como para creer que pudiera fijarse en alguien como yo. Alguien tan simple. Pero aquí esta. Conmigo. Contándome como fue su día y como están todos. Me cuenta como la pequeña le ha pedido traerla otra vez conmigo, la ultima vez fue hace muy poco y coloreamos por lo que creo fueron un par de horas. Mi madre llego justo antes de que se fuera y no disimulo lo mucho que le gusto la pequeña.

Me preguntó que pensara cuando sepa que puedo estar embarazada. O que quizá no lo esté y tenga otro problema medico. Ella lloro conmigo cuando le conté lo frustrada que me sentía al no poder lograr ser madre antes de que todo se fuera al carajo. Y creo que ella más que nadie me entendería si le dijera que es la mejor noticia que me podría dar en estos momentos.

No es un secreto para nadie que lo que ocurrió no solo me dejó una cicatriz física, esa está curandose como se espera, pero la que tengo en el alma creo que jamás dejará de sangrar. María estuvo dispuesta a matarme y como ella dijo, prefirió morir a qué ser encarcelada. Al final nunca la conocí realmente, pero ella si lo hizo, por eso supo que yo caería en su plan sin problemas.

André me estudia ya sin hablar, no se en que momento lo dejo de hacer, pero mis pensamientos me absorbieron en una corriente que solo puedo navegar sola. El solo sonríe de manera tan suya mientras quita todas las cosas para que me pueda volver a recostar.

Todos los días han sido igual desde que desperté, se queda conmigo hasta que me duermo. Intenta no dormir en la cama a pesar de que cada vez que despierto se lo pido. Dice que no quiere incomodarme, pero eso es algo que solo su ausencia puede hacer.

—No te puedes dormir.

— Y ¿por qué no?

—Eso me dijo la doctora antes de entrar. Dijo que tenía que hablar contigo.

— Ah eso.

André se levanta para buscar el control de la televisión pero basta hacer un leve contacto visual para notar como sus ojos se entrecierran al verme. Está claro que me descubrió.

Ahora solo tengo dos opciones.

Uno: Decirle que puedo estar embarazada y ver su reacción. El siempre se ilucionaba bastante a la hora de pensar en ser padre, no sé cómo reaccionara ahora que ya lo es. Quiza no esté contento con esto.

Dos: No decirle y resolver esto sola.

— ¿Me dirás de que se trata?

Tomo los bordes de las sábanas y las llevo a mi cabeza, así no puede verme con esos ojos que me hacen sentir transparente.

— ¡No me asustes por favor! Me estoy imaginando muchas cosas y nada es bueno Soledad — su peso a mis pies me dan cuenta de lo cerca que estamos.

—¡Ay ya!

— Dímelo. Solo dilo, no importa lo que sea.

Cuento mentalmente hasta que ya siento que puedo hablar, pero cuando mis palabras se disponen a salir la puerta es tocada atragantandome con ellas.

— Esto no quedará así Soledad Martins.

— Lo sé André Vitalis.

El hombre más intenso sobre la fas de la tierra da el pase para que quien sea que quiera entrar lo haga y yo sigo con la cabeza tapada.

La voz de la doctora al saludar me hace doler el estómago y nada tiene que ver con mis heridas. Debe traer los resultados de la prueba de sangre.

—Quieres dejarnos solas joven. A no ser que la paciente quiera que escuche usted también — me quito sin ánimo la sábana quedando expuesta a los ojos de ambos sin tener donde esconderme.

— ¿Me voy? — me pregunta el ojiverde con un deje de dolor en su voz. Prometí no tener secretos, o al menos no tener mentiras. Pero no quiero ver la desilución en sus ojos otra vez. Ya la Vi lo suficiente como para toda mi vida.

Y necesito hacer esto sola.

— Solo será un momento. Por favor — y mi voz también suena herida. Pero solo por qué él se encuentra muy lejos de mi y no tengo el valor de pedirle que se quede y me sostenga otra vez.

No lo miro cuando se levanta, ni siquiera soy capaz de mirar a la puerta cuando ya se ha ido.

— Bueno, entonces ¿quieres leerlo primero? — la doctora me muestra la hoja de papel y yo la acepto. Está pesa una tonelada entre mis dedos.

Paso rápidamente por todos mis datos ahí hasta que llegó a los resultados. Se lo que debo ver ahí y lo encuentro.

— Lamentablemente Soledad. Mis sospechas eran ciertas. Estás embarazada.

No sé que cara debo tener, pero realmente no creo lo que acabo de escuchar. Ni siquiera creo lo que acabo de leer.

Es real.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro