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Capitulo 55

Aún no he terminado de redactar mi carta de renuncia y, por más que lo intento, no logro concentrarme. Solo espero enviarla antes de tener que regresar oficialmente a mi antiguo empleo, lo cual sucederá en aproximadamente cuarenta y ocho horas.

Pero por más que escribo una y otra vez lo mucho que lamento no volver, no logro convencerme de nada de lo que digo y termino borrándolo una vez más.

Hace muy poco, André me dejó en la puerta para ir a su departamento. No le he dicho que irá a dejar a Benjamín, ni que esa ha sido la razón para irnos de la clínica cuando ya había llegado gran parte del personal a visitarla. Todos estaban muy felices de verla otra vez, y no me costó convencer a un abatido Cristian de que el pronóstico entregado por la doctora no será de conocimiento público, e incluso para mi madre. Debemos buscar el momento para darle esa noticia. Aunque realmente no creo que haya uno bueno para decir semejante cosa.

Y en eso da vueltas mi cabeza una y otra vez, y nuevamente me pregunto: ¿cómo podré manejar todo sin cometer errores?

Ni siquiera sé qué haré con lo que ha pasado con Cristian. No sé si lo necesito a él o si es mi niña interior la que siempre tuvo la duda de por qué no me parecía en nada a Rafael, si se suponía que él era mi padre.

Pero de algo estoy absolutamente segura: él ama a mi mamá, y no seré yo quien interfiera en esa relación.

Desde que puse un pie en casa, he evitado todo tipo de conversación con Benjamín. No me siento capaz de hablar de mi madre con él; no sé si podría tolerar un comentario suspicaz sobre ella. En estos momentos, no me siento con ánimo para bajar el perfil sobre eso.

Por lo mismo, he querido avanzar con algo que sí puedo controlar: mi carta de renuncia a la agencia, el trabajo que siempre soñé, uno que pensé que era mi destino, uno en el cual me esforcé mucho.

Y sería sencillo de escribir, lo sería solo si Benja no estuviera peleando con el cierre de su maleta y no vociferara a viva voz todos los insultos que se le pueden dar a un objeto inanimado sin detenerse ni siquiera para respirar.

-¿Necesitas ayuda? -le pregunto cerrando la pantalla de mi computadora portátil; me doy por vencida por el momento con la dichosa carta.

-Súbete arriba.

Cierro los ojos para evitar que se me salgan del rostro. Lo sé, soy una inmadura, pero él tiene la culpa por usar mal las palabras en esa oración.

Desde su posición, me sonríe sabiendo perfectamente lo que ha hecho. Pero hago como que no he escuchado nada y me acerco, mirando hacia cualquier lugar que no sea su rostro.

-Tienes la mente muy sucia, Soledad.

-¡No sé de qué me hablas! -digo intentando sonar indignada.

-Ya. Entonces, ¿por qué estás como un tomate humano?

Entorno los ojos y dejo que me vea hacerlo. Podría contestar cualquier cosa, pero sé que eso haría las cosas incómodas y nadie quiere eso antes de viajar.

Benjamín toma mi mano y me ayuda a subir arriba de su maleta para poder cerrarla.

Cuando ya lo ha logrado, suelta un suspiro largo y deja caer su cuerpo sobre mi sillón. Yo me he quedado sentada sobre la maleta, y desde esta posición es inevitable vernos de frente.

-Me gustaría quedarme. Lo sabes, ¿cierto? -lo dice terminando de estirarse. En sus labios se dibuja una media sonrisa.

- ¿Sí?

-Sí. Me lo estaba pasando bien.

- ¿En serio?

Él que entorna los ojos ahora es él. Le doy un suave golpe en una de sus rodillas y él hace como si le hubiera dolido.

- ¿Te quieres quedar porque me quieres ayudar o por algo más?

- No sé de qué hablas. ¿Por qué más podría ser? Ah, dime tus teorías. Soy todo oídos -su tono divertido y su postura relajada me dejan claro que él piensa que no tiene nada que ocultar.

- Bueno, ahora que lo preguntas, tengo una y esa incluye a cierta señorita de piernas muy largas que tiene llena tu memoria de la cámara fotográfica y que además trajiste a mi casa.

Su rostro se contorsiona, y me queda más que claro que no sabía que yo contaba con esa información. Me obligo a mantenerme seria en todo momento, pero la cara de niño regañado de Benja es un verdadero poema. Y no puedo evitar que la risa se me escape.

- Puedo explicarlo -a él no le importa que yo esté riendo; su voz suena preocupada, y eso me hace más gracia aún-. Me sentía cansado y no sabía dónde más llevarla.

Mi risa comienza a abandonarme poco a poco, pero no por lo que dice, sino por su rostro. Su expresión es de alguien que ha recibido una muy mala noticia.

Qué irónico, yo la recibí hoy y me estaba riendo por su culpa.

- ¿Me lo habrías contado?

- No lo creo.

- Eso está bien, Benja. Solo me dio risa que creyeras que no me daría cuenta.

Aún estoy sobre la maleta, pero me las ingenio para subir una pierna en ella. Benja suspira con fuerza y se inclina hacia adelante. Siempre me río de lo sencillo que sería abofetear a las personas cuando hacen eso.

- ¿Qué hacías con mi cámara? A ti no te gusta ni que te fotografíe.

- No soy fotogénica, Benja, lo sabes. Pero, en mi defensa, diré que solo quería ver las fotos del restaurante, pero me costó mucho llegar a ellas porque Angelina estaba por todas partes.

Hasta que dejé de revisar, tuve miedo de encontrarme con algo más íntimo. Pero eso no se lo digo.

Benja levanta demasiado sus cejas rectas, y estoy segura de que si había fotografías íntimas, las cuales debe creer que ya vi.

- Esto es muy vergonzoso.

- Si, e incómodo.

- Al menos te hice reír.

Yo asiento con una sonrisa desvanecida.

Él no tiene idea que hace muy poco creí que había perdido la capacidad de hacerlo y dudo mucho que lo logré otra vez.

No veo su reacción al bajarme de su maleta. No puedo mirarlo sabiendo que no es la única persona a la que traiciono con mi estado de animo. Yo no debería poder ser feliz, eso no es para mi. Ahora lo veo.

-Iré a cambiarme para que no se nos haga tarde ¿Está bien?

Por un momento pienso que no me ha escuchado pero al fin me responde haciendo que me detenga a medio camino.

-Soledad - me dice intentando sonar todo lo serio posible, pero no lo logra.

- Dime.

-Gracias.

-¿Por que exactamente?

-Por no molestarte conmigo.

-No podría hacerlo Benja, tu mereces ser feliz.

Y antes de que llegue a mi y me obligue a escuchar algo mas, entro en mi habitación y lo dejo fuera. No dejo que mis ojos suelten lagrimas, debo mantenerlas adentro al menos por unas horas mas.

.......

Encuentro lo que venía a buscar a mi habitación y le anuncio que ya estoy lista para irnos al terminal. El asiente con una sonrisa encantadora que evito mirar demasiado, solo dejo que vea cómo entorno los ojos al mirar su maleta. Estoy casi segura que esa cosa no se veía así cuando llego.

Salimos del departamento con una maleta a punto de estallar.

No he querido preguntar si le agradaría más que fuera otra persona que lo acompañará, pero quizá no lo he hecho por qué quería ser yo la que lo hiciera. Me aproveché al ver que el no lo mencionara en ningún momento.

El terminal de Santiago nunca me ha gustado, siempre tan lleno de personas que van y vienen de todas partes del país, no importa la hora que sea, este lugar siempre está a muy lleno.

Benjamín me deja cuidando sus cosas mientras el se registra y le indican hacia que andén debemos dirigirnos.

Yo he dejado mi teléfono por equivocación en casa y no tengo nada con lo que entretenerme mientras espero a que el llegue a mi lado.

Hay muchas parejas esperando por aquí y por allá. Evito mirarlas para no sentirme incomoda. Yo no viajaré y me alegro de que Benjamín no se haya mostrado sorprendido cuando se lo he dicho. Solo me abrazo y me dijo que confiaba en que estaba haciendo lo correcto.

Pero el vacío que se va asentando en mi pecho cada vez es más grande. No quiero alejarme de él. Pero eso es algo que no diré en voz alta jamás.

- ¿Estarás bien? - su voz me sobresalta, no lo he visto llegar a mi lado.

- Sí - le respondo sin levantar la cabeza, no quiero verlo. No al menos hasta que mi corazón ya se sienta un poco más en control.

- Vendré a verte. Así deja la habitación de invitados clausurada.

Y sin quererlo me hace reír, mi pecho se aligera un poco, pero no lo suficiente como para que mis ojos dejen de arder.

- Prometes venir seguido.

- Claro, solo así sabré si no la estás pasando bien y no dudes que vendré y te arrastrare de vuelta a Viña. No creo que a Sebastián le moleste que vuelvas en algún momento...

Yo niego con las palabras atoradas en mi garganta y solo lo rodeo con mis brazo sobre su cintura. El acaricia mi cabeza todo el tiempo que estamos en el terminal esperando su bus que lo llevará de vuelta a su vida. Ya mañana se suponía que debíamos volver ambos a Viña, pero en cambio yo me quedaré aquí.

Cuando se lo dije Benjamín no se mostró extrañado y eso fue un alivio. Tampoco quiso discutir conmigo cuando le dije que quería que cambiará el equipo de filmación para el proyecto.

Pero si tuve que contarle toda mi historia con María. Necesitaba que entendiera mi actuar, que en ningún caso fue arrogancia o despotismo. Fue otra cosa y el pareció entenderlo de inmediato, pero igual me regaño por no haberle dicho en el momento que ella llegó al restorán.

La vibración de su teléfono sube por el bolsillo de su pantalón hasta llegar a mi cuerpo, yo me alejo para que pueda contestar y evitó mirar la pantalla para darle privacidad.

Pero el lo pone frente a mi y ambos nos miramos extrañados al ver el nombre ahí.

¿Por que André está llamando a Benjamín?

-¿Sabía que vendrías a dejarme?

-No se lo dije. Quizá es por qué no tengo mi teléfono. Contesta o ¿quieres que lo haga yo?

Antes de que pueda estirar la mano para que me entregué el teléfono el ya ha contestado.

-¿Qué quieres?

No puedo evitar poner mi cara de "no te pases Benja" cuando él sonríe al saber que eso lo debe estar cabreando.

-¿No podías esperar a que llegara a casa para acosarla?-Benja continúa y me esquiva cuando intento llegar al aparato -. Bueno, no seré tu mensajero André. Cuando ya me haya ido puedes hablar con ella. No. No me interesa. Bye.

Y se quita el teléfono de la oreja y le da al botón rojo.

- ¿Me dirás que quería o tendré que esperar a llegar a casa?

No alcanza a contestar cuando vuelve a entrar otra llamada en su teléfono. Pero ahora no es André, es su hermana. Y está vez si soy más rápida y le quitó el teléfono. Pero mi broma se deshace en mi boca al escuchar a Angelina llorar.

-Benjamín, ¿estás ahí?

No le contesto nada y le devuelvo el teléfono a Benja, intento mediante gestos que entienda que algo está pasando.

-Sí, Angie dime.

No logro dejar mi ceño intacto, este se arruga al escuchar el diminutivo.

-¡¿Que?! Angelina tranquila. No, no te preocupes, escúchame ¿Sí?

No logro escuchar lo que ella le dice desde el lugar en donde estoy. Pero mi piel se eriza por completo al pensar que la razón del llanto de Angelina es la pequeña Valentina.

-Iré para allá, sí Soledad está conmigo - su tono preocupado es alarmante. Intento posicionarme del otro lado para escuchar pero Benjamín se pone de pie y como si ella estuviera aquí el gesticula con todo su cuerpo lo que quiere decir y solo hace que me preocupe aún más -. Pásame a André.

Su mirada conecta conmigo y no tengo dudas algo demasiado grave a pasado.

-Benjamín - lo llamo. Pero el me hace un gesto para que me calle.

-¿Llamaron a la policía?

Mi corazón acelera a mil bombeos por segundo.

-Ok. Vamos para allá.

Y antes de que pueda decirme nada ya me he puesto a correr hacia la salida del terminal.

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