Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 53

Todo pasa en cámara lenta, incluso mis ojos creo que parpadean a una velocidad reducida. Desde que firme el consentimiento los minutos se volvieron horas sin fin en las que ni Cristian parece tener noción de dónde se encuentra.

Su mirada está perdida en la nada desde que nos hicieron desalojar la habitación de mi madre y lo que según yo sería un procedimiento de rutina, resulta ser algo mucho más complejo.

Han entrado por lo menos cinco personas con trajes quirúrgicos y ninguno de ellos ha querido hacer contacto visual conmigo en ningún momento. Lo que hace que mi estómago se apriete hasta doler.

La única que ha hablado con nosotros ha sido la misma doctora de mi madre quien me ha indicado que debo ir a la sala de enfermería por mi mano.

Cristian no se da cuenta en un comienzo de lo que pasa a su alrededor, si no hasta que me ve alejarme de él. Cuando me devuelvo a verlo él me hace un gesto para preguntar hacia dónde voy. Yo levanto mi mano vendada y él entiende. Se debate entre quedarse fuera de la habitación de mi madre o seguirme. Opta por lo segundo. 

Cuando estoy a punto de entrar a la oficina de enfermería me dice que estará ahí hasta que yo salga y si quiere que le avisé a alguien sobre la situación.

Yo niego. Esperaré un poco.

Tengo la esperanza de que todo saldrá bien y yo podré llegar sola al restorán sin más novedad que mi madre ha despertado y se encuentra bien.

Pero los segundo en los que tarda la enfermera en atenderme no dejo de pensar en ella. Mi madre. Siempre estuvimos juntas, no importaba dónde yo me encontrará, ella siempre se encargó de dejarme en claro que estaba para mí.

Aún cuando no entendía mis razones ella las apoyo.

Y estoy segura que si está enfermedad no hubiera llegado a su vida ella no me habría presionado a volver, quizá nunca lo hubiera hecho. Mi madre sabía que me había pasado algo muy malo como para salir huyendo y ese algo tenía que ver con André. Fue la primera en darse cuenta de lo enamorada que estaba en ese tiempo.

Incluso cuando le dije que me iría a vivir con él aún teniendo menos de veinte años de edad ella no se mostró reacia. Dijo textualmente que se alegraba por mi y lo que había encontrado.

Quizá se vio reflejada en mi y su amor imposible con Cristian, no lo sé. Y esa es una de las tantas cosas que quiero hablar con ella. Quiero saber que paso, como pasó y por qué nunca me contó.

Si se suponía que no había secretos entre nosotras.

— Listo. Ahora intenté mover la mano — la enfermera tiene una voz muy dulce, que estoy segura debe servir para apaciguar pacientes dolientes.

Conmigo no funciona.

Hago lo que me pide muy despacio, si bien no me duele tengo miedo de que lo haga ahora. Pero luego de un par de tronaduras que la enfermera logra al ayudarme a cerrar por completo mi mano. Ya está, no me he muerto. Y me puedo ir.

— Solo cuida de no forzar esos dedos que por el momento estarán delicados.

— No prometo nada — pero la verdad no me gustaria pasar por lo mismo otra vez. No me gusta el dolor.

Al llegar al pasillo donde me esperaba Cristian, mi piel se eriza comenzando en mi espalda y terminando en cada una de mis extremidades.

En un comienzo quiero preguntar que es lo que hace aquí. Pero mi pecho grita en un lenguaje sin palabras que está feliz de verlo. No importa que haya compartido con el hace tan poco. Mi ser entero quiere estar cerca otra vez.

Cristian me sonríe apenado y estoy segura de que es él quién lo debe haber llamado. O es simplemente el sexto sentido de André quien le ha dicho que mi corazón se sentía vulnerable en este momento.

— ¿Han dicho algo sobre mi mamá? — le pregunto al mayor de nosotros, pero no sé que expresión debe tener. Por qué no puedo mirar en otra dirección que no sea esos intimidantes ojos verdes.

— No. Pero ya deberían dejarnos pasar.

— ¿Quieres que vaya a preguntar? Tengo experiencia en hospitales — André interviene sin cortar nuestro contacto visual.

Me sonríe y espera a que yo conteste. Pero realmente lo que necesito aunque sea por un momento es sentirlo un poco más cerca.

Como si leyera mis pensamientos se acerca y toma mi mano que antes estuviera vendada. Entrelaza sus dedos y los míos, tiene unas letras tatuadas en cada uno de sus dedos a la altura del lugar donde caen los anillos. Lleva nuestras manos a sus labios y besa la mía.

Cierro los ojos un momento y me debo recordar dónde estamos y que estamos haciendo aquí.

Cristian evita mirarnos, pero es bastante difícil, estamos frente a el.

— Creo que seré yo quien vaya a preguntar — el abogado se levanta raudo y nos deja solos entrecomillas, ya que hay bastante movimiento del personal del lugar.

André me conduce hacia las sillas donde antes estaba sentado Cristian y sin soltar mi mano, nos sentamos.

— ¿Estás bien? — me pregunta acomodando un mechón rebelde de mi cabello que cae sobre mi frente.

— Eso creo.

— Ella estará bien. Es una mujer fuerte.

— Lo sé... — digo con la voz abatida.

Mis ojos van a nuestras manos, las de André son mucho mas grande que las mías y producen la calidez necesaria para que mi corazón se sienta en paz, pero no puedo continuar con la cabeza gacha, ya que con su mano desocupada me obliga a mirarlo directamente. Sus ojos se ven muy oscuros con la luz blanca de la clínica, pero no por eso son menos atrapantes.

— ¿Te molesto que viniera? 

— ¡No! ¡Claro que no! solo no quisiera que tuvieras problemas, es decir. No me gustaria que hubiera comentarios nuevos respecto a tu trabajo.

— ¿Crees que eso me importa? No Soledad, eso no me afecta. 

— ¿Estas seguro? quizá ahora no, ¿pero después?

— Tu estarás conmigo, así no me importa lo que el resto crea. Yo se lo que vivo contigo y lo que soy. Lo que los demás digan no me define. Así que no te preocupes.

Mis labios se curvan poco a poco hasta convertirse en una sonrisa amplia que debe mostrar todos mis dientes, sus palabras han caído justo en el lugar indicado. Uno donde la vieja soledad insegura creía que este André era igual que el de antes, uno que le era mas importante su ego y estatus que uno que podía sobrellevar este tipo de situaciones con madurez y entereza.

Su mano aun esta en mi mentón y yo no la quito, así puedo ver sus expresiones sin cuidado.

— Gracias por venir André. 

Desvía su mirada de la mía con lo que creo es vergüenza, pero no dejo que se aleje de mi. Hago lo que el antes hiciere y lo atraigo hacia mi. Sus labios son cálidos y no necesitan una invitación elaborada para unirse a los míos. Si bien ya se lo he agradecido con palabras, mis labios lo pueden hacer con el lenguaje del alma. Una que siempre buscara el consuelo de la suya.

No pasa demasiado tiempo en el que me comienzo a inquietar por la ausencia de Cristian. Así que lo primero que hago es enviarle un mensaje. 

Soledad: "¿Todo bien?"

Cristian Abogado: No, ven por favor.

Cristian aparece escribiendo y lo hace por largo tiempo, pero no envía nada. Luego vuelve a aparecer que esta redactando algo, a lo que al fin envía un mensaje.

Cristian Abogado: Ven. Rápido. 

André no necesita mas invitación que esa y me acompaña a la sala donde se encuentra mi madre y el hombre que esta junto a la doctora es el mismo que comparte mis genes, pero se ve extrañamente mayor. La profesional lleva una carpeta sobre su pecho y me hace un gesto para que me acerque. Deshago nuestra unión en un estado que podría decirse modo automático. 

Es obvio que algo no ha salido bien. 

— Bueno creo que deberíamos pasar — la voz de la doctora es firme y segura, como se esperaría de alguien que hace esto todo el tiempo. Yo solo pienso en como puedes dormir por las noches habiendo entregado tantas malas noticias durante el día. 

Solo pido que lo que vaya a decir ahora no lo sea. 

Por favor.

— Ella es su hija, yo solo soy el abogado de la señora Flor. Si quieren puedo esperar afuera. 

— ¡No! Cristian no. Doctora el puede pasar, es de la familia — exclamo antes de que intente alejarse y su rostro preocupado me es tan extraño como toda la situación.

— Tu eres la que decide, por mi no hay problema. Y el muchacho que esta junto a ti también puede hacerlo si tu quieres, necesitaras todo el apoyo que puedas obtener.

¿Apoyo?

Los dedos de André llegan a mi mano, entramos los tres a la sala que para mi desilusión sigue en silencio, mi madre no ha despertado. Yo me aferro firme a su agarre y el me responde con la misma presión. La doctora no parece una persona muy ceremoniosa y cuando ya hemos cerrado la puerta enciende un pequeño rectángulo blanco que esta colgado en la pared. En ese lugar posiciona unas radiografías que debo asumir son del cerebro de mi madre.

— Lo que padecer la paciente es un cáncer muy agresivo ubicado en el útero, pero esa no es la razón por la cual ella sufrió el desmayo, lo que temíamos se puede ver aquí en la imagen — ella apunta con su lápiz sobre una mancha oscura que se encuentra en uno de los lóbulos cerebrales —. La metástasis a logrado generar un tumor en esta zona. Esto ha ocasionado su debilitamiento acelerado y la perdida de conciencia...

— Perdon, pero yo he estado con ella desde que cayo hospitalizada y jamas mencionaron nada de esto — interviene iracundo un Cristian muy desencajado. 

— Los diagnosticos son reservados para la familia directa, no podiamos decirle lo que pasaba sin acreditar quien era usted — responde la mujer sin alterarse.

— Pero cuando yo vine tampoco mencionaron nada al respecto — intervengo sin meditarlo, yo pregunté y nadie me dijo nada remotamente parecido a lo que ahora estamos escuchando.

— Bueno, ese no deberia ser el problema en estos momentos, si no el tiempo de vida que le queda a la paciente.

— ¿El tiempo de vida? — mi voz no suena propia y si no hubiera sentido que mi garganta se ha apretado al evocar esas palabras habría dudado que salieron de mi. 

Andre me suelta para rodearme por la cintura. Su agarre no es inofensivo, se que esta ahí, por lo que sea que la doctora va a decir. 

No quiero escucharlo, ni siquiera ya puedo verla a través de las lagrimas, pero las seco sin cuidado y me arden los ojos cuando ya puedo verla otra vez.

— Siendo optimistas y pensando que ella se sometería a todos los tratamientos de quimioterapia. Unos tres meses.

Han escuchado que el tiempo es subjetivo y además relativo, eso es totalmente cierto. El tiempo se detiene, la doctora sigue hablando en un idioma que no entiendo o que quizá no escucho. El rostro de Cristian se contorsiona en una expresión de dolor absoluto, tampoco lo escucho a el, solo veo como se tapa su rostro y se inca en el suelo. 

Giro mi cuerpo en dirección a la cama donde se encuentra postrada mi madre y prácticamente corro en esa dirección, ya no me importa si me pueden ver. Caigo a su lado y creo que he caído de rodillas al suelo, pero como ya había mencionado, mis oídos no escuchan nada, nada mas que un alarido de ultratumba que me eriza roda la piel. Pero este continua el tiempo necesario para darme cuenta que soy yo la que grita. Y lo hago hasta que no tengo mas voz para hacerlo. 

Esto no puede estar pasando, ella lo sabia. Ella me lo dijo cuando fue a mi departamento, me lo dijo cuando vino a flores. Ella me dijo que su cáncer era agresivo y que le quedaba poco tiempo. Y yo solo quise ignorar todo ello. Por que mis putos problemas eran mas importantes. 

Mi cuerpo esta totalmente anestesiado en el suelo junto a la camilla de mi mama, no tengo a André en mi campo visual, pero siento su toque en mi espalda. Solo se mueve para buscar pañuelos para mi. Al recibirlos debo levantar la mirada y lo ultimo que veo es la espalda de Cristian al salir de la sala. Tiene los ojos hinchados y rojos. Cuando me sorprende mirándolo el niega y desde aquí puedo ver una lagrima caer por su mejilla. Es la ultima imagen que tengo de el antes de desaparecer.

André me ayuda soportando todo mi peso para que me pueda levantar, pero no lo hago para ir a sus brazos, sino que busco el consuelo de mi madre, ella ya no tiene ningún otro artefacto que el marcador de latidos y un suero conectado a la vía en su brazo. Veo mi mano temblar al querer tocar su rostro, aun con todo lo que ha pasado y su salud deteriorada, es la mujer mas bella que he visto. Grandes ojos marrones sobre una piel de porcelana perfecta. Nos parecemos mucho, pero es solo por que todo lo bonita que hay en mi lo herede de ella, ojala me pareciera en otras cosas. 

— Soledad mira. 

Sigo en silencio la indicación que hace el cocinero a mis espaldas y a la mano de mi madre que esta con la vía. Poco a poco se comienzan a mover sus dedos, primero el indice, luego el del medio y al fin son sus ojos los que comienza a abanicar.

—Mama...

—Hija... ¿Por qué lloras pequeña?









Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro