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Capitulo 45

Aún no decido que es lo que me pondré el día de hoy y no es por qué no tenga suficiente ropa. Es por qué es bastante difícil vestirme con cosas complicadas con mi mano aún delicada.

Y antes de que haga cualquier elección escucho la puerta del departamento cerrarse. Busco el teléfono para ver si yo estoy atrasada o es que el ha salido muy temprano.

Pero resulta ser lo segundo y no se ha querido ir conmigo. 

El día de ayer discutimos al llegar a casa, Benjamín no dejo pasar lo que había ocurrido en el restaurant y quiso saber que era realmente lo que pasa conmigo. Que desde cuándo me comportaba como una déspota, descartando a las personas así nada más.

Yo lo escuché como siempre lo he hecho cuando quiere darme su punto de vista, pero el motivo de nuestra discusión fue que el asumiera mi comportamiento a una vieja rencilla sin importancia. Según el debería haber actuado de otra manera, esto es trabajo y la vida personal debe quedar fuera. Y María al igual que el son los mejore en lo que hacen y que le costaría mucho encontrar alguien igual para lo que yo quiero lograr.

Cuando ya me di por vencida de intentar que entendiera mi punto me vine a acostar y no volvimos a hablar. Bueno pensé que lo haríamos ahora en la mañana, pero el ha decidido que necesita más tiempo.

Hoy es poco probable que me tope con André antes de llegar a Flores ya que a él le toca llevar a la pequeña a la guardería. No le he contado lo que ha pasado con Benja a pesar de que hablamos hasta que me quedé dormida por teléfono.

Así me he enterado de que su hermana le ha preguntado por Benjamín y el solo ha evitado el tema. Por qué realmente no es algo de lo que el esté muy contento y a mi mas que molestarme me ha divertido. Nunca pensé que eso podría pasar, pero lejos se hacerme sentir incomoda, me alegra de que eso lo pueda distraer de lo que yo misma le he causado.

Al fin termino por un atuendo que ya he usado en otras ocasiones, un pantalón holgado y una camisa de tirantes. Lo suficientemente cómoda para aguantar un extenuante viernes.

Mi mente no me deja en paz en ningún momento y siento que he comenzado a vivir en un torbellino dentro de mi cabeza. Decenas de pensamientos cruzan en todas direcciones. Mi madre que prontamente será despertada, mi padrastro que la ha abandonado y no ha querido saber nada de ella en todo el tiempo que ha estado hospitalizada. Mi hermano y mi discusión con Benja.

Además todo lo que tiene que ver con un guapo moreno que ha vuelto a mi vida y como si nunca se hubiera ido ha llegado a darle un hermoso color a mis días y no importa lo que pase. Siempre encuentra el momento para hacerme sentir en casa.

Y es todo eso y más lo que hace que no vea el piso donde el ascensor se detiene. Todo impulso de salir es detenido por una enorme montaña de músculos y por poco me hace soltar un grito al pensar de que podría haber lastimado mi mano. Pero el dolor no ha llegado y eso es una muy buena señal.

—¡Sole! — Un gritito me sobresalta y al buscar la fuente veo a la pequeña salir desde atrás de la pared que no me dejara avanzar.

Hoy lleva su uniforme, o al menos solo el delantal escolar. Es rosa a cuadros y tiene bordado su nombre sobre un bolsillito en el pecho. Su cabello esta trenzado en dos pequeñas trencitas terminadas en cintas también rosas. Y para decorar todo lo demás me regala una linda sonrisa que se pierde cuando choca su pequeño cuerpito a mi cintura.

— Pequeña ¿Cómo estas?

— Atrasados — la voz de André me hace levantar la vista al fin y el también sonríe avergonzado —. Angelina salió muy temprano y me volví a dormir. Despertamos hace poco y ahora tendremos que irnos volando.

A pesar de que no ha tenido mucho tiempo para dedicarse a su imagen. André se ve perfecto. Cómo es casi habitual en el va de negro de pie a cabeza. Y como si el leyera el rumbo por el cuál van mis pensamientos se muerde suavemente su labio inferior haciendo que mi corazón se sienta demasiado grande en mi pecho.

—Ya veo — y lo digo por lo que veo y por lo que me ha dicho —. Pero ¿es muy lejos donde tienen que ir?

Desvío la conversación a propósito. El lo nota y solo entorna los ojos un segundo y me contesta con normalidad.

— Demasiado cerca para ir en auto pero demasiado lejos para decir que llegaremos a la hora caminando. 

Me encorvo lo suficiente para abrazar con un solo brazo a la pequeña y meterla al ascensor ya que no habíamos quedado a medio camino, André pasa junto a nosotras y aprieta el botón de la salida. 

—¿Y por qué no la llevamos con nosotros? Podría hacerme compañía en la oficina.

Ambos ahora me buscan para que los mire, la pequeña desde abajo y André a través del espejo del ascensor. Yo les sonrió a ambos, ya que realmente creo que es una idea grandiosa. 

— ¿Podemos papi?

— No lo se ¿Estas segura? - me pregunta incrédulo —. Tina podría molestarte con todo lo  que tienes que hacer.

Yo niego y le cierro un ojo a la pequeña.

—No te preocupes por eso, además de que hoy estaré prácticamente todo el día en la oficina trabajando en una aplicación de menús y me vendrá bien alguien con quien conversar — llevo mi mano buena a la cabeza de la pequeña y la acaricio suavemente. 

Ella me mira y yo le sonrió queriendo convencerla pero por la forma en que me ve se que no es necesario, le doy mi mano para que nos bajemos del ascensor.

—Bueno por mi no hay problema. Pero Tina, ¿tu quieres ir a mi trabajo y acompañar a Soledad? — André se agacha lo suficiente para quedar a la altura de la pequeña y esta asiente alegre. Tina se deshace de nuestro agarre y busca los brazos de su padre quien la toma y se levanta para quedar tan alto como siempre.

Ya no hay mucho más que decir y nos vamos a Flores en una burbuja que solo contiene tres integrantes. La pequeña me sonríe cada vez que me sorprende mirándola. Pero es que es bastante difícil no hacerlo. Es muy bonita.

— No dudes en llamarme si necesitan algo. ¿Si? — André ya nos ha traído el desayuno a las dos y  se debate internamente en dejarnos y volver a su puesto de trabajo.

— No te preocupes, nos entretendremos, al menos hasta que Angelina pase por ella en la tarde. Ve tranquilo.

— Bueno. No estaré muy lejos después de todo.

— Anda, ve. No queremos que George se queje sobre ti otra vez.

Lo hago reír de inmediato al recordar mi llegada a Flores. Pareciera que ha pasado mucho desde ese día.

Con la pequeña nos ponemos a trabajar de inmediato, buscamos todos los personajes de caricaturas que le gustan y le damos a imprimir. Ella no cae en si misma al ver las imágenes salir de la impresora.

Ha sacado su arsenal de lápices de su mochilita y en su escritorio improvisado comienza a pintar con el semblante muy serio. Demasiado serio para un rostro tan pequeñito.

Yo en cambio he comenzado con mi nueva aplicación de menús, es bastante sencillo. Detalla cada uno de los ingredientes de los platos que aquí se sirven. De esta manera si alguien tiene algun tipo de intolerancia a algún alimento sabrá que plato no elegir. Eso también servirá para dar a conocer las opciones tanto vegetarianas como veganas del restorant.

No es uno de los programas más difíciles que he hecho, pero si tiene mucha información y requiere de mi concentración. La misma que se me escapa cada vez que la pequeña me pregunta algo. Va desde mi color favorito hasta si tengo hermanos o si prefiero los unicornios a los arcoiris.  Intento resolver todas sus dudas de manera sencilla y sin darme cuenta ya me tiene junto a ella pintando un dibujo a medio terminar.

Es una Frozen esparciendo hielo en un vestido muy elaborado y es por eso que no me percató de que la puerta se abre, no levanto la vista de inmediato, espero que quien sea que haya venido hable primero.

— No lo puedo creer — mi risa llega antes que ubique geográficamente a mi hermano. Daniele se deja caer en el sillón junto a la puerta de la oficina y no viene solo. André lo acompaña y nos mira con los brazos cruzados —. Si no lo veo no lo habría creído.

— ¡Papi! — la pequeña deja lo que estaba haciendo y corre a los brazos del guapo moreno.

Daniele me eleva las cejas en un gesto que no necesita explicación. Sabe que hay más de un Vitalis conquistando mi corazón. Si no, no habría explicación para que me encontrará sentada en el suelo pintando dibujos de princesas con toda la concentración del mundo.

— ¿Sabes que tienes que tocar para entrar?

— Toque, tocamos mejor dicho, pero ustedes estaban muy ocupadas.

— Yo venía por qué ya es casi la hora de almuerzo de Tina y preguntarte si ibas a querer comer algo — se explica André cuando ya ha dejado a la pequeña en el suelo.

— Que considerado eres cuñado. A mí se me apetece una pasta. Me da igual con lo que sea. Sorprendeme...

Y antes de que pueda continuar le he lanzado una tapa de plumón para que se callé. Pero al esquivarlo no hace otra cosa que devolvermela. Es un tonto de lo peor.

Y al intentar esquivar el proyectil termino riendo yo también. Le estiró la mano a mi hermano para que me ayude a ponerme de pie. Pero André llega antes y su contacto me da una suave descarga que recorre lentamente mi brazo hasta mi pecho.

— Papi yo quiero helado.

La pequeña llega y queda en medio de nosotros. Yo retrocedo y llego al lado de mi hermano. Este me sonríe y me regala un medio abrazo. Se que su presencia aquí no es casual, ya que hablamos seguido por mensajes. Algo debe estar pasando y no me lo quiere decir frente a André. Así que yo también hago como que no me sorprende verlo. Cuando lo único que quiero saber es que trama.

— Te parece si almorzamos y luego vamos por un helado. Tío Daniele nos invita, ¿Cierto?

Mi hermano me mira un segundo y evita a toda costa parecer intrigado.

— Claro.

— Tienes que pedirle permiso a tu papá primero.

André me mira desde su posición y entrecierra los ojos como si pudiera leer mi mente. Aún recuerdo cuando creía que si podía hacerlo. Pasamos horas jugando a que adivinara lo que tenía en la mente.

— Pero tienes que almorzar primero.

Ella acepta y todos salimos de mi oficina. La pequeña se convierte en el centro de atención de todos los que están en la cocina. No queda nadie que no la alague diciendo lo bella que es. Karina se ha encargado de cortar sus vegetales y la ha ayudado a comer. Por lo que nos ha contado ella tiene muchos hermanos y ella es la mayor de todos ellos.

No tardamos mucho y nos hemos retirado del restorán. Hay una heladería muy cerca, dónde su especialidad son los milkshakes.

— ¿Me dirás que sucede Daniele? — le pregunto a mi hermano cuando ya hemos recibido nuestro pedido, el ha quedado con la lengua detenida al querer lamer su helado de cono.

— ¿Por qué tendría que pasar algo? — musita un segundo después de si darle la lamida a su helado, yo lo espero a que se decida a hablar. Mientras me concentro en la pequeña que juega con su helado de payaso. Le han dibujado uno en el plato —. Realmente no sé cómo decírtelo.

— Entonces hay algo. Lo sabía.

— Pero no sé si quieras escucharlo. Y tampoco me he decidido a decírtelo todavía.

— ¿Que puede ser tan malo?

— Mi padre.

El aire poco a poco comienza a volverse denso y mi café helado pierde el sabor. Podría estar tomando agua del grifo y no notaría la diferencia.

— Cuentame. Prefiero enterarme por ti, así me ahorras tener que verlo.

Mi hermano está preocupado y yo puedo verlo a través de su actitud confiada. Yo aún puedo ver al niño pequeño que me tocaba cuidar cada vez que las niñeras se veían sobrepasadas por el y renunciaban. Yo era la niñera de reemplazo. Por eso se que esto es una máscara.

— Bueno, ayer fui a casa después de ver a mamá. Y el estaba en una llamada, realmente no sabría decirte quién estaba del otro lado, pero era un abogado.

Uno que obviamente no es Cristian.

— Bueno el asunto es que el le preguntaba si en caso de fallecimiento de su esposa el sería el que quedará a cargo de todo. Y que si el podría relevar a las personas que ella había dejado a cargo. Ya que todo lo que ellos tenían se había obtenido dentro del matrimonio.

— Pero mi mamá no se morirá... — antes de continuar busco a la pequeña. Ella nos mira a ambos con un semblante curioso. Pero al verse descubierta vuelve a su plato con helados de distintos colores —. A ella aún le queda mucho tiempo. El no debería estar viendo esas cosas aún — declaró con una molestia que sería imposible invisibilizar si hubiera alguien más.

— Yo pienso lo mismo. Y si el hiciera algo así, tú eres su hija legalmente al igual que yo. Y tú ya sabes cuál es mi postura frente a esto. Y aunque me lo pidiera yo lo rechazaría. Tu eres la única que puede hacerse cargo de todo.

— ¿Te lo propuso?

Mi hermano sonríe pero sus ojos no lo hacen, en cambio ellos me miran con lastima.

— Sí, y por eso vine aquí. Me amenazó con echarme de casa — y ahora sí ríe, pero es solo un segundo. Luego su semblante se torna demasiado serio —. Y yo ya no vivo ahí. Voy seguido, pero ya no vivo en esa casa. No hay nada con lo que me pueda amenazar.

— Entiendo. Pero de todas maneras Daniele, a mi nada me importa todo esto. Yo lo hago por mamá y si ella no está, yo no tendré razones para querer algo de Flores — no necesito pensarlo demasiado, es la verdad —. Pero gracias por decirmelo.

Daniele busca mi mano sobre la mesa y yo dejo que la tome. Es reconfortante sentir que tienes alguien que es leal a ti. Aún cuando tú no tienes nada que ofrecer.

— Creo que no está contenta de que te toque hermana.

En un comienzo no entiendo a qué se refiere Daniele, pero al mirar a la pequeña Tina ella lo está viendo con la misma expresión que he visto tantas veces en André. Daría miedo si no fuera tan adorable.

— Tina, el es mi hermano. Así como tu papá y tu tía Angie.

— Eso no es cierto.

Miro al rubio sin entender de que va la pequeña. Y el parece entender primero que yo, que es lo que ocurre.

— Es por qué no nos parecemos. ¿Verdad?

Ella asiente haciendo que sus trencitas por poco caigan en el helado que aún no termina.

Definitivamente ella es una Vitalis de todo corazón. Cómo si no tuviera suficiente con uno, he dejado que ella también conquiste mi corazón.


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