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Capitulo 38

—¡Soledad espera! — la voz de André llega amortiguada por la música y el bullicio de los asistentes a la exposición.

Y si no fuera por qué he salido prácticamente corriendo escaleras abajo en busca de la única persona que no debería estar aquí, lo escucharía gritar mi nombre un par de veces más.

No es solo el hecho de que mi madre no apruebe que mi hermano se dedique a otra cosa que no sea el negocio familiar, ni que haya dejado la universidad sin avisarle a nadie. Es el hecho de que ella no ha venido sola y eso solo significara problemas. 

Está es la noche de Daniele y no se la pueden arrebatar.

Mi diminuto tamaño y la nula fuerza que poseo me hacen imposible abrirme paso entre la multitud y para André es fácil alcanzarme. Se posiciona frente a mi y se encarga de que nadie me vuelva a tocar.

— Iré contigo — dice seguro de si mismo.

Sus ojos se posicionan en mi y no sé que cara debo tener, pero el nota mi preocupación ya que toma de mi mano y dejo que me lleve a la entrada.

En todo el trayecto no puedo pensar en otra cosa que no sea en como mi hermano se las ha ingeniado para invitar a tantas personas o es que a esta altura ya es bastante conocido. Por qué el lugar está atiborrado y no cae ni un alma más aquí.

Alcanzo a divisar a Benjamín que de inmediato entiende que algo no va bien por qué se acerca a nosotros como puede y no me queda otra cosa que hacer que detenerme.

Angelina lo acompaña con la misma expresión de preocupación.

—¿Paso algo con Valentina? — pregunta la morena a su hermano —. La señora Norma no me ha llamado. He estado pendiente de mi teléfono en todo momento...

—Es mi mamá —la interrumpo pero dudo mucho que ella entienda lo que eso significa.

Benjamín pasa de la preocupación a la molestia. 

El si entiende que esto no traerá nada bueno.

— Se iba a enterar de todos modos ¿no? — la hermosa morena ya no tiene el mismo semblante, ahora se ve mucho mas relajada y no pasa desapercibida para mi la forma en que agarra el brazo de quien fuera mi único soporte por tanto tiempo —. No estas sola Soledad.

—No ya no lo estas — la voz de André me reconforta y hace que mi corazón se tranquilice un poco mas.

Muerdo mi mejilla antes de volver a mirarlo y quisiera decirle algo más pero mi garganta se cierra amenazándome con no dejar salir nada de ahí.

—Vamos, tu mama estará feliz de ver que estoy de visita — Benjamín toca mi brazo de manera juguetona y realmente me siento afortunada de tenerlos conmigo.

— Gracias.

Los cuatro nos abrimos paso lo suficiente como para llegar al centro del gran salón y en ningún momento nos topamos con mi hermano. Eso logra que me sienta un poco más aliviada, pero eso solo dura el momento en que al fin logro encontrar a la única persona que no estaba invitada.

— ¡Madre!

Ella no sonríe al verme y eso ya es una muy mala señal. 

Nos estudia uno por uno y no es fácil adivinar en quien se detiene un poco mas. Mi padrastro en cambio no deja de mirar a su alrededor. Solo espero que mi hermano este muy lejos y que esté ocupado todo el tiempo en el que tardo en hacer que ellos se vayan.

— ¿Dónde está? — me pregunta sin siquiera saludarme. Y no hay rastro de felicidad alguna en su rostro. 

Ella se ve perfecta como siempre. Lleva un hermoso conjunto sastre color beige que de seguro fue hecho a medida. Pero no pasa desapercibido para mí lo cansados que se ven sus ojos y lo pálidos que están sus labios.

No tenía que haber venido.

— Mamá no te ves bien. 

— ¿Y como quieres que me vea Soledad? ¿Qué es todo esto? — esta no es la mujer que yo vi el día de ayer en el restorán. Pareciera que han pasado años desde la ultima vez que la vi. Y podría apostar todo mi dinero a que ella realmente no quería venir.

—¿Por qué dejaste que viniera? — mi pregunta va hacia Rafael pero este se tarda en enfocarme ya que se ha detenido a mirar un cuadro que estoy segura el debe reconocer.

— ¿Y perdernos todo esto? que de seguro pagamos nosotros — su tono es totalmente altanero y me hace sentir muy pequeña.

Retrocedo un paso chocando con el pecho de André, no busco su mirada, pero entiendo que está conmigo ya que me da un leve apretón en mis hombros donde ha posicionado sus manos.

—Esto no se trata de ustedes.

—Soledad hija... — mi madre intenta llegar a mi pero mi padrastro la detiene de inmediato dándole una mirada que podría congelar todo el lugar —. Rafael.

— No Flor ¡basta! Esto no puede continuar. Ellos son unos inmaduros y yo no me quedaré sentado viendo como despilfarran el dinero que tanto nos ha costado conseguir.

Pestañeo un par de veces antes de entender realmente lo que acabo de escuchar. 

¿Dinero? esto se trata de todo menos de eso.

— Eso es lo único que te importa ¿no es así?

—¿Y a ti no? ¿Cómo crees que tú hermano hizo todo esto? ¿Ah? Dime. Por qué no creo que el lo haya ganado de ninguna forma — el hombre que es tan idéntico a mi hermano como yo lo soy de mi madre hace un gesto para que mire a mi alrededor hasta que su mirada se concentra absolutamente en mi otra vez —. O tu, ¿a caso volviste por qué te preocupa tu madre? no me hagas reír.

Rafael deja de taladrarme con su mirada y sube hasta enfocar a quien está a mis espaldas.

—Rafael por favor, Soledad no tiene nada que ver con esto...

— ¿Que? Ella hace exactamente lo mismo que Daniele y ahora resulta que se han unido para hacer estupideces — interrumpe a mi madre y las palabras casi salen escupidas en mi dirección. A él poco le importa que nos estemos convirtiendo en el centro de atención de todos en el evento —.Y si tú sabes lo que te conviene llamaras a tu hermano para que venga aquí y nos explique que significa todo esto.

—Y si me niego a hacerlo ¿Qué harás?— lo reto a que diga en voz alta lo que siempre fue un secreto familiar. Uno que siempre estuvo detrás de bambalinas para que nadie supiera que como disciplinan a sus hijos las familias de bien.

El lee mis intenciones y es ahí donde compruebo que estar rodeados de gente no lo detendrá. Esto se saldrá de control y su rostro esta de un intenso color rojo a punto de estallar.

— A caso crees que tendrás algo si te vas en contra mía, todo lo que tiene tu madre me pertenece y así como te ha dejado hacerte cargo de flores te sacare de ahí. Y quedaras sin nada.

— ¿Estas seguro de eso? Por que yo no lo creo y no dejare que hagas lo que se te antoje con nosotros ¡nunca mas! — le grito sin importar que la mirada de todos esta sobre nosotros.

Rafael intenta llegar a mi pero una pared de puro músculo se interpone en su camino. André es mucho más alto que mi padrastro y a pesar de su desventaja no se ve intimidado. Además no está solo, Benjamín también se abre paso para quedar frente a la persona que tantas veces me hizo sentir insignificante.

— Soledad no los necesita y quizá usted no me conozca pero yo si la conozco a ella. El dinero jamás le ha importado — y como me temía, Benjamín no se callara nada. 

—¿Y tú quien eres? — le pregunta Rafael intrigado.

Mi padrastro mira a los dos hombres más importantes en mi vida y solo quisiera que esto no estuviera pasando. Es obvio que ni André, ni Benjamín dejaran que se me acerque. Pero lo último que quiero es que este hombre les haga ver a la Soledad que ya no soy.

— Si alguna vez la hubieran ido a visitar, sabrían quien soy. Ella siempre estuvo sola y solo me tenia a mi — y sus palabras no solo van hacia Rafael, sino que también apunta hacia el más alto de los tres.

Desde mi posición no logro ver la expresión que tiene este último, pero si logro ver a Angelina. Ella muerde su labio tal cual lo estoy haciendo yo. Pero no retrocede ni un paso del lado de Benjamín. 

— Ella estaba sola por qué quiso ¿O no André? Tu mejor que nadie sabe cómo es cuando las cosas se ponen difíciles. Ella es una niña mimada y siempre lo será.

— Usted es quien no la conoce. Y le sugiero que mejor se retiren  — lo amenaza el mas alto de todo y por la forma en que tiene tomada mi mano ya ha olvidado que hace tan poco se habían llevado bastante bien.

—Rafael.

Mi madre que se había quedado en el mismo trance dónde se suele ir cuando alguien discute, se obliga a volver. Pero mi padrastro no la escucha. Nunca lo ha hecho.

— Ella solo te usara el tiempo que quiera y luego te desechara igual que la ultima vez. Es igual que mi hijo, ellos solo velan por sus propios intereses — Las palabras de mi padrastro están teñidas de odio y realmente no logro entender por que hace todo esto. ¿Qué gana con hacernos pasar por todo esto? —. Pero tampoco creo que te importe, por que alguien como tu solo busca una oportunidad de surgir. A mi no me engañas.

El calor sube por mi pecho hasta llegar a mi rostro y solo quiero salir de este lugar. Pero nuestra unión me lo impide y debo quedarme en el mismo lugar. Y antes de que alguien pueda decir algo mas. Los ojos grises de mi hermano aparecen entre la multitud.

 El tiempo y la música se detienen.

— Papá ¿Qué haces aqui...? — sus palabras quedan en el aire el tiempo  en que mi padrastro estampa su mano en el costado de su rostro. 

Todo a mi alrededor pierde el sentido y la orientación. 

Una imagen se repite una y otra vez en mi cabeza, no es un recuerdo reciente pero duele igual que si hubiera pasado hace unos segundos. Mi hermano siendo muy pequeño, recibiendo un trato similar por cosas tan simples como mojar la cama o llegar con una mala calificación. El resultado siempre fue el mismo.

Y en un cerrar de ojos el mundo se vuelve color rojo. Ni André es tan rápido como lo soy yo. Me paso entre ellos y llego hasta mi padrastro. Mi mano se cierra sola en una pésima postura y solo siento el tronar de mis dedos en su mandíbula. El dolor llega hasta mi hombro y es igual a haberme sacado una muela sin anestesia. No puedo pensar en nada mas después de eso. 

Mi brazo comienza a arder en muchos lugares y no se donde comienza ni donde termina, solo se que mi mente no puede procesar nada mas. Pero eso es solo un momento ya que todo vuelve a girar en el orden correcto y un murmullo ensordecedor me hace darme cuenta que aun estamos aquí.

Pero antes de que todo se vuelva a ajustar en mi cabeza un agarre en mi otro brazo me hace girar en esa dirección y puedo ver en un primer plano como los ojos color chocolate más lindos del mundo se desvanecen frente a mi llevándome con ella al suelo.

— ¡Soledad! — André no llega a mi lado y no logro ver que es lo que esta sucediendo a mis espaldas, por que solo puedo mirar a mi mamá en el suelo.

— ¡Mamá! — me acerco a ella lo suficiente como para comprobar si esta respirando y mi corazón deja de latir hasta que compruebo que así es —. ¡Mamá! responde por favor.

Ha caído en una posición que no podría considerarse cómoda y sus ojos están semi abiertos haciendo que mi alma salga de mi cuerpo. 

Esto no puede estar pasando.

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