Mi hermano nos sonríe como quien está viendo su programa de televisión favorito. Maldito niño chismoso, aunque ya de niño no tiene nada.
— Creí que te comerías a mi hermana — como si no estuviera lo sufientemente ruborizada, mi cara quiere estallar de la vergüenza.
—Y eso que no te quedaste lo su...
— Cállate André, ya — lo obligó a soltarme y automáticamente intento alizar mi ropa. No me extrañaría tener marcas en ella por la forma en que me tomo —. Tu también, deberías haber avisado que estabas ahí.
—¿Por qué? ¿Iban a hacer algo más? — mi hermano nos mira por un segundo demasiado serio, hasta que estalla en una carcajada que con gusto le taparía la boca para que no molestará más.
— Cállate, nunca dije eso.
Busco a André para que me ayude a defendernos, pero él está rojo aguantando la risa.
Son unos niños.
—¡¿Tu también?! Me voy. Tengo mucho que hacer y ustedes solo se burlan.
André no alcanza a detenerme y me apresto a volver a la cocina cuando mi hermano me corta el paso.
—Espera no. Ya, me calmo. Mira ya no me estoy riendo — dice aguantando con todas sus fuerzas volver a reír
—¿Y bien?
— A sí, ¿a qué vine? Cómo si no pudiera solo venir a verte Soledad — alega llevando una mano a su pecho en señal de que está falsamente ofendido —. Me atrapaste. No venía solo a eso.
Sigo mirándolo con mis cejas muy arriba, a la espera que al fin se ponga serio y me explique.
— Que pesada eres cuando quieres. Ya, te venía a invitar a un lugar. Una exposición.
André se acerca a nosotros atento a lo que mi hermano dice. Hoy se ve igual que siempre. Con ropa que de lejos se ve costosa pero con un aspecto de que no se la ha cambiado últimamente. Incluso me atrevo a decir que ha dormido con ella.
—Una exposición ¿de que Daniele?
—De arte. Eso es obvio.
— Hasta que te decidiste a hacer tus sueños realidad. Te felicito en serio — miro como ambos chocan puños y se dan un medio abrazo, yo solo me detengo a mirarlos sin saber aún como es que André estaba al tanto de eso y yo solo me vengo a enterar la semana pasada —. ¿Yo estoy invitado? o solo puede ir familia.
—Claro que puedes ir, de hecho quería que invitarás a tu sabes quién. Así no vas sola, aunque tampoco creo que lo hagas después de lo que he visto.
El color vuelve a invadir mi rostro y estoy a un paso de abofetear a alguien por eso.
— ¿Es hoy? —me limito a decir.
— Si, puedes llevar a quien quieras. Mientras más personas mejor.
La imagen de Benjamin llega hasta mi y estoy segura que estará encantado de fotografiar todo lo que ahí haya. A él le encantan esas cosas.
— Iré con un amigo. Se está hospedando en mi casa y de seguro le encantara.
André bota el aire de manera sonora haciendo que mi hermano lo mire extrañado, pero yo decido ignorarlo. Él dijo que era lo suficientemente maduro, espero sea cierto. Pero eso no evita que me algo se sienta incómodo en mi pecho.
— Genial, entonces los espero. Te enviaré la dirección por teléfono. Aún tengo cosas que hacer para que todo sea perfecto — mi hermano se frota las manos en un acto que lo ví hacer tantas veces cuando era más joven. Está muy emocionado y yo lo estoy también.
Solo espero que si no es el quién le cuente a mi mamá, ella no se entere. No me gustaría ver a mi hermano decepcionado por no poder seguir con sus sueños por su culpa. Yo lo apoyo y si debo darle mi silencio. Lo haré.
Nos despedimos con un abrazo que casi me hace estornudar por el olor a tabaco en la ropa de mi hermano. Hace lo mismo con André y este que es mucho más alto y fornido que él lo hace ver demasiado delgado a Daniele.
Me quito esa imagen a medida que entro al restorán y antes de entrar en mi oficina llamo a Karina para que vaya conmigo. Ella me sonríe como si hubiera estado esperando todo el día por esto.
— Ví a tu hermano afuera, dime ¿Te pregunto por mi? O espera y el chico que hizo la presentación ¿Dónde está? Benjamin se llama ¿cierto? — Karina aún no termina de cerrar la puerta tras de ella cuando ya me asedia con preguntas sin piedad. Yo no puedo evitar sonreír por su espontaneidad.
—Si, mi hermano estaba a fuera. No me avisó que vendría.
—¿Y?
— ¿Te gustan las exposiciones?
— ¿Cómo? ¿Exposiciones de que?
— De arte, realmente no sé que tipo de arte será, pero es una exposición. ¿Te gustaría ir?
— ¿Estará tu hermano ahí?
Asiento con obviedad y puedo ver cómo su rostro se ilumina. No sé que es lo que sucede realmente, pero si mi hermano no se animó a pedírselo el mismo es por qué ella lo debe poner muy nervioso. Y mi hermano no es alguien que sufra de vergüenzas jamás.
— ¿Irá Benjamin también?
— Hoy se lo propondré, pero estoy segura que dirá que sí. A él le gustan mucho esas cosas.
— Pero también irá André ¿Cierto?
Desde aquí puedo ver cómo está armando el puzle en su cabeza.
Asiento nuevamente, ella hace una mueca que me muestra todos sus dientes y se recarga sobre la silla en un acto derrotado.
— Entonces debo ir contigo. Al menos para que no estés en medio de esos dos — declara al fin con obviedad —. Todos se dieron cuenta de lo cercanos que son tú y Benjamin. Pero André al escuchar el primer comentario se ha puesto insoportable, así que todos lo hemos dejado y ya no volvimos a comentar nada.
Al escucharla no me extraña en lo más mínimo, con Benjamin no solo tuvimos una relación, éramos compañeros.
—¿Pero es cierto eso?
— ¿Que cosa?
— Que ustedes se conocen hace mucho.
— Sí, pero no más que con André. Benjamin es mi ex novio.
La boca de la cocinera se abre por completo y lanza un grito de niña pequeña que solo hace que quiera no haber dicho nada.
¿Por qué tiene que ser tan expresiva?
Bueno así debe ser la gente normal.
— Bueno, entonces con mayor razón debo ir. No puedo dejarte sola con ellos.
—No tienes idea cuánto te lo agradezco Karina — y por una extraña razón mis ojos me comienzan a arder amenazando con querer llorar.
Ella hace y dice lo que necesito y no tiene idea.
No la veo cuando se acerca a mí y me envuelve en un abrazo cálido. Ya reconozco su aroma y no me es desagradable. Me gusta, solo por qué es el de ella.
Con André nos vamos hasta el edificio tomados de la mano igual que lo hiciéramos ayer. Me ha halagado un par de veces por como me quedan mis pantalones anchos, y eso ha convertido automáticamente este atuendo en uno de mis favoritos.
— Entonces ¿te vere allá?
— Sí, Daniele ha dicho que la exposición comienza a eso de las ocho.
Sus brazos me rodean el tiempo que tardamos en llegar a mi piso, sus manos recorren mi espalda haciendo que el resto de mi cuerpo se pegue todo lo posible al suyo. Absorbiendo todo lo que el pueda darme en estos pocos minutos que tengo antes de separarme de él.
Ha querido dejarme en el mio primero y luego se devolverá al suyo.
No hemos salido al pasillo, solo nos quedamos un momento más en el ascensor mientras que me decido si ya ha sido suficiente.
Nunca lo es.
Debo alistarme y no puedo ir con cualquier cosa. Soy lo más cercano que Daniele tendrá ahí y no quiero que crea que para mí es una ocasión cualquiera.
Es importante, para él lo es.
André me roba un último beso que se lleva mi aliento con él antes de salir finalmente del ascensor. Me regala una sonrisa encantadora que solo hace que quiera volver a refugiarme en su pecho.
—No vemos pronto Soledad.
—Nos vemos André — yo también le sonrió, pero solo el momento que tarda el ascensor en cerrar las puerta.
Al quedarme sola en el pasillo me arrepiento de inmediato habernos despedido tan rápido. Podría haber tardado un poco más y quizá le habría robado un poco más de su calor. Siempre me siento enfriar cuando me debo alejar de él.
Benjamín me espera con el estéreo prendido haciendo que mi departamento se sienta acogedor. Y debo decir que desde que llegué a vivir aquí es la primera vez que lo siento como un hogar.
—Hola preciosa.
—Hola Benja
—He pedido comida china, sé que no eres fans pero también se que no querrías comer algo recalentado después de comer lo que preparan en el restorán.
— Tienes razón. Gracias Benja. En serio.
Él me mira como si recién me hubiera visto desde que llegué. No quiero creer que está sorprendido por lo que le he dicho.
—No hay de que Soledad. En serio.
Nos miramos un minuto que parece muy largo y al fin recibo una de las sonrisas más bellas que he visto en mi vida. Una que quiero creer me ha perdonado. No puedo mentirme diciendo que esté feliz por eso. Él se merece estar molesto el tiempo que quiera.
Yo esperaré.
— ¿Y como te fue en la agencia? — digo intentando cortar el momento, él lo nota de inmediato y se apresura a bajar el volumen de la música. Tenía puesto Omen de Disclosure.
— Mucho mejor de lo que esperaba. Podríamos comenzar a filmar los primeros fragmentos está semana. Me gustaría comenzar con unos pequeños cortos en el restorán. Demostrar las destrezas de los cocineros desde un primer plano. Eso sería muy novedoso.
—Me encanta. Y hablando de eso, hoy mi hermano me ha invitado a una exposición. Pensé que podríamos ir.
Benjamin tiene unos ojos muy masculinos con cejas rectas y ojos profundos, pero en estos momentos me estudia con una expresión que prefiero no mirar.
—¿Solo tu y yo?
Por esta razón no quería mirarlo.
—Em no.
—¿El irá? — busca que lo mire y se acerca lo suficiente para que no tenga más remedio que hacerlo.
— Sí. Mi hermano lo ha invitado y a la chica de pelo morado del restorán.
— ¿Por qué me haces esto Soledad? — Se lleva ambas manos a la cara y su voz sale apretada en un acto de frustración absoluta. Se ve demasiado joven haciendo eso.
— Si no quieres ir no pasa nada. Pero yo si debo ir. Es importante.
Y lo es, de hecho si mi hermano me hubiera invitado aún sin estar en Santiago yo habría viajado especialmente para esta ocasión.
Espero Benjamín pueda entender.
—Solo diré que me habría gustado conocer a tu hermano en otro tiempo — lo miro y le ha quedado la cara roja donde antes de la había apretado. Pero al menos si voz se vuelve a escuchar tranquila.
— Él es muy agradable. Te gustará.
— Aquí todos son muy agradables, eso es seguro — musita con ironía. Pero quién podría culparlo. En vez de tener el luto que se esperaba para una relación de cerca de tres años, lo he hecho estar a mi lado sin importar el dolor que eso pueda causarle.
Debo ser la peor persona del mundo.
.........
Me doy un baño rápido antes de decidirme por mi atuendo. Hoy no puedo usar cualquier cosa, y me habría gustado tener más tiempo para ir de compras. Pero tendré que conformarme con un vestido rojo hasta la rodilla con una abertura que deja casi toda mi pierna descubierta. Me maquillo y arreglo mi cabello. Al mirarme al espejo me agrada lo que veo. Y lo he hecho en la mitad del tiempo que habría esperado.
— Te ves muy hermosa soledad — Benjamín no me sonríe y solo me mira un momento muy breve.
Él se ha decidido por una camisa gris bastante formal y un pantalón de tela azul oscuro. Nadie dirá que él no estaba preparado para asistir a una exposición.
—Tu no te ves nada mal Benja.
— Harás que me sonroje — y efectivamente sus mejillas adquieren un color levemente rosado, se ve adorable —. Si no nos apuramos llegaremos tarde.
— Sí.
Reviso mi teléfono para ver una vez más la dirección y cerciorarme de que haber dado las indicaciones correctas al chófer. Eso es una de las mejores cosas de vivir en el centro de Santiago, jamás cuesta tomar un taxi.
Y en un acto que ya se está volviendo automático abro el contacto de André para ver si me ha escrito algo. Los últimos mensajes que compartimos fue mientras me maquillaba dónde le he enviado la misma dirección a la cual nos dirigimos.
El lugar es un antiguo hotel que ahora solo conserva la fachada, hay una fila no muy larga de personas que esperan a entrar y para mí buena suerte hemos llegado con unos minutos de antelación. No me gusta llegar tarde a ningún lugar. Menos a un evento tan importante como este.
— Hay muchas personas con cámaras fotográficas — la voz de Benjamín se escucha emocionada, no me equivoqué en creer que estaría feliz viniendo conmigo.
— Sí, tienes razón. Lo único que me preocupa un poco es si realmente entenderé de que se tratara. No estaba preparada y ya he olvidado mucho de lo que sabía sobre diseño y esas cosas.
—Vamos, no creo que tú hermano te haya invitada como crítica de arte. Con tu presencia será suficiente.
—No sé si sentirme halagada o insultada — la risa de Benjamin no tarda en llegar, nos conocemos hace tanto que hablar de cualquier cosa es muy fácil.
Pero la sonrisa que antes tenía se evapora de manera abrupta. Y creo saber a quien tengo a mis espaldas por qué solo hay un ser que haga que Benjamin deje de ser el chico adorable que siempre fue conmigo. Y ese es André.
Me giro antes de meditarlo si quiera y solo quiero encontrarme con sus ojos que de seguro esperan por mi o eso quiero creer.
Mi corazón salta fuerte en mi pecho al encontrarme con el verde más hermoso sobre la tierra. Sus ojos no se detienen en los míos ya que me mira de pie a cabeza haciendo que mis mejillas se enciendan de inmediato y es obvio que no podré ocultarlo aunque quisiera. Ni aún mordiendo mi mejilla puedo dejar de sonreír al verlo acercarse a nosotros.
Solo que no viene solo. Hay un segundo par de ojos verdes con él y unos que no me miran a mi.
¿Por qué la hermana de André mira así a Benjamín?
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