🔥Capítulo 28
Intento mantenerme ocupada guardando todo lo que compre en la nevera. La verdad no fueron muchas cosas pero espero sirvan para preparar algo sencillo.
Es obvio quien tomara el protagonismo en la cocina. Pero de seguro yo me prestaré para ayudar. Mi respiración se agita con solo pensar que debe estar por llegar.
Me quedo un minuto viendo los bizcochos que me compro Cristian en el supermercado. Sus palabras aún rondan por mi mente y me he sentido muy tentada a llamar a mi madre para sacarle un poco de información.
No es un secreto que mi padrastro siempre fue muy errático, pasaba poco tiempo en casa igual que mamá, y casi siempre habían peleas cuando se encontraban. Muchas veces no entendía de que iban. Solo recuerdo los gritos y la angustia que me generaban. Siempre creí que yo era la culpable.
En más de una ocasión intenté intervenir pero todo se volvía en mi contra en cosa de instantes.
Alcanzo a dejar el vino sobre la mesa cuando el timbre suena. Haciendo que mi corazón empiece su carrera hacia dónde no tengo idea. Inspiro mientras me hago un recuento rápido y compruebo que estoy perfecta antes de abrir.
No me atreví a usar un vestido ya que aún están frescos los recuerdos de cuando estuvimos solos en Viña del mar.
André me sonríe desde el umbral, sus rizos se ven húmedos. Debe haberse bañado antes de venir. Y desde aquí puedo oler su perfume. Muerdo mi mejilla al recibir su abrazo. Este dura un minuto demasiado largo y casi creo que es el quién no me quiere soltar. O tal vez soy yo.
Y al igual que en mi otro departamento él no disimula su asombro por este lugar.
-¿Tu madre decoro?
-¿Tan obvio es?
Reímos con mi respuesta, pero es que su estilo ya está patentado y es fácil detectar su mano cuando ella ha tenido algo que ver.
Su rostro dibuja una sonrisa tierna que derrite mi corazón por completo.
-Me gusta más tu otro departamento.
-A mi también. Es mucho más hippie que este.
-No sé si hippie, pero tienes un gusto adorable para decorar. Me gusta.
-¿Quieres beber algo? Compré un vino caro - mis palabras insinúan un recuerdo antiguo que ambos compartimos y logro que André sonría de manera seductora.
-Me encantaría, pero ¿te molesta si yo soy quien lo sirve?
Niego sin decir más y lo dejo pasar a mi cocina. Al menos podré mirarlo con una excusa. Hoy ha dejado el negro, al menos en la parte de arriba. Su camiseta blanca si bien no es ajustada, deja ver cada ángulo de su cuerpo. Tiene un físico perfectamente amoldando y eso es solo una parte de su encanto.
-Soledad.
-¿Ah?
El rie al dejarme en evidencia, me habló en algún momento pero no pude escucharlo. Mi corazón late demasiado fuerte aislando cualquier sonido a mi alrededor.
-Te decía, que si querías que preparara algo.
-Me encantaría. Pondré música mientras tanto ¿está bien? - lo digo demostrando lo nerviosa que estoy y para él no será difícil notarlo. Si es que no se ha dado cuenta ya.
-Claro, estoy esperando saber que gustos musicales tienes ahora.
-Es obvio que no pondré a Thalía.
Lo escucho reír a mis espaldas mientras abre la nevera. Yo llego en un segundo al estereo y dejo que la música de los red hot chili peppers llene mi hogar.
No me devuelvo con la misma prontitud a la cocina ya que quiero conservar un poco más de este momento. Dónde solo estaremos él y yo. André me busca mientras estoy fuera de su alcance hasta que hago acto de presencia en la cocina que debe tener las mismas dimensiones que la suya.
Él me estudia un momento en el que niega para si, y vuelve su atención hacia los ingredientes que ya había sacado de la nevera.
-Por un momento pensé que vendrías con la pequeña - se lo digo mientras pongo a lavar las verduras que irán en la salsa.
-Angelina quiso quedarse con ella. Se llevan muy bien.
No me quedo duda de eso, su hermana se ilumina cada vez que habla de la pequeña Tina y con justa razón. Esa pequeña es una muñequita.
-¿Y has pensado que harás cuando tu hermana no pueda cuidarla más?
-¿A que te refieres? - mi pregunta hace que deje de hacer lo que hacía con el cuchillo y me mira, pero yo continuo con lo que hago. Puede ser una tarea muy difícil cuando sus ojos verdes son los que te estudian.
-Ahora ella tiene tiempo, pero que pasará el día de mañana cuando ella deba trabajar en lo que estudia. ¿Has pensado que harás?
El duda un momento antes de contestar. Quizá no se había planteado ese problema después de todo.
-Bueno, en ese caso. Tendría que pedirle ayuda a mi madre. No creo que se niegue.
-Ya veo.
André me demuestra en pocos minutos cuál es la diferencia entre un cocinero y un chef. Es realmente increíble lo que puedo presenciar. El uso del fuego, los condimentos y que decir de los movimientos de los utensilios, que para ser sinceros son bastante modestos en mi cocina.
Ha preparado la cena para ambos en un tiempo récord. Y antes de que termine mi primera copa de vino, ya estamos sentado empezando a comer. A pesar de que la pasta fue comprada. André a logrado que quiera comer cómo pocas veces. Está exquisito.
-Ya entiendo por qué te perdono mi madre.
-¿A qué te refieres?
-Haces maravillas en la cocina - lo digo con toda sinceridad. Hace mucho tiempo no probaba algo tan bien preparado como esto.
-Ah, eso. Bueno pero tú ya dejaste claro que eso no es suficiente. Ser un buen cocinero no hará que Flores sea más exitoso - me revela apesadumbrado.
Pero tiene razón, ya no es suficiente preparar comida exquisita para que el restorán sea exitoso, ahora hay muchos factores que nada tiene que ver con la comida. Y para eso es que las cosas deben cambiar.
-Benjamin nos ayudará.
-Realmente no quiero creer que eso sea cierto Soledad.
-¿Por qué dices eso?
André busca mi mano sobre la mesa y la toma. Su calor es reconfortante y solo quiero que la dejé ahí un tiempo más. Pero lo que busca con su contacto es que lo mire. Y eso hago aunque sus ojos me dejen desarmada de inmediato.
-No quiero su ayuda si eso significa tener que compartirte.
Busco mi copa de vino para ayudarme a tragar, sabía lo que André pensaba. Pero ahora que lo dice se escucha bastante mal.
¿Benjamin pensará lo mismo?
El líquido amargo baja por mi garganta y su amargor me da un minuto para ordenar mis ideas. No lo ví de esa manera. Pero es cierto. Mientras Benjamin este aquí André no tendrá cabida y eso me hace recuperar mi mano alejándola de su contacto.
-El fue mi amigo antes de ser mi pareja André. Sé que puedo rescatar eso.
Ahora no estoy segura de que el moreno que tengo sentado junto a mi quiera quedarse un minuto más. Ya que rasca su cuello y desvía sus ojos de mi. Tiene una expresión contrariada y quisiera saber que es lo que piensa.
-¿Te irás?
El inspira de manera sonora una última vez hasta que me vuelve a mirar y para mí sorpresa me sonríe tiernamente.
-¿Y la película?
Mi corazón se descomprime un poco y creo que también debo estar sonriendo por qué siento las comisuras de mis labios subir.
André lleva una mano a mi cuello y me atrae hacia él. Yo permito su contacto y me acerco como el me pide sin palabras. No busca mis labios, solo une su frente con la mía y deja que pueda inspirar su aroma. Es mucho más embriagante que el vino que acabamos de beber.
Yo llevo una de mis manos a su rostro y delineó lentamente sus facciones, el cierra los ojos con mi contacto. No hay prisa para mí. Yo solo quiero sentir la piel que por tanto tiempo extrañe. Quiero pensar que piensa igual ya que el recorre mi cuello hasta que se encuentra con mi cadenita de plata. Solo espero que no pregunte nada sobre ella. No le gustará la respuesta y yo ya no quiero seguir mintiendo.
-¿Aun sigues pensando lo mismo?
Abro los ojos con su pregunta, pero realmente no entiendo a qué se refiere y por mi rostro se da por entendido que deberá ser más específico.
-Sobre que el sexo quedará fuera - rio nerviosa y ya no puedo seguir mirándolo. Recupero mi mano otra vez y me alejo instintivamente -. Siempre me equivoco. Por eso no soy muy bueno hablando.
Continuo sin responder ¿realmente no quiero tener sexo con él? La respuesta es que no sé. Tengo miedo de hacerlo y que al día siguiente todo se vuelva confuso. Necesito algo más. Y eso solo lo obtendre si el me deja conocerlo otra vez.
-Si, pero si eso es un problem...
-No - me interrumpe y me atrae nuevamente hacia él, pero ahora ya no se deja estar y acerca sus labios a los míos.
No logro hacer ningún movimiento cuando siento su aliento húmedo sobre mi boca. Solo espero a que él me bese y eso es lo que hace. Es suave y cálido, como si fuera la primera vez que esto pasa. Mi corazón amenaza con subir a mi garganta ya que late con fuerza en mi cabeza. Pero poco me importa cuando nuestro beso se profundiza. André lame mi lengua un par de veces en una danza cálida que solo hace que quiera más.
Enredo mis dedos en los rizos que se forman en la parte alta de su cuello y tiro un poco de ellos, regalandome un gruñido que me desarma. Ya no hay nada más en mi mente que no sea el contacto de André. Lo necesito. Lo anhelo.
Pero.
-Veremos la película Soledad ¿Si?
Nuestro contacto termina y el causante de toda mi inestabilidad se aleja llevando los platos sucios a la cocina. Me reprendo internamente por mis propias palabras. No avanzará, por qué yo se lo pedí.
Añadiré este momento a los momentos vergonzosos de mi vida. Encabezará la lista.
Obligó a mi cuerpo a salir de la mesa, nunca encontré tan largo el trayecto hacia mi propio sillón y en un segundo ya he abierto la aplicación para ver películas en la tv. André se ve endemoniadamente sexy desde la cocina y solo se detiene para apagar la luz. Ahora solo estaremos iluminados por la luz de la pantalla.
El sillón cede bajo su peso y mi corazón me deja en claro que sí proximidad no permitirá que me concentre en otra cosa que no sea él. Debo recurrir a todo mi autocontrol para elegir la dichosa película. Nos debatimos entre una muy romántica y otra demasiado romántica. Hasta que por fin aparece una sugerencia que por lejos es lo que menos me interesa ver.
Orgullo y prejuicio.
-Deja esa.
-Pero esa ya la hemos visto - busco su rostro para ver qué se trae entre manos, pero al pasar su brazo sobre mis hombros ya no lo puedo hacer.
Me recuesto sobre su pecho y tanto su respiración como el latido de su corazon me dejan ver qué debe estar tan nervioso como yo. A pesar de que es una película que me se de memoria, no me dejan de afectar sus diálogos cargados de romanticismo. Es eso o el vino que he tomado lo que me da el valor de buscar una vez más el rostro de André. El también lo hace y ya no hay película para nosotros. Solo el anhelo de compartir más que caricias.
Lo atraigo hacia mi y el responde, quedando estirados en mi sillón. André como siempre se siente demasiado grande sobre mi. Su boca va directo a mi cuello haciendo olvidar la incomodidad. Se entre en mi clavícula dando pequeñas mordidas que dejan mi autocontrol fuera. Arqueó mi espalda en respuesta y solo quiero más.
-Si continuas no podré parar - su voz suena demasiado ronca ahogada sobre mi piel.
-Solo dime qué podré obtener algo más que esto y no diré que no.
-¿Dime qué quieres Soledad?
Rodeo su cuello y lo atraigo hasta quedar su oído a mi alcance.
-Te quiero a ti André.
Un suave gruñido escapa de el haciendo que la totalidad de mi piel arda. Y solo quiero olvidar todo lo que me pueda alejar de él. Ambos sabemos que hay miles de cosas que debemos hablar. Pero ya habrá un momento para eso.
André abre lentamente cada uno de los botones de mi blusa hasta dejar mi pecho al descubierto. Su mano va directo a uno de mis pechos y lo acaricia suavemente, yo rio nerviosa al verlo tan serio iluminado por la película que hemos dejado de ver. Mis manos van al borde de su camiseta y el me ayuda a sacarla por la cabeza. Su piel está perlada por el sudor al igual que la mía. Me incorporo para poder besarlo una vez más. Ya no hay barreras entre lo que quiero y lo que hago. Beso su pecho justo sobre uno de sus tatuajes nuevos.
-Ven, quiero verte - me pone de pie y creo que caeré si no me sostiene con fuerza ya que la fuerza de mis piernas se vuelve liquida al sentir sus manos en ellas.
Va al broche de mi pantalón y lo quita de un tirón.
-Tienes las piernas más bonitas que he visto - lo dice a medida que besa mi vientre dejando que mi piel lo necesite más. Quiero más y más de su contacto en lugares que ahora duelen.
-Si continuas me lo creeré - y lo digo en serio, con su expresión demasiado seria podría creer cualquier cosa que salga de su boca. Rie junto a mi piel y eso me hace estremecer de manera notoria.
Me invita a quedar recostada sobre mi sillón y ya no espera para quitar mi ropa interior, dejándome totalmente expuesta. Lo veo relamer sus labios antes de quitar su vaquero. Desvio la mirada hacia el techo de mi sala. A pesar de que aún recuerdo su cuerpo, no quiere decir que no me cohiba al verlo nuevamente.
Sus labios caen sobre los míos y los devora con pasión a medida que escucho abre un preservativo, al parecer no descarto la idea en ningún momento de tener este momento conmigo.
Se posiciona entre mis piernas y espero que se adentre en mi interior pero al parecer espera que yo sea quien le aclare que estoy lista.
-Morire de la vergüenza si no lo haces pronto - y creo escucharlo reír, pero ya no logro escuchar nada más cuando se abre paso en mi interior.
En un comienzo es doloroso y me debato entre hacerlo parar o insitarlo a qué continúe, el no nota y se detiene a un paso de estar completamente dentro de mi.
-Estas muy estrecha.
-Callate André.
-Bien, por qué ya no me detendré.
Arremete en una estocada profunda haciendo que mi vientre arda, y en un par de movimientos ya me es imposible dejar de gemir cosas que lúcida no diría ni en un millón de años. Entierro mis uñas sobre su espalda, esto lo hace gemir mi nombre en mi oído y solo quiero que lo vuelva a hacer. Quiero recordarlo como con ese timbre ronco, quiero que mi nombre sea lo único que salga de él. Que yo sea suya como yo me he sentido todo este tiempo. Y no haya más distancia que la que tenemos ahora mismo.
-Te extrañe tanto Soledad...
Su voz se desvanece en medio de mi propio climax. Todo a mi alrededor se devanece y solo puedo ver luces a mi alrededor. Mi cuerpo se convierte en líquido y calor. El tarda un par de embestidas más en alcanzar su propio orgasmo y ya no hay más energía en el cuerpo de ambos. Cae rendido sobre sus codos a mis costados.
Desde aquí puedo ver su expresión agotada, lo acaricio suavemente y ahora no hay vuelta atrás. Sus ojos me acompañaran hasta el día de mi muerte estoy segura. Y sera una buena muerte el día que sea si puedo llevarme su expresión conmigo.
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