Capitulo 27
El techo de mi sala no me gusta.
Llevo un buen rato estirada sobre el sillón de mi nuevo departamento. Y digo nuevo, por qué no hay nada mío en este lugar. Mi madre no escatimó en gastos cuando se trató de hacerme sentir cómoda. Y aunque me siento agradecida. No logro sentirme en casa en este lugar.
Pensar que el día de ayer estuve en dos lugares tan distintos y que al mismo tiempo tenían la misma atmosfera. Mi casa en Viña del mar y el departamento de André. Son lugares que albergan almas. No como esta caja color beige que no puede ser mas frio, solo por que no estamos en invierno.
Suspiro con resignación un par de veces antes de levantarme y ponerme a trabajar. Se suponía que el día de hoy tendría que haber avanzado con todo en el restorán. Pero no quise quedarme mas tiempo. No después de casi salir corriendo detrás de André para solucionar algo que no tenia sentido solucionar. Por suerte pude detenerme a medio camino, no habría podido concentrarme en ese lugar de todas maneras. Habría sido más incomodo aún.
He mentido diciendo que me sentía mal, Karina se ha ofrecido a hacerme una sopa para enfermos que según ella me haría sentir mejor. Me he negado volviendo a mentir con que vendría mi madre a cuidarme. Y no puedo dejar de pensar en que las mentiras se siguen acumulando a mi alrededor.
Paso la tarde entera recaudando datos y pasándolos a un Excel. Benjamín ha sido categórico en lo que necesita que le envíe antes de viajar. Y eso me recuerda que necesitaremos ayuda, toda la ayuda posible.
Termino de enviar el mail en mi teléfono y es inevitable que caiga en la tentación de las redes sociales. No veo nada realmente, solo compruebo que aún esté la solicitud de amistad de André. Me arde un parte del pecho al pensar que sigue enojado. No lo quise mirar cuando me fui del restorán en la mañana.
No quise ver sus hermosos ojos viéndome como creo que lo estarían haciendo. No lo analizó más y lo acepto de una vez por todas.
Su mensaje es casi inmediato
André: Escribiendo...
Mi teléfono por poco se me cae de las manos y no quiero seguir mirando la pantalla. Mi rostro lo siento caliente y me arden las orejas. Ni siquiera tengo que verlo para que desestabilice interior.
André: Te sientes mejor.
Soledad: Un poco.
Ahora que puedo hablar contigo.
André: ¿Puedo llamarte?
Mi corazón salta sin aviso ni permiso. Debo secar mis manos para poder contestar. Solo alcanzo a escribir un sí y su llamada entra.
—¿Estas enojada conmigo? — su voz suavemente ronca me hace sonreír a pesar de que debería estar molesta por su actitud. Solo me alegra que no pueda verme.
—¿Debería?
— Sí — lo escucho botar el aire contenido, debe estar en la zona de abastecimiento ya que no se escucha el ruido siempre reinante de la cocina —. No tendría que haberme comportado así.
Y realmente intento que mi cuerpo se tranquilice, para poder conversar con él como una adulta normal. Pero este se niega y hace que mi estomago sienta unas cosquillas incomodas.
—Realmente no se como hacerlo bien cuando se trata de ti — lo escucho suspirar cuando dice eso ultimo y las cosquillas aumentan.
—Yo tampoco se como hacerlo André.
—Eso no es cierto.
Mi sonrisa amenaza con no dejarme hablar con normalidad. Su voz tono de voz debería ser ilegal.
No podría olvidarla aunque quisiera.
Puedo cerrar los ojos y recordar cómo se escucha cuando dice mi nombre sobre mi piel. Ayer lo hizo muchas veces, pero no sé permitió avanzar mucho más. Yo fui perdiendo poco a poco la determinación de no tener sexo con él. Pero luego de decirme que le dolía tenerme así y que era mejor que descansará. Lo hemos hecho muy a mi pesar. Me costó mucho dormirme sabiendo que lo tenía junto a mi.
Otra vez.
—Te extraño — mi pecho salta tan fuerte que pienso que podría haberme roto algo a dentro.
Cuento en silencio unas tres veces antes de contestar.
—Y yo a ti.
—¿Puedo pasar a verte? — pregunta con cautela —. Prometo que me conformare con un abrazo y un beso de amigos.
—Los amigos no se besan — y se lo digo en serio, pero de todas maneras suelto una pequeña carcajada con su petición.
—Pero ahora somos amigos sociales. Eso es algo mas serio.
—Demasiado serio — vuelvo a reír.
—¿Y que estaría bien para ti?
Su pregunta me deja perpleja un momento, ¿Qué seria lo adecuado para mi? cualquier cosa que lo incluya a el, eso es esta mas que claro.
—Podríamos ver una película... — digo lo primero que se me ocurre —.Hay varias que me gustaría ver y no he tenido tiempo de hacerlo ya que llego muy cansada.
Llego demasiado agotada mentalmente para hacerlo, pero no le diré eso. Es mejor que me vea como quiero que lo haga. Alguien en control.
—Me parece perfecto. Ya queda poco para cerrar. Hoy todos te han extrañado —desvia la conversación.
—¿Ah si?
—Si... — su voz deja ver una cadencia que reconozco de inmediato. Hay algo mas. Pero no me lo dirá.
—¿Ha pasado algo mientras no estuve?
—Lo normal, aunque... están preocupados.
—¿Te han dicho algo?
—No. Pero es una sensación.
—Entiendo — lo digo pensando en que llamaré a Karina apenas pueda. Ella no escatimará en detalles. Sonrío al pensar en lo agradable que me siento cuando estoy con ella.
André no ha querido cortarme, pero lo hace de igual forma al ser llamado por Yorsh a lo lejos. Su contacto desaparece junto con mi sonrisa. Habría preferido conversar con él un tiempo mas. Me gusta hacerlo. Hace que sea fácil decir cualquier cosa. Si bien no es un hombre muy conversador, lo intenta.
El mismo día de ayer me ha contado varias cosas, obviamente evitando las que me hicieran sentir incomoda. Bueno casi lo estropeo yo misma cuando le he preguntado que ha pasado con nuestro antiguo departamento. Por suerte su respuesta fue que ya no podía seguir viviendo ahí si yo no estaba. Había mucho de mi en ese lugar.
El día en que André me dijo que lo había rentado casi me dio un ataque cardiaco, no hubo un día mas feliz para mi antes de ese. Tuvimos que hacer muchas reparaciones, pero yo al tener mucho mas tiempo que el, me puse manos a la obra. Pinte paredes, limpie pisos y fregué cosas sin ningún problema. Estaba enamorada de ese lugar.
No hay mucho que ordenar antes de que llegue André, así que decido salir a comprar unas cosas ya que mi nevera esta vacía y no tengo nada con que alimentar a mi invitado. Bueno es una de las mentiras que me digo. Ya que quiero mantenerme ocupada antes de que llegue, mis nervios hacen estragos con mi estomago y el supermercado es la mejor manera de quemar tiempo sin desperdiciarlo del todo.
Mi reflejo en una vitrina me demuestra como el resto me debe ver. No he querido usar tacones el día de hoy, aún tengo delicado mi tobillo.
No ha pasado desapercibido para nadie que me faltaban unos diez centímetros como mínimo cuando entre a Flores por la mañana. Gracias a Dios que tenía un par de zapatos bajos bastante formales como para acompañar mi atuendo.
Empujó el carrito hasta llegar a la zona de verduras, realmente no sé que llevar. Yo soy más de calentar comida que de prepararla. Pero me decido por lo básico. Cualquier cosa que no sean champiñones.
—Nunca te han gustado — casi doy un salto al escuchar la voz familiar de alguien que no pensaba encontrar.
Cristian me sonríe al ver mi reacción. Me preguntó de inmediato si vivirá cerca o es que se ha pasado por Flores mientras yo no estaba.
— ¿Que hace por acá?
— Fui a verte al restorán, pero me dijeron que estabas enferma. Pero al parecer ya debes estar mejor ¿No?
El amigo de mi madre no me estudia al decir aquello, su tono es más bien de alguien que dice lo obvio. Estoy en el supermercado después de todo.
—Si, ya me siento bastante mejor. ¿Pero que necesitabas?
El se apoya en mi carrito y me vuelve a sonreír, sus rostro es de alguien que he visto tantas veces, pero no puedo evitar ser yo quien la estudia. Él tiene mi teléfono. Podría haberme llamado.
—Es sobre tu proyecto. Sé que será algo así como un documental... quería ayudar.
— Claro. Necesitaré toda la ayuda posible.
—Pero también quería advertirte. Si hablaras de los inicios de tu madre, hay cosas que quizás salgan a la luz que no pondrán de buen humor a tu padre.
La sola mencion de el me hace sentir incomoda.
—¿Por qué se incomodaria?
Su sonrisa se esfuma y no logro captar de que va todo esto.
—No me hagas caso niña. Mejor te ayudo y te dejo en tu casa. Me contaron que tienes el pie delicado.
—Si.
—Mi idea era pasar de aquí a tu departamento, quería llevarte esos bizcochos de chocolate que te compraba de niña ¿Los recuerdas?
Cómo no hacerlo, si son uno de los pocos recuerdos que tengo sin la aura de caos que fue mi infancia. Cómo dije mi madre y padrastro peleaban mucho.
El hombre de traje sastre atrae miradas. No es un hombre demasiado guapo, y las canas tienen un amplio terreno ganado en su cabello. Pero es la sofisticacion hecha persona. Es lo más parecido a ver a mi madre en una versión masculina. Siempre me pregunte si con eso se nacía, a mí me quita bastante tiempo estar en condiciones para salir de mi casa a diario.
—Te recordaba más alta Sol — lo dice y yo no puedo hacer otra cosa más que reír ante el recuerdo de alguien que también lo menciono.
Y eso me recuerda que ya debe estar por llegar a mi departamento.
—Me encogí.
Él también rie conmigo, pagamos todo y nos vamos a mi departamento que queda a una cuadra. Saludo con la mano desocupada al conserje que si pudiera levantar más las cejas le quedarían quedarían pegadas al cabello.
—¿Pasa algo?
— Solo es el conserje, no me agrada.
—Pones la misma cara de tu madre.
—¿Tu crees?
—Tengo muchas fotos de ella a tu edad, te las traeré.
Yo siento alegre, Cristian siempre fue alguien presente en mi vida, mientras viví con mi madre. El siempre se las ingeniaba para vernos. Nunca supe si él tenía familia o algo por el estilo. Solo sé que siempre quise que el fuera mi padre en vez de Rafael.
—No sabía que vivías aquí — Cristian se dirige alguien que no soy yo pero no me detengo y pido el ascensor.
—No esperaba verte aquí.
—Queria ver a Sol y me la encontré, sin querer en el supermercado — a pesar de que su conversación es inofenciba me mi cuello se tensa —. ¿Tu sabías que Vitalis vive aquí?
El ascensor de abre y pasamos los tres. El reflejo de Cristian me estudia esperando mi respuesta. Por más que le digo a mi boca que sonría está se niega a hacerlo.
—Si, somos vecinos. De hecho lo habia invitado a cenar.
El mayor de nosotros solo se limita a asentir y entrecerrar los ojos un poco. Algo me dice que mi madre ha hablado de más con él.
André se acerca a mí y mis mejillas se enciende de inmediato. Y mis nervios se crispan cuando creo que me besara, más no lo hace. Pasa de largo y llega a mi oigo.
—Te vere más tarde ¿Si?
—Claro — sé que mi voz suena estrangulada, pero el sonido de las puertas del ascensor es lo que reina al bajar André.
Me despido con la mano junto con Cristian.
—Las mujeres Martins tiene una facinacion por los problemáticos.
—El no es problemático — lo defiendo de inmediato.
—No claro que no — Cristian rie con lo que dice y nos bajamos en mi piso —. Recuerda que soy el abogado del restorán.
Lo miro sin comprender, el hace un gesto con la mano para restar importacia al asunto y lo invito a pasar.
—No me digas que tu madre vino a decorar.
Ambos reímos, nunca me dejaré de sorprender con lo mucho que la conoce.
Hasta que su semblante se ensombrece.
—¿Le pasa algo?
El intenta parecer alegre pero no lo consigue.
—No. Solo recordaba. ¿Te puedo dar un consejo?
Yo asiento e intento parecer tranquila. Pero no es cierto. Me preocupa su actitud.
—Hazle caso a tu corazón. Las personas no esperan demasiado. Si no te arrepentirás toda la vida. Cómo yo.
Sé que debe haber una historia detrás de todo ello. Pero solo le recibo el abrazo que me da. Nos despedirnos y abandona mi departamento. Dejándome con la intriga.
Estoy comenzando a entender un poco el hambre de detective de mi madre. Es cansador sentir que falta información a tu alrededor.
¿Que me ocultas mamá?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro