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capítulo 26

Bufo de manera sonora cuando vuelve a caer la llamada en buzón de voz.

No esperaba que me contestara de inmediato pero al menos pensé que lo haría en algún momento.

Definitivamente no quiere saber nada de mi.

Pero como culparlo, yo estaría de la misma forma e incluso peor. Al menos el no me dijo de que me moriria o el resto de mi familia cómo podría esperar cualquiera. Pero fue su expresión lo que no puedo sacar de mi cabeza.

Le rompí el corazón.

El pecho me pesa demasiado impidiendo que pueda sentirme en calma.

Solo la cercanía que me ha ofrecido André las veces que he salido de la oficina a calmado un poco lo que llevo en mi interior. Al parecer a él no le importa lo que el resto del personal pueda creer. Ya que al toparnos no ha dudado en abrazarme frente a todos.

Mi piel se enciende y el enrojecimiento me ha hecho casi salir corriendo de la cocina.

Pero solo ha sido un pequeño momento ya que al alejarme mi mente me ataca casi de inmediato. No me deja pensar en otra cosa. No importa cuanto tiempo hubiera pasado. El resultado habría sido el mismo. No podría devolver lo que el me daba. Basto tan poco para le fallará.

Ni siquiera he podido sentirme contenta al ser invitada a desayunar con los chicos de la cocina. André no ha intentado acercase a mi nuevamente, solo sé limito a mirarme mientras tomaba su café junto al resto.

Quiero creer que es solo por el hecho de que estemos trabajando. Pensar en que es otra cosa solo hará que me sienta más sola aún.

Más no he desaprovechado la instancia para dejarles ver a los chicos qué hoy podrían tener noticias sobre los cambios que comenzaré a implementar. Solo espero que colaboren. A fin de cuentas es un bien para todos los que trabajamos aquí.

No creo que nadie quiera que Flores muera. Y eso será inevitable si las cosas continuan como hasta ahora.

Y esa es una de las razones que me hacen tomar medidas extremas.

Envío un correo a la que aún es mi agencia. Se supone que sigo de vacaciones. Por que tampoco he sido capaz de llamar a mi jefe para comentarle que quizá nunca vuelva a mi puesto. Este me responde casi de inmediato con un ok y que le avisé a qué hora podemos hacer una videollamada para acordar que es realmente quiero lograr con la cadena de restorantes.

El desayuno se revuelve en mi interior y debo comenzar a contar mi respiración en voz alta para controlarme.

Desde pequeña he tenido el mismo problema, siempre que estoy en situaciones incómodas mi cuerpo amenaza con hacerme devolver la comida. Casi siempre logro que solo sea un malestar. Pero ha habido veces que no me ha ido tan bien.

Me miró en el reflejo de la ventana y compruebo que mi armadura está intacta. Nadie que me vea a través de una pantalla podría saber que estoy a un paso de desvanecerme. Bueno quizá mi mamá pueda notarlo, o Benjamín si es accede a presentarse en la reunión.

Su recuerdo es una mezcla de melancolía y culpa. Siempre supe que lo perdería por mi propia mano. El no era para mí. Pero no por eso el se merecía el final que tuvimos.

El me conoció en el momento culmine de mi autodestruccion personal, y lo que para el resto era un desastre el considero otra cosa. Nunca entenderé que vio en mi.

Aún no me acostumbraba a mi nueva realidad en Viña del mar. Pero tampoco me importaba encajar. Fui catalogada desde un comienzo como rara en la universidad. Me quedaba meditabunda en medio de las conversaciones todo el tiempo. Y en más de una ocasión escuché que se reian a mis espaldas diciendo que tenía algún tipo de discapacidad mental o algo así.

Pero nada que me importará. Había muy pocas cosas que me importaban para ser sincera.

Pude continuar mis estudios y convalidar los años que había hecho aquí en Santiago. Incluso tome un par de cursos más, solo para mantenerme ocupada. Evitaba pasar tiempo sola. Cómo dije estaba bastante rota y era peligrosa hasta para mí misma.

Nunca me detuve en Benjamin, y eso que él tenía la mayoría de las asignaturas conmigo. Pero simplemente no lo ví hasta esa noche.

—¿Necesitas ayuda? — su voz me obligó a mantenerme lúcida un momento más.

Mi cuerpo ya no daba más de tanto que había bebido y no tenía intenciones de levantarme de la arena. Ni siquiera me di cuenta cuando había comenzado a llorar.

—Puedo llevarte a tu casa ¿Si quieres?

Entre mis lágrimas y el entumecimiento que sentía por estar borracha, no podía distinguir con claridad sus facciones. Solo recuerdo haber sonreído al darme cuenta que era bastante guapo aún con la poca luz que había en la playa a esas horas. El estaba bastante cerca y no disimulo en ningún momento su preocupación.

Era bastante tarde.

—No te conozco... ¿o si? — lleve una de mis manos a su nariz y toque la punta.

Aún me avergüenzo de mi comportamiento.

Pero en ese tiempo habían muchas cosas que intentaba callar la mayor parte del tiempo. Y si podía adormecerlas con algo de ayuda. No me negaba.

Pero luego me costó bastante dejarlas.

—Somos compañeros, además vivo en frente. Somos de la misma residencial.

—Ah... mira tú — aún con la cara llena de lágrimas rei. Me pareció muy gracioso no haberlo visto hasta ahora. En otro tiempo habría sido la razón por la que asistiera a clases. Estoy segura.

—Si. Bueno ¿Quieres que te lleve?

—Por que no te sientas y me acompañas. Ya debe estar por amanecer.

Aún lo recuerdo suspirar. Pero de todas maneras lo hizo. Se quedó junto a mi hasta que el sol apareció. Los rayos daban justo en su rostro. Se veía realmente guapo y no dude en asentir cuando me volvió a pedir que nos fuéramos.

Prácticamente me tuvo que cargar hasta que llegamos a la residencial. Era bastante modesta a lo que yo estaba acostumbrada. Pero era lo que podía pagar en ese momento y estaba contenta con eso.

—Dame la llave — se que me lo pidió un par de veces más, pero los recuerdos son confusos. Solo sé que yo ya casi me quedaba dormida de pie al llegar a mi puerta —. No te duermas por favor.

—No quiero entrar ahí sola — le revele sin querer. Pero en el fondo era la verdad que me acompañaba a diario.

Benjamin tuvo la paciencia que yo nunca he tenido y en vez de buscar la famosa llave en mi ropa, decidio cuidarme en su propio departamento. No era algo que hubiera hecho antes, pero si no hubiera estado conmigo. Me habría dormido en la playa y quizá que cosa podría haberme pasado.

Nunca podré compensarle las muchas veces que me rescató.

— ¿Puedo pasar? —La sonrisa de Karina solo dura un segundo al ver que yo no sé la devuelvo —. ¿Que paso?

Intento que mi voz diga algo, pero está se niega a salir y al final solo sacudo la cabeza esperando a que me deje sola. Pero no lo hace, en un segundo me envuelve en un abrazo que no pedi.

—Es por la reunión... ¿no?

Vuelvo a negar y dejo que me acaricie la cabeza. Su aroma me llega en una mezcla de dulzura y olores de la cocina. No me es familiar pero tampoco me molesta.

—No quiero mentirte Karina.

Ella me aleja para mirarme directamente, tiene unos ojos muy lindos bajo sus cejas gruesas. Hasta ese detalle hace difícil saber que edad tiene.

—¿A qué te refieres?

—No puedo contarte lo que me pasa. Por eso te digo que no quiero mentirte. Ya no quiero hacerlo más.

Las mentiras me han arrebatado muchas cosas.

—Tranquila. No pasa nada. Solo dime si tiene que ver con la Chef Flor. Por qué de lo contrario si tendrás que decirme.

Y a pesar de cualquier pronóstico me hace reír. Sacudo la cabeza para que entienda que no tiene nada que ver con mi mamá.

—Bueno. Si tiene que ver con André, déjame decirte que esperamos su humor se mantenga como en la mañana.

—¿Cómo?

—Asi — ella lleva sus manos a sus labios y forma una sonrisa con sus dedos, me vuelve a sacar una carcajada —. No le ha gritado ha nadie y eso si es algo novedoso.

Ella se queda más de lo que debería y me pone al día con todos los pormenores de mi partida. Me revela que André incluso fue a su casa para ver si yo estaba ahí. Que ha amenazado a Javier y Thomas. Y que al parecer a sido Yorsh el que le ha entregado mi número telefónico.

Su conversación hace que me distraiga lo suficiente como para obligar a mi mente a dejarme en paz el tiempo que me acompaña. Bueno hasta que el sonido del computadora nos atrae a ambas. Una llamada entrante grupal hace sonar un insistente pitido. Deberé contestar a quienes sean que estén del otro lado. Y mi estómago se vuelve a revolver.

—¿Estarás bien?

—Si — le respondo a medida que asiento sin estár ni un poco convencida.

—Estas muy palida aún.

—Estare bien. Gracias por todo.

Doy click en la pestaña para unirme a la reunión y dejo de mirar a la que ahora es lo más cercano que he tenido a una amiga en bastante tiempo.

Dos hombres se materializan frente a la pantalla. Uno me sonríe radiante y el otro es un desconocido con el rostro de Benjamín.

—Muchacha no crees que estás muy formal para estar de vacaciones.

—Hola Sebastián. Que este de vacaciones no quiere decir que no pueda trabajar en otra cosa. Me alegra verlos.

El mayor de nosotros continua con la misma expresión de felicidad. Mientras que el de otro desvía la mirada de la cámara.

—Yo no sé cómo lo haces Benjamin para estar con una mujer como está — nuestro jefe se ríe de su propia broma, nosotros en cambio debemos tener el aspecto de alguien que está muriendo desangrado en este preciso instante —. ¿Que les pasa?

—¿Para que es la reunión Soledad? — la voz de Benjamin se escucha lejana y nada tiene que ver por la distancia. Podría estar sentado junto a mi y lo habría sentido de la misma manera.

—Algo sobre los restorantes de tu madre. ¿Algo así no? — mi casi ex jefe es un hombre regordete que siempre ha creído que es demasiado gracioso para lo que es en realidad. Pero no es una mala persona.

Yo en cambio son una escoria. Obligando a alguien que quiere huir de mi a qué este aquí por obligación. Siempre puede negarse. Aunque no creo que lo haga.

—Soledad quiere salvar el negocio familiar. Deberías pensar si eso es conveniente para la agencia Sebastián.

El aludido se ríe pensando que es una broma, pero para mí su intención ha quedado clara.

No quiere hacerlo.

—Lo es, si el proyecto es un éxito, la agencia tendrá asegurado un tiempo bastante largo de peticiones similares por otras empresas.

—Bueno, ¿pero que es lo que se te ocurre?

—Quiero hacer un documental sobre los chef de Flores.

Ambos se tardan en reaccionar, pero es Benjamin el que toma la delantera. Dando cifras y estimaciones de como hacerlo. Es realmente bueno en lo que hace. Ya que la reunión termina con una sensación de logro. Es obvio que conseguiré lo que me he propuesto si él está de mi lado.

—Bueno chicos, los dejo. Manténganme informado ¿Si?

Y el rostro del mayor de nosotros  desaparece dejándome sola con el chico de ojos tristes. Por un momento pienso que también se desconectara. Más no lo hace.

—Tendre que viajar a Santiago.

—Si.

—No quiero quedarme en un hotel.

—No tienes que hacerlo.

—¿A no?

—No. Puedes quedarte conmigo.

—¿Estás segura?

No, claro que no lo estoy. Pero no puedo dejarlo en la calle después de lo que le estoy pidiendo. Además estaremos la mayor parte del tiempo aquí en el restorant.

—No quiero que tengas problemas — su mirada no es penetrante como lo sería la de André. Es una genuina y me deja ver qué lo que dice es cierto. Más no creo tenerlos realmente. Benjamin es parte de mi vida y el tendrá que entenderlo.

—Claro que no.

—Nos vemos soledad. Tengo mucho que solucionar antes de viajar. Batista y Claudel te extrañan.

La mención de mis gatos me hace sonreír. No dudo que sea cierto, pero si lo que quería era decirme que me extraña habría sido mejor.

Inspiro profundo al ver que el también se desconecta. No hemos vanzado, pero al menos se que estará obligado a hablarme por el tiempo que dure el proyecto. Mi corazón se aligera un poco con ese pensamiento.

—¿Que haces ahí? — busco la voz del joven Javier y la encuentro. Pero no está solo. André me estudia desde la entrada de mi oficina y antes de que pueda decir nada más, le entrega la bandeja que traía al más joven que poco entiende lo que pasa y desaparece de mi campo visual—. ¿Y a este que le pasa ahora?

La boca se me seca impidiendo que pueda tragar el corazón que se me ha subido al cuello al sentirme descubierta.

Pero no podía ser de otra forma.

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