Capitulo 25
La primera reacción que tengo en estos momentos es de lanzar mi teléfono lejos. No quiero saber de alarmas ni de trabajo. Solo quiero quedarme aquí por lo que me queda de vida.
Unos brazos firmes me envuelven y aunque quisiera estoy totalmente inmovilizada. Su aroma inunda todo a mi alrededor y hay una sola cosa que quiero en este momento y no es precisamente salir de la cama.
La temperatura del cuerpo de André me acuna en segundos y podría volver a dormir si mi teléfono se callara de una vez.
—Esa no es tu alarma — dice desde mi cuello dónde está sumergido
—No. No lo es.
—¿Contestaras?
Bufo con frustración y me levanto para poder buscarlo, no era broma cuando dije que lo tire lejos de mi.
Mi cuerpo no está de acuerdo con lo que hago ya que el frío que no es mucho se vuelve casi intolerable. Quisiera volver de inmediato.
André me mira con sus ojos entrecerrados por el sueño. Debo tener una apariencia similar. Me sigue por toda su habitación, que sería idéntica a la mía, si a mí me gustará el gris y el negro para decorar. En cambio ni me he molestado en volver a mi departamento desde que volví de Viña.
Ayer después de que Angelina nos dejara solos hemos venido aquí y para mí sorpresa André no ha intentado nada sospechoso. Solo se ha limitado a entregarme ropa para que no me acostara con la misma que viaje. Ni siquiera me ha molestado cuando le he dicho que salga para poder vestirme. Aún llevo su camiseta que me queda enorme y su pantalón deportivo viejo.
El nombre de mi madre salta en la pantalla y hay como mínimo tres llamada de ella antes que esta.
—¿Estás en Santiago o debo mandar alguien a buscarte?
—Hola para ti también mamá.
— Soledad debes dejar de darme estos sustos. Hija yo pensé que nos habías abandonado otra vez — mi madre no es una persona que suele alterarse por nada, es más ella es de las que siempre dice todo con calma, no importa el mensaje que sea. Ella siempre guarda la compostura. Excepto ahora —. No estoy en condiciones para pasar por esto ¿Me entiendes?
Inspiro un par de veces antes de contestar. Yo no soy tan calma como ella. Y mi mentón a vibrado un par de veces antes de que vuelva ha salir mi voz.
—¿Y que es esto específicamente?
—No puedes desaparecer. ¿Además que hacías el sábado en ese lugar?
—¿De qué hablas? — le pregunto intentando que mi nerviosismo pase desapercibido para el cocinero que esta a solo unos metros de mi. Me vuelvo a mirarlo un segundo y él ha decidido que también le dedicara un momento a su teléfono.
—Se dónde fuiste. ¿Dime qué querías conseguir yendo para allá?
Algo me decía que la preocupación del taxista era desmedida.
—Cosas.
—No me dirás — afima.
—No.
—Odio cuando te pones así. Solo dime si puedo contar contigo. Hoy hay que decidir a quién dejaremos a cargo del proyecto para elevar la popularidad del restorán.
Mi mente trabaja a máxima potencia pensando en quien podría ser, pero la única persona que podría ya no quiere saber nada de mi. No me permito alejar la punzada en el pecho al pensar en él. Me duele. Pero así debe ser.
—Ahí estaré no te preocupes.
—¿Aún quieres cambiarte de departamento?
Había olvidado que le había pedido eso cuando el conserje me dijo lo de la supuesta familia de André. Y al sopesarlo un momento no creo que sea necesario.
Al menos no por ahora
Menos con la idea de que podríamos avanzar un poco. Hemos dormido en la misma cama. Y aunque no haya pasado nada más que abrazos y besos. Ha sido algo íntimo. Hace mucho que no dormía de corrido tantas horas seguidas. Con Benjamin siempre me atacaba el insomnio o las pesadillas. Bueno la pesadilla. Por qué siempre fue la misma.
—Creo que ya me estoy acostumbrando a esté. Pero no descartes la posibilidad.
Bufa mi nombre y se que expresión debe tener.
No tengo remedio.
Me despido resignada y corto la llamada. Debo inspirar profundo un par de veces para volver a centrarme. Hace tiempo no tenia un intercambio con ella y su espíritu de detective. Siempre quiere saber todo lo que pasa a su alrededor, aunque con eso su nivel de estrés se mantenga al máximo la mayor parte del tiempo. No debería hacerlo. Su salud es delicada aunque no me guste pensar en ello.
—¿Vendrás a la cama un ratito mas?
La voz suavemente ronca de André me devuelve al presente de inmediato y solo me basta mirarlo un momento para aceptar. No lleva nada sobre su torso. Ha dicho que le molesta dormir con ropa. Al menos tiene la parte de abajo del pijama.
—Estas muy palida.
—Hoy será un día difícil — declaró con pesar.
—¿Hay algo que pueda hacer?
Busco sus ojos y estos me reciben con dulzura. No quiero mencionar nada sobre la conversación con mi madre. Pero se enterara de todos modos. Así que prefiero adelantarme.
—¿Te acuerdas de la propuesta que le hice a mi madre cuando estuvimos en su casa?
El asiente mientras acaricia mis rizos. Casi dejo escapar un gemido cuando a tocado mi cuello sin querer. Respiro un par de veces antes de intentar tomar cierta distancia. André no dice nada solo se queda a la espera de que pueda volver a usar el lenguaje como una humana normal.
— Bueno, la semana pasada estuve en gestiones con el equipo que podrá hacerse cargo. Hoy tendré que organizar la reunión y...
No debería costarme ser sincera con el. Pero así es. No me mentire al decir que esto solo se trata del trabajo. Por qué tener a Benjamin conmigo aquí en Santiago, fue algo que planee antes de que todo se saliera de control. Uno que quizá nunca tuve.
—¿Y...? — me invita a continuar moviendo su mano frente a mi.
—Benjamin estará a cargo del proyecto.
El rostro de André va del desconcierto al asombro y termina en algo que no puedo decifrar. Solo sé que su ceño se frunció y deja de mirarme.
Mi pecho se aprieta al sentir que hemos recuperado totalmente nuestro espacio personal. La cama que hace unos momentos nos envolvía en un cálido nido. Ahora se siente enorme.
—¿Crees que el acepte? — su voz es la misma que el día de ayer hizo sentir mi corazón en paz, pero ahora podría cortar cualquier cosa con lo afilada que está.
Muerdo mi labio para no perder mi delicada estabilidad. No quiero dejar en evidencia mi malestar al pensar que Benjamin podría negarse. El no lo hará. ¿O si?
¿Lo haría yo?
—Lo hará, él es muy profesional.
Ahora sí tengo toda su atención. Me estudia un segundo y creo que debe saber de qué van mis pensamientos, pero no creo que nada de lo que pase por mi cabeza sea de su agrado. Yo siempre sentiré un cariño por Benjamin y no importa el tiempo que pase. Ni dónde me encuentre. Siempre lo consideraré una persona importante para mí.
— Entiendo. Lo bueno es que todos somos muy profesionales.
—Si, lo somos.
Y son sus palabras con doble sentido o mi incomodidad al pensar en alguien que no se encuentra aquí, lo que me hace salir de la cama. No me detengo demasiado en él hasta que ya tengo todas mis cosas. No sé realmente que espere al contarle esto. Siendo sincera solo he conseguido que el resto me desprecie. Quizá por eso hay tantas mentiras a mi alrededor. Solo así las cosas se mantienen en paz. Una paz tan frágil como mi actual estado de ánimo.
Además no creo que André sepa valorar la sinceridad. El no lo ha Sido conmigo. Y aún así estoy en este lugar. He dormido junto a él y he dejado que se meta en mi vida otra vez, para al fin y al cabo volver a hacerme daño.
Mi madre tiene razón.
No tengo remedio.
—Soledad.
— Nos vemos en Flores.
—Soledad espera — las mantas de su cama vuelan en un segundo y ya ha atravesado la habitación por completo. No podría salir aún si hubiera sido rápida. Él lo es más.
— ¿Y bien?
—No me hagas caso. Yo no soy quien para decir nada.
—Tendras que aceptarlo. Él es importante para mí, por eso lo elegí.
Si antes su brazo solo descansaba sobre la puerta, ahora veo la tensión en su extremidad. Y no es solo su cuerpo. Ya que su rostro demuestra toda la contrariedad que asumo está sintiendo.
—No creo que acepte Soledad.
—¿Por qué dices eso? No lo conoces.
Deja escapar una carcajada que solo dura un segundo y realmente no entiendo este cambio repentino en él. Pero como dije solo fue un segundo, ya que la seriedad se vuelve asentar en su rostro. Deja de afirmar la puerta de su habitación y revuelve sus rizos caoba que con tanto afecto enrede la noche de ayer.
—Es hombre Soledad.
—Pero también es mi amigo.
Lo escucho inspirar profundamente y a medida que se aleja de la puerta hasta que llega al borde de su propia cama. Hay mucha piel caramelo a la vista y eso diluye mi malestar un poco haciendo que un cosquilleo en la boca del estómago me obligue a mirar hacia otro lado.
—Ven.
—Debo alistarme.
—Solo será un momento.
Boto el aire que estuve conteniendo y dejo mis cosas junto a la puerta en el suelo y me acerco. No puedo decir que me guste mi atuendo. Pero no empaque ningún pijama adecuado. Quizá eso fue lo mejor, así hemos podido hablar de todo sin que mi cuerpo sea un distractor. Yo la tuve más difícil, por que André nunca se puso camiseta.
Me acerco hasta que quedó entre sus piernas, André acurruca su rostro de inmediato en mi abdomen. Me rodea por la cintura, entretanto yo enredo mis dedos en los rizos que tocan suavemente su cuello. Es muy suave y realmente quisiera saber cómo lo hacen para mantenerlos en orden. Yo no puedo. Por eso lo aliso.
—Tengo miedo — su voz suena ahogada por mi proximidad.
—Ayer dijiste que no le tenías a nada.
—Menti.
Entorno los ojos, pero el no puede verme desde su posición. No puedo ocultar la molestia que me genera cada vez que queda expuesta su falta de sinceridad o la parcialidad que tiene para contar algo sobre su vida.
—¿A que le temes André?
—No me hagas caso.
Tiro de sus rizos un poco más para que no pueda hacer otra cosa que no sea verme. Y le vuelvo a preguntar. Ahora viendolo directamente a sus impactantes ojos verdes.
—Tu. Me tienes aterrado.
..............
No hemos entrado a mi departamento para decepción de André, sin embargo lo he dejado besarme un par de veces en la puerta. Si no temiera de mi misma lo habría dejado entrar, pero por suerte ha mencionado que debe llevar a la pequeña Tina a la guarderia y yo frente a eso he adquirido la fuerza para no dejarlo entrar y recordarme a mi que no podemos ir en esa dirección aún.
Aunque no son las únicas razones.
Quiero tener un momento para ordenar mis pensamientos, no es broma cuando digo que con André cerca no puedo pensar. Sus ojos verdes son la mejor anestesia cerebral que conozco y su aroma que ahora está por toda mi ropa y piel.
Necesito definitivamente un poco de espacio y una ducha bien fría para despejar mi cabeza.
Me duele más a mi alejarme y entrar en mi departamento. Lo veo por el ojito de pez de la puerta y se ha quedado un momento más. Lo veo decidirse si tocar para que yo abra, hasta que al fin se da por vencido y se va.
Mi departamento está impecable. Las personas que haya enviado mi madre aquí han hecho un trabajo excelente. Lastima que no pueda acostumbrarme a este lugar. Sigue sin gustarme. Todo es demasiado beige. Demasiado Flor Martin's.
Dejo caer mi cuerpo en mi sillón ahora más acogedor desde la última vez que lo ví. Y realmente no sé cómo haré esto. Cómo concretare la reunión con el equipo de Marketing.
¿Cómo veré a Benjamin otra vez?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro