Capitulo 23
Busco el borde de mi cama para poder quitarme las sandalias cuando un pequeño bostezo me hace buscar la fuente de inmediato.
—¿Dónde esta papi? — Tina frota su pequeña manito sobre su ojo, al parecer acaba de despertar para mi propio alivio. No quiero pensar que ha tenido que escuchar mi discusión con su padre o la que antes tuviera con Benjamín.
—Esta en la sala, ¿quieres ir con el?
Ella asiente, pero basta con ayudarla a salir de la cama para que su atención caiga en otra cosa.
Mi maleta de maquillaje rosa, un regalo de Benjamín por lo demás es lo que capta su atención por completo.
— ¿Quieres ver qué hay ahí dentro?
Ella asiente con una adorable sonrisa. Se la abro frente a su rostro expectante y duda un momento en tomar los pinceles que hay ahí. Decido dejarla jugar con el maquillaje y corro al baño para poder bañarme. Quito mi vestido y me meto en la bañera. Lo hago todo a la velocidad de la luz. No quiero dejar a la pequeña demasiado tiempo sola. A pesar de que su padre está a solo unos pasos de ella.
Solo me preocupo secar mi cabello un poco y vuelvo a la habitación. No pretendo ser quisquillosa con lo que me pondré. Solo me preocupa hacerlo rápido.
Pero al salir del baño no la veo por ningún lugar. Salgo un momento y la encuentro con su padre en el sillón. Ambos acarician a mis gatos. Quienes tendrán que pasar una semana más solos otra vez.
— ¿Están listos?
Dos pares de ojos color verde selva me estudian de pie a cabeza. Me cohibo de inmediato, arrepintiéndome de la elección que escogí.
— ¿Que?
— Nada — André que antes me miraba con atención ahora vuelve a lo que hacía evitandome.
—Dime.
—Tu cabello.
— ¿Qué tiene?
— No quiero decírtelo — de aquí lo veo morder su labio para no seguir hablando.
— No te gusta — un pánico infantil se apodera de mi y llevo mis manos a mi cabeza buscando el defecto. Pero solo encuentro risos húmedos.
André me sonríe con timidez, ahora sí me mira.
—Así lo usabas antes.
Y al fin caigo en la cuenta. Mi cabello es bastante rizado, y suele darme un aspecto desordenado que a toda costa intento evitar alisándolo. A mi madre nunca le gustó como me veía con el al natural. Decía que era como el de mi padre.
— Vamos.
Ellos me siguen a fuera del departamento y me esperan un segundo a qué le avisé a mi vecina que mis gatos quedarán a su cuidado nuevamente. Sonia que debe tener unos cuarenta y pocos estudia a André sin disimular que no es de su agrado. Este parece no inmutarse.
Su auto está estacionado a la vuelta del edificio, es uno nuevo. No es un deportivo, pero si uno bastante bonito. La pequeña se sube a su sillita de seguridad y espera a que su padre la ajuste.
— ¿Quieres que me vaya contigo? — le pregunto a la pequeña en un acto desesperado por no compartir espacio con su padre las próximas dos horas.
Ella responde con un sí entusiasta que para nada comparte el moreno de ojos verdes. El no dice nada, solo sacude su cabeza un segundo y entra al auto.
Vamos todo el trayecto con la pequeña Tina jugando a que es lo que ves ahí, a pesar de que la noche nos deja ver poco del paisaje. Lo hacemos hasta que compruebo que se ha dormido sin aviso. Dejándome sola conmigo misma.
Me concentro en la oscuridad del exterior para no pensar en los nervios que me revuelven el estomago. Debo comenzar a contar mi respiración para centrarme y no vomitar lo poco que he comido.
El rostro de Benjamín me atormentara por el resto de mi vida. Yo no seré capaz de perdonarme. Y conociéndome sé que me hare daño con su recuerdo. Solo por el hecho de que creeré que me lo merezco.
Continuo con el conteo de mis inspiraciones cuando logro escuchar la voz del estéreo.
André a puesto un grupo que me gusta mucho. Es el álbum completo de sleeping whit gosth de Placebo. Lejos la banda que más me gusta.
Sonrío sin querer al recordar las veces que lo escuchamos en nuestro departamento. Él nunca perdió la oportunidad de hacerme bailar. Sobre todo cuando ya no era necesario que llevará más que mi ropa interior.
— Debes devolvérmela — lo digo acercándome un poco hacia el asiento del conductor. Sus brazos se tensan de inmediato al escuchar mi voz.
—Olvídalo. Ahora es mía.
—Es un feo hábito — le digo sonrojándome a mi misma con mi comentario. Aún debe tener mi ropa interior en su bolsillo.
—Lo enmarcare y lo pondré junto a mis diplomas.
—Eres un idiota.
—A te gusta que lo sea — sus ojos me buscan a través del espejo retrovisor y me encuentra. Debo tener el rostro completamente rojo.
No creo que lo sea, eso está claro. Pero si es cierto que su personalidad es algo que envidio. Seguro y deshinibido. Algo que me gustaría tener. Siempre evitó que mi verdadera personalidad salga a flote. Y estar siempre en control me mantiene cansada la mayor parte del tiempo.
—¿Quieres bajar por un café?
—¿Ahora? — lo pregunto ya que no veo donde podríamos comprar en medio de la carretera.
— Claro. Espera a que busque un lugar donde estacionar.
No tardamos en encontrar un lugar donde podríamos detenernos sin miedo a que alguien nos choque y apaga el motor.
Se baja rápidamente y lo veo caminar hasta la maleta del auto. El viento pega justo en su abdomen y la camisa se adhiere a su figura. Es un hecho que se toma muy en serio el gimnasio.
No me cuesta mucho recordar cómo se ve desnudo. Su piel color caramelo y los nuevos tatuajes. Me arrepiento de no haberlo acariciado lo suficiente. Quizá ya no vuelva a tener esa oportunidad.
El aire acondicionado del auto no debe estar funcionado, por qué de lo contrario debo ser yo a la que le ha subido la temperatura. Siento que me arde la cara al imaginarlo.
—Ven — su voz me sobresalta y no podré esconder la agitación en mi voz si me hace hablar en estos momentos —. ¿Qué tienes?
— Nada — le digo una vez que puedo tragar. Se me ha secado la garganta y el motivo de que mi cuerpo se descompense me toma de la mano para ayudarme a bajar.
Hoy voy en modo viaje. Vaqueros negros muy ajustados y una camisa de tirantes. Y para sorpresa de André. Llevo tenis. Los únicos que tengo.
— Te recordaba más alta.
Entorno los ojos con su comentario, pero la verdad el se ve mucho más enorme desde aquí abajo. Debe medir un metro ochenta si es que no un poco más. Y al lado de alguien como yo, su tamaño es aún más notorio.
—Y yo te recordaba más gracioso.
El sonríe pero no responde nada más, solo me conduce a la maleta del auto. Me entrega una linda tacita rosa con algo que creo es café con leche.
El viento de la carretera arremolina mi cabello sin piedad y no habrá forma de no parecer una loca si seguimos aquí afuera.
Le agradezco y doy el primer sorbo. Casi dejo salir un ronroneo cuando el líquido toca mi lengua. Es café, leche y vainilla. La mejor combinación.
Lo recordó.
—Haces trampa.
—¿Por qué?
—Usas la comida para que te ame.
Ambos nos miramos aún con mis palabras en el aire. Pero solo dura un segundo, el segundo dónde se detiene el tiempo y solo estamos nosotros. El segundo acaba y la vergüenza cae como un manto sobre mi y ya no se dónde mirar.
Lo que sea menos el guapo moreno que tengo junto a mi. Ya no puedo seguir haciendo como que no pasa nada entre nosotros, he dejado que se acerque demasiado y ahora no hay forma de alejarlo.
No veo cuando sale de su estupefacción. Solo siento su toque en mi mano desocupada.
Su tacto es suave y cálido, pero no se detiene ahí. Sube suavemente por mi brazo dejando un camino de calidez hasta llegar a mi mentón haciendo que lo mire directamente, sus ojos se ven oscuros y no hay otra cosa en mi mente que no sea tenerlo un poco más viéndome de esa manera.
—Haría lo que fuera por tenerte Soledad.
Su mano acuna mi rostro y evita que desvíe la mirada, pero lo hago de todos modos. Sus palabras me pesan en el pecho, ya que se lo que se puede llegar a hacer por alguien que se ama. Soy el ejemplo de eso. Fui capaz de abandonarlo todo por dejar que el fuera feliz. Yo no podría darle lo que María le ofrecía. Yo nunca podre tener hijos y eso es algo con lo que el no tenia que cargar. Así que me aparte.
— Mírame.
Sigo sin hacerlo un momento mas, ya que mis ojos arden y bastaría con ver su expresión de preocupación para que ya no pueda retener mis lagrimas.
—No hay nada que pueda decir para reparar lo que hice soledad. Pero créeme cuando te digo que seria capaz de todo por tenerte conmigo otra vez.
Mi corazón se comprime cuando ya no puedo evitar mirarlo. Se ve abatido y triste. Podría desarmarlo y decir todo lo que ya he descubierto ¿Es esta la respuesta que esperaba? ¿Es esto lo que siempre quise escuchar? La verdad ya no lo se. Solo se que lo necesito cerca. Mi cuerpo me duele al reprimir el deseo primitivo que me embarga.
—No puedes seguir mintiendo André.
—Puedes preguntarme lo que quieras y te juro por la vida de Tina que diré la verdad.
Sonrió antes semejante declaración, y no puedo evitar negar un par de veces al analizar la cantidad de preguntas que tengo y que quizá no quiera saber. Pero me decido por la mas inofensiva.
—¿Por que no me besaste la primera vez?
Ahora el que sonríe es el. Al fin quita su mano de mi rostro y la lleva a su bolsillo. Lo hace con ambas y no puedo evitar morder mi labio inferior para no pensar en que se ve irresistible.
—No habría podido detenerme y te habría tomado en ese maldito escritorio. No quise arriesgarme y perderte otra vez — desvía la mirada un segundo y el que se muerde el labio ahora es el —. Tuve miedo.
—¿Y ahora?
Su expresión es de sorpresa absoluta, pero es solo un momento ya que la seriedad se asienta en su rostro y mi cuerpo reacciona con la misma rapidez. No sonríe al cortar el espacio que podía separarnos. Me arrincona contra el auto y debo mirar muy arriba para seguir enfocando su rostro. Mis piernas se sienten débiles con su cercanía y no creo llegar muy lejos si decidiera correr. Pero siendo sinceras, no correría si es André la amenaza.
—¿Ahora? No le temo a nada Soledad.
Su mano va a mi cintura y por poco me hace botar la tacita casi llena al sentir sus dedos fríos sobre mi piel. Arde en el lugar que toca pero no quiero que deje de hacerlo. Su otra mano va a mi cabello y tira un poco de el. No lo he visto cuando dejo su propia tasa. Solo se que ahora estoy a un paso de gemir por el agarre y no hay mas en mi cabeza que la proximidad de su boca.
—No te dejaré huir otra vez.
Siento mi corazón latir a una velocidad que estoy casi segura debe ser peligrosa y continua acelerando. Los labios de André caen sobre los míos y no es un beso tímido como el que me dio inicialmente en el departamento. Es un beso posesivo, su lengua recorre sin miedo la mía y mi cuerpo responde de inmediato a su contacto. En algún momento suelto la pequeña tacita y lo atraigo hasta que ya no hay espacio entre nosotros. Sin importar que no estemos en un lugar privado. Cualquiera que pasara por aquí podría vernos y no creo que eso me importe menos.
El agarre de mi cabello le deja libre mi cuello en su totalidad y este lo recorre sin prisa. Mordiendo y besando la piel delicada que hay junto a mi oreja. Solo ese toque hace que quiera mas de André. No habrá un punto medio entre nosotros.
—André...
—No.
Una carcajada suave se escapa de mi y el gruñe en respuesta.
—No lo hare contigo en la calle.
—¿Y donde si?
Le doy un golpe suave en el hombro y prácticamente lo obligo a darme un poco de espacio. Mi cuerpo me odia por lo que acabo de hacer. Hasta mi cabello extraña de inmediato el agarre que antes tenia André ahí.
—Llévame a casa y hablaremos de donde y como. ¿Te parece?
—Estoy a tu disposición — no hay sarcasmo en lo que dice, solo una diversión infantil que no creo deje ver al resto —. Pero tengo una petición.
—No te robaras mis ropa interior. Eso esta fuera de discusión.
—No te pediré permiso para eso.
Ambos volvemos a reír y mi corazón comienza a desacelerar lentamente. Y ya me estoy acostumbrando a tener mi espacio nuevamente.
—Ven conmigo adelante ¿si?
Asiento rápidamente y le doy un abrazo rápido antes de ayudarlo a buscar mi vaso perdido. He derramado el exquisito café que antes me ha preparado. Pero me aclara que ha traído mas en un termo. Para mi asombro es rosa también.
Al poner en marcha el motor deja su mano sobre mi rodilla y el calor familiar me acuna de inmediato. No podría explicar la razón. Pero todo en mi en este preciso instante se siente en paz. Una que me obliga a dormir lo que resta de viaje.
Dejando para después todo lo que haya que solucionar.
Hola nuevamente soy yo otra vez.
¿Que les parece este André tan intenso?
¿A usted también le da rabia que Soledad?
Por qué a mí sí me da.
Espero la vida, el universo y todo su entorno los este tratando bien.
Los quiero y estimo mucho.
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