🔥Capitulo 21
El plan inicialmente era llegar a mi departamento y buscar mis cosas para volver a Santiago antes de que se hiciera demasiado tarde. La pequeña mañana tiene guardería y dentro de poco ya debería estar en la cama.
Pero con los niños nunca se sabe. La pequeña se ha dormido en los brazos de su padre cuando veníamos de camino a mi departamento. Esta exhausta. Aún cuando André la ha dejado en mi cama ella no ha despertado.
Tiene unas hermosas pestañas rizadas y junto a su piel color caramelo es lejos la niña mas linda que he visto.
—Quieres beber algo.
—Solo agua por favor.
Le hago un gesto a André para que se siente en mi sillón, pero él decide no hacerlo ya que mis gatos no tienen ninguna intención de ser buenos anfitriones.
En cambio prefiere concentrarse en recorrer con la vista mi pequeña sala. Este departamento es más pequeño que el que rento en Santiago. Pero para mí, es perfecto. En cada rincón se puede ver el esmero que he puesto en que este sea mi hogar.
—¿Te gusta? — le pregunto mientras sonrío al verlo darse una vuelta en su propio eje. Este no es el André con el que trabajo. Es uno al menos unos cinco años más joven. Sin máscara.
—Se parece a nuestro departamento.
Y ya no puedo seguir sonriendo.
—Voy por tu agua.
Desaparezco en la cocina y mientras busco un vaso me regaño mentalmente por mi propia actitud ya que sé que tiene razón. Este departamento es muy similar al que compartimos en su momento con André. No pensé jamás traerlo aquí y al sentirme expuesta me he molestado.
Se suponía que era uno de mis muchos secretos que jamás he dicho en voz alta. Por eso quería este lugar. Porqué se parecía a mi antiguo hogar. Uno donde fui muy feliz. Bueno la mayor parte del tiempo.
—Ese vaso se ha llenado ya unas cien veces — su voz me hace dar un respingo y por poco casi boto vaso y agua sobre mi.
—No me molestes. Agradece que te estoy atendiendo.
—No suele gustarme tu expresión cuando piensas. Parece que sufres la mayor parte del tiempo.
No termino de secar mis manos en mi vestido cuando dice aquello. Está apoyado en el umbral de la cocina y sus labios quieren sonreír pero también se detiene. Le extiendo el vaso cuando ya lo he secado. Él le da un trago sin apartar la mirada de mi.
Muerdo mi labio como siempre hago para centrarme y no dejar que mis ojos vayan a sus labios humedecidos que con gusto secaría.
No bebe más que eso y deja el vaso en la encimera. Se ve enorme en mi pequeña cocina y no soy capaz de sacar de mi mente la idea de arrancar la camisa gris que lleva abierta un par de botones. No tiene bello en el pecho eso lo sé bien. Siempre me encantó acurrucarme ahí y que me dejara morderlo en cualquier lugar cuando alcanzaba el climax.
—Me gusta mucho más esa expresión.
—¿De qué hablas? — mi voz no parece mía cuando la escucho. Una desconocida mucho más ronca me ha suplantado.
—Como si me deseas — lo veo relamer sus labios mientras se acerca lentamente. La piel de mi rostro arde al verme descubierta. Pero no hay donde más huir. Con un paso más ya podría adueñarse de mi espacio personal por completo.
—Eso no es...
No logro decir nada más ya que mis palabras se desvanecen con su contacto. Lleva su mano a mi mentón y con el pulgar toca mis labios. Su tacto no es firme. Los siento temblar levemente como si se estuviera conteniendo. Al igual que yo.
Casi me duele no pedirle que me bese y me haga olvidar como prometió en su momento.
Da otro paso y ya no hay lugar para esconderme. Me ha acorralado contra la encimera y mi cuerpo se adapta al suyo de inmediato. No alcanzo a sentir su calor cuando me ha subido sobre el mueble. Lo rodeo por el cuello y cierro los ojos inspirando su aroma. Sube lentamente sus manos desde mis rodillas hasta perderse bajo mi vestido.
Todo mi cuerpo vibra con su cercanía, pero solo puedo pensar que aún no es suficiente. Busco su rostro y lo encuentro. Está demasiado serio y sus ojos bajan de los míos a mis labios y de vuelta. Hasta que lleva una de sus manos a mi nuca, deteniendo cualquier movimiento que quiera hacer para evitar que me bese.
Sus labios rosa suavemente los míos y son tan suaves como los recordaba. Su respiración es agitada y puedo saborear su aliento sin problema. Al abrir los ojos este me mira directamente. Esperando mi reacción.
Ya no puedo seguir conteniendo las ganas de besarlo y lo hago. Dejo que mi mente se apague y mi pecho se encienda con su contacto. Enredo mis dedos en su cabello y dejo que se adueñe de mis sentidos. Me devuelve el beso con la misma intensidad y deja escapar un gemido que hace reaccionar todo mi interior.
Su lengua experta parace tímida al recorrer la mía. Lo atraigo más a mi y solo quiero que continúe con lo que hace. No podría alejarme de él sin sufrir un dolor físico en este momento. Cada célula de mi cuerpo solo puede pensar que esto está pasando. Realmente está pasando y yo lo quiero. No quiero otra cosa que no sea a André apoderarse de mis sentidos. Todos y cada uno.
—¿Me extrañas? — su voz suena mucho más ronca de lo que realmente es cuando se aleja un poco de mi para mirarme directamente a los ojos.
—No tienes idea — y no miento. No podría hacerlo aunque quisiera. Perdí la capacidad junto con la capacidad de razonar. Estoy totalmente expuesta.
—Yo no he dejado de soñar contigo — vuelve a acercarse y muerde mi labio suavemente. Relamo su sabor queriendo que esté en muchos más lugares de mi piel —. He esperado mucho.
Su mano sube lentamente bajo mi vestido y llega hasta el borde de mi brasier, el que levanta y se apodera de mi pecho. La electricidad baja de ahí hasta mi vientre, haciendo que toda mi piel quiera un poco más.
Suelta el agarre que tenía en mi nuca y baja suavemente hasta mover los tirantes dejando mi otro pecho al descubierto. El aire fresco hace que me erice por completo, él lo nota y no pierde más tiempo hasta que se acerca y lo rodea con sus labios. Su aliento cálido causa cosquillas y no puedo mantenerme en mi lugar. Mi respiración me traiciona y dejo salir un gemido que tardo un segundo en reconocer como mío.
El sonríe en respuesta y vuelve a apoderarse de mi pecho.
—Eres deliciosa — lo dice un segundo y ya ha quitado el otro tirante de mi vestido. Dejando al descubierto por completo mi torso hasta la cintura.
Intento tapar mis pechos con mi brazo pero él es más rápido y no me lo permite. En cambio me empuja suavemente para quedar más estirada sobre el mueble. No quiero creer lo que hace hasta que ya lo ha hecho.
—¿Qué haces?
—Te he quitado la ropa interior —dice con obviedad y guarda la prenda en su bolsillo. No puedo evitar reír. Él siempre se quedaba con ella. Y después no quería devolvermela.
—No me la robes. Es mi favorita.
—Es mia ahora.
Su sonrisa dura el segundo en que se vuelve a acercar a mi cuerpo. Está vez no va por mis pechos, se inclina sobre mi abdomen y me besa sobre el ombligo. Continúa besando mi piel sin apuro hasta que mi vestido ya no le permite bajar más.
Desde esa posición me mira y es la definición de erotismo. No aguanto las ganas de sostenerlo por los hombros cuando intenta meterse bajo mi vestido.
—¿Y aquí?
Su mano se pierde lentamente bajo la tela y toca mi piel adolorida por desear su toque. El aire me abandona por completo cuando toca mi punto sensible. Mi espalda se arquea con el contacto, sus dedos se resbalan con facilidad. Estoy lista para recibirlo si el quisiera entrar en mi en este momento. Aguanto la respiración para no gemir como realmente deseo hacerlo al introducir sus dedos en mi. Pero no puedo hacerlo por mas que quiero. Ya que se apodera de mis labios y absorbe su nombre que sale sin permiso.
—Aquí también me extrañaste.
—Si...
Muerde mi labio y ya no me resisto, lo atraigo desde el cuello, mordiendo sin demasiado cuidado al sentir que mi clímax ya está cerca. Él lo entiende y arremete sus envestidas en una sincronía silenciosa de mi cuerpo y el suyo. Basta un poco mas y siento mis piernas derretirse. Ya no lo muerdo, no puedo hacerlo. Solo se que digo su nombre un par de veces mas y no quiero dejar de hacerlo.
Y antes que mi conciencia vuelva André me atrae hacia el y se apodera de mi boca una vez mas, ya sin timidez. Me devora con una pasión que solo recordaba de una vida pasada. Mi piel arde por un poco más de el, ya no es suficiente mi reciente orgasmo. Ahora lo quiero todo.
—Te necesito — le digo con la voz aun inestable.
—¿Donde? — se aleja lo suficiente para que pueda mirarlo y aunque son solo centímetros mi cuerpo lo quiere devuelta de inmediato.
—Aquí.
Quito su brazo de mi cintura y llevo su mano al lugar donde hace muy poco me hizo ver las estrellas y todas las galaxias juntas.
—Oh... Soledad.
Ya no me abraza, lleva su mano desocupada a mi pecho y me pellizca. Mis ojos se abren lo suficiente como para ver la marca que he dejado en su cuello. Justo sobre el ultimo botón desabrochado. Mis manos obedecen de inmediato a la necesidad de quitar la camisa y todo lo que no me deje ver la piel de André. Este también entiende y me ayuda, quitándome una vez más el aliento.
Su torso descubierto me hace sonrojar como si fuera la primera vez que lo veo. Es la misma piel que recuerdo solo que ahora hay un par de tatuajes que antes no estaban y sus músculos se ven mucho mas grandes que hace unos años atrás. André es simplemente el hombre mas guapo que he visto. Y ahora lo tengo aquí, solo para mi.
—Dijiste que aun te gustaba.
—Yo no dije eso. Harás que me sonroje.
—Estas casi desnuda frente a mi.
—Ay cállate André, no me molestes.
—Tu eres la única que puede.
No deja que pueda reaccionar antes de tomar mi rostro con sus manos y volver a unirse conmigo en algo que creo se llama beso. Pero yo he besado muchas veces, muchas bocas e incluso mas de una a la vez. Pero jamás se sintieron así.
Él esta robando algo de mí y yo me quedo con algo de él. Es un intercambio equivalente que se siente mucho más profundo que cualquier otra cosa que haya experimentado y me recuerda que lo único que quiero en estos momentos es sentirme aún más unida a el.
Lo escucho desabrochar su cinturón y bajar la cremallera del vaquero. Lo hace sin soltarme en ningún momento. Yo podría ayudarlo si no estuviera tan nerviosa y mis manos no temblaran por la ansiedad. Solo quiero que lo haga rápido.
—¿Estas segura?
—¿Pararías si te dijera que no lo estoy?
—Me dolería, pero si... no tenemos que hacer nada.
Muerdo mi labio inferior intentando que mi cerebro funcione, pero este se niega cuando su erección rosa mi pierna. Ya no quiero esperar. Solo quiero que pase. Pero el no se mueve, esta esperando mi confirmación.
—Estoy segura. Te necesito...
Lo veo cerrar lentamente sus ojos mientras lleva una de mis piernas hacia arriba para acercarnos aun mas. No me importa si duele, lo quiero ya y dejo que mi cabeza caiga hacia atrás para que tenga el control de mi cuerpo.
Pero no seria mi vida si no pasaran estas cosas.
Me aferro rápidamente a su cuerpo y no he necesitado un balde de agua fría para congelarme. Solo ha bastado el insistente golpeteo en la puerta de mi departamento para sentirme desorientada.
—¿Quién es?
—No lo se.
—¿Esperabas a alguien?
—No...
—¡Soledad abre la puerta! —definitivamente ha sido agua muy fría la que me ha caído encima. Llena de hielos.
La voz de Benjamin a través de la puerta me congela.
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