Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20

Tardo un tiempo en poder situarme espacialmente antes de reconocer mi propio departamento. Me asustó un momento al no saber por qué estoy aquí.

Hasta que lo recuerdo y mi corazón se comprime en respuesta. Quisiera seguir durmiendo y no pensar. Pero la insistencia de mis hijos gatunos no me lo permite. Ambos me miran con cara de que si no los alimento seré yo su desayuno.

Arrastro mi cuerpo hasta la cocina y luego a la bañera. No me he lavado el cabello y debo tener una apariencia espantosa. Me sumerjo en el agua caliente con cuidado de no lastimar mi dañado tobillo. Está un poco más desinflamado. Pero aún así me duele.

Pero más me duele cuando recuerdo por qué estoy aquí. La idea era huir. Pero todo me sigue alcanzando. Benjamin no me ha escrito nada desde que se fue. Y no sé si realmente quiero que lo haga.

Aún tengo en la retina su imagen mirando el balcón cuando me preguntó que haría con él. Sabiendo que mi corazón late por alguien más. Y ese alguien es quien me ha hecho huir.

No quiero afrontar la realidad. Una donde me he quedado sola por no poder controlar este infantil corazón.

Analizó la posibilidad de quedarme acostada todo el día hasta que ya sea lunes y deba volver a Santiago. Pero a pesar de lo tentadora que puede parecer esa idea. Si sigo aquí mi cabeza no me dejara descansar.

Repito una y otra vez la conversación con André en mi cabeza. Y la verdad ya no me siento tan segura de no quererlo cerca. Lo sigo extrañando. Y me duele pensar que me ha vuelto a mentir.

¿Por qué lo haría? Tuvo la oportunidad de sincerarse y no lo hizo. Quizá en un intento de mantenerme consigo un poco más s. Y muy en el fondo creo que yo habría actuado igual.

Me visto cómodamente sin dejar de ser yo. Vestido vaporoso hasta la rodilla y las sandalias más bajas que tengo. No quiero seguir lastimando mi pie que a gritos me pide que ya no camine más. Pero no puedo quedarme estatita. Necesito moverme para concentrarme en algo que no sea el enredo que tengo dentro. Hay muchos ojos tristes siguiéndome dónde voy y solo quiero deshacerme de ellos al menos por el día de hoy.

La costanera está atestada de personas que caminan en pareja recordándome una vez más lo sola que me siento, así que decido contestar un par de mensajes en el camino.

Mi madre no se ha creído ninguna de mis escusas. Y ha aprovechado para informarme que ha enviado a alguien a ordenar mi departamento. Ni se para que se molesta. Jamás me sentiré en casa en ese lugar.

Mi hermano solo se ríe de mi y mi estúpida forma de ser. Le respondo que debería verse al espejo más seguido y no juzgar a los adultos como yo. Karina ha querido saber si puede aparecerse por mi departamento. Le he dicho que tuve que salir y que nos vemos mañana. Todo esto lo he hecho mientras caminaba a mi cafetería favorita junto al mar. Ahí podré descansar mi adolorido pie.

Cuando ya he pedido mi café me siento en una mesa sola junto al ventanal que da a la costa y recién ahí decido revisar los mensajes que no he querido abrir. Son números desconocidos.

Hay cerca de treinta mensajes preguntando dónde estoy y que por favor conteste. Uno de esos números fue por el cuál me llamo André en la madrugada. Al agregarlo puedo ver al fin su foto de perfil.

Lleva una camiseta blanca y el aspecto de modelo de catálogo. Es una fotografía antigua. Lo sé por qué ya no ocupa su cabello tan corto. Y eso hace que sus ojos se impresionantes. Es realmente el hombre más guapo que conozco. Incluso estar viendo su fotografía produce un hormigueo en la piel de mi rostro haciéndome sonrojar sin siquiera estar aquí.

Casi dejo caer el café sobre el aparato cuando esté comienza a vibrar. Llegan tres mensajes juntos. Al abrirlos la silla donde estoy sentada pierde estabilidad.

André: Podrías abrir.
André: Estoy afuera.
André: Traje compañía.

Y luego llega un último mensaje. Es una fotografía. Hay dos pares de ojos verdes en ella. Solo que la dueña de los más pequeños lleva un conejito rosa de peluche. Están en la puerta de mi casa.

Aquí.

En Viña del Mar.

Ya no importa mi dolor de tobillo. Corro por la costanera de vuelta a mi departamento. Y a medio camino recuerdo que no di más de dos sorbos a mi café antes de salir de la cafetería.

Le he respondido que me esperarán un momento y que ahí estaría. Solo que al enviar el mensaje una necesidad de apurarme surgió de mi interior y no ha habido nada más en mi mente que llegar pronto.

No termino de recordarme por qué he dejado que este cuerpo adquiera está mal condición física cuando ya he llegado al edificio. Ellos esperan por mi en el hall.

La pequeña Valentina está sentada muy quieta al lado de su padre.

Y no quiero saber que aspecto debo tener, pero ellos se ven perfectos.

Dejo de mirar a André mientras abro la puerta de vidrio. Solo busco los ojos más pequeños. Unos que al reconocerme me sonríen con timidez. Lleva sus risos muy bien definidos el día de hoy dándole un aspecto de muñeca de porcelana.

Miro a André y este está serio al lado de la pequeña. Me estudia de pie a cabeza y entiendo que ha sido una muy mala idea venir corriendo. Debo verme de cualquier forma menos de la que quisiera y eso me hace sentir insegura frente a él.

— No sabía que salias a correr.

Sonrío con su ocurrencia. No tengo el aspecto de alguien que practique ningún deporte, eso está claro.

— De hecho lo hice, pero para venir hacia acá — y mi voz me delata ya que se escuchará agitada por un buen tiempo. Corri mucho y mi cuerpo no tiene la condición necesaria —. ¿Cómo estas Tina?

Ella me sonríe y se esconde detrás de su conejito. Lleva un vestidito de mezclilla y unos zapatitos de charol. Es un atuendo que yo misma habria escogido para ella si hubiera tenido que hacerlo.

— Mi papi arreglo mi cabello — ella me muestra sus rizos que con esta luz se ven color caramelo, no tiene el cabello oscuro como André o su tía Angelina. Es una verdadera muñequita.

— Te ha quedado hermoso.

— Traje a Tini — la pequeña me extiende su peluche para que yo lo tome y evitó a toda costa mirar a André. Estoy a la altura de las rodillas de la pequeña y a la misma de su padre. No quiero verlo desde esta posición.

Me levanto con el señor Tini en brazos y ayudo a la pequeña Tina a bajar del asiento. Mi pecho experimenta una extraña sensación cuando ella toma mi mano. Al parecer no le importa que su papá aún siga sentado.

— ¿Vienes? — le pregunto al guapo moreno con expresión de melancolía. No me gusta.

— Claro. No me lo perdería por nada.

Salimos de edificio en dirección al mar. Ella no me ha soltado en ningún momento y quisiera sentirme extraña con su tacto pero no. Solo quiero que no me suelte.

— Le dije a Tina que la llevarías a conocer el mar. Ella piensa que eres un hada o algo por el estilo. Ella es fanática de esas cosas — su voz suena alegre detrás de nosotras y me sonríe cuando lo miro sobre el hombro. Lo descubro mirando demasiado abajo. Yo solo entorno los ojos y me concentro en pisar bien —. ¿Te sientes bien?

Su pregunta nos detiene a ambas y aún cuando lo miro no entiendo a qué se refiere.

— Cojeas — dice al fin con obviedad.

Los tres miramos hacia el suelo en búsqueda de mis tobillos. Pero yo solo lo hago un segundo hasta que recuerdo dónde me lesione. Obligó a mi cuerpo a mantener el aire dentro de mi y no soltar de manera abruta a la pequeña que aún sujeta mi mano.

— No es nada de que preocuparse. Vamos Tina ya casi llegamos — decido que no diré nada al respecto. Al menos no mientras la pequeña este con nosotros.

Ella va concentrada en el camino y no ha pedido de vuelta su conejito así que yo lo cargo como si fuera un bebé. Aunque realmente no sé cómo sería eso. Nunca he cargado uno.

— ¡Ahí está! — exclama la pequeña captando la atención de ambos. Da un par de saltitos mientras apunta el inmenso mar. En su rostro se dibuja una sonrisa que deja ver todos sus pequeños dientecitos. Es simplemente adorable.

André se adelanta y la carga todo el trayecto hasta llegar a la orilla. Yo me quedo rezagada un poco al tener que caminar con más cuidado debido a la arena. Pero me basta solo un segundo para mi cuerpo se congele.

La imagen de padre e hija a la orilla del mar mientras me esperan me roba el aliento. En otra vida ellos pudieron ser mi familia. Ella mi hija y el mi hombre. Pero debo recordarme que eso es imposible. Ninguno me pertenece y no debería ser yo a quien esperan.

Pero aún así me obligó a seguir avanzando hasta llegar a ellos.

— Te duele mucho — me pregunta la pequeña y no tengo idea de cómo contestar eso sin tener que llorar en mi respuesta.

— Mucho.

André desvía la mirada y su semblante también se ensombrece.

— Papá puede cuidarte.

Y ya no puedo mantener mis lágrimas dentro. Salen sin que pueda hacer nada para evitarlo. Y el causante de mi dolor se acerca a mí y me abraza. Su calor me envuelve y solo quiero que me abrace por mucho tiempo más. Hasta que mi corazón no se sienta así de roto.

— Déjame hacerlo.

Su voz ronca provoca que ambos vibremos al estar tan juntos y no sé si son el significado de esas palabras lo que hace que quiera llorar o es lo mucho que he querido hacerlo lo que no me deja responder.

Su aroma llena mis sentidos, ahora está mezclado con perfume. Uno que hace que quiera meterme bajo su piel. Y dejo que poco a poco mi corazón se tranquilice hasta que ya puedo recuperarme un poco.

— ¿Quieres jugar a alcanzar las olas Tina? — le digo a la pequeña cuando ya me siento un poco más recuperada.

— ¡Sí!

La tarde la hemos pasado como si realmente no hubiera nada de que hablar. Haciendo castillos de arena y jugando a pisar las olas. Bueno yo los he acompañado desde la orilla. No he podido jugar con el peligro de que mi pie empeore.

André a demostrado en todo momento ser un papá preocupado. Puede comunicarse con su hija como solo lo puede hacer un padre cercano. Yo nunca tuve eso. Mi padrastro lejos de ser afectuoso conmigo, era todo lo contrario. El fue una de las grandes razones por la cual irme de mi casa tan joven fue una buena idea.

— Asumo que mi madre te dijo donde estaba.

— Asumes bien. Bueno... no le di muchas opciones.

Aún la tarde no se va y la pequeña se le ha antojado un helado. Lo bueno de estar en una zona turística es que los negocios abundan a elección del consumidor. Nos ha bastado salir de la playa y ya hemos encontrado una heladería.

Ellos se han pedido copas con helados de colores que dudo la pequeña pueda acabar y yo un café helado sin crema.

— ¿Que habría pasado si no hubiera estado sola? Pensaste en eso...

— Sé cuándo mientes. Bueno la verdad no lo pensé demasiado... solo no quería perderte otra vez.

— Claro. Y has traído tu arma secreta — le digo apuntando a la pequeña que más que comer juega con su copa de helado.

—No podía dejarla con Angelina. Me escucho hablando de ti y sé negó a quedarse. No tuve opción.

— Bueno. De tal padre tal hija. Ella tiene mucho de ti al parecer.

— No sé que tan bueno sea eso — sus palabras pierden entusiasmo a medida que las pronuncia.

Yo solo asiento y digo mucho más con mi rostro que lo que mis palabras podrían con la pequeña cerca.

— ¿Volverás a Santiago con nosotros? — su pregunta no me toma por sorpresa del todo. Pero aún así no se que responder.

— Mi papi maneja muy rápido — la pequeña me sonríe mientras se cambia de asiento hasta quedar a mi lado. Ya tiene de vuelta su peluche y se oculta tras de él.

— Tendrán que acompañarme a mi casa por mis cosas.

André me sonríe haciendo que la piel de mi cuerpo completo quiera arder, más no dice nada solo se recarga en el respaldo de su silla.

Capta la atención de meseras y clientes. Con su aspecto exótico es inevitable no mirarlo dos veces. A nadie le importa que lo acompañe una pequeña y menos aún una mujer como yo.

Siempre hago lo mismo, si hay que elegir doy por sentado que no seré yo la mejor opción. Me esfuerzo por verme perfecta sabiendo que mis atributos naturales jamás serán suficientes para captar la atención de nadie.

Por esta razón me costó tanto en un inicio entender que veía él en mí. Aún con todo lo que suelo hacer en mi imagen siempre me veo igual. Bajo el promedio.

— Tina podrías decirle a Soledad lo que me dijiste antes de venir — el moreno se inclina nuevamente para que solo nosotras podamos escucharlo y no entiendo de que va la conversación en un comienzo —. Vamos, ella quiere saber ¿Cierto?

Yo asiento aún sin comprender.

— Claro Tina. Dime.

La pequeña sonríe y se muerde su pequeño labio inferior un segundo y se esconde en mi costado.

— Querías ver al hada que había venido a casa, ¿no es así?— ella asiente aún escondida.

— ¿Por qué cree que soy un hada?

— Siempre has parecido una Soledad.

André me sonríe y quiero congelar este momento para recordarlo cuando las cosas caigan en su lugar y yo no tenga cabida en sus vidas nuevamente.

Sé que él puede leer mi expresión ya que busca mi mano sobre la mesa y yo dejo que la tome. Me acaricia suavemente con su pulgar y el calor sube hasta posicionarse en mi pecho.

No quiero que este momento acabe. A pesar de que sé que es solo una ilusión. Pero aunque acabe en un segundo, quiero atesorarlo mientras dure. Aunque solo sean unas horas más.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro