Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Miro a mi alrededor buscando algo que me diga que esto es una pesadilla. No sería la primera vez que él se materializa en un muy mal sueño. Per no podría estar soñando si todos los demás no los había visto hasta hoy.

¡Necesito salir de aquí!

Busco inconscientemente la salida de emergencia, pero esta se encuentra demasiado lejos como para correr hacia ella y huir. Aunque la idea de intentarlo me tienta mucho más que la de enfrentarlo frente a todos.

Los ojos de André están sobre mi y casi no parpadea. Sé que podría reconocerlos en cualquier lugar del mundo. No hay otro par que me genere el mismo terror.

Son de un singular color verde selva que, si estás lo suficientemente cerca, puedes reflejarte en ellos. Su forma almendrada hace que sea imposible pasarlos por alto. Más aún cuando me mira como lo hace en estos momentos, como si pudiera leer mi alma con ellos.

Y yo. Yo no tengo dónde esconderme.

El tiempo a nuestro alrededor ha disminuido su velocidad y puedo permitirme admirar cómo el estupor en su rostro se diluye poco a poco siendo reemplazado por otra cosa.

Algo que, si de mí dependiera, no tendría que presenciar ni en un millón de años.

No estoy preparada.

Aún no.

- ¡¿Qué haces aquí?! - su voz suena igual a como la recuerdo, solo que esta vez su tono es uno que jamás uso para dirigiese a mí -. ¿Tú? ¿Pero qué...? ¿Soledad?

Sus palabras salen atropelladas y da y a mirada a su alrededor buscando respuestas, pero nadie las tiene. Nadie entiende que es lo que está pasando.

Yo retrocedo por instinto cuando intenta llegar a mi pero los chicos se lo impiden. Mi cuerpo reacciona por cuenta propia chocando con alguien a quien no puedo ver. No me atrevo a quitar los ojos del hombre que tantas veces me quito el sueño. El mismo que me mira con una expresión de dolor al ver que no lo quiero cerca.

-¿Qué haces tú aquí? - le pregunto de vuelta sin la convicción con la que escuché esas palabras en mi cabeza.

Él parece no entender mi idioma porque pestañea varias veces antes de contestar. André está tan confundido como yo y lo sé.

- ¡¿Qué qué hago aquí?! Aquí trabajo, Soledad. ¡Hace más de dos años!

Mi boca se curva sola en una sonrisa que no contiene felicidad. La ironía se ha apoderado de mi cara y mi cerebro aún se niega a creer que es él a quien estoy viendo.

-Eso no puede ser verdad... Es imposible... Ella no te contrataría. ¡Me lo habría dicho! ¡Estás mintiendo!

-¡Oh no! Nada de eso. Es la verdad - se defiende rápidamente e intenta llegar a mí nuevamente, pero los chicos se vuelven a interponer. Él se detiene con obvia frustración, aunque todos estamos claros de que si decidiera apartarlos, no tendría muchos problemas -. Pregúntales.

Miro al joven Javier, quien mira en mi dirección por sobre el hombro y confirma que es cierto.

No lo puedo creer.

-¿Tú qué estás haciendo aquí, Soledad? - termina preguntando sin la furia de la primera vez. Sus labios gruesos forman una fea mueca, como si estuviera mordiendo su mejilla por dentro a la espera de que al fin pueda contestar algo que todos queremos saber.

Pero ¿qué es lo que diré? ¿Sé siquiera lo que haré ahora que él está aquí?

Ni siquiera puedo desviar la mirada de la suya, y esta me quema sin piedad.

-Eso no es de tu incumbencia.

-¡Debes estar bromeando! - declara llevándose las manos a la cabeza sin creer lo que acaba de escuchar -. Claro que me incumbe. ¡Es obvio que me incumbe, Soledad! -. Termina por gritar otra vez.

Todos se miran entre sí o buscan hacer contacto visual conmigo, pero yo los evito sin miramientos.

Cierro mis ojos un momento y busco en mi interior algo que me dé la convicción que necesito. Mi armadura emocional está muy débil como para tener que usarla con él. Bastaría muy poco para quebrarme frente a todos si eso es lo que él se propone.

Debo enfrentarlo.

Tengo que hacerlo.

-Esto no tiene nada que ver contigo, André. En serio - respondo con la máscara puesta, a pesar de que lo único que quiero es salir corriendo de este lugar -. O sigues creyendo que el mundo gira en torno a ti.

- ¿Entonces?

-Si hubieras estado aquí hace una hora atrás, te habrías enterado -George, que había estado en silencio a mi lado, decide intervenir. Y si las miradas mataran, él habría caído muerto de varios tiros propinados por el alto moreno que tenemos en frente -. Pero tú llegas a la hora que quieres, ¿no?

El guapo moreno se endereza en toda su altura, y desde aquí noto cómo inspira con fuerza.

- Tú ya no trabajas aquí. Pensé que eso había quedado claro - el hombre mayor se adelanta para quedar más cerca y eso hace que deba levantar su rostro para poder enfrentarlo.

- Esa decisión no es tuya George. La única que puede hacerlo es la Chef Flor.

Sin meditarlo, mis ojos comienzan a seguir el contorno de los brazos de André, quien los tiene tensos a medida que los cruza sobre el pecho haciéndose ver más alto aún. Ahora tiene nuevos tatuajes, y no me cuesta reconocer de dónde ha salido la inspiración para el diseño que tiene en la mano. Uno de mis ojos ha sido plasmado en su piel de manera permanente. Además de mis iniciales.

Suspiro comprobando que estaba conteniendo la respiración.

-¿Entonces? ¿Trabajas o no trabajas aquí, André?

El hombre con quien jamás pensé volver a toparme en esta vida da un paso en mi dirección.

- Eso lo debe decidir tu mamá. ¿Ella está?

- No.

Y por eso estamos en esta situación.

-Él fue despedido, Señora - el chef francés me susurra muy cerca de mi oído y la mirada más intensa del mundo se cierne sobre nosotros.

Entiendo que esto es algo de lo que me tendré que encargar de inmediato.

De todos los alumnos de mi madre, tenía que traer aquí al único que podría arruinar todo mi mundo, otra vez.

Necesito un cigarrillo y algo fuerte que despeje mi mente, ya que todo lo que hay ahí son un par de ojos verdes sobre una piel color caramelo.

- ¡¿Ustedes se conocen?! - la voz de Camille me saca de golpe de mis pensamientos, solo para darme cuenta de que lo que para mí ha ido en cámara lenta, para el resto solo han sido segundos. La cara de la cocinera se divide entre la sorpresa y el asco, pero no es a mí a quien interpela -. ¿Hasta qué punto fuiste capaz de llegar por conservar el puesto? ¿Te acostaste con esta?

Muy bien, no esperaba eso tan pronto.

- Esta y él fuimos compañeros de clase hace mucho tiempo - aclaro las dudas de la rubia reprimiendo mis ganas de zarandearla por lo que acaba de decir.

- Fuimos más que eso, Soledad - interviene con cara de fastidio absoluto el chef más guapo que ha podido existir jamás.

Mis mejillas me traicionan y siento como el color se apodera de mi rostro sin poder hacer nada para evitarlo.

Camille no sabe qué contestar, busca mi mirada, pero el único pensamiento que tengo hacia ella es algo desagradable.

Definitivamente, no seremos amigas ni en un millón de años.

-Deberíamos entrar y resolver esto ¿Sí?- el tacto de George en mi espalda me sobresalta. Pero es lo que necesito para volver completamente.

- Sí.

Me giro sin esperar a que me sigan.

-¡Tú te quedas! Haz lo que te corresponde como Sous chef y ve que todo funcione - la voz del francés me avisa que se ha quedado rezagado para evitar que haya más de tres en mi oficina -. ¿Puedes hacer tu trabajo Camille?

Solo escucho su bufido y un chasquido de mantel en el aire, una palabra que creo es francés y la cocina vuelve a la vida.

Me concentro en el sonido de mis tacones, para regularizar mi respiración antes de quedar a solas con ellos, pero la oficina queda muy cerca como para que lo logré.

-Pueden tomar asiento y cerrar la puerta - digo mientras yo hago lo propio del otro lado del escritorio.

George lo hace rápidamente, mientras que André se toma todo el tiempo posible mientras me estudia de pie a cabeza sin inmutarse de que hay otra persona además de nosotros en la oficina.

- Te ves diferente Soledad.

¡Maldición!

¿Por qué mi nombre debe sonar así cuando el lo dice?

Esto será muy difícil.

- Ah ¿si?

- Sí, adoptaste el estilo de tu madre. Te queda bien. Bueno, a ti todo te quedaría bien - y a medida que habla su voz se va apagando y termina de negar un segundo en el que al terminar me mira directamente otra vez -. ¿Hace cuánto fue la última vez que te vi? - ladea el rostro como si recordara, cuando ambos sabemos que me está tomando el pelo. El sabe perfectamente hace cuánto tiempo fue -. Han pasado cuánto... ¿Tres o cuatro años talvez?

- Más de cuatro y tú. Tu te ves igual. No has cambiado nada - miento descaradamente, por qué es obvio que en mis recuerdos no se veía tan endemoniadamente atractivo.

Pasa una mano por el cabello de manera descuidada y se relame los labios sin cortar nuestro contacto visual.

A simple vista sería la definición de la tranquilidad, muy distinto a lo todos vieron en la cocina.

Pero a mí no me engaña, se que es una bomba atómica a punto de estallar. Solo pido que por favor George no nos deje solos.

Mi corazón no se ha relajado ni un poco y su impresionante presencia solo hace que se acelere aún más. Tiene el cabello ondulado mucho más largo de lo que recuerdo, es un castaño tan oscuro como sus pupilas. Y es obvio que nunca abandonó los deportes.

Todo en el inspira seducción y peligro. Pero aún así una parte muy escondida de mi, estaría feliz de poder ver de cera todos y cada uno de sus nuevos tatuajes. Los dibujaría y guardaría junto al resto que tengo de él. Podría hacer una exposición con todos ellos.

- ¿Y bien? - mi pregunta corta el silencio.

André niega a medida que toma asiento. Se acerca lo suficiente como para que sus manos recaigan sobre el escritorio.

- Eso debería preguntar yo. No tu Soledad.

- Ahora yo soy tu jefa André.

El moreno se lleva la mano a la cara para esconder su sonrisa de mi, George bufa antes su falta de seriedad.

- Cuando te fuiste no eras mi jefa. Y digamos que yo me quedé en ese punto de la historia.

- Vamos muchacho, ya tendrán tiempo para conversar - alega el francés, pero ni André ni yo hacemos caso a lo que dice.

-¿No podías llamar al menos?

-¿Para qué te llamaría? No tenía nada que decirte - río nerviosa.

Nadie te prepara para ver al que alguna vez fue alguien tan importante para ti, así nada más.

-Te busqué por todas partes... incluso fui a la policía -responde ahora con tono dolido que acrecienta la velocidad con la que mi pecho palpita -. Tu madre debió decirtelo. Yo te busque.

La verdad, sí lo hizo. Fui yo, la que no quiso escuchar.

-¿Y para qué me buscabas? No habrías cambiado nada - y creo decirlo en serio.

George aclara la voz para recordarnos que él aún sigue aquí, pero André lo fulmina con la mirada un segundo y luego se dirige hacia mi otra vez.

-¡Vivíamos juntos, maldita sea! Eso debió importarte un poco al menos - grita sin importar que no estamos solos.

-¿Y a ti sí te importo?

-No sé qué me quieres decir con eso - André se reclina hasta chocar su espalda con el respaldo de la silla y por su expresión,por poco me convence con su desconcierto.

-No tengo tiempo para esto André.

Su risa me da un escalofrío que hace tiritar mi cuerpo por completo, pero no está riendo de verdad. Su mirada se ha vuelto escalofriante.

- ¿Y para que tienes tiempo si se puede saber?

-¡Muchacho, ya basta! Estamos aquí para ver tu situación. Deberías ser consciente de que te has quedado sin trabajo - George golpea mi escritorio de manera suave, solo para tener nuestra completa atención, y lo consigue -. Muestra un poco de arrepentimiento al menos.

-Viejo tu estás aquí por mera formalidad. Así que si quieres te puedes ir.

-Ambos están aquí por qué así lo quiero André.

Este último se queda en silencio un segundo, pero no puedo cantar victoria tan pronto. No me zafare de él, de eso estoy segura.

- Hablaremos de mi ¿Está bien?. Pero antes de eso. Necesito respuestas.

- No.

- ¿No? ¿Solo así?

Cierro mis ojos un momento y dirijo toda mi atención hacia el hombre mayor que nos acompaña. Ignorando por completo al sujeto de ojos hermosos.

- George explícame por qué lo despidieron. Mi madre no menciono nada al respecto. Y tampoco Cristián. ¿Por qué?

- Fue algo que decidimos como equipo.

- ¡Esas son mierdas!

- ¡No son mierdas cuando nos afectan a todos!

- George, explícame la situación y tú ya podrás hablar - André entiende de inmediato lo que pretendo, y se acerca todo lo que le deja su posición, no sin antes sisear casi en la cara de George.

Sería tan fácil propinarle una bofetada desde aquí, pero no me engaño.

Yo no haría eso.

Mis dedos aún recuerdan la textura de su piel y la suavidad de su cabello.

Ambos me miran, pero solo André sonríe un poco. Debe saber que estoy imaginando muchas cosas por las que podrían haberlo echado de aquí.

Y realmente ninguna me sorprendería realmente.

- Dejó su puesto de trabajo abandonado, sin avisar. Solo se fue así, sin más - la molestia del francés es obvia -. Antes el debía informar a su madre sobre cualquier tipo de permiso, pero ahora yo he estado a cargo y simplemente se marchó. Justo en la hora peak. Dos veces.

El inculpado mira los cuadros de honor de mi madre como si eso fuera más relevante que nuestra conversación, y desde aquí veo cómo entorna los ojos cuando el mayor de nosotros vuelve a hablar.

-En la cocina, lo más importante es la lealtad y la confianza en el equipo. No podemos trabajar con miedo a que alguien falle; cada parte es fundamental.

- Entiendo. Pero no fue mi madre quien lo despidió - declaro sin apartar mis ojos de esos rizos que con gusto enredaría mis dedos, aprovechando la oportunidad de que el moreno de ojos verdes no me está viendo.

Sería tan sencillo acabar con todo esto.

Podría simplemente respaldar al equipo de cocina y él estaría afuera.

-¿Puedes comprometerte a no abandonar de esa manera otra vez? - mi pregunta capta su atención de manera violenta y podría creer que su rostro se ilumina con mi pregunta.

Solo espero no estar cavando mi propia tumba.

-Puedes estar segura de que no lo haré. A ti no te abandonaría.

Me obligo a no abrir la boca. Pero los músculos de mi quijada me duelen por el esfuerzo. Las pulsaciones que jamás se tranquilizaron en mi pecho ahora están a un paso de dejarme sorda.

-Bien... - mi voz suena débily me debo obligar a tragar, la saliva que no sabía se había juntado en mi boca.

- ¿Solo así? - pregunta el del acento francés.

Los miro a ambos y entiendo que los límites debo ponerlos de inmediato. Para que el mayor de nosotros sepa que me estoy tomando en serio mi cargo. Y para que André entienda que ya no es el santo de mi devoción.

-Sí, solo así. Y como ya se habrá dado cuenta George, André ya me conoce. Sabe que puedo ser muy drástica cuando debo tomar decisiones difíciles. Él no tentara su suerte si soy yo quien le da las cartas.

George se ha quedado un minuto más mirándome, se ve sorprendido.

En cambio, el moreno solo asiente con una sonrisa triste.

Pero está dura el momento en el que la puerta es abierta y el joven Javier se asoma. Realmente no sé si ha tocado, pero aquí al parecer más cosas funcionan con reglas propias.

- Disculpe Señora. Chef, ya estamos cerca de la hora punta, lo necesitamos para los ajustes del menú.

Me alegro de no ver a Camille; el joven se disculpa con una tímida sonrisa que empequeñece sus ojos. Yo no se la devuelvo, no podría, sabiendo que hay alguien que me estudia ya sin importar quien más se encuentre en la habitación.

- No te preocupes, ya hemos terminado. Se pueden retirar, yo tengo mucho que hacer.

Ambos piden permiso y se levantan, giro mi silla para no tener que verlos salir. Aún no he controlado mi desbocado corazón, y si no tengo cuidado, saldrá de mi pecho corriendo a las manos de la única persona que puede destruirlo.

- Viejo, serán solo diez minutos, hay un par de temas que debo hablar con la nueva jefa.

Miro por sobre mi hombro para ver qué ocurre, pero el pánico se apodera de mí al ver salir solo al francés de mi oficina.

Ahora, sin un árbitro entre nosotros, necesitaré todo mi autocontrol para mantener las cosas tal y cómo estaban hace un par de horas atrás.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro