Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 15

Nunca pensé que esto sucedería así.

Cuando volví a Santiago sabía que en algún momento me enfrentaría a André y todo lo que había dejado.

Pero nunca pensé que fuera tan pronto. Menos de esta manera.

Aún me estoy adaptando a esta nueva realidad y siento una inestabilidad constante. Más cuando veo el rumbo que tomaron las cosas sin mí aquí.

Yo jamás le habría deseado el mal ni a ella ni a André. Es más, todo lo hice para que fueran felices. Formarán una familia y al fin André hiciera lo que nunca logro conmigo.

Madurar.

Debo decir que jamás pude poner límites en nuestra relación. Yo aceptaba toda las estupideces que él hacía. Perdonaba todo. A él solo le bastaba besarme y decirme que me amaba para que todo quedará en el olvido.

Yo creía que así era el amor. Devastador, doloroso y muchas veces desigual.

Cuando lo ví en el restaurant sentí mi mundo desarmarse y la clara verdad. No habría nada que pudiera arrancar lo que sentía por él.

No importa lo que me hubiera hecho.

No importa el dolor que me causo.

Y es esa la verdad con la que debo luchar. No puedo permitir que vuelva a tener ese control sobre mi.

Aunque sea quien hace sentir que mi corazón sirve para algo más que para bombear sangre.

Quien me hace sentir viva.

Pero también me hizo querer no estarlo.

— No pensé que estarías con ella — su voz me hace buscarlo. Sonríe desde la puerta de la sala donde trae mi vaso y una cerveza—. Ella suele ser muy tímida.

Su sonrisa se ilumina al hablar de la pequeña. Ese simple gesto hace que se vea aún más guapo, si es que eso se puede. Me aclaro la garganta e intento parecer normal. Me cuesta aligerar mi mente cuando se propone hacerme sentir miserable.

— Es adorable... se parece mucho a ti.

— Sí, la mayoría piensa lo mismo — me mira como siempre lo hace, como si me estudiara. No lo culpo yo hago lo mismo.

Se ve muy cómodo, y quiero creer que es así. Que podremos hablar y no estallara una bomba nuclear en su sala.

Yo en cambio siento que estoy emitiendo radiación. Estoy muy nerviosa.

Se acerca lo que creo son los segundos más largos de mi vida, no tiene nada que envidiar a un modelo de revista. Y por más que quise engañarme pensando que solo era su físico lo que me atraía de él. Descubrí que un cuerpo perfecto no lo es todo.

Benjamin podría decirse es tan guapo como André, pero yo nunca he querido morderlo mientras me habla de cosas triviales.

Cómo está pasando ahora.

Espera ¿Que?

— Es lo más importante en mi vida ahora — su voz corta el trance momentáneo y desvío la mirada a cualquier cosa que no sea él.

No me mira cuando toma asiento a mi lado. Yo tampoco lo hago.

No puedo, me da miedo que pueda leer lo que pasa conmigo en este instante.

Mi corazón se aprieta un poco más con su cercanía.

— Vaya...

— ¿Que?

— Nada... olvídalo... Pero ¿Es por esto que casi quedas sin trabajo en el restaurant? — no podría preguntar esto si lo estuviera mirando. Yo pensé en muchas cosas menos en esto.

Me aclaro la garganta, un pensamiento casi se me atora en la garganta.

— Sí.

— ¿Que paso?

— Tina desde que nació solo me ha tenido a mi y a Angelina... Bueno eso ya lo sabes. La cosa es que nos turnamos para cuidarla. Pero yo soy su padre... y todo lo que pase con ella es mi responsabilidad.

El se acomoda subiendo una pierna al sillón, queda viéndome directamente. Me entrega el vaso y deja su mano en mi rodilla. El calor se propaga desde ahí y casi me debo obligar a concentrarme en la conversación que estamos llevando.

No quito su mano.

Lo insito a seguir, quiero que me cuente. Lo que sea para centrarme en el presente. Uno muy complicado.

— Bueno... — él continúa —. No ha sido facil... Una vez tuvo fiebre y tuve que salir corriendo a la guardería para llevarla al hospital — me cuesta ver a este hombre en esa faceta, pero no comento nada al respecto—. Angelina me ayuda, pero ella entro hace poco a la universidad y  ya no tiene tanto tiempo como antes.

— ¿Mi madre sabe sobre esto?

Claro que debe saberlo, por eso su insistencia en que debía hablar con André. Ella me conoce y sabía que con un tema como este sería sencillo convencerme de no echar a su mejor cocinero.

Tomo un poco de agua y espero. Casi aguanto la respiración mientras contesta.

— Sí, ella lo supo desde que llegué a trabajar a Flores. Llevo ahí dos años recuerdas — él se estira en su sillón y pasa ambos brazos por detrás de la cabeza. Al estirarse se ve muy grande para su propio sillón —. Solo accedió a darme trabajo cuando le revele que era padre. Ella también me odiaba.

Mi corazón se alivia un poco, al saber que después de todo no fue un plan maquiavélico de ella para juntarnos. Esa idea me atormentaba.

— Ella quería que habláramos. En el fondo te aprecia.

— Lo sé. Pero cuando tú te fuiste, fue al primer lugar donde te busque. Ella me echo casi a patadas. Tu padrastro intervino y evitó que llamara a la policía.

Lo miro y él parece que me estuviera contando otra cosa, ¿porqué se ríe?

— ¡¿Mi padrastro?!... Rafael, ¿el mismo que vimos hoy? Pero si él te odiaba.

— Bueno creo que no tanto como tú mamá en ese momento. Y ahora los entiendo después de todo. Tu eres su hija. Y yo te hice mucho daño.

Mientras le entrego el vaso vacío lo veo de cerca, se ve cansado. Y no es para menos deben ser cerca de las cinco de la mañana.

— Mi madre no supo dónde estaba hasta mucho después. Era obvio que estuviera preocupada — para empezar no tenía teléfono —. Se debe haber descargado contigo. Pero es cierto que ella te aprecia.

— Puede ser muy dura cuando quiere. Se cómo es.

— Se negó a echarte cuando se lo pedí.

— ¡¿Se lo pediste?! — me pregunta a muy poca distancia y yo asiento a punto de reír.

Su rostro debe verse como el mío sin maquillaje. Está agotado.

— Me sorprendí mucho cuando te ví. Eras la persona que menos quería ver y... ahí estabas. Bueno pero eso ya está resuelto ¿no?

— Claro, y dentro de poco volverás a ser mi jefa. Admito que alguna vez tuve esa fantasía.

Muy bien, momento incómodo número mil y ni siquiera llevo una hora aquí. Bueno tal vez si ya llevo más tiempo que ese.

— Creo que... tal vez debería....

— ¡No!

— ¿No? No creerás que me quedaré a dormir aquí. ¿O sí?

La verdad me causa gracia que este tan preocupado, vivo a dos pisos y mañana si o si nos veremos en el trabajo.

— No quiero que te vayas.

— Pero no puedo quedarme.

— ¿Por qué no?... — su voz se apaga a medio camino. Hace tan poco se veía feliz. Y yo me sentí feliz también.

No quiero irme. Pero quedarme solo complicará más cosas.

— ¿Aún crees que soy un maldito?... — se acerca y puedo tener para mi sola el verde más hermoso que he visto en la vida. No cierro los ojos solo porque quiero verlo un poco más —. ¿Me odias?

— Lo pensé en su momento... Pero ya ha pasado mucho tiempo...

— No quiero que te vayas — pega su frente a la mía y dejo que su aroma me envuelva. Ya no creo tener la misma convicción. Con él tan cerca —. No quiero volver a retroceder.

¿Retroceder?

— Retroceder... ¿crees que esto es avanzar...?— acaricio su rostro y siento su piel áspera por la insipiente barba.

— Nadie tiene por qué saberlo...

— Que conveniente.

— ¿Cómo?

Paso de la comodidad en la que me logro envolver a sentir que se eriza todo mi bello. Eso ya lo ha dicho antes. No aquí ni ahora. Pero ya había caído con eso antes.

—Sabes esto es mi culpa...

— ¿De que hablas?

— De todo esto. André... yo tengo una vida ahora igual que tú.

— Lo sé.

Me alejo de él y busco mi bolso. Debo volver a mi departamento. Me grito internamente por haber flaqueado con tan poco.

Debo poner distancia lo antes posible. Esto no puede ser y no será.

— Yo también me equivoqué, y... creo que esto no tiene sentido, yo solo debo irme— Me cuesta demasiado decir aquello —. No puedo André. Lo siento.

— ¡¿Dime en qué te equivocaste tu?! — prácticamente ya estaba llegando a la puerta cuando me agarra lo sufientemente fuerte como para que me duela pero me suelta de inmediato.

— No debí irme André — le respondo mirándolo directo a los ojos.

—¿Crees que yo no lo hubiera hecho? — mantiene la mirada hasta que entiende que no conseguirá ganar está vez.

Se tapa el rostro un segundo y cuando puedo verlo de  nuevo ya no hay enojo. Solo veo a un André perdido.

Busca mi mirada y nos encontramos.

— Yo fui un completo imbécil... y estoy pagando por eso, lo he hecho desde que me dejaste — no sé que esperaba escuchar este estúpido corazón. Pero no sé ha sentido como pensé que se sentiría —. Todo se fue al carajo desde ese día.

Y las veces que lo imaginaba diciendo todo esto yo me sentía realizada. Mi venganza involuntaria se había realizado. Pero siempre estaba la parte que lo amaba y pedía que por favor eso no se cumpliera.

— André tener un hijo no es tan terrible... bueno es lo que yo pienso. ¿Recuerdas...? — me callo.

Aún duele como si estuviera pasando ahora.

— ¿Que nunca te embarazarse? Sí. Lo recuerdo.

El sonríe pero sus ojos no, se limpia con fuerza la lágrima que cae por su mejilla.

— Solo no te vayas... te necesito un poco más... — baja la cabeza cuando termina.

Ninguno de los dos ganará está noche.

Lo guío hasta el sillón donde antes estuvimos sentado y cuando lo miro me doy cuenta que está a un paso de romperse.

No lo soporto. Han pasado años y es como si nunca nos hubiéramos separado.

Me acerco sin darme cuenta de lo que hago y lo obligó a sentarse. Yo me subo a horcajadas en sus piernas y dejo que me abrace.

Él lo hace de inmediato y se deja llevar por la tristeza que lo embarga. Llora y sus brazos me aprietan como si mi pecho fuera la cura para su dolor. 

— No quiero que te vayas... otra vez— sus palabras suenan ahogadas por estar pegado a mi y el llanto que al parecer venía hace mucho guardando.

No le respondo nada, solo lo acaricio. No me molesta ser yo quien lo consuela, me siento bien siendo quien lo hace.

Me acomoda hasta que quedamos estirados sobre su sillón, él pasa su brazo por debajo de mi cabeza y me pega a su pecho. Si calor me envuelve como tantas veces quise. Entre caricias y susurros me pide un par de veces más que no me vaya.

Y no lo hago. Me quedo hasta que siento se ha dormido. Analizó la idea de dejarlo aquí y volver a mi departamento.

Pero prefiero ser egoísta y tenerlo para mí un momento más. En unas horas más veré como resolveré esto. Pero no ahora. Ahora quiero estar aquí.

Y así lo hago.

......

Siento un pequeño agarre en mi espalda, me niego a volver de un sueño tan acogedor. Hace mucho que no dormía tan bien.

Mi almohada comienza a moverse hasta que mi cabeza cae sobre el sillón. Aún no estoy totalmente despierta cuando veo donde estoy.

Y las imágenes llegan en cascada.

— Papi baño... Papi... ya — una vocecita me intenta traer de vuelta.

— Voy — André me acomoda para que no me caiga del sillón y siga durmiendo. Pero no lo consigue.

Ahora estoy totalmente despierta.

La pequeña Valentina me mira con su pijamita de conejito rosa. Es lo más tierno que he visto.

Su padre la acompaña de inmediato a lo que creo es el baño. Ella parece más dormida que despierta.

André me sonríe cuando me sorprende mirándolos por el pasillo.

Cuando ambos salen de mi campo visual busco mi bolso y saco mi teléfono, compruebo queda poco para las siete de la mañana. Hay mínimo unos cien mensajes esperando por mi.

Varios de Karina preguntando dónde me he metido, otros de mi mamá preguntando si estoy bien y muchos otros de Benjamin.

El último fue a eso de las doce dónde preguntaba si le había dormido y que me extraña. Cómo el resto de sus mensajes siempre me pide que no lo olvide.

He evitado sus mensajes con las mismas excusas de siempre. Que estoy muy ocupada con todo lo que debo hacer aquí, o que no he tenido mi teléfono conmigo. Solo mentiras.

Por qué la verdad es que no he querido responder. No me siento capaz de devolver el amor que el siempre me ha brindado sin pedir nada a cambio. Me hace sentir tan culpable el hecho de no ser sincera con él.

No merece esto.

— Debe estar preocupado por ti — oculto inmediatamente el teléfono, me había quedado viendo su fotografía y no sentí a André llegar.

El rie con mi actuar. Sabe exactamente lo que hago. Y una vergüenza desplaza la culpa de inmediato.

— Sí — evitó mirarlo —. Debería irme.

— ¿Estás segura?

Se sienta junto a mi y toma mi mano como si no hubiera visto que veía la fotografía de alguien más cuando acabo de despertar junto a él —. Podría hacer algo de comer ¿si quieres?

Su contacto es cálido y tan familiar. Podría aceptar y complicar más las cosas. Pero al fin mi cerebro ha despertado y toma el control.

Niego en silencio y el debe saber que no habrá caso con insistir.

— Debo alistarme, hay que trabajar ¿Recuerdas? — corto nuestro contacto y guardo el teléfono en mi pequeño bolso —. Nos veremos de todos modos.

— Al menos me dirás que piensas.

— ¿Estás seguro de que quieres saber? — yo no sé si estoy segura de lo que pasa conmigo. Mucho menos expresarlo con palabras. Sé que no podré.

— Es lo que más quiero. Desde que te fuiste es lo único que he querido saber. ¿Me odias?

¿Lo hago?

La respuesta es sí. Lo odie. Y por mucho tiempo lo odie. Odie lo que hizo. La odie a ella también. Y me odie a mi misma por no haber sido suficiente

— Sí, lo hice — mi respuesta sale casi como un susurro.

Me arrepiento de inmediato.

Tarda un momento en reaccionar. Se tira hacia atrás y  tapa el rostro con ambas manos. Me duele verlo así.

Pero es cierto. Y la verdad duele. Eso también es cierto.

El silencio por primera vez se vuelve incómodo entre nosotros. O es que nunca tuvimos que enfrentarnos a nosotros mismos de alguna manera. Es fácil estar en silencio cuando no se quieren tocar temas delicados.

No sé que mas hacer aquí. Y ya no veo motivo para quedarme.

El aire se vuelve denso y me cuesta tragarlo.

Paso por su lado y alcanzo a llegar a la puerta cuando ya me ha alcanzado. Sus ojos se ven rojos. Aún se ve agotado y triste.

Pero no puedo ayudarlo de ninguna manera. Ni si quiera puedo con lo que pasa conmigo.

— Me perdonarias si te digo que nunca te pude olvidar.

Una electricidad incómoda se proyecta desde mi pecho y este empieza a doler. Mi corazón que suele volverse una piedra molesta, pesa demasiado y no me deja respirar bien.

— Yo tampoco lo hice.

— Lo sé.

Me suelta y entiendo que ya puedo irme sin que me siga. No debería hacerlo. Las cosas ya están en un punto que no tendrán un retorno para nosotros.

No vuelvo a mirarlo, no soy capaz sin tener que romperme yo misma en el intento.

El pasillo hasta el ascensor se ve demasiado largo y no es hasta que estoy dentro del cubo de metal que dejo que mi dolor salga. Me quito las lágrimas con fuerza y aprieto el botón.

Solo son dos pisos y parece que hubiera caminado toda la noche para llegar aquí.

Mi hogar se siente vacío y frío. A medio desempacar. Todas las cajas arrumbadas y mucho plástico por todos lados.

Es mi recordatorio que esto será momentáneo. Y que no debo sentirme cómoda porque pronto volveré a mi lugar. Con mis gatos y Benjamin si es que aún puede estar conmigo luego de contarle todo lo que ha pasado este último tiempo.

No sé cómo haré para abordar esto, él ni siquiera sabe que André existe. Jamás me atreví a hablar de él por miedo a que pudiera ver lo mucho que me afectaba. Más aún cuando no había pasado tanto tiempo y el solo hecho de mencionarlo me hacía llorar.

Cuando tenía pesadillas siempre inventaba algo para no decir lo que realmente había ahí.

Creo que nunca lo he dicho en voz alta. No siquiera a mi madre. Es algo que oculte en mi interior y lleva años en descomposición, pudriendo poco a poco todo lo bueno que había en mi.

Mis lágrimas vuelven a caer y está vez las dejo ahogarme. Al menos eso me ayudara para comenzar el día en paz.

Primero conmigo y luego con el resto del mundo.

No puedo perderme otra vez.

Y ya estamos a sábado.















Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro