Capitulo 13
— Su maldito sexto sentido — Karina se me acerca lo suficiente para que solo yo la escuché.
No soy capaz de contestar nada más que una sonrisa incómoda.
Todos parecen inquietos con la presencia del nuevo integrante. A él parece no molestarle ya que ni se inmuta en ocultar que está pendiente de cada uno de mis movimientos.
— Podrían haberme invitado ¿No creen?
Aunque la pregunta la hace para todos, solo me mira a mi.
Con Karina nos ubicamos en los sillones que están frente a los chicos y por primera vez en la vida agradezco haber escogido el atuendo que llevo. Son jean altos y un top brillante. No hay nada que el ojiverde pueda ver desde su posición y me puedo cruzar de piernas.
— Sabemos que no te gustan estos lugares André — lo intercepta la persona menos esperada "Camille".
— Nadie me preguntó.
— Antes lo hacíamos ¿recuerdas? — el joven Javier intenta parecer relajado mientras hace señas para que la mesera nos tome la orden.
— No — su respuesta es inmediata y con el sobresalto lo miro solo un segundo a los ojos, tiene una sonrisa que me da escalofríos —. No lo hicieron.
— Pero ya estás aquí, ¿No? — él chef Luis que habla un español bastante enredado le golpea la espalda en un gesto amistoso, André lo recibe de buena manera.
Para mí sorpresa.
— Exacto, ya estoy aquí.
Frente a mis ojos comienza una conversación entre ellos que no alcanzo a escuchar, solo veo negar lentamente a Karina y eso me preocupa.
— ¿Pasa algo?
— Sí — se gira en mi direccion y yo asiento de inmediato —. Debes prometer que nada de lo que veas aquí puede llegar a oídos de tu madre.
— No seré una soplona.
Ella ríe ante mi intento de defenderme.
— Creeme pueden pasar cosas que ella no debería saber.
Me apunta con el mentón a los chicos y estos intercambian una bolsa plástica con lo que creo son pastillas de colores.
— Entiendo. No te preocupes.
Yo no diría nada de todas maneras, mi madre la ha pasado muy mal con las adicciones de mi hermano y entiendo que no vería con buenos ojos que sus trabajadores tengan este tipo de actividades, aunque sea fuera del restorant.
— Déjenme una — Karina se estira hasta que llega al portador de las pastillas.
El joven Javier se mete una bajo la lengua y sin cuidado le alcanza la droga a la peli morado.
— André ¿tu no quieres?
No sé si ha sido el mismo Javier quien se lo pregunta, pero yo solo puedo pensar en que si André accede quizás deba huir de aquí muy rápido.
No sé manejarlo estando en sus cinco sentidos, menos podré hacerlo si está bajo los efecto de esa cosa.
— No lo necesito, puedo divertirme sin eso — este sonríe y hacemos contacto visual sin querer otra vez.
Debo admitir que estaba casi segura que accedería, pero su negativa ha hecho que mi corazón se relaje.
— Deberíamos volver a bailar, ¿no creen? — Karina se golpea las rodillas con ambas palmas y se pone de pie. Me ayuda a levantarme del sillon como si tuviera dificultades para hacerlo. No los tengo, he bebido el mismo mojito que ya tiene los hielos deshechos.
— Las acompaño.
Ambas nos damos vuelta a mirarlo, ahora sí es inevitable. André no baila. Nunca lo intento si quiera cuando estuvo conmigo.
— Tu no bailas — lo ataco intentando que desista de su propuesta.
— Todos se equivocan conmigo. Vamos esa canción me gusta.
Thomas grita a nuestras espaldas de la emoción, él si debe llevar varios tragos más que nosotras y otras cosas también. Pasa por el lado junto a Camille que va igual de euforica que él y se pierden en la pista de baile.
La canción que André dijo le gustaba es una que está de moda, muy pop para lo que recuerdo eran sus gustos.
Karina es mi compañera de baile, ella me hace reír con sus pasos desvergonzados, yo intento seguirle el paso, pero la risa no me deja.
Pasan un par de canciones más hasta ella me hace un gesto para que me voltee. Ahí es que compruebo que André no ha estado bailando, solo se ha dedicado a evitar que otros quieran bailar con nosotras.
— ¿La idea no era bailar? — debo ponerme de puntitas para llegar a su oído y hacerme escuchar. El se acerca de inmediato a mi cuerpo, como si me estuviera esperando.
Me rodea con su calor y elimina el espacio entre nosotros. Dejo de ver a Karina cuando volteo, hasta que la localizo. A ella no parece importarle mi ausencia ya que un desconocido ocupa mi lugar de inmediato.
— Mentí, no quería bailar— André me habla muy cerca y rosa mi oreja dándome un escalofrío —. Pero si esto.
A pesar de que la música es muy movida, nosotros no vamos al son, estamos muy juntos y el nos mese como si estuviéramos bailando otra cosa. Entrelaza sus dedos con los míos y los pega a su pecho. No ha quitado su mano de la zona baja de mi espalda.
— Pensé que estabas molesto.
— Lo estoy y mucho.
— No pareces muy molesto conmigo aquí.
Su risa no la escucho pero con nuestra cercanía la vibración pasa a mi pecho también.
—¿Que es tan gracioso?
— Tú.
— ¿Yo?
Me alejo para ver si expresión, que con las luces de la discoteca lo hacen parecer que estamos en un sueño.
— Te tengo conmigo ahora — su expresión es la de alguien totalmente confiado.
Este es el André que yo conocí.
Arrogante y seguro.
— Solo por qué estamos bailando... O eso intento — estiró la mano que nos une y doy una vuelta en mi eje. El rie nuevamente.
— Lo intentas muy bien — del mismo agarre me atrae y pega su cuerpo al mío otra vez, me obliga a inclinarme sobre mi espalda dejando descubierto mi cuello por completo.
— No deberías hacer eso — no sé si me escucha a través de la música, pero no tiene intenciones de soltarme.
— ¿Por qué no debería? — continúa ya devolviéndome a mi posición.
No creo que alguno de los chicos este viéndonos, todos están en su mundo y se ven bastante felices. Que suerte la de ellos. Quizá yo también debí tomar una de esas pastillas.
Así podría dejar de pensar una y otra vez lo guapo que es André y lo sofocada que me siento al intentar mantener la mente fria.
— No es correcto.
— ¿No?
No. Claro que no. Yo no seré la chica de una noche. Y estoy más que segura que solo eso conseguiré si seguimos así.
El me sonríe como si esto fuera lo más normal del mundo. Pero no lo es.
— Tengo novio André — lo digo más para centrarme yo misma que para causar alguna reacción en el.
— ¿A ti te importa eso?
No.
Espera ¿Que?
Ahora sí mi corazón amenaza con salirse de mi pecho. Lo tengo a centímetros de mi rostro y lo veo debatirse si continuar.
— Claro que sí — miento.
— Mientes — sabe que miento y no tengo escapatoria.
Si él quisiera besarme lo podría hacer, y yo no puedo pensar en otra cosa que no sea André besándome.
— No sigas... — mi voz se ahoga cuando sus labios tocan mi cuello, no es un simple beso.
— Eres mía — Sus labios tocan otra vez la unión de mi cuello con mi oreja, y ya no escucho nada.
No escucho la música, ni siquiera escucho si mi corazón está latiendo. Cierro los ojos y me intento concentrar.
Esto realmente está pasando.
Cuando abro los ojos lo veo, es él, el mismo chico que me quitaba el aliento y el sueño en las noches. Por quién mi corazón se ha roto de manera irreparable. Y yo solo pienso en que quiero que me vuelva a besar.
— Deberíamos irnos — su voz suena encantadoramente ronca y mi cuerpo solo quiere hacer lo que él me pide.
— André... Eso no... No está bien.
— ¿Porque? Tu lo quieres... Lo sé — su aliento choca nuevamente con mi oído y la electricidad se esparce desde mi pecho a mis estremidades.
Si no me tuviera firme contra el podría caerme, me ha drenado por completo la energía y solo quiero que me lleve de aquí.
Hasta que.
Una imagen de mi despertando sola en la noche, buscando su presencia y no hayandola. Puedo sentir la angustia que me embargaba cada vez que eso pasaba. Dormí tantas noches sola como las que él me acompaño mientras vivíamos juntos.
Es una imagen vieja, antes de que supiera la verdad. Y ya no quiero que me vuelva a besar.
— ¿Vamos entonces? — me mira directamente y a pesar de que es el hombre más atractivo que he visto. Hay algo que empaña su reflejo. Y me hace repelerlo.
Él lo nota.
— No.
Me devuelve a mi postura y es cuando le arrebato mi mano y quitó el brazo que tenía en mi cintura.
Vuelve a tirar de mi a medio camino de dónde me dispongo a ir. No puedo escucharlo ya que estamos muy lejos. Pero tampoco quiero hacerlo. Solo me quito su agarre y vuelvo a caminar.
No veo si me sigue, solo me preocupo de llegar a la zona vip. Al sentarme llamo a la mesera y pido un mojito.
Este si pretendo tomarlo.
— ¿Que ha pasado? — Karina se ve realmente preocupada —. Todos pensaban que se irían juntos si seguían bailando así
— Ese es el problema Karina. Eso no puede pasar.
— ¿Por qué?
— Es una larga historia. Si nos hubiéramos quedado en mi departamento quizá te habría podido contar. Pero... Ahora mismo solo quiero tomar el mojito que acabo de pedir.
Ella pasa de la preocupación a emitir una carcajada.
— Esa si es una buena idea. Ya tendremos tiempo de contar cosas incómodas, por qué tenemos tiempo ¿cierto? — me duele decirle que no pretendo echar raíces en este lugar y que en cuanto pueda volvere a huir.
— Sí — miento.
— Entonces todo estará bien — su rostro alegre se pierde cuando me abraza y mi corazón se comprime como si algo lo comenzará a desgarrar desde a dentro.
Mis ojos se llenan de lágrimas y me refugio en nuestro abrazo. Ella me acaricia la espalda y susurra que todo estará bien.
Ojalá fuera verdad.
— Lo siento. Arruine tu noche...
— Descuida, yo supe que esto pasaría. Pero debía pasar ¿no?
— ¿Que cosa?
— André es un idiota, lo arruina todo. Pero nunca lo habíamos visto como está semana. Si antes lo consideraba un maníaco melancólico. Ahora parece que alguien lo suplantó y trajo a este — me seco el rostro con una servilleta que encuentro en la mesa —. Llevo dos años trabajando con el. Y nunca lo había visto así
— ¿Así?
Ella se tarda un segundo en pensar que palabra ocupará, debe ser el efecto de las pastillas lo que la impide pensar correctamente.
— Siendo así... Mmm... Todo un señor.
— ¿Un señor? — la miro y ella levanta las manos en señal de rendición. Debo entender que simplemente no puede. Ella no puede decirme lo que quiere decir.
— ¿Quien es un señor?
Los chicos ya han vuelto, pero no está André con ellos. Y mi alegría se evapora de inmediato. Si no está con ellos. Y yo estoy aquí.
¿Dónde esta?
Miro a Karina pero está debe estar volando en un mundo al que no llega la señal de mi voz por qué no responde. Solo se recuesta en el sillón y se mira las manos como si hubiera descubierto que las tiene.
— Creo que pediré un taxi — sé que me han escuchado, pero ellos están tan envueltos en sus cosas que solo se despiden con un abrazo mecánico.
Ya deben ser eso de las tres de la mañana y el lugar está atestado, está incluso más lleno que cuando llegamos. Me cuesta bastante pasar por entre los que bailan hasta llegar a la salida más con el piso resbaloso.
No me miento al decir que no busco a André, por qué si lo hago. Más no lo veo por ninguna parte. Serán las luces y la cantidad de personas, pero no lo veo por ningún lugar.
Quiero salir de aquí, por qué si no lo veo sólo en una esquina y lo que veo es a él con alguien así como estuvo conmigo hace poco. No lo soportaré. Suficiente tengo que pensar con todo lo que ha pasado.
Por qué aún no logro que mi corazón deje de saltar cada vez que creo verlo con alguien bailando. Por su tamaño igual es difícil confundirlo. Hay unos que se parecen pero al mirar sus ojos se que no es él.
La noche me recibe cuando ya me he dado por vencida, André se esfumó. Y yo mañana debo trabajar. No puedo quedarme más tiempo. Tengo responsabilidades y ya por la hora, se que lo he hecho otra vez. Dormiré muy poco.
El verano en Santiago es bastante cálido, no es necesario llevar más que lo que llevo para sentirme cómoda. En la costa siempre hay que salir con al menos una chaqueta, las madrugadas son bastante frías.
Ya me quedan pocos pasos para llegar al taxi cuando lo veo.
Está hablando por teléfono, debe haber salido para poder escuchar bien. No alcanzo a escuchar lo que dice pero debe llevar un rato hablando.
Sé que no debería acercarme, pero mis pies caminan solos hasta quedar a pocos pasos de él.
— ¿Se durmió ya? — se lleva una mano a la cabeza como si estuviera preocupado. El no me ve por qué está muy concentrado en la conversación.
— Yo llegaré dentro de poco. Sí, te lo compensare, lo prometo — su sonrisa es encantadora y sea con quién habla lo ha hecho sonreír —. No, no seas tonta eso no pasará.
No he notado que estoy conteniendo la respiración hasta que me duele.
Se despide y guarda el teléfono, se queda un minuto más viendo a la nada hasta que se gira en mi direccion.
No sé que cara debo tener pero ya me cuesta verlo, su imagen se ha nublado y mi garganta se cierra.
— Soledad... — su expresión es de pánico puro.
Lo he descubierto y se siente como la primera vez.
Todo esto es una estupidez.
Debo salir de aquí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro