Capitulo 11
—Sí no te agarras de mí, no iremos a ninguna parte — André se gira y antes de que pueda entender que quiere quita una de mis manos de la parte trasera de la motocicleta y la posiciona en su abdomen.
Debo reprimir una carcajada, y el casco ayuda bastante. Pero de todas maneras hago lo que me pide. Lo rodeo con ambos brazos y reposo suavemente mi cabeza en su espalda.
—¿Estás seguro que podrás concentrarte en el camino así?
—Eso dejamelo a mi. Tú solo no te sueltes ¿Si?
—Lo intentaré.
—Prometelo.
Bufo antes su insistencia, pero aún así asiento con un poco de dificultad por el peso en mi cabeza.
Acomodo mis piernas a sus costados y mi vestido se sube peligrosamente hasta que André lo detiene y aprovecha la oportunidad de acariciar suavemente hasta el borde de la tela hasta mi rodilla, haciendo que el roce de sus dedos lancen suaves ondas eléctricas en todas direcciones. Siendo una parte de mi la más afectada.
Me concentro lo suficiente para no dejar salir un débil gemido y este queda atrapado en mi garganta, dejando una piedritas ahí, que por mas que trate de tragar. No funciona.
Su calor traspasa la tela de su camiseta y me envuelve en un abrazo silencioso donde no hay mas mundo que nosotros.
Cierro los ojos muy fuerte para despertar mi sentido común, pero este se niega ha hacerlo y mis ganas de estar lejos de él se evaporan.
No quisiera ir a ninguna parte, y si nos quedaramos aquí toda la noche, podría decir que sería una de las mejores noches en este último tiempo.
Sin pesadillas ni insomnio. Por qué la razón de mi anhelo está conmigo.
Daría lo que tengo y más por qué todo fuera tan sencillo.
Pero no lo es.
—André...
Quita lentamente su mano de mi pierna y esta lo extraña inmediatamente.
—Perdón.
—¿Porque?
André no me responde de inmediato y en vez de eso enciende la motocicleta. Lo siento debatirse entre si hablar o no.
Hasta que...
—Por no poder ser lo que quieres.
—André...
Todo mi torrente sanguíneo se congela en mis venas y las ganas de llorar me embargan. Me muerdo sin piedad la mejilla para evitarlo y creo conseguirlo hasta que su voz dentro del casco vuelve a aparecer.
—No me hagas caso, y no intentes bajarte si. Agarrate fuerte por favor.
Hago lo que me pide y lo abrazo como solo podría hacerlo en esta posición. Y realmente mi angustia se merma un poco al poder tocarlo con una sana escusa.
André conduce rápido pero ha tomado la ruta más larga y lo que debería haber sido veinte minutos ya va en el doble.
No me habría molestado seguir aferrada a su abdomen por lo que queda de noche y con la buena imaginación que tengo ya me he creado una imagen completa de como se debe ver desnudo, bueno al menos la zona de arriba de su cuerpo.
Esto lo sumo a mis recuerdos más secretos, y me basta con cerrar los ojos para imaginar cómo se debe ver al tenerlo debajo de mi.
Me sonrojo en el instante en que ese pensamiento cruza mi mente y las ganas de reír son muchos más difíciles de disimular.
Al llegar el portero pide la identificación de André y al entregarla ya podemos entrar. Es una casa enorme, con un patio delantero lleno de rosas blancas y pequeños árboles.
Es la casa con la que solo mi madre, gigante y pomposa. Una que prometí nunca más entrar.
Nos estacionamos en el porche y espero a que André me ayude a bajar, él me da la mano cuando ya está en tierra y desvia la mirada para no ver cómo me debo sujetar el vestido al descender.
Me suelta solo para retirar suavemente el casco de mi cabeza y al encontrarnos nuevamente sin ninguna barrera de plástico él me regala una sonrisa tímida.
Yo lo hago también sin pensarlo.
Le extiendo nuevamente mi mano para poner en orden mis tacones, él me obedece sin objetar y desde nuestra unión me acaricia suavemente el dorso enviando descargas cada vez mas fuertes en todas direcciones ahogando lo que se suponía debia decirle.
Intento soltarme al sentir mi rostro más sonrojado que antes pero André se resiste y en vez de devolver mi mano, la lleva a sus labios y la besa suavemente.
—Esto es muy difícil — me dice sin mirar otra cosa que no sea la piel de mi mano.
—¿Que cosa? — le pregunto mientras él continúa con lo que hace un momento más.
—Actuar como si no pudiera tocarte cada vez que te veo.
—Debes entender que no solo debe ser una actuación — le revelo mientras devuelvo la caricia en la mano que nos une —. Debes creerlo.
—Ese es el problema. Siento que no puedo.
Lo miro y descubro que sus mejillas están levemente sonrojadas.
¿Esta avergonzado?
No lo sé. Pero si sé que yo sí lo estoy, me es muy fácil sentirme vulnerable en su presencia, más cuando debería querer alejarme de él y no querer nada de lo que estoy sintiendo en estos momentos.
Pero aqui estoy anhelando que el tiempo se detenga y solo seamos nosotros por un poco más.
Quiero gritarme a mi misma y zarandearme para hacerme entender.
Pero en vez de eso solo puedo sonreír como una estúpida.
Él también lo hace, iluminando para mí la oscura noche.
—¿En algún momento podremos conversar? Digo, hablar en serio. Digo, como antes.
Las comisuras de sus labios tiemblan casi de manera imperceptible y la hermosa sonrisa que antes decoraba su rostros se desvanece lentamente.
—No sé si quiera escucharte André — le digo alejándome un poco, a lo que él asiente despacio.
—Debes hacerlo Soledad. Lo necesitas, yo lo necesito. Ambos, no podemos hacer como que no somos nosotros. No quiero creer que ya no soy nadie para ti.
—Tú no eres nadie André. Tú fuiste la persona más importante para mí, pero ahora ya no somos esos.
—¿Y que somos ahora? — él no me ha soltado y puedo sentir como su cuerpo se está conteniendo, su energía traspasa a mi cuerpo desde nuestra unión.
—Solo somos André y Soledad. Los amigos, no los ex novios. Al menos por está noche.
Su sonrisa se termina de esfumar por completo.
—¿Amigos?
—Si. Eso fuimos también André.
—¿Es lo único que podré obtener de ti?
—A caballo regalado, no se le miran los dientes.
—Eso lo dices por qué tienes pensado irte pronto. Lo sé — y al fin nuestra unión se deshace. Él me deja ver cómo muerde una esquina de su labio y deja de mirarme.
—Está noche no — musitó elevando la voz lo suficiente para que me escuche y me dispongo a subir las escaleras de mi antigua casa. No me quedo a ver si expresión.
—¡No será suficiente para mi! ¿Lo sabes? — me grita desde abajo y al mirar hacia atrás lo veo subir mucho más rápido que yo. En nada ya me alcanza y llega a la puerta —. Pero de todas formas.
Me extiende su mano a lo que yo la recibo y dejo que me acaricie una vez más. No podría decirle que se detenga.
—Lo acepto a tener que sentirte tan lejos otra vez — me revela con una nueva sonrisa encantadora.
La piedrita en mi pecho se disuelve poco a poco hasta romperse por completo y mi voz puede aflojar otra vez.
—Gracias.
Él intenta acercase pero soy más rápida y aprieto el timbre, que como la gran casa que es, la puerta se abre casi de inmediato y Lucía, la mal llamada empleada domestica de mi madre, nos saluda con su añorada efusividad.
Y es hasta que la veo, que mi corazón siente la grieta.
Ella estuvo en mi vida casi tanto como mi madre. Y yo no le he visitado ni una sola vez desde que me fui.
- ¡Niña Sol! - prácticamente grita mi nombre y André se aparta para que pueda recibir su afecto.
Ella nos abraza a ambos por igual, el responde con amabilidad y si se ha incomodado no lo demuestra
- Joven Andrés, siempre es un gusto verlo - la escucho decir con ternura.
Entonces es verdad que ha venido sin mi.
Mi madre lo menciono una infinidad de veces, pero me negué a saber algo que tuviera que ver con él y la felicidad que asumí había conseguido cuando me fui.
Fui egoísta y no quise saber que había conseguido sus planes sin que yo formará parte de ellos.
No quería saber si el era de alguien más.
No tuve el valor.
-¿Quién es señora Lu?... -mi hermano asoma por el pasillo y es hasta que me ve que la pregunta se responde por si misma -. ¡Sole! Y ese es... no pensé que fuera cierto -. Mi hermano me abraza pero no me detengo demasiado ya que me suelta rápido y me toma de los hombros para inspeccionarme.
-¿Qué me ves?
- Te ves igual de amargada que siempre aún no ha pasado nada entre ustedes -una enorme sonrisa de lunático se apodera de su rostro. Quito sus manos de un manotazo -. Que aburridos son.
Entorno los ojos y busco la mirada de André, ¿él también pensara lo mismo?.
El parece no inmutarse con la excéntrica personalidad de mi hermano y me guiña un ojo. Eso solo hace que mi vergüenza aparezca reemplazando mi incomodidad.
-¿Y tú? - Daniele se gira en dirección del siempre más alto que todos -. Ya no tienes la expresión melancolica de ayer. Me confunden.
¡Auch! se me había olvidado que mi hermano no es don sutilezas que digamos.
-No te recordaba tan suspicaz.
- Solo bromeó, me encanta que estén aquí.
Le doy una mirada letal a mi hermano y este la evita, sabe que para mí no es un tema fácil todo lo que tenga que ver con André. Y por alguna razón el ha querido hacerse el chistoso.
No quiero creer que hayamos retrocedido.
-Por que aun están afuera... ¡ah! ya veo -la voz cantarina de mi madre nos sorprende a todos en medio de los momentos mas incomodos que me ha tocado experimentar desde que volví -. Me alegra que aceptaras venir.
¿Espera que? mi mamá ha llamado "querido" a mi ex novio.
-Lo siento Chef Flor, no me quedaré - sus ojos me buscan y yo los evitó. No quiero que se quede, pero tampoco quiero alejarme de él tan pronto -.Yo solo vine a dejar a su hija.
- Me niego a aceptar un no, ya está la comida lista.
- No creo que sea buena idea - lo dice por que se lo pedí o por qué realmente lo cree -. En serio le agradezco, pero para otra ocasión podría ser.
Aún cuando el quiere parecer incómodo, no lo logra. Suena categórico y no pasa desapercibida la desilusión de mi madre.
Y la mía.
Creí que si le daba la oportunidad de escoger, escogería quedarse. Pero no tarda en salir corriendo.
-Si mi madre te esta invitando, no veo el motivo para no aceptar - lo intercepto antes de que se de la vuelta en dirección a las escaleras -. Además me dijiste en el restorán que tenias ganas de conversar con mi padrastro... ¿recuerdas?
Se gira y relame sus labios, me mira directo a los ojos, no hay donde esconderse cuando André te mira así.
Las rodillas me tiemblan un poco y las manos me vuelven a sudar. Ni en la reunión estuve tan nerviosa.
Solo espero poder controlar la situación, o al menos mantenerme entera lo que dure esta visita.
-Vamos entonces.
Todos suspiran, y yo no soy la excepción. Es un alivio que no diga nada más, no se si pueda contestar algo para defenderme.
André se sienta junto a mi y yo aparento no estar nerviosa con su proximidad. Aunque solo sea por el tiempo en el que deberemos compartir con mi familia. Nunca lo hicimos cuando fuimos novios. El nunca quiso venir a mi casa, decia que eran muy pretenciosos para él.
Al parecer ya no piensa lo mismo.
La velada va de comer las exquisiteces que ha preparado mi madre a intentar que las conversaciones fluyan en el orden correcto.
Exacto. Sin hablar de lo que he estado haciendo en estos últimos años. Hablamos de mi hermano y su exitoso paso por la universidad. Hago contacto visual con el un par de veces, pero el tiene la máscara puesta. Nadie podrá saber que es lo que pasa con él si él no quiere decirlo.
Mi madre se sentirá muy decepcionada. Pero es su culpa, me enojo con ella un momento. Pero obligó a mi mente a quitar ese pensamiento de inmediato.
El calor en mi rodilla me hace volver y sus hermosos ojos me miran con complicidad. Debe saber que algo no anda bien.
Al fin vuelvo en mi y me alcanzó a concentrar en la charla sobre los exitosos resultados de los exámenes de mi madre. Y para finalizar nos enfocamos en la reunión que hoy tuve con los accionistas del restorán.
-Ahora se supone que tenemos que ver opciones ya sea de contratación o de capacitación para los chef que ya tenemos, por que de lo contrario tendremos que bajar los precios de los platos y eso será el fin de Flores - resumo lo mejor que puedo obviando la solución de vender el restorán cuando mi madre muera.
- Tendremos que ver la forma - mi madre medita por unos largos instantes en los que todos los presentes callamos.
-Hay concursos de cocina que están llamando mucho la atención, eso seria una forma de mantenernos en la mira - a penas termino todos me miran como si me hubiera salido una segunda cabeza. Incluso André a retirado su mano de mi pierna.
-Eso es para amateurs, en Flores todos los chef tenemos magistraturas en el extranjero, eso deberia ser suficiente para mantener todo lo que hacemos.
-Pero hay algo que se llama marketing, y eso es lo que mantiene vigentes los negocios hoy en dia.
-¡¿Y salir en televisión nos mantendrá vigentes?! - ya no veo a nadie más en la mesa, solo me concentro en un semblante molesto sobre unos hermosos ojos verdes.
- Para hacer videos en tus redes sociales no tienes problemas.
-¿Has revisado mis redes sociales?
Bueno todo mi trabajo se ha ido por la borda. Me he dejado en evidencia.
- Eres una persona publica cuando subes tu vida a internet - lo ataco.
-¿Por que no aceptaste mi solicitud de amistad? - me pregunta mientras golpea la hermosa mesa de mi madre.
- Ya suficiente tengo con verte a diario en el trabajo y además cada vez que salgo de mi departamento.
- Si no te escondieras como una cobarde no tendría que hacerlo.
- Yo no me escondo, solo no quiero hablar contigo. Ni siquiera quiero estar aquí. Sí por mi fuera, volvería hoy mismo a Viña del mar. Ahí si tengo una vida.
Una que no dude en dejar por venir aquí. Una que quizá ya no quiera de vuelta por haber venido. Y no ha pasado ni una sola semana.
-Yo también tengo una que puse en pausa desde que llegaste - en pausa -. Debería ser suficiente para que me aceptaras la maldita solicitud.
Me toma un momento darme cuenta de la situación, debo tener el rostro rojo de la frustración.
En pausa, solo eso resuena en mi cabeza. Ha puesto en pausa su vida desde que llegue.
Mi padrastro se aclara la garganta y le toma la mano a mi madre la que despierta de un trance. Había olvidado eso de ella. Su ausencia cada vez que el ambiente se volvía tenso.
Cuando vuelve a la vida me sonríe nerviosa.
-Bueno creo que les traeré el postre, ¿alguien quiere?, nunca fui buena patissier, pero lo intente - mi madre se levanta antes que alguien responda.
Yo no creo poder comer nada después de esto. Solo quiero irme a mi casa. Ha Sido suficiente de esto para mí. Mi corazón me pide a gritos un poco de calma.
- Creo... que yo paso mamá.
-¡Ay por favor! hice un soufle que te encantara - me lastimo mas a mi misma que a ella al negarme.
No miro directamente a André a los ojos, pero veo que niega en silencio. Sabe que la a cagado.
-Hoy no puedo mamá, tengo una cita y debo llegar a mi departamento a alistarme - siento la mirada de todos sobre mi.
Todo lo que había comido se revuelve amenazando con salir de mi si no me controlo.
- ¿Te llevo? - no esperaba otra propuesta, pero no por eso lo miro.
Necesito salir de aquí.
- No, yo puedo pedir un taxi... - lo digo mientras me pongo de pie -. ¿Daniele tu me podrías llevar?
Mi hermano en vez de asentir, dice algo que no logro escuchar. Y entiendo que algo debe haber pasado con. Su auto.
- Vamos. No me cuesta nada, además me queda de paso - su voz es dulce, pero me empalago de inmediato y pongo distancia entre nosotros.
- Bien.
El asiente y me da una sonrisa apenada.
Yo no sé la devuelvo.
Nos despedimos de todos en la casa, yo incluso le doy un beso en la mejilla a mi padrastro, quien poco a participado de toda la conversación, pero tampoco la ha hecho mas incomoda. Le agradezco por eso.
Le doy un abrazo rápido a mi hermano y otro a la señora Lu, quien me pide que no me pierda de visitarla, que la llame para tener preparada mi comida favorita cuando lo haga.
El frio de la noche se cuela por todo mi cuerpo, pero mas rápido llega André con su chaqueta de cuero a envolverme.
Una sensación incomoda se asienta en mi estomago, es como ir bajando en una montaña rusa, que poco a poco va tomando velocidad, y al estar solos en el porche de la casa es donde creo estar llegando a la cima.
- ¿Y bien?
- A mi departamento.
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