Soy inmutable, claro que sí, no había mentira que tanto me dijera a mí misma como ésta. Exacto, según, nada me haría tambalear, pero me lo advertí porque sabía que te vería.

¿Entonces qué? ¿Ocultaba algo de miedo dentro de toda esa seguridad?

Pero no, el destino se enfrascó, se lució al ponerte en el momento justo donde cruce miradas y no pude apartarme, porque lo que veía de tí casi nunca era cierto.

Tal vez jamás ningún concepto de tí fue cierto, pero cuando me reconociste y me dedicaste esa mirada, quizá llena de anhelo, quise susurrarte que aún no me habías perdido.

Aunque hubieras pensado que sí, y que por ello me hayas mirado de tal manera, con el supuesto remordimiento de: "¿qué haces aquí? ¿por qué rayos me demuestras que no he olvidado nada? ¿Y por qué demonios vuelves a causar lo mismo y llevarme a través del tiempo como si ya no nos hubiéramos olvidado?".

No sé leer a las personas, quizá estoy equivocada y se trata de tu falsa mirada de víctima.

Es posible que sólo entendí lo que desvela mi recuerdo, ese que habla de tí, ese que cuando te ve le encabrona caer en cuenta de que no te he olvidado.