Capítulo 1
Me sentía mareada en los escalones del jet privado de mi padre, a tan solo un par de ellos para pisar suelo firme. Demasiadas horas de vuelo para cruzar gran parte del mundo, de Madrid a Punta Cana. Tenía pánico frenético a los aviones, mira hasta que punto, que hubiera hecho a pie y a nado todos los miles de kilómetros que separaba un lugar del otro. Solo pensar que aún me quedaba la vuelta, me entraba locura transitoria.
- Venga Magge, va... - mi hermana melliza, Gim, me dio un suave empujón por la espalda.
-¡No me empujes! -Le regañé girándome hacia ella. Bastante tenía con mi mareo y mis pocas ganas de hacer este viaje..., para que ella se sumara a tocarme las narices.
- Niñas, ¿otra vez os estáis peleando?_ mi queridísima madre acababa de asomar por la puerta del jet. Verla con esas pintas era un delito, llevaba un playero de seda, con mangas tres cuartos color verde saltamontes, a conjunto de un pañuelo que se había colocado tapándole todo el pelo y sujetado en un nudo en lo alto de la cabeza. Sin olvidar, ese pequeño suplemento, unas gafas negras, más grande que las del “Chaval de la peca”.
-¿Serías tan amable de quitarte esa lechuga de la cabeza? -le preguntó mi hermana Gim, con cansancio. No pude evitar reírme.
-¡Es tendencia, niña! - contestó mi madre exasperada dándole un manotazo en el hombro.
Mi madre era muy friki... Tenía una forma de pensar, así como de ser, que por decirlo de alguna manera...era un poco exclusiva. Y os explico el porqué, somos de Madrid, concretamente de Móstoles, de toda la vida de Dios, y si os fijáis mi hermana se llama Gim y yo Magge. Esto viene a que cuando mi madre estaba en gestación de nosotras, pensó en llamarnos María y Gloria, hasta que se enteró que tuvo un tatarabuelo inglés. Solo sabe que su tatarabuelo era extranjero de habla inglesa, pero ella ya dice que su familia procede de Hollywood, y lo peor, se lo cree de verdad. Es una mujer que le gusta dar la nota como ahora, paseándose de reina hortaliza, pero es muy noble y tiene muy buen corazón. Mi padre no tardó en salir y juntarse con nosotras para poner orden.
- Chicas, venga, nos espera el chófer justo en la entrada del aeropuerto. - Mi padre era todo lo contrario a mi madre, era todo parsimonia, se tomaba las cosas con mucha calma, más bien demasiada, todo lo arreglaba hablando y a base de filosofadas. Mi padre era más normalito, no tenía descendientes en Hollywood, y si los tuviera le importaría un comino.
Al llegar al hotel, mientras mi padre cogía las llaves de nuestras respectivas habitaciones, yo observaba, por hacer algo, el panel de corcho noticiario que había. Al parecer hacían fiesta cada noche. Esta noche, si mal no entendía, hacían la fiesta de bienvenida, que consistía en hacer diferentes juegos entretenidos entre los clientes. Al día siguiente, todas la mujeres interesadas podían apuntarse al desfile para otorgar el titulo, "Miss Hotel Canabana 2019", seguro que mi hermana Gim se apuntaba. Yo, ni loca. De repente, topé con algo que si me interesaba.
Clases de Merengue, completamente gratuitas para los clientes del Hotel Canabana, con el fin de bailar el último día de estancia en el concurso “Tú bailas en Canabana”.
Los interesados deberán apuntarse en dirección y se les ofrecerá los siguientes horarios:
De Lunes a Viernes:
Las clase se darán en la sala de juntas, de 18h a 20h.
Sábado:
Por la mañana: Última hora de clase, de 12h a 13h (y despedida de los profesores).
Por la noche: Concurso Tú bailas en Canabana, a las 23h.
Hotel Canabana les anima a participar. ¡No se lo pierdan!
No es que se me diera bien bailar.
Pero bueno... podría mantenerme ocupada y alejada de mi familia de locos durante dos horas diarias. Además, haría algo de deporte y eso lograría que mi semana de vacaciones de infierno, fueran más amenas. Con suerte, puede que incluso hiciera algún amigo. Eso sí, para lograrlo debía mantener en secreto mi idea. Si en algún momento mi madre llegaba a enterarse, no dudaría en apuntarse, y sintiéndolo mucho, mi madre era un espanta chicos en toda regla.
Tendría que buscar un momento de despiste para acercarme a recepción y poder apuntarme. Ya pensaría cómo.
Ya en la habitación, me dispuse a colocar la ropa en el armario. Por desgracia, me tocó compartir habitación con mi hermana Gim... así que adiós a mi ratitos de relax. Pese a que éramos hermanas mellizas, no nos parecíamos en nada, y no hablo solo físicamente. Yo era morena y más bien alta, en cambio Gim era rubia y cinco centímetros más bajita. Yo tenía los ojos miel y Gim azules. Yo era la niña “bonita con cara graciosa” y Gim “ la verdaderamente guapa”. Ella era una pelotera de mis padres y yo la sosa sin gracia.
- Si no te importa, me quedo con la cama de la derecha -dijo Gim nada más entrar en la habitación.
- Por mí, como si te quedas el hotel enterito... - me tiré sobre el colchón y dejé escapar un largo suspiro...
Qué larga se me iba hacer la semana. Pero larga, larga...
La puerta de la habitación se abrió y mi madre asomó por ella, como siempre, en su apogeo... Mira que tendrá ropa y biquinis para aburrir... se colocó el más feo que tenía. Llevaba un pareo con pliegues color naranja y aguas rojas, que conjuntó (creo que a golpes, no hay otro modo) con un biquini feo, feo, refeo y aún así la palabra “feo” no me acababa de llenar la boca, ni explicar la sensación que producía el color del biquini en mis ojos.
- ¡Venga chicas! Que nos espera la playa.
- Id vosotras, yo me quedo... - les informé. No me apetecía una pizca ir a la playa.
Una hora más tarde, estábamos justo donde mi madre deseaba... en la puñetera playa. Mi madre con sus pintas, Gim como si acabaran de sacarla de una revista de El Corte Inglés, y mi padre guiándonos como un verdadero profesional. Y yo, con mi cara avinagrada total, con los brazos cruzados por debajo del pecho y separada del grupo. En fin... como una familia normal.
-Nos quedamos aquí. - Informó mi madre sin preguntar ni nada, lo que diga su farolillo va a misa...
Estiré mi toalla en la fina arena, con todo mi genio retenido, y me tiré encima de ella bocabajo. Mientras farfullaba entre dientes la “mierdi” de vida que me había tocado.
- ¿Quieres tomar algo? -me preguntó mi padre.
Sin levantar la vista contesté:
-Un avión dirección a Madrid, por favor.
Tras mi pedido, mi padre soltó una carcajada.
- ¡No te rías José! - le regañó mi madre enfadada. - La niña se comporta como una malcriada...
A veces creía que mi madre no se había dado cuenta de que ya no éramos niñas. Mañana, Gim y yo cumplíamos veinticinco años y ella seguía llamándonos niñas.
Tan solo unos minutos después, me sentía asfixiada y tenía la sensación de estar cociéndome poco a poco. Me levanté y sentí un pequeño mareo, miré a mi madre y a mi hermana y ellas parecían estar a gusto. Sacudí las manos mirando al horizonte. Aquella playa era una preciosidad. Comencé a caminar sin rumbo, pensando en mis cosas y mirando mis pies. Por inercia giré la mirada hacia la derecha y vi a un socorrista. Estaba sentado en una silla, con los brazos cruzados en la nuca y me miraba intensamente con una media sonrisa de lado. Por un momento me desorienté. Volví a fijar mi mirada en los pies algo avergonzada e intenté seguir mi rumbo.
Era muy atractivo. Tenía la piel color aceituna y los ojos verdes. Me conciencié en seguir con lo mío y no volver a mirarlo. Tras dar un par de pasos, noté una presencia justo en mi espalda. Me di la vuelta y torpemente me tropecé con mis propios pies.
Aquel chico con el cuerpo fornido, y el torso esculpido, me agarró con suavidad para evitar que cayera. Sentí, con el contacto de su mano en mi piel, una electricidad que hizo despertar mi corazón haciendo que latiera con fuerza.
Tenía unos labios bien perfilados, bastante gruesos y rosados, humedeció el inferior pasando su lengua sobre él.
- ¿Estás bien? -me preguntó. Su voz, para no ser menos, era sensual y logró erizarme el vello.
- Sí. - Contesté avergonzada con las mejillas al rojo vivo.
-¿Qué hace una chica como tú sola por aquí? - preguntó pasándose la mano sobre el abdomen y no pude evitar seguir con mi mirada el recorrido de su mano.
- Caminar... - le informé. Él sonrió dejando sus ojos achinados y noté como el suelo parecía moverse bajo mis pies.
-¡Roko! - chilló alguien de lejos y él se giró rápidamente. - Toca ruta.
-¡Enseguida voy!- se giró y volvió a dedicarme una sonrisa. - Me tengo que ir, si necesitas cualquier cosa... Estamos por aquí. - y tras eso, emprendió su camino parándose un poco más adelante, volvió a girarse para mirarme y retrocedió unos pasos. - Que pases un buen día, señorita solitaria... - e hizo una reverencia con la que me arrancó una sonrisa.
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Ey ey!!! Este relato corto lo escribí hace ya unos años, solo he cambiado pequeñas cosas. Esta completa!
Espero que os guste. Fue creado con todo el amorcito que existe en mi❤❤❤😂
Votad si os ha gustado y déjenme sus comentarios!!!
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