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4. Familia Campbell.

Dain.

Volver a Bolton siempre me genera una sensación agridulce, por un lado me siento feliz por ver a mamá Eleonor y por otro lado se que esta solo será una oportunidad para que Margot puedan encontrar nuevas imperfecciones en mi.

Las calles se vuelve familiares en cuanto entró al suburbio donde esta la casa de mis padres -esa donde yo crecí - haciendo que tenga emociones encontradas cuando giro a la derecha y entro a la calle donde se encuentra la casa.

Conforme mas me acerco al lugar donde crecí mas tenso me siento. No tuve una infancia como cualquier niño normal, mientras todos los niños de mi edad salían a jugar yo tenia que practicar algún deporte o tomar alguna clase extra para "poder hacer sentir a mi mamá orgullosa y así ella me quisiera como lo hacía con Adam".

Por su puesto eso nunca pasó y llegó un momento en el que canse de intentar llamar su atención, recibir un poco de cariño incluso un abrazo.

No es un secreto para nadie que Margot Campbell solo quería tener un hijo —mi hermano Adam — que si bien fue su primer hijo, uno que si fue planeado en sus primeros años de matrimonio. Cuando mi hermano nació mi madre estaba en los veintitantos y pensó que él sería su único hijo, pero cual fue la sorpresa que diez años después -y con un embarazo que casi le cuesta la vida - nací yo.

Mis padres ya eran bastantes mayores cuando yo nací, es por eso que no tengo ningún recuerdo de ellos jugando conmigo o simplemente compartiendo tiempo conmigo. Eran demasiado grandes para cosas como esas y ni hablar de Adam que hacia lo que podía para pasar tiempo conmigo pero estaba muy ocupado cumpliendo las expectativas que de mis padres que su tiempo también era limitado.

Así pasaron los años hasta que Adam se fue a Berlín a estudiar la universidad y para cuando volvió ya éramos completos extraños, claro que ninguno de los hizo nada para reparar nuestra ya fracturada relación.

Si no hubiera sido por mamá Eleonor que me cuido y dio todo el amor que pudo no se que hubiera sido de mi. Ella me llevaba a fiestas infantiles para que pudiera jugar con otros niños, me leía cuentos hasta que me dormía y cuando Margot me regañaba porque hacía algo mal -a sus ojos- mamá Eleonor me llevaba con un helado y me decía que estaba orgullosa de mi, con todo y eso no deje de buscar esa aprobación y reconocimiento que nunca llegaron.

Una vez que me estación frente de esa casa tan familiar y a la vez tan extraña un nudo de anticipación me atenaza el cuerpo, y es que, venir aquí nunca a sido algo grato para mi.

Me pierdo en mis pensamientos tanto tiempo que me sobresalto cuando alguien golpea el vidrio a mi lado.

—¿Vas a entrar o te quedaras ahí toda la noche? —inquiere, Adam cuando bajo el vidrio del coche.

Verlo me agrada, aunque, sea algo que no voy aceptar en voz alta, respiro hondo y me contengo de gruñirle.

—Sólo me estoy preparando mentalmente para la tortura —intento, bromear.

Adam ríe y muy a mi pesar las comisuras de mi boca se alzan ligeramente. Segundos después bajo del auto activando la alarma y cambiando con él hacia la puerta.

Cuando estamos a unos cuantos pasos de llegar por un momento siento que me ahogo y quiero retroceder, quiero volver a Nottingham. Siento un dolor en el pecho como un presentimiento.

No quiero hacer esto.

—¿Cuándo llegaste? —pregunto, tratando de deshacerme de esta sensación apabullante que me asfixia.

—De hecho acabo de hacerlo —se encoje de hombros una vez que llegamos a la puerta principal -. ¿Listo para el show?.

—No — me sincero —. Pero mientras más rápido entremos, más rápido podre irme.

Adam me observa de una manera que no puedo descifrar del todo y que me hace sentir incómodo e irritado en partes iguales, estoy por preguntarme que pasa cuando la puerta se abre. Todo sigue igual a a como estaba la última vez que vine, todo está perfectamente ordenado y limpio no hay nada fuera de lugar.

Es igual de fría que cuando vivía en ella.

—Al fin llegas, Adam —la voz de Margot se escucha antes de aparecer por el pasillo.

—Había mucho tráfico, mamá —responde mi hermano dándole una sonrisa.

—Esta bien, lo importante es que estas aquí —le da in abrazo antes de darle un beso en la mejilla —. Oh Dain, no te había visto. Llegas tarde, como siempre.

Mi madre suelta un suspiro hastiado.

Respiro hondo diciéndome que no me importan sus comentarios, solo que si lo hacen de alguna manera. Me acerco a ella y me inclino para tratar de darle un beso en la mejilla pero creo que eso tampoco lo hago bien para ella por el gesto de fastidio que tiene, entonces me toma de los hombros y ahora es ella la que se acerca a mi dejando un beso superficial en mi mejilla para después volver la atención a mi hermano

Ya ni siquiera me siento mal por el hecho de que no me quiera —porque no lo hace— a estado alturas tengo que reconocer que, aunque no lo diga con palabras sus acciones si lo hacen fuerte y claro.

—Y esa barba de vagabundo, Dain. Es terrible.

—Es bueno verte, mamá —digo, con ironía antes de dirigirme a la cocina.

Lo primero que veo cuando llego es al par de empleados que van de un lado a otro acomodando charolas llenas de aperitivos, camino hasta la encimera donde se encuentra otra charola —esta con copas — y entonces tomo una de la cual me tomo el contenido casi de un solo trago.

—Pero si ya llego mi niño —la voz de mamá Eleonor me hace voltear.

Lo primero que veo es su cabello negro arreglado en un perfecto moño sobre su cabeza y el sutil maquillaje que lleva, a pesar de estar entrada en sus setentas y tantos años no deja de verse bien, de hecho se ve mas joven de lo que en realidad es.

—¿Cómo está la mujer mas bella de esta casa? —inquiero, acercándome a ella para abrazarla —. Te extrañe mamá.

Ella me devuelve el abrazo y deja un sonoro beso en mi mejilla para después con el pulgar quitar los restos de labial.

—Ella no es tu madre, Dain. Tu madre soy yo —la voz de Margot esta cargada de desagrado y desdén.

Mi mirada se dirige hacia el lugar del cual proviene la voz solo para ver entrar a mi madre con gesto altivo. Aprieto la mandíbula y me ordenó mantener la poca calma que no poseo porque lo último que quiero es acabar armando un escándalo.

—¡Por Dios!, ahora también te vas a volver un alcohólico, Dain. Solo eso te falta para terminar de decepcionarme —la mirada de desaprobación que me dedica hace que algo se agite con violencia dentro de mi.

—No seas exagera, Margot, solo fue una copa —mamá Eleonor la lanza una mirada de advertencia antes de que mi madre dibuje una expresión de frialdad en su rostro —. Vamos mi niño a un lugar donde no se sienta la mala vibra que desprende tu madre —eso último me lo susurra en el oído guiándome hasta la sala donde ya se encuentra mi papá, hermano y otras personas — supongo —sus socio.

Apenas y les doy una mirada a las tres personas que se encuentran sentados en la sala cuando la voz de mi padre me hace prestarle atención.

—El es mi hijo menor, Dain —anuncia, papá lacónico y glacial como siempre.

—Un placer conocerte —él hombre frente a mi padre me extiende la mano que acepto antes de continuar —: Soy Elias y ella es mi esposa Elena y mi hija Zia.

Estrecho la mano de Elena quien me regala una amplia sonrisa para después hacerlo también con Zia que parece ser de mi edad.

Esta ultima lleva el cabello castaño en ondas que caen por sus hombros, su menudo cuerpo lleva encima un vestido de noche color shampagne y sus ojos marrones que me observan con curiosidad se encuentran adornados por unas ojeras muy pronunciadas.

Adam me da una mirada compasiva antes de que mi padre se enfrasque en una conversación con él hombre que acabo de saludar. Oliver Campbell nunca fue un padre presente, su trabajo siempre fue primero que todo lo demás por lo que no me sorprende. Mamá Eleonor conversa con la mujer a su lado —Elena —mientras que Adam me pone al día del viaje que acaban de hacer él y su esposa.

Christine fue la mujer elegida por mis padres para casarse — con una muy buen elección —según para el bufete de abogados de mi padre, resulta que Christine es hija de uno de los clientes más importante de mi padre, el señor Hansen tiene una compañía multinacional y el despacho de mi padre es el encargado de todo lo legal.

Se con seguridad, que si no soy lo suficientemente rápido como para empezar a ganar mi propio dinero terminare caso con alguna mujer que mis padres crean que es la mejor opción.

Aún recuerdo cuando le dieron la noticia a Adam, él tenia un año de haber regresado de la universidad y apenas se estaba empapado de todo lo que el bufete de nuestro padre —por supuesto Adam estudio derecho como se esperaba que hiciera.

Nuestro padre lo mando a Noruega por un caso en particular y tres meses después le dijeron que se tenia que casar con Christine.

Pese a todo ella es una rubia hermosa y muy amable no me sorprende en lo absoluto que mi hermano haya aprendido amarla después de la manera en la que tuvieron que estar juntos. Siempre me he preguntado si el hubiera tenida la oportunidad de escoger a su pareja lo habría hecho con ella o si hubiera preferido no hacerlo todavía.

En fin, el hubiera no existe.

—La cena esta lista, pueden pasar al comedor —informa mi madre llamando la atención de todos.

Una vez en la mesa me siento junto mamá Eleonor y Zia la hija de el socio de mi papá, ella en ningún momento a hablado más que unos cuantos "si" y "no" tal parece que estas cenas también le saben a mierda.

La cena es más de lo mismo de todo el tiempo: papá hablando de negocios y cosas que a nadie le interesan—bueno por lo menos a mi—, mi madre opinando de tanto en tanto y yo comiendo en silencio.

El estúpido traje azul que llevo puesto me incomoda sobremanera, siento que me asfixia no veo la hora en la que pueda largarme de aquí.

—Es una pena que Christine no haya podido venir, hijo — se lamenta mi madre.

—Tenía mucho trabajo, pero me aseguro que apenas pueda vendrá a visitarte, madre —informa Adam y no me pierdo la manera mordaz en la que pronuncia la última palabra.

Hay un momento, una fracción de segundo donde puedo ver la ira brillando en sus ojos antes de que la esconda y le regale una sonrisa a la mujer que nos trajo al mundo, por un momento creo que imagine porque Adam no es más que el hijo perfecto que siempre desearon.

—Yo quiero brindar —anuncia mi padre llamando nuestra atención y alzando su copa de vino —. Por el compromiso de Dain y Zia.

Casi me ahogo con la comida al escuchar sus palabras el zumbido en mis odios es todo lo que escucho ahora y no se exactamente cual sea mi expresión en este momento pero mi padre me da una mirada de advertencia, acto seguido mamá Eleonor me pone una mano sobre la pierna en señal consuelo.

El picor en el pecho ahora es por una razón completamente diferente: están decidiendo mi vida como si mi opinión no importara ¡joder! Siempre logran encontrar una manera nueva de herirme.

Por un momento pensé que ser la decepción de mi familia me salvaría de que me obligaran hacer algo así, que equivocado estaba.

El ambiente se ha vuelto tenso desde que mi padre hizo el anuncio, mi madre sonríe tanto que parece que se le va a partir la cara en dos igual que Elena y Elias por otro lado mamá Eleonor tiene una mueca de inconformidad y Adam esta serio mirando su plato de comida.

—Por qué la unión de la familia Campbell y Zcheider sea fructífera, salud —. Todos en la mesa tomas sus copas para brindar. Todos menos yo y Zia.

Volteo a ver a Zia quien esta sentada a mi lado y tiene los puños apretados sobre su regazo pero aún así se obliga a tomar su copa y dar una sonrisa tensa. Quiero golpear algo, quiero gritar de frustración no puedo creer que crean que me pueden obligar hacer algo así. Contra todo pronóstico alzo mi copa, se que si ahora digo algo solo complicaría las cosas más.

—Dado que Dain aún esta en la universidad lo mejor será esperar a que se gradué —sugiere, Elena—. Zia aún esta un poco débil por las quimioterapia pero esperemos que para ese entonces ya se sienta mucho mejor.

—Por supuesto — concede mi madre, evitando que la mesa caiga en un incómodo silencio, otra vez —. nosotros nos haremos cargo de todos los preparativos.

La ira hierve a fuego bajo en mi interior mientras los escucho hablar de mi y de lo que harán como si yo no estuviera presente.

Aún no se como logro mantenerme en silencio lo que resta de la cena mamá Eleonor en ningún momento se aparta de mi lado.

—Siempre puedes decir que no, mi niño. Yo te apoyo incondicionalmente— susurra, a mi lado la única madre que he conocido desde que tengo memoria.

Son entradas las once de la noche cuando los invitados se van, porque Zia se siente indispuesta y lo agradezco ya que siento que no puedo más, veo rojo y cualquier razonamiento escapa de mi cabeza por completo.

—¿Cómo se atreven? — siseo, en su dirección cuando Los invitados se van —. ¿Qué derecho tienen de decidir en mi vida?. No voy aceptar eso de ninguna jodida manera.

Me encamino hacia la entrada dispuesto a irme porque no pienso pasar un segundo mas aquí. Necesito aire, necesito respirar.

—Detente ahí Dain Campbell — ordena, mi madre.

Apretó la mandíbula y me debato en si irme o quedarme a escuchar lo que sea que tengan para decir. Tomando profundo respiro giro sobre mis talones a encarar a la que dice ser mi familia.

—No me voy a comprometer con ella -sentenció.

—¡Claro que lo harás! — asegura mi madre.

—Es mi vida.

—Por el amor de Dios, Dain, no seas dramático —habla mi padre con tono aburrido —. Esto es lo mejor para ti, ya es hora de que dejes de vivir en tu nube de humo y asumas tus responsabilidades. Acepte que no estudiarás derecho y ahora quieras o no te vas a casar con Zia. Es lo mejor.

—¿Lo mejor para mi o para ustedes? —inquiero, frustrado.

—Para ti —habla mi madre y aunque no levanta la voz su advertencia es clara —. Ya que todas tus decisiones son una decepción tras otra, por lo menos esta vez haz algo bueno.

—Según quien mamá ¿tú?, esta claro que nunca se han preocupado por lo que quiero o no.

—Es que no entiendes que esta es la única manera de que alguien te tome enserio —dice, Margot —. De que alguien te quiera aunque no seas más que una decepción para todos. Es que acaso no entiendes, hijo que no eres lo suficientemente bueno para que alguien te quiera.

Juro que puedo escuchar algo quebrarse dentro de mi con violencia.

—¡Basta! - brama, mi padre y un nudo se me instala en la garganta —. Ya estas grandecito Dain para esos berrinchitos de que no me quieren, solo hacemos lo conveniente y punto, si no...

—Si no ¿Qué?.

—Soy tu madre Dain, solo quiero lo mejor para ti y Adam, te estoy dando la oportunidad de que no me decepciones ¿puedes hacer eso por mi, Hijo?.

Odio esta sensación que me atenaza el cuerpo, odio que mi niño interior crea que no es lo suficientemente bueno para que nadie lo quiera de verdad y quiera ceder para agradar a su madre y odio sobre todas las cosas la manera tan injusta en la que esta manejando la situación, aprieto la mandíbula al mismo tiempo que cuadro los hombros.

Paseo la mirada por las cuatro personas que quedan en este lugar -mis padres y mi hermano - Adam me ve con pesar. Y me rompe el corazón ver la mortificación en la cara de mamá Eleonor.

—Lo pensare —contesto inexpresivo.

Mi padre deja escapar un suspiro al tiempo que mamá se acerca a darme un abrazo y antes de alejarse me susurra en el oído -:

—Sabía que no podrías decepcionarme más— dicho eso se aleja.

***

Sarah —mi mejor amiga — parlotea de la nueva impresión del periódico de esta semana o algo así, la verdad no le estoy poniendo atención, siento como si llevara acuestas toda la presión del mundo y no dejo de repetir en mi cabeza una y otra vez la cena en casa de mis padres.

Han pasado tres días desde la fatídica cena y aun sigo muy molesto —decepcionado —de todo eso, mamá Eleonor me a estado llamando para ver si estoy bien, la realidad es que ni siquiera yo se con exactitud que es lo que siento en este momento.

Pero la sensación de no se suficiente para nadie se a instalado en mis huesos y no he dejado de sentirme miserable.

Hoy vine a la residencia de Sarah para ayudarle con unos programas en su portátil, así que, aunque yo no quería salir me encuentro tumbado en el pequeño escritorio de su habitación frente a su portátil. Daniel quien me acompaño -se invito solo -fue abrir la puerta a la pizza que encargamos hace cuarenta minutos.

—Ya me dieras que es lo que te pasa —habla, Sarah sacándome de mi ensimismamiento.

—No se de que hablas —me encojo de hombros tecleando en su computadora.

—Claro que lo sabes, hoy estás más cayado de lo normal y eso es mucho decir —señala un punto.

—Hace unos días tuve una cena familiar—suspiro, con pesadez —. Donde mi familia me dio una sorpresa, no podía estar más feliz reímos tanto que me dolía el estómago —contesto, con ironía y la mujer a mi lado rueda los ojos al cielo.

—Eso es muy bueno, Dain... Espera un momento, eso es extraño es mentira ¿cierto?.

—Fue una completa mierda...

—Pero vean nada más la belleza que me acabo de encontrar en la puerta — la voz de Daniel me interrumpe haciendo que le prestemos atención.

Y ahí esta ella enfundada en unos jeans color negro que se amolda a la perfección a sus piernas de muerte y una ramera que lleva impreso el dedo medio en la parte de sus tetas - sus bonitas tetas - con diferentes colores, su cabello largo va suelto.

—Lamento la tardanza, tuve que pasar a la editorial por lo de las practicas y se me hizo tarde.

Lo que me faltaba tanto que me he esforzado en evitarla y viene aparecer aquí, vaya mierda.

—No te preocupes — Sarah desestima con una mano — apenas comenzábamos.

—Hola Dain —saluda ella a lo que yo solo le doy un asentimiento de cabeza lo que provoca que Annie haga una mueca.

Después de eso vuelvo mi atención a mi portátil con el ceño fruncido dejando de prestar atención a las otras tres personas en la habitación, pero claro que eso no es posible porque entonces de tanto en tanto me tiene dándole miradas discretas donde puedo darme cuenta de la manera en la que frunce el ceño en concentración frete a la pantalla de la computadora que Sarah sostiene frente a ella, como golpea sus labios con un lápiz cuando está sopesando una idea y la manera en la que se muerde el labio cuando no está segura de algo.

Suelto un bufido cuando ellas salen a la cocina por bebidas y me arrepiento de inmediato, porque cuando giro la cabeza hacia un lado me encuentro a Daniel con la una ceja enarcada y una sonrisita irritante en la cara que quiero borrarle.

—¿Qué?.

—Yo no he dicho nada — levanta las manos en señal de paz pero no borra su sonrisa.

—¿Por qué te estas riendo como idiota? — la pequeña risita que suelta solo me irrita más haciéndome fruncir el ceño. Más.

—De ti — asegura —. Y de lo idiota que te vez tratando de disimular las miradas que de tanto en tanto le das a Annie.

—No se de que hablas —finjo demencia.

—¿Por qué no la invitas a salir si te gusta?.

—No me gusta —contesto demasiado rápido y maldigo en mi mente.

—¿Ah no?.

—No... Sí... No se.

La sonrisa de Daniel se ensancha y quiero atestarle un golpe para borrarla de su cara.

—No caeré en el juego de Richard —lo digo porque es cierto, no pienso caer tan bajo.

—Sabes que él a estado insistiendo en que salir con ella — aprieto los puños y me ordenó no caer en sus provocaciones.

—Se lo que haces Daniel y no va a funcionar.

¿Qué?. Yo no estoy haciendo nada, solo te estoy informando lo que el ha hecho. Pero tal vez debería de invitarla a salir yo.

El cavernícola que vive en mi golpea si pecho en señal de desaprobación pero me obligo a mantener mi gesto estoico antes de hablar una vez más.

—Si, tal vez deberías hacerlo —respondo, haciendo un gesto con la mano restándole importancia -. Ahora cállate.

El restó de la tarde la pasamos entre ideas y charlas que me hacen relajarme solo un poco de los acontecimientos ocurridos en mi vida hace apenas pocos días, el sol ya se ha metido hace un par de horas pero siento que el tiempo a pasado demasiado rápido, aun no me quiero ir, aun no quiero que ella se vaya.

—Yo me voy, tengo una cita —Daniel habla pero ya esta saliendo por la puerta.

—Yo también ya me voy —habla Annie y por un momento la decepción me embarga.

Esta tomando sus cosas que estar esparcidas por la habitación, mientras yo me debato si debo ofrecer a llevarla o no, pero me digo que no es nada fuera de lo normal que ya es tarde y que así me aseguraré que llegue a salvo a casa.

—Te acompaño a tu residencia — hablo y las dos mujeres me ven sorprendidas y me molesta así que agrego —. Igual ya me voy y me queda de pasada.

Miento pero eso no tienen porque saber Annie, Sarah me da una mirada extraña que ignoro a la perfecto.

—Gracias —es todo lo que Annie dice.

Atravesamos el campus caminando y la manera en la que la suave brisa mueve su cabello le da el efecto como si estuviera haciendo una sección de fotos. El aroma que desprende es tan sutil y delicioso que me tiene suspirando cada pocos minutos, no hablamos de nada y eso es un poco incómodo mientras camino unos pasos tras de ella con la manos metidas en los bolsillos de mi pantalón.

-Gracias por traerme - dice, girándose en la entrada del edificio donde vive.

Mis ojos caen a sus labios donde se están mordiendo el labio inferior y es la cosa más sexy que veré hoy. Cuando mis ojos conectan con los de ella hay un brillo en ellos que hace que algo dentro de mi se agite con violencia. Nunca he sido un hombre impulsivo ni mucho menos que hace las cosas sin pensar pero justo ahora me encuentro dando paso tentativos en su dirección hasta estar tan cerca de ella que tiene que levantar la cara para verme.

Annie entreabre los labios y los moja con la punta de su lengua, entonces lo pierdo. Pierdo el racionalmente e inclino mi cabeza hasta que mis labios están sobre los de ella. Son apenas un par depresiones siempre dándole la oportunidad de apartarse, pero por el contrario sus manos van a mis mejillas y con el pulgar traza círculos en mis pómulos es hasta entonces que profundizó el beso. No es un beso lento, ni mucho menos dulce. Es el tipo de besos que hace que te remueva hasta lo cimientos, el tipo de beso que te hace saber que puedes llegar a perder la puta cabeza por uno más, su lengua se abre paso en mi boca que la recibe gustosa y yo aferro mis manos a sus caderas.

Y es en este entonces cuando me doy cuenta que mantener alejado de ella es la mejor de las ideas por hacer, porque puedo caer duro y profundo. Porque ella significa peligro de muchas cosas y de esas sensaciones que despierta en mi y no me gusta porque no tengo el control de ellas.

—Esto... —hablo pero no se exactamente que decir cuando me separado de ella en busca de aire.

Ella no me deja completar —lo que sea que fuera a decir — porque me vuelve a besarme al tiempo que yo paso mis manos alrededor de su cintura hasta la curva de su trasero.

Estas jugando un juego del que será casi imposible le salir ileso. Me dice mi subconsciente y se que tiene razón pero aún así no me alejo. La beso.

Como odie a Margot y Oliver en este capítulo, pero bueno cosas que pasan.
Espero que disfruten mucho el capítulo y no se olviden de comentar y votar si les está gustando la historia.
Nos leemos pronto.

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