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14. Libertad.



Dain.

No se si esto esté bien.

No se si después me vaya arrepentir.

No se si quiera si yo voy a salir ileso de esto.

Posiblemente no pero no me importa, nunca me he sentido tan bien, tan lleno de energía… tan vivo.

—¿Estas segura que quieres esto? —pregunto, con voz ronca una vez más porque necesito estar seguro de que de verdad esto es lo que quiere antes de perder el control.

Sus bonitos ojos que justo ahora se ven más  azules que grises me ven con determinación, seguridad… intensidad.

Para apenas un latido antes de que Annie asienta con la cabeza. Tal parece que hoy mi dulce tormento está especialmente callada y eso provoca un sentimiento que no reconozco del todo, pero tampoco presto tanta atención.

Esto parece sacado de una de mis jodidas fantasías —las cuales han sido más de las que me gustaría aceptar—, incluso he tenido sueños calientes con Annie como protagonista, lo más frustrante de todo era despertar y ver que nada era real y que de hecho estaba muy lejos de serlo.

Pero esto supera cualquier fantasía o sueño que yo haya tenido alguna vez. Esto es tan irreal que necesito pellizcar mi brazo para saber si esto no es una mala jugada de mi cabeza y me he vuelto completamente loco de tanto pensarla. De tanto desearla.

Su mirada está detenida en la mía y el tiempo a quedado suspendido, el aire se empieza a volver denso y pesado a nuestro alrededor. Y, entonces lo pierdo, cualquier rastro de mi autocontrol se ha evaporado y en su lugar a quedado esta necesidad insana de ella.

Me acerco como un depredador asechando a su presa, la rodeo con mis brazos y un escalofrío de pura excitación me recorre entero, Annie tiene que levantar la cabeza un poco para poder verme a los ojos y yo tengo que bajar la mía de modo que mis lentes resbalan por el tabique de mi nariz. Sus ojos dilatados brillan ante la anticipación.

Siempre he querido hacerle tantas cosas, tocarla de tantas maneras que ahora que la tengo entre mis brazos no se por donde empezar.

Le doy un beso como la boca abierta en el hombro y luego muerdo el lugar provocando que suelte un jadeo que solo aviva las ganas que tengo de sentirla latiendo a mi alrededor.

La imagen que me recibe cuando levanto la cabeza y la observó podría guardarla en mi memoria como por ¿siempre?.

Sus ojos brillosos de deseo, los pómulos sonrojados, la respiración agitada y esos labios que podrían ser mi muerte entre abiertos. Sus manos van a mi cuello y sin perder un segundo más mi boca se une a la suya en un beso que se me antoja ansioso, exigente, arrollador… húmedo.

Mi espalda pega contra la puerta de mi habitación cuando retrocedo un par de pasos mientras nos besamos, los brazos de Annie están alrededor de mi cuello al tiempo que la beso como un hombre muerto de hambre. Uno de mis brazos está envuelto alrededor de su sentirá y mi otra mano está en una de las mejillas de su culo masajeando esa suave y blanca piel, la apretujo un poco más hacia mi cuerpo y su jadeo al sentir mi erección me hace sonreír en medio del beso.

Annie se pone de puntitas y la fricción que hacen sus bonitos pechos en mi dorso desnudo es deliciosa… alucinante. Suelta un gemido que muere en mi boca y decido que ha sido suficiente necesito probarla, sentirla. Me separo un poco de ella y el sonrió.

Tiene los ojos azules dilatados y de un tono mas intenso, el sonrojo ahora viene de su pecho pasando por su cuello hasta llegar a sus mejillas pero dudo mucho que sea por vergüenza y más por la excitación. Sus labios ahora están hinchados por el contacto urgente de nuestros besos urgentes.

La alejó de mis brazos y camino unos cuantos pasos alejándome de ella.

—¿Ah donde vas? —pregunta, alarmada y con la voz enronquecida.

Una risita sale de mi al escuchar su voz porque no hay nada en este jodido momento que me haga irme de aquí. Giro mi cara para verla por encima del hombro y justo ahora podría morir con esta imagen de ella desnuda en mi habitación con la respiración dificultosa. No puedo dejar de verla, de ver lo maravillosa que es esta imagen de ella desnuda.

Estoy tan jodido.

—Ha la cama por supuesto —señalo como si fuera lo mas obvio —. ¿Vienes?.

Camino hasta llegar a la cama y sentarme al borde, Annie demora un par de segundos en reaccionar pero cuando lo hace toma todo de mi no saltarle encima y follarla contra la pared, la cama, el piso como un completo animal. Porque ella camina hacia mi de la manera más sexy que he visto nunca.

Sus pechos suben y bajan con rapidez debido a su respiración agitada, para cuando se posiciona en medio de mis piernas y cae de rodillas mi corazón se salta un latido.

Jodida mierda.

Sus manos tantean mi abdomen y bajan poco a poco hasta llegar a la cinturilla de mi bóxer pero no es hasta que su mano me acaricia que un gruñido seguido de una maldición se me escapa y tengo que apretar el borde de la cama, porque ella aun ni siquiera me toma y siento que estoy tan excitado que podría correrme vergonzosamente solo con ella tocándome.

—Ha habido días en lo que solo podía pensar en ti, sin que pudiera evitarlo —digo y me sorprendo por la sinceridad de mis palabras—. No puedo pensar cuando estas cerca, no puedo pensar cuando no estas cerca —mi voz suena áspera mientras me acaricia sobre la ropa —. Y ahora creo que seré incapaz de volver formular un pensamiento coherente en mi vida porque tu siempre estas en mi cabeza como un tormento.

»Detente —carraspeo para aclarar mi garganta y ella detiene sus movimientos en mi pantalón—. No voy a negar que es una gran tentación pero hoy tengo otros planes para nosotros —le hago saber tomando sus brazos y haciendo que se siente a horcajadas sobre mi.

—Yo también quiero tocarte —susurra con suavidad.

Niego con la cabeza solo porque ya habrá tiempo para eso.

—Eres tan bonita —murmuró antes de capturar uno de esos hermosos pezones que hoy se han vuelto mis mejores amigos con mi boca haciendo que se arquee y gimiendo con fuerza.

Lamo, chupo y succiono la cima fruncida mientras mi otra mano se encarga de darle atención a su otro pecho con el índice y el pulgar, sus manos están en mi cabello. Annie empieza a mover sus caderas contra mi muy dura entre pierna con movimientos primero lentos y descoordinados y después rápido, un sonido mitad gruñido mitad gemido sale de mi al sentir la deliciosa sensación que provoca sus movimientos circulares y luego de atrás hacia delante.

Los gemidos de Annie son tan excitantes que siento que no podre controlarme mucho tiempo más, una de mis manos viaja hacia su entrepierna donde me recibe una deliciosa humedad y busco entre sus pliegues el nudo de nervios lo presiono haciendo círculos con mis dedos. Sus movimientos son cada vez más descontrolados y, se que esta cerca por la manera en tensión en la que se encuentra su cuerpo.

Mi boca pasa de un pecho a otro. Su piel cremosa y suave llena sólo se algunos lunares que estoy convencido que besaré tanto que temo que se desgaste se encuentra caliente.

Decido que no quiero demorar más su orgasmo, basta que presiones un poco más mis dedos en su clítoris para que el agarre de sus manos en mi cabello se apriete al punto de doler pero no me importa cuando veo el momento exacto en el que cierra los ojos con fuerza y su cuerpo se sacude con pequeños espasmos debido al orgasmo, doy un último beso a sus pechos antes de que una de mis manos viaje a su nuca para mantenerla ahí como quiero para mi antes de estampar mis labios en los de ella.

—Hola— su voz suena demasiado extraña a mis oídos cuando nos separamos.

Mi respiración es tan irregular como la de ella, mi corazón late con tanta fuerza en mi caja torácica que temo que sea capaz de escucharlo. No creo que Annie sea consiente de la intensidad con la que me hace sentir.

—Quiero hacerte tantas cosas —prometo y cierro los ojos—. Y tengo miedo que esto sea una mala jugada de mi cabeza por que eso significaría que me estoy volviendo loco.

Una suave risa hace que abra los ojos para encontrarme con un azul tan intenso que contengo la respiración.

—Aquí estoy.

—Lo sé... es solo que..

—Por favor, acabamos de tener estas charla —rueda los ojos —. Ya hice mi elección y elegí estar contigo. No me voy arrepentir y se que solo es esta noche, así que por favor ya no te hagas el difícil que cuando te trato de seducir.

Quisiera darte más que una noche, porque son codicioso y no me bastará con solo una noche, no cuando nada se a sentido como hasta ahora. Con ella todo se siente correcto y me jode no poderte ofrecerte más. Pero en su lugar digo —:

—Mucho trabajo no te costo —lo digo por que he cierto y no se que otra cosa decir. Ahora estoy convencido de que hubiera cedido de todas formas.

Le doy un pequeño azote en una de las mejillas del culo antes de levantarme con ella quien enreda sus piernas en mis caderas y sus brazos van a mi cuello, antes de que la deposite con cuidado en la cama.

Me alejó hasta quedar sentado sobre mis talones en medio de sus piernas para verla y, joder es la mujer más hermosa que he visto en mi vida y eso que he visto muchas pero Annie no tiene punto de comparación, aun no hemos fallado y esto ya se siente como el mejor polvo que he echado mi vida. Es aterradora la manera en la que late mi corazón y lo apabullante de esta sensación de felicidad que me atenaza el cuerpo, pero no me estoy yendo, no estoy corriendo ni retrocediendo, pese a que se que esta mal quiero... sentir.

—No te cubras, déjame verte —le digo cuando con sus manos quiere tapar sus pechos. Me inclino para mordisquear su barbilla —. Eres tan hermosa— murmuró más para mi que para ella.

La beso como si tuviera todo el tiempo del mundo, como si este momento se hubiera congelado y fuéramos sólo ella y yo. Mis labios están en todos lados, su boca, su cuello, su vientre, sus piernas, una de mis manos descansa aún lado de su cabeza y la otra masajea uno de sus pechos mientras presiono mis caderas hacia delante donde ella se encuentra tan húmeda.

—Eres un tormento— susurro, mas para mi que para ella—. Eres mi dulce tormento.

—Hazme el amor Dain— por un momento me congelo porque no se si es consciente de la magnitud de las palabras que a dicho, pero lo que si sé es que quiero dárselo. Quiero hacerle el amor tanto que tenga que recordarlo por siempre.

Annie me ha arruinado. Me ha arruinado para cualquier otra mujer, por que no se como en el infierno alguien pueda superar algo así, la manera tan intensa, dulce y excitante de hacer las cosas.

Nunca en mi vida había sentido tanto y con tanta intensidad y al mismo tiempo nunca me había sentido tan en control con mis emociones, ni con mis decisiones. Estoy apunto de lanzarme al vacío y aterrador emocionante en partes iguales, un nudo de pura ansiedad se a instalado en mi estómago debido a la anticipación.

—Lo que ordenes, hermosa —gruñó.

Mis labios buscan los suyos y esta vez se han terminado las palabras, mis dedos se deslizan por los costados de su cuerpo haciendo que su piel se ponga de gallina, hago un camino de besos desde su boca hasta el punto donde se une su cuello con su clavícula. Un gemido silencioso se le escapa seguido de un suspiro entre cortado. Cierro los ojos con fuerza tratando de absorber la abrumadora sensación.

Su cuerpo empieza a temblar cuando mis besos empiezan a descender y me detengo para sentarme sobre mis talones para observarla con detenimiento buscando cualquier rastro de duda en ella, pero solo veo determinación... deseo. Es impresionante y es... mía.

Joder lo que daría por que eso fuera verdad.

—Me gustas tanto... —murmuró.

Mi boca vuelve al ataque de su cuerpo, beso y mordisqueo tanta piel como puedo mi mano baja hasta sus pliegues que me reciben húmedos debido al orgasmo de hace un momento y todo se siente abrumador, intento... correcto. Mis dedos empiezan a trazar círculos en su nudo de nervios y ella gime arqueado su espalda.

—Dain —jadea y me detengo.

—¿Qué pasa? ¿No te gusta? ¿Quieres que pare?—pregunto, alarmado.

Su ceño se frunce y le cuesta enfocar la mirada debido al deseo pero cuando lo hace me regala una sonrisa boba que me tiene sonriendo de vuelta.

—¿Digo tu nombre mientras me tocas y lo primero que piensas es que quiero que te detengas? — dice, de forma sabionda.

Por un momento estoy desconcertado pero luego sacudo la cabeza en negación y reanudó mis movimiento y besos que cada vez van bajando más hasta llegar a la cara interna de sus muslos donde dejo pequeño besos. Antes de retirar mis dedos y darle un beso ahí. Sus caderas empiezan alzarse involuntariamente, su cuerpo se arquea, sus manos se hacen puños en la sábana de la cama mientras la devoro y sabe como la cosa mas exquisita que pudiera haber probado jamás.

Annie gime, jadea y dice cosas incoherentes antes de que uno de mis dedos se abra camino en su interior y un grito especialmente ruidos se le escapa. Toma todo de mi no perder la puñetera cabeza al sentir como late alrededor de mi dedo como si quisiera mantenerlo de rehén por siempre, por lo estrecha que esta y lo bien que se siente, cuando empiezo a bombear de adentro hacia fuera al tiempo que mi lengua juega con el nudos de nervios Annie levanta las caderas como si tuvieran vida propia y una de mis manos se desliza hasta llegar a su vientre y se aplana para mantener ahí quieta para mi. Me toma solo un par de minutos hacerla llegar a su orgasmo y cuando lo hago sus muslos se contraer alrededor de mi cabeza.

—¿Estas conmigo? —digo, socarrón con una sonrisa idiota en los labios.

—Estoy volviendo del cielo —es su respuesta y una risa ronca sale de mi —. Pero esto es injusto— me dice y estoy desconcertado —. Yo estoy desnuda y tu aun llevas ropa encima —señala con la cabeza después de apoyar los codos en la cama para levantarse un poco —. Yo también quiero tocarte.

Vuelve a decir y esta vez mi sonrisa se ensancha.

—Puedes tocar todo lo que quieras.

Es todo lo que digo antes de ponerme de pie y ella ¡gatea!. Gatea meneando el trasero de manera provocadora como una gatita hasta llegar al borde de la cama y sentarse, engancha los dedos en el elástico de mis bóxer y tira hacia abajo con todo y pantalón, su mirada en todo momento esta en mi erección y veo el momento exacto en el que traga saliva de manera brusca.

Una vez que mi ropa esta echa un circulo a mis pies ella me toma con su mano y aprieto la mandíbula, su mano no alcanza a rodearme del todo pero empieza a moverla de arriba abajo con movimientos torpes y tengo que morder mi labio inferior con tanta fuerza que puedo saborear el sabor metálico de la sangre, su mano roza la punta endurecida y un gruñido seguido de una palabrota sale de mi boca y ella se detiene asustada.

—¿Te lastime?, lo siento no quise…

Una risita sale de mi antes de que tome su mano y haga rodearme una vez más.

—Annie no me lastimaste, la palabrota fue por que me ha gustado lo que hiciste.

—Lo siento —se ruboriza más como si eso fuera posible.

Envuelvo su mano con la mía y la empiezo a mover de arriba debajo de manera lenta y dando un par de apretones que me tiene gruñendo y maldiciendo en partes iguales entonces contengo la respiración cuando una gota brilla en la punta de mi erección y ella se inclina cautelosa haciendo contacto visual conmigo antes de sacar la lengua y pasarla por la punta saboreando la gota de líquido.

—Mierda.

Abre la boca y anticipando su siguiente movimiento me alejó de ella para dirigirme al baño o me temo que esto pueda acabar antes de empezar, cuando regresó ella esta sentada con el cabello alborotado, los labios hinchados ligeramente abiertos y los ojos de un color tan intenso que se me hace sonreír.

Rasgos el envoltorio del condón con cuidado de no dañarlo pero mis manos tiemblan de nervios... de miedo no lo sé. Una risita se le escapa lo que me hace levantar la vista.

—Juro que nunca he sido tan torpe.

—¿Te pongo nervioso? —bromea o eso creo.

—No tienes una jodida idea — entonces me envuelvo con el látex.

Camino hasta ella y la beso antes de recostarla sobre la cama conmigo entre sus piernas, mis brazos están a cada lado de su cabeza y mi cuerpo está casi por completo sobre ella. Estamos piel contra piel y se siente como el mejor de los placeres, paso mi erección por sus pliegues mojándola y luego me posiciono en su entrada pero no me muevo.

Nos miramos durante unos segundos sin decir nada y me pregunto si ella también se da cuenta de cuan real es esta situación y de lo que significan esto para nosotros. Pero ya he tomado una decisión. He decidió sentir, no huir y estoy a gusto con la decisión.

Espero estar haciendo lo correcto.

Ella asiente con la cabeza como diciendo que esta bien con esto, que lo quiere tanto como yo y que si en algún momento no se siente cómoda con algo me lo hará saber entonces me empujó hacia delante solo un par de centímetros de modo que solo se introduce mi glande y joder esto ya se siento como el puto cielo. Annie suelta un jadeo y cierra los ojos con fuerza al tiempo que sus uñas se clavan en la piel de mis hombros.

—Annie abre los ojos — demora un par de segundos pero lo hace —¿Quieres esto? Si no, puedo detenerme y no me enojare lo prometo.

—Qui... quiero esto, solo estoy nerviosa—dice con un hilo de voz.

—Bien — asiento y deposito un beso en su frente.

Empujó hacia delante mis caderas con lentitud y siento como voy abriéndome paso en su interior y como va latiendo para intentar acogerme. Jodido infierno esta tan apretada que tengo que apretar la mandíbula para no follarla hasta hundirla en la cama. Su cuerpo se tensa cuando he introducido la mitad de mi erección.

—Relájate preciosa —digo con voz temblorosa y una de mis manos viaja hasta el nudo de nervios donde empiezo acariciarla.

Toma una respiración profunda y luego la deja ir lentamente entonces mis labios encuentran los suyos y su cuerpo se va relajando poco a poco, cuando  abandono sus labios uno mi frente a la de ella, abre aún más sus piernas y tomo eso como mi señal para ir hasta el fondo un gruñido ronco escapa de mi garganta por la deliciosa sensación y un gemido adolorido brota de su garganta y me tenso por el pensamiento de haberle hecho daño.

—¿Estas bien?— no me contesta —. Tienes que decirme si no te gusta o si algo va mal y yo me detendré.

No me responde en su lugar asiente pero sus ojos se han cristalizado.

Maldita sea, porque todo lo que toco lo lastimó estoy por salir de ella y vestirme cuando enreda sus piernas alrededor de mis cintura y sus brazos se envuelven en mi cuello atrayéndome hacia ella para besarme, mi cuerpo y el suyo se relajan.

—Estoy bien… quiero esto. No me iré —dice con un hilo de voz.

Asiento después de unos minutos pero no me muevo espero unos segundos mas para que se acostumbre a la invasión y luego empiezo a moverme despacio hacia atrás y luego hacia delante de manera tortuosa. Annie esconde su cabeza en el hueco de mi cuello y aprieta su agarre en mis caderas con sus piernas

Muevo mis caderas despacio un par de veces y cuando su agarre cesa un poco lo tomo como mi señal para follar como dios manda, embisto y toma todo de mi contenerme para no ser tan brusco. Y mientras descubro que Annie no habla en el sexo más que unos deliciosos gemidos yo soy muy comunicativo sobre ello.

—Joder —digo, con la mandíbula apretada —. Lo bien que te sientes, lo hermosa que luces podría hacer esto por siempre.

Mis embistes cambian una vez más cuando me alejó de sus brazos y tomo sus piernas y empujó por detrás de sus rodillas de modo que sus muslos pegan en su pecho, entonces guio mis caderas hacia atrás y luego vuelvo a embestir esta vez más profundo debido a la posición.

—¡Dios! —jadea Annie.

Y esto se siente como el puto cielo o el infierno no lo se.

Se con toda certeza que esto no demorará mucho, es increíble la manera en la que siento el cosquilleo que recorre mi espalda cuando mis embistes se vuelven más fuertes, más profundos, más rápidos.

Annie gime ahora con fuerza al tiempo que sus manos hacen puño las sábanas.

—¿Puedes correrte? —pregunto por qué se que yo estoy cerca.

Ella parece no escucharme por lo que lo pregunto una segunda vez, ella parpadea desorientada mientras se sacude debido a mis movimientos.

—Sí... creo... no lo se —gime con fuerza.

Mis embistes se vuelven más desesperados que antes, mi cuerpo empieza a tener pequeños espasmos y luego no puedo detenerlo mas, un gruñido ronco seguido de una maldición sale de mi cuando un orgasmos peligroso me embarga debido a su intensidad. Es alucinante, arrollador... espectacular y eso sólo habla de cuan jodido estoy por esta mujer.

Salgo de ella con lentitud y de inmediato siento la ausencia de la calidez de su interior y me siento incompleto, me quito el condón haciendo un nudo para verificar que no esté roto y lo arrogo a la papelera —espero que haya caído ahí ya que debido a la poca luz por no decir que nula— para tirarlo.

Cuando me recuesto una vez mas en la cama Annie esta de pie lo que me hace fruncir el ceño en confusión.

—Voy al baño —dice pero ya esta caminando hacia haya.

Tengo una sonrisa idiota en el rostro mientras veo hacia el techo, nunca nada se sintió tan bien... tan correcto como esto y me gusta. Me gusta sentirme en control de mi vida, mis decisiones y sobre todo de mis emociones por lo que tomo una decisión. Para cuando Annie sale del baño tengo los brazos por detrás de la cabeza y ella lleva sus rulos hechos en un moño mal hecho que deja algunos mechones por fuera.

Se empieza a movilizar por la habitación y el desconcierto tiñe mi gesto.

—¿Qué haces? —no puedo evitar preguntar.

—Recogiendo mi ropa para irme —dice, como si fuera los más obvio del mundo y una punzada de algo desconocido me atenaza el cuerpo.

—No tienes que irte —digo, y quiero golpearme por sonar tan inseguro.

—Si que tengo —levanta algo del piso —. Tengo que hacerlo porque nosotros quedamos que solo sería un rollo de una noche y esto es lo que se hace se folla y se va —hace una mueca como si pensara algo —. Y, si no me voy me empezare a hacer un lío en la cabeza — deja ir un suspiro antes de encogerse de hombros restándole importancia —. Nos estoy haciendo un favor a los dos.

El pánico se arraiga a mi cuerpo cuando veo que se pone las bragas y el pieza a buscar el sujetador —supongo— por la habitación.

No quiero que se vaya. Joder no quiero que lo haga.

—Puedo con la exclusividad —hablo en un arranque de valentía haciendo que ella detenga sus movimientos y se gire para verme.

—No tienes que hacerlo, no me debes nada y no tienes que darme algo solo porque sientes la obligación o sabrás dios qué de dármelo.

El nudo que se forma en mi estómago es de pura ansiedad pero me las arreglo para sonar lo más seguro que puedo, porque esta será la primera vez en mucho muchísimo tiempo que digo lo que de verdad siento y quiero.

—Tienes razón —concedo —. Pero ese es el problema, yo quiero hacerlo.

Ella me ve durante un largo rato y yo contengo la respiración y solo suelto el aire cuando una sonrisa parece en sus labios.

—¿Y que hay cuando quiera salir al cine o a comer?

—Veremos que plan se nos adapta mejor —me permito relajarme—. Sin etiquetas veremos todo sobre la marcha y si en algún momento alguno de los dos no está cómodo con lo que sea que sea esto lo hablaremos y veremos si dar el siguiente paso o cortar de raíz con esto.

—Bien.

—Ahora ven aquí y acurrúcate conmigo —palmeo aun lado de la cama y ella trepa recostando su cabeza en mi brazo.

—Quién iba a decirlo —habla distraídamente haciendo círculos con su dedo en mi pecho —Dain Campbell pidiéndole a una chica que se quede después de follar.

Y eso es tan impresionante que hasta yo me sorprendo.

—Quién lo diría —digo con ironía.

La atraigo más a mi cuerpo cuando la rodeo con mi brazos y me digo que mañana mandare todo al diablo, que me enfrentare a mis padres y que explorare este sentimiento que me hace sentir tan bien en tantos sentidos que me asusta. Ninguno de los dos tiene sueño y después de risas bobas, besos tontos y platicas banales vuelvo a hundirme en ella.

Y fue así como Dain Campbell fue valiente y por primera vez en la vida no está huyendo ni retrocediendo de esto que es tan aterrador y emocionante al mismo tiempo.

Por primera vez — que yo recuerde —me siento libre y decido que me gusta ser libre. Me gusta la libertad.

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Nos leemos pronto, las tecueme. Besitos de gatito.

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