13. Voluntad
Dain.
Molesto no sería la manera correcta de describir como siento la ira corriendo como lava caliente por mis venas, nunca me a gustado que se metan en mi vida ya que eso ocurría contantemente durante todos los años que viví en casa de mis padres, y, aunque mamá Eleonor siempre me defendía y cubría cuando hacía algo que ellos me habían prohibido, nunca deje de sentirme asfixiado.
Por eso que Adam se haya metido de esta manera en un asunto que ni yo mismo logro digerir me tiene queriendo subir por las paredes de la cafetería. Nunca debió tomarse atribuciones que no le correspondían.
Por otro lado mi hermano se ve fresco e imperturbable después de la intromisión —no requerida—, y es que, se tomó la molestia de viajar desde Londres hasta acá e investigar quien era Annie para venir a decirle sabrá Dios que.
—No tenias… tienes ningún puto derecho de meterte en mi vida —siseo, apunto de perder los malditos estribos.
Adam mantiene su semblante imperturbable al tiempo que alza las cejas con arrogancia y una sonrisa burlona se deslizan en sus labios, sus ojos ámbar iguales a los míos brillan con advertencia.
—Así que ella es la famosa Annie… —suena divertido y sorprendido a partes iguales, y yo siento unas inmensas ganas de asesinarlo.
Mi lado cavernícola que vive dentro de mi se golpea el pecho con ganas de eliminar a cualquier posible amenaza cerca de Annie y ahora Adam es una.
—Eso es algo que a ti no te importa, Adam —espeto, con brusquedad pero sin subir mi tono de voz.
—Ah, ¿no? ¿Estas seguro de eso, Dain? —dice —. Entonces explícame porque tuve que venir a salvarte el culo de una demanda por agresión hacia uno de los alumnos, por de defenderla a ella —pronuncia esa última palabra de forma tan despectiva que estoy a nada darle un puñetazo.
—No la estaba defendiendo—me apresuro a decir, porque Adam podrá ser todo lo que quiera pero no es estúpido por algo es el abogado prestigioso que es.
—No te esfuerces en convencerme —dice, mordaz sin dejar de sonreír —. Te conozco hermano, eres joven y jamás en tu vida haz hecho algo tan imprudente como ahora. Y eso solo me lleva a una conclusión: la estabas defendido. La pregunta es ¿por qué?.
Mi hermano entorna los ojos en mi dirección al tiempo que se inclina en la mesa y coloca los codos sobre ella.
—Eso no te importa. Es mi puta vida y yo decido sobre ella—increpo, sosteniendo su mirada.
Adam rueda los ojos al cielo.
—Claro es tu vida—señala lo obvio —. Pero el chico al que golpeaste iba a demandar y eso nos involucra a nosotros tu familia.
Casi quiero reír cuando la última palabra abandona su boca por lo ridículo y carente de significado que tiene esa palabra para definirnos a nosotros los Campbell.
Por supuesto que había pensado en la posibilidad de que ese hijo de puta de mandara pero tenía un plan de contingencia para resolverlo, mi hermano puede ser un defensor de la ley pero yo soy un genio de la informática y todos tienen cola que le pisen. Claro que no me llevo mucho encontrar algo del pobre diablo que se atrevió a enfrentarme hace un par de noches.
Es chante y esta mal: por supuesto que sí.
Me importa: claro que no.
—Tenía todo bajo control, no necesitaba tu ayuda —aclaro —. Nadie de tu preciada familia iba a salir perjudicado. Pero sobre todo no tenias ningún derecho de venir hablar con ella —sueno amenazante y territorial pero no me importa, no quiero que nadie con el apellido Campbell se acerca a menos de 500 metros de ella a menos que sea mamá Eleonor.
El gesto de diversión de Adam hace que se me revuelva el estómago, como si hubiera dicho las palabras correctas y estuviera confirmando algo que yo no se todavía.
—No le he dicho nada malo, solo le hice una sugerencia—aprieto los puños con tantas fuerzas que los nudillos se me vuelven blancos —. Porque te importara y te va a llevara la destrucción. Justo ahora estas yendo a cien kilómetros por hora a estrellarte contra una pared que se llama Oliver Campbell.
Siento el latir de una vena en mi cuello porque se que tiene razón, pero me niego a ceder.
—No me importa…
—Por supuesto que lo hace —me corta —. Te importa lo sufienciete como para valerte un quintal de mierda tener que enfrentarte a la furia de nuestros padres. Y por lo que veo te importa lo suficiente como para haber desafiando a nuestros padre cuando te dijeron del matrimonio arreglado—Adam deja ir un suspiro cansino —. Pero sabes que es lo más preocupante de todo esto; que te importa más de lo que estás dispuesto aceptar tu mismo. Y eso, hermano es lo más preocupante.
Ella no me importa.
Ella no me importa.
Ella no me importa.
Por favor a quien quieres engañar, por supuesto que te importa. Se burla mi subconsciente.
Mi mandíbula se aprieta tanta que temo hacerme daño en cualquier momento. Cualquier rastro de burla se borra de la cara de mi hermano ahora es todo seriedad, como si estuviera con uno de los clientes de la firma de mi padre.
—No soy tu enemigo, de hecho creo que soy la única persona que puedes mantener de aliado justo ahora, se que no nos vamos a volver mejores amigos ni nada de eso… pero soy tu hermano, Dain. Solo quiero lo mejor para ti
Estoy tentado a reírme pero en lugar de eso mantengo mi rostro inexpresivo, glacial.
Respiro hondo.
—No vaya, gracias hermano ahora estoy mas tranquilo —contesto, con sarcasmo.
Adam suelta un bufido muy impropio de él antes de inspeccionar la cafetería con disimulo para luego volver a clavar los ojos es mi, es una suerte que este casi vacía a excepción de una pareja que se encuentra en una esquina del lugar lejos de nosotros.
—Puedes enrollarte con ella todo lo que quieras pero no hagas cosas estúpidas como lo de hace unas noches y te pongas en evidencia —su voz es calmada pero el filo amenazador con el que habla me hace saber que tal vez no pueda evitar que nuestro padre se entere de lo que sucede.
Siento como todo el color se filtra de mi cara sólo de pensar que alguno de ellos pudo a ver venido y entonces esta conversación se hubiera convertido en algo mucho más drástico que una simple advertencia.
—Y, de todos modos no tenias derecho de venir hablar con ella. Era conmigo con el que tenias que hablar, no con ella —trato de evitar que las palabras me salgan con brusquedad pero aún así no lo consigo.
Mi hermano relaja su expresión una vez más antes de continuar —;
—En realidad eso fue una coincidencia, cuando yo llegue ella estaba —hace una pausa como quien busca las palabras correctas —. Teniendo una discusión acalorada con algún tipo, había olvidado lo imbéciles que son algunos en la universidad.
El hace un gesto con la mano para restarle importancia al asunto mientras vuele a recargarse del respaldo de la silla y levanta una ceja como retándome a preguntarle quien es ese tipo.
Muero por saber quien era el imbécil con el que estaba pero no le voy a dar esa satisfacción.
—Me acerque ayudarle, pero ella tenía todo bajo control —continúa al ver que no caeré en su juego—. Aunque su apellido me pareció conocido.
—Su padre es dueño de una de las cadenas hoteleras posicionadas en una de las mejores del mundo —contesto, y me sonrojo un poco cuando una sonrisa casi imperceptible aparece en sus labios.
—Claro, la última vez que viaje a New York conocí a su hermana Destiny creo que se llama, hubo un problema con mi reservación y ella me ofreció una cortesía por los inconvenientes, ahora comprendo porque me parecía ligeramente familiar.
Lo observo incrédulo durante un momento, esto tiene que ser una maldita broma.
Para cuando Adam se va estoy más enojado que cuando llegue y eso se debe a que el sentimiento de frustración es tan abrumador que me siento incomodo en mi propia piel, se que tiene razón en la mayor parte de lo que dijo pero aún así…
Quisiera gritar.
De entre todo el caos qué es mi cabeza solo tengo una sola cosa clara; no me puedo —debo— acercarme Annie.
**
No se por que me deje convencer por Sarah, no se que estaba pensando cuando me dije que salir con ella seria una buena opción para distraerme de pensar en la conversación que tuve con mi tormento. Pero la verdad es que fue una terrible idea.
—¿Tal vez este vestido? —inquiere, Sarah llamando mi atención.
—Se te vera genial —es mi respuesta.
—Me has dicho eso desde hace una hora cada que te pregunto —se pone las manos en su cintura en forma de jarra y viéndome con desaprobación.
—¿Es que todo se te ve bien? —digo, en un intento de hacer creer que estaba en todos lados menos aquí.
Sarah suspira y luego niega con la cabeza.
—Sólo necesito un par de cosas más y podremos ir a comer — avisa y casi quiero levantar mi puño al aire y digo casi por que su “solo un par de cosas” no se exactamente que significa.
Por lo regular las mujeres usan expresiones como: estoy lista en cinco minutos, solo un par de cosas, haz lo que quieras pero casi siempre hay un trasfondo macabro detrás.
La verdad es que el viaje hasta Londres no fue tedioso ni aburrido, pero no me siento con ánimos de socializar —nunca tengo ánimos pero hoy especialmente me siento hastiado.
Tengo un par de días con un humor que ni yo aguanto, ni siquiera he querido ver a Zia y eso que últimamente solo son una vía para llegar a un medio. Luego de una hora y media más me resignó a que no nos iremos pronto.
—Sólo una cosa más te lo prometo— ruedo los ojos y suspiro, porque se que es mentira.
Camino por el centro comercial cargado de bolsas y cajas de las compras de Sarah mientras ella sigue entrando a tiendas y encontrando cosas que no sabia que necesitaba, sus palabras no las mías.
Por fin luego de no se cuanto tiempo me informa que tiene todo lo que necesita y nos encaminamos al estacionamiento subterráneo del centro comercial a dejar las cosas en mi auto.
El camino de regreso al centro comercial es en completo silencio y puedo decir que hasta un poco incómodo, hace ya bastante tiempo supere mi nivel de tolerancia para coexistir con otros seres humanos.
Cuando escogemos un lugar en cual comer Sarah esta contenta porque comeremos en un lugar que hace los mejores emparedados de queso —según una recomendación en internet—, el mesero nos toma la orden y luego se va dejándonos solos.
—¿Entonces…?
—Entonces ¿qué?.
Ella deja ir un suspiro.
—Me dirás que es lo que te pasa — abro la boca para replicar, pero ella sigue hablando —. Y antes de que me digas que no pasa nada, te recuerdo que has sido un dolor de culo toda la semana, así que no mientas.
Suspiro.
A veces no se como los soporto a ella y a Daniel, son un verdadero dolor de culo cuando se lo proponen.
—No pasa nada Sarah—digo, glacial.
Me patea por debajo de la mesa y jadeo de sorpresa y ella levanta una ceja en un pregunta silenciosa.
—Enserió no pasa nada —hago una mueca porque no quiero pensar en eso.
—Me vas a decir que no paso nada cuando golpeaste a alguien por tener celos de que estuviera con Annie — me mira de manera acusatoria.
—Estas sacando de contexto las cosas.
Ella sonríe y se relaja en su asiento.
—Ah, ¿sí?. Bueno explícamelo —pregunta, divertida.
Tal parece que últimamente a todos les causa gracia venir a interrogarme de cosas que deberían de valerles un quintal de mierda.
—No seas un dolor de culo Sarah —le digo—. No quiero hablar de eso.
Ella suspira.
—¿Somos amigos no es así? —pregunta a lo que yo asiento luego de unos segundos muy lentamente y ella rueda los ojos—. Bien. Y por que somos amigos me preocupo por ti, si no me dices que te pasa no puedo ayudarte. Dain de todo el tiempo que te conozco siempre has sido un montón de cosas pero nunca violento —eso último lo dice con cuidado midiendo mi reacción —. Y verte el sábado golpeando a ese tipo fue… ni siquiera se como decirlo.
—Es complicado Sarah—confieso, luego de un pequeño momento en silencio.
—De verdad lo es o lo quieres hacer complicado.
—No lo entiendes.
—Explícame entonces—cierro los ojos con fuerza porque se que no va dejar ir el tema.
Resignado empiezo a contarle lo que me tiene en una bruma que me sobre pasa, le cuento desde la cena de mis padres la presión de casarme con Zia, yo aceptado y Annie apareciendo en la ecuación. Para cuando termino de contarle me siento miserable.
Y, es que, decirlo en voz alta lo vuelve todo más real.
—Eso es una mierda, sólo hay una cosa que no entiendo.
—¿Qué?.
—¿Te gusta Annie?.
—No seas fastidiosa, zanahoria.
Ella sonríe y está por decir algo cuando nuestros pedidos llegan. Tomo un sorbo de mi coca-cola y ella da un mordisco a su emparedado y no puedo evitar recordar la manera en la que Annie parece que va a tener un orgasmo cada que come algo delicioso.
De inmediato la polla me empieza hacer presión en la cremallera ante la imagen de mi dulce tormento y un orgasmo en la misma ecuación.
—¿Por qué sonríes? — ni siquiera me di cuenta que estaba sonriendo.
—Nada en especial — hago un gesto con la mano restándole importancia.
—Cómo sea ¿vas a contestar mi pregunta? — vuelve a insistir.
—No la responderé porque es absurda.
Me vuelve a patear por debajo de la mesa y joder esta vez dolió mas.
—Contesta, te gusta o no Annie.
Un escalofrío me recorre entero, por el simple hecho de que ese no es el problema. No hay ningún problema en que Annie me guste, ella es hermosa cualquiera que tenga dos dedos de frente se daría cuenta de eso. El problema aquí, es que ella no me gusta, ella esta en camino a encantarme y ese es el problema.
La miro durante un largo rato.
—Como tu amiga que soy, tengo que decirte que creo que no te has dado cuenta pero—dice, de forma sabionda y se que no me va a gustar lo que va a decir—. Que ella te gusta.
—Ese no es el problema, Sarah.
—¿Cuál es el problema entonces?
—Si te digo que me gusta, ¿dejaras de ser desagradable?.
—Probablemente.
—No es el tipo de mujer con el que costumbre enrollarme.
—No te pregunte si es tu tipo, Dain. Te pregunte si te gusta y se que eres lo suficientemente inteligente para notar la diferencia. Cuando estás alrededor de ella eres diferente.
»Jamás te había visto así, ni siquiera cuando alguna chica te atrae mucho sexualmente, así que no te hagas el idiota y responde.
¿Me siento diferente?. Joder, cuando estoy con ella deseo desesperadamente ser otra persona.
—Auch —sobo mi pecho como si me doliera por el insulto —¿Qué ganas con obtener una respuesta?.
Se encoje de hombros.
Suspiro resignado.
—Bien Sarah, me gusta Annie como de wow me gusta tipo tengo corazones en los ojos cada que pienso en ella.
—No sea imbécil —vuelve a patearme por debajo de la mesa—. Y, aunque lo digas con ese tono, yo ya sabía que te gustaba. De hecho creo que él único que no se a dado cuenta de eso eres tú.
—¿Podemos dejas ir el tema ya?.
—Aún tengo preguntas.
Ruedo los ojos al cielo y doy un mordisco a mi emparedado en lo que ella bebe de su té helado.
—¿Ya tuvieron sexo?.
Casi me ahogo con la comida y eso la hace sonreír.
—No contestare eso —hablo una vez que estoy seguro que no moriré asfixiado.
Ella sonríe.
—Seguro que te masturbas pensado en ella. A que sí.
—Ahora soy un pervertido según tu criterio.
—No, pero estoy casi segura de que mueres por hundirte en ella.
—¡Joder! Mejor me hubiera quedado en casa.
—No tiene porque darte vergüenza hablar de sexo conmigo, yo te conté cuando folle por primera vez.
—Por favor no me hagas recordarlo. Enserio Sarah te veo como una hermana y aun estoy tratando de digerir lo explicita que fuiste en tu relato.
Ella sonríe complacida con lo que sea que buscará de esa conversación. Luego recarga los codos en la mesa y apoya su barbilla en sus manos.
—Hay mi querido Dain, tanto que te empeñaste en huir de esta cosa llamada amor y ve nada más, no corriste lo suficientemente rápido. Annie no solo te gusta, estoy segura de que estás a medio camino de estar enamorado.
Un escalofrío me recorre entero, porque eso es incongruente.
—Estupideces.
—Como quieras— se encoje de hombros—. Pero no es mi mundo el que esta de cabeza.
—Haré una nota mental de no volver a salir contigo.
Me patea una vez más y esta vez le regreso el golpe y ella jadea lo que hace que una pequeña sonrisa tire de mis labios.
—Dain.
—Sarah.
—No seas un dolor de culo — me dice y casi sonrió.
—Tu eres el dolor de culo.
—Yo solo te estoy haciendo ver que estas cayendo. Y cayendo muy duro y tu estas como un imbécil paralizado sin disfrutar de un sentimiento que es nuevo en ti y te aterra explorarlo.
No digo nada más, ni ella tampoco nos limitamos a comer. Pero sus palabras dan vueltas en mi cabeza, porque por mucho que me gustara no puedo hacerle esto Annie no le puedo decir que me espere, ni que comprenda mi situación porqué ni siquiera yo acabo de entender esta situación.
Cuando regresamos al campus tengo una llamada perdida de mamá y un mensaje que dice que mañana hará una comida para la presentación oficial de mi compromiso con Zia lo que claramente termina de arruinarme el humor. Camino por los pasillos del campus, hacia el aula de sistemas estoy pasando por el gimnasio cuando escucho una voz familiar al tiempo que una punzada de algo que no reconozco del todo me atraviesa.
—Que baile Annie —dice una voz desconocida.
—Sí que baile —secunda otra vez y esta vez regreso sobre mis paso y abro la puerta del gimnasio sin hacer ruido.
Me siento en una de las gradas de arriba y veo como seis personas se encuentran ocupando el lugar donde regularmente se juega basquetbol he insistiendo para que Annie baile. Lleva el pelo en dos trenzas, un short de licra a la mitad del muslo y un top como los que usan para hacer ejercicio dejando visible su abdomen.
Después de unos cinco minutos insistiendo ella por fin accede, yendo al centro de la cancha donde se detiene a una distancia prudente de las demás personas que aquí se encuentran.
Daniel ya me lo había dicho pero verlo hace que se mi corazón de un vuelco.
Los primeros acordes de Single Ladies de Beyoncé empiezan a sonar y ella junto con un tipo —que no reconozco pero se que he visto en el campus— junto a otra chica empiezan a bailar la coreografía de esa canción con Annie en medio y contengo la respiración porque la hace ver tan jodidamente caliente y hermosa con esa sonrisa en su cara todo el tiempo.
Se sabe todo la coreografía de la canción ¿Cómo se que esa la coreografía? —: fácil a Sarah le encanta y ha visto ese video miles de veces.
Para cuando la canción termina los demás aplauden y ella hace una pequeña reverencia con la respiración agitada y la cara sonrojada.
Después empiezan a ensayar el baila para el concurso —supongo— y me entonces Richard la toma de la cintura y la pega a su cuerpo, desde aquí puedo notar la incomodidad en ella lo que hace que mi sangre hierva.
Por un momento su mirada conecta con la mía y lo tomó como mi señal para irme, así que me levanto y me encaminó hacia la salida del gimnasio sin mirar atrás porque si me quedo un segundo más cruzaré la línea de lo que debo y lo que deseo hacer.
Es sábado por la noche y Daniel me esta insistiendo en salir a la una fiesta que dará una de las fraternidades pero lo declino, no estoy de ánimos para eso ahora.
—Paso, prefiero quedarme a jugar videojuegos —digo, de manera despreocupa.
—Como quieras, tu te lo pierdes —lo dice como si fuera la gran cosa —. Yo estaba contigo, no creo que vuelva a dormir—anuncia antes de cerrar la puerta detrás de él.
Una vez que me encuentro solo me encamino hacia mi habitación no, me apetece jugar videojuegos y quiero adelantar en la investigación de los tipos relacionados con Gabor pero un bostezo me invade sacándome una lagrima en el proceso. Veo el reloj que descansa sobre el buro y veo que son cerca de las diez de la noche.
Mi teléfono vibra y mi corazón se salta un latido por la anticipación de quien podría ser
Caroline.
Estoy sola, ¿quieres venir?.
Y adjunto envía una foto de ella con lencería sexy, me muerdo el labio inferior ante de la indecisión pero la realidad es que no tengo ánimos de verla.
Dain.
Me encantaría ir, pero justo ahora estoy hasta arriba de tarea. Tal vez otro día, buenas noches Caroline.
Últimamente no se que es lo que pasa conmigo, hace unas semanas atrás hubiera corrido a verme con Caroline o salir a buscar a alguien en quien hundirme porque sí, así de imbécil era, pero ahora solo pienso en desnudar Annie, en besarla, tocarla, hacerle cosas muy inapropiadas.
Suelto un gran suspiro al tiempo que me quito la camisa y me dijo caer bocabajo sobre la cama.
En algún punto debo haberme quedado dormido porque lo próximo que escucho son los golpes en la puerta a lo lejos, me remuevo hasta quedar de lado aun con los ojos cerrados. Los golpes se vuelve a oír luego de varios minutos, me siento en la cama desorientado, acomodo mis lentes de montura antes de mirar el reloj y veo que son la una de la mañana.
Mi ceño se frunce ligeramente porque Daniel dijo que no volvería a dormir y porque él trae llaves así que tiene que ser otra persona. Camino por el pasillo bostezando, cuando vuelven a golpear la puerta y me pregunto quien ha venido a molestar a esta hora. Llego hasta la puerta todo el picaporte y entonces abro la puerta sin ver por la mirilla de la primero.
Me congelo en mi lugar en cuanto la puerta está abierta y siento que la espiración se atasca en mi garganta.
Porque Annie esta frente a mi con un vestido de girasoles de tirantes finos y botones por la parte de enfrente, las mejillas sonrojadas y la mirada vidriosa.
Trago duro y las alarmante de inmediato se encienden en mi sistema.
—¿Annie? ¿estas bien? —pregunto, con cautela.
Ella no dice, se dedica a mirar la extensión de mi cuerpo con calma y sin ningún tipo de pudor, cuando vuelve a mis ojos enarco una ceja.
Le doy un repaso rápido por si esta herida o le paso algo cosa que descarto rápidamente al darme cuenta de que posiblemente ella ya está en su residencia por las ridículas pantuflas de patas de dinosaurio rosas que trae puestas.
—¿Estas ocupado? —inquiere y su voz suena normal.
—No. Estaba dormido. No sé si te das cuenta pero son la una de la madrugada —no quiero sonar brusco pero aún así lo hago.
—Oh, tal vez debería de volver después…—¿Estabas bien? —vuelvo a preguntar, suavizando mi tono de voz.
Se muerde el labio es como si estuviera decidiendo algo en su cabeza y al final luego de un par de segundos asiente.
Suelto una maldición, por el hecho de que esto puede acabar mal en muchos sentidos. Annie y yo en un apartamento solos, entrada la madrugada yo a medio desvestir… ella ¡Dios!. Podría correrme con ella vestida con una bolsa de basura y seguiría pareciendo la mujer mas hermosa que he visto.
—¿No me invitaras a pasar? —inquiere, con la voz ligeramente temblorosa.
—Estoy meditando muy bien esa posibilidad—me sincero.
Ella sonríe de manera poco inocente y sin esperar respuesta me pasa por un lado adentrándose al apartamento. Todo rastro de sueño se fuga de mi cuerpo cuando su olor a flores me impregna la nariz, cierro la puerta y me giro solo para ver que Annie esta parada en medio de la sala.
—¿Esta Daniel? —habla pero esta recorriendo el lugar con la mirada.
Respiro hondo.
Esto no es bueno, no es nada bueno y mi cuerpo empieza a darse cuenta de eso.
—No, fue a una fiesta —digo, mirándola a los ojos.
—¿Por qué no fuiste con él?.
Porque me apetecía más fantasear contigo cosas que jamás pasarán. Pienso.
—No tenía ganas —me encojo de hombros de manera despreocupada.
Ella me sonríe de manera peligrosa y estoy tentado a preguntarle cual es el chiste, por que yo justo ahora tengo ganas de todo menos de reírme, de hecho estoy tenso y alerta sobre sus movimientos y los míos. Ella parece no notar nada y, es que no puedo evitar verla y pensar como es posible que sea tan jodidamente adorable y caliente a la vez.
—¿Por qué me vez de esa manera? —pregunto, cuando siento su mirada como una caricia qué va encendiendo fuego por donde pasa.
—¿De que manera?—se hace la inocente y se muerde un labio en el proceso, haciendo que cada vez más se me dificulte más respirar.
—Como si hubieras decidido algo —mi voz suena ronca, demasiado llena de deseo y creo que ella lo nota porque su sonrisa se ensancha —. Y yo no estuviera enterado.
Me vuelvo a plantar la idea de que esta ebria o tal vez le volvieron a dar alguna droga pero su voz suena normal y sus ojos están enfocados y decididos. Mierda.
—Cómo que hace mucho calor ¿no te parece?—me ignora deliberadamente.
Estoy por responder que no, que si quiere la llevo de regreso a su residencia —porque eso sería lo más prudente— pero las palabras se quedan atascadas en mi boca cuando sus manos van a la parte frontal del vestido exactamente al primer botón del justo a la altura de sus pechos.
Mierda. Mil veces mierda.
Ella no puede a ponerme esta tortura cuando en todo lo que he podido pensar desde nuestra última platica es en ella desnuda, sudando, gimiendo, debajo de mi.
Nunca he tenido que detener mis deseos carnales, pero justo ahora me esta costando un mundo no lanzarme sobre ella como un cavernícola y arrancarle el maldito vestido de una vez.
No pienses en nada que se refiera a ella y a mi sin ropa. Me repito mentalmente como mantra, y mi entrepierna empieza a despertar.
—¿Qué estás haciendo? —no puedo evitar preguntar con un hilo de voz y quiero golpearme por lo afectado que sueno.
De pronto siento la garganta tan seca que un trago justo ahora me caería muy bien.
—Nada —responde, tranquila. Si esta nerviosa o duda no lo demuestra en lo absoluto.
—Eso no se ve como nada Annie—carraspeo mi garganta cuando mi voz sale demasiado ronca.
—¿Enserió? —dice, viéndome directo a los ojos y dándome una vista de su sujetador de encaje rosa.
Muy bien mi polla ahora esta muy despierta, tanto que duele como el infierno. No se que pretende Annie lo único que sé es que no puedo ceder, no con ella y no en estas situación cuando ella dejo claro sus intenciones.
Retiro la vista de su cuerpo si no la veo no me afectan. Claro que no funciona porque entonces la imagino completamente desnuda y eso es peor. Cuando vuelvo la vista a ella está desabotonando el botón debajo de su ombligo.
—¡Joder!, joder, joder. Maldita sea, mierda. ¡para!, ¡Por favor para! —estoy desesperado y caliente y ya no se que es peor.
—Tranquilo, no estoy haciendo nada… sólo tengo calor —dice, inocente deshaciendo el último botón.
Tal vez si me voy y me encierro en mi habitación ella se vaya, necesito alejarme de ella por que mi mente se empieza a nublar y mi voluntad empieza a ceder, por otro lado mi cuerpo traicionero no se mueve, se queda aquí quieto viendo como el vestido se desliza por sus hombros y cae al suelo.
Todo una profunda respiración.
—Si quieres ajusto la temperatura pero por favor vístete—sugiero y luego advierto —. Esta es tu última oportunidad de salir de aquí justo como acabas de llegar.
Cuando logre hacerla entrar en razón me masturbare como por una semana para lograr aliviar el deseo que siento en este momento. No creo que tenga una idea de lo duro que estoy justo ahora y del peligro que corre si no se viste ¿cómo? Ya.
Piensa en tus padres, en Zia, en el compromiso, en la apuesta con Richard. Pero mierda ni siquiera puedo pensar cuando la observó con ese sujetador de encaje rosa con unas diminutas bragas a juego.
De pronto siento la boca seca he instintivamente mojo mis labios con la lengua y ella entre abre la boca.
—Ese es el plan —creo que dice pero yo estoy apunto de perderlo.
Un brillo que no reconozco aparece en sus ojos azules ¿grises? —ahora dilatados—, entonces ella hace esta cosa que me tiene a nada de perder la puta cabeza. Se estira como si se acaba de levantar y su sujetador de encaje junto con las bragas se tensan haciendo que mi polla duela… mucho.
No se si hay alguien en el cielo pero si lo hay, escúchame y por favor devuélvele la cordura a esta condenada mujer, porque estoy a nada de perderlo y no debo.
—Annie de verdad estoy disfrutando de toda esta espectacular vista, pero creo que deberías vestirte. Es muy satisfactoria la sensación de verte como en alguna de mis fantasías… mierda es incluso mejor… tienes un jodido cuerpo.
Ni siquiera se que decir y me paso una mano por el pelo con frustración, ella no dice nada solo se gira sobre sus talones y se echa andar con dirección a mi habitación
Mierda multiplicada por infinito. Me paso una mano por la cara acto seguido la sigo, cuando llego a mi habitación cierro la puerta detrás de mi y recargo mi espalda de esta entonces su sujetador es lanzado a mi cara. Mis ojos se abren de la impresión y mi corazón late tan rápido que me temo que lo escuche.
Debo detener esto, debo detenerlo ya. ¿Pero como?. Estoy tratando de pensar pero es muy difícil cuando ella se encuentra sólo con una diminutas bragas puestas y sus adorables pantuflas de patas de dinosaurio color rosa, se acerca a mi y justo ahora me parece una idea de mierda haberla seguido a mi habitación. Annie se pone de puntitas y sus labios presionan los míos.
Me alejó con brusquedad y su cara es de desconcierto.
—No vamos a follar Annie — lo digo mas para mi que para ella y su sonrisa flaquea un momento y casi sede ni voluntad.
—Lo siento… pensé… que te gustaba.
Quiero acercarme y abrazarla, decirle que no se da cuenta de que es dulce, hermosa… y sensual que luce justo ahora. Que no tiene idea de lo mucho que me pone y que justo ahora estoy más duro que una roca.
Que es tan jodidamente dulce y romántica que me cuesta creer que es real, que debería de ser un personaje de algún libro de Jane Austen. Pero en su lugar digo —:
—No vamos a follar, no porque no me gustes por que lo haces. Me gustas —decirlo en voz alta se siente liberador y aterrador en partes iguales—. El punto es que no vamos a follar porque tu no eres alguien para una noche y yo no puedo ofrecerte algo más que eso.
Mis propias palabras me pesan.
Y no puedo verle la cara con claridad por la falta de luz pero puedo apostar que esta sonrojada.
—De acuerdo.
—Bien…
—Esta bien, sólo será esta noche.
Por un momento creo que he escuchado mal, pero cuando ella se empieza a bajar las bragas por las caderas se que no escuché mal.
—Annie no tienes…
—No tengo, pero quiero hacerlo. No te preocupes, no me volveré una loca acosadora se lo que es un rollo de una noche.
Feliz inicio de mes, que disfruten mucho el capítulo y no se olviden de votar y comenta si la historia les está gustando.
Las tecueme, nos leemos pronto.
Besitos de gatito.
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