SIETE
Taehyung abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la suave luz que se filtraba por las cortinas de su antigua habitación. Sintió el calor envolvente a su alrededor, una sensación reconfortante que lo hizo sonreír instintivamente, pero esa calma duró solo un segundo. Fue entonces cuando se dio cuenta de la realidad: estaba abrazado a alguien. Y no a cualquier persona.
"Jungkook."
El pánico lo golpeó de inmediato. El calor que sentía provenía del cuerpo de Jungkook, quien estaba inmóvil a su lado, sus brazos alrededor de su torso, su cabeza apoyada en el pecho firme de su jefe. El latido constante del corazón de Jungkook resonaba en sus oídos, y mientras su mente se aclaraba, Taehyung se dio cuenta de que estaba completamente enredado en él, como si lo hubiera buscado en mitad de la noche.
El horror se extendió rápidamente por su cuerpo. ¿Qué demonios había hecho? Había prometido no moverse, no dejar que sus instintos lo traicionaran, y ahí estaba, completamente acurrucado en Jungkook, con su rostro hundido en su pecho. Intentó moverse con cuidado, esperando que Jungkook no estuviera despierto, que tal vez aún siguiera dormido. Pero algo en la rigidez del cuerpo bajo sus manos le hizo pensar lo contrario.
—¿Estás despierto? —preguntó en un susurro, con la esperanza de que su voz no fuera lo suficientemente fuerte como para obtener una respuesta.
—Desde hace un rato —respondió Jungkook, su tono bajo y neutral, como si la situación fuera la cosa más normal del mundo.
El corazón de Taehyung se detuvo. ¿Desde hace un rato? Eso significaba que Jungkook había estado despierto, consciente de que lo estaba abrazando. El calor en sus mejillas subió de inmediato, su rostro seguramente enrojecido por la vergüenza.
—¿Por qué no me dijiste nada? —preguntó Taehyung, tratando de mantenerse calmado, aunque sabía que su voz temblaba ligeramente.
Jungkook dejó escapar un suspiro ligero, sin mover un solo músculo.
—No quería despertarte. Parecías... cómodo —respondió, manteniendo su tono neutral, como si estuviera hablando de algo tan cotidiano como el clima.
Taehyung deseó que la cama lo tragara. No solo había pasado la noche completamente pegado a Jungkook, sino que su jefe lo había dejado allí, sin decir nada, y ahora estaba atrapado en una situación tan incómoda que no sabía cómo salir de ella.
—Lo siento, no... no fue mi intención —balbuceó, tratando de apartarse torpemente del abrazo. Pero sus movimientos eran lentos, temerosos de empeorar las cosas, y sentía cómo su cuerpo se negaba a dejar el calor que compartían.
—No es un problema —dijo Jungkook, su tono inmutable—. No me molesta.
Eso solo hizo que Taehyung se sintiera aún más avergonzado. Claro que no le molestaba a Jungkook, era el mismo que podía mantener una expresión neutral en las situaciones más tensas. Pero para Taehyung, esto era más que vergonzoso. Era todo lo que había intentado evitar. Sabía que Jungkook era imperturbable, pero a él le costaba mucho más manejar este tipo de cercanía sin sentirse vulnerable.
Finalmente, Taehyung logró apartarse, rodando hacia su lado de la cama y evitando mirar a Jungkook directamente.
—Perdón -repitió, aunque esta vez su voz era más suave, llena de incomodidad—. No suelo ser tan... —Se interrumpió a sí mismo, sin saber cómo continuar—. Solo, perdón.
Jungkook se incorporó lentamente, sin hacer ningún gesto incómodo o brusco, como si no hubiera sucedido nada fuera de lo común.
—No te alteres tanto, no fué la gran cosa.
Taehyung asintió, aunque las palabras de Jungkook no ayudaban mucho a aliviar la vergüenza. El problema no era solo la cercanía física. Era todo lo que esa cercanía le recordaba sobre sus propios sentimientos confusos hacia él. Sabía que no había reciprocidad, que Jungkook lo veía como parte de un acuerdo, pero aun así, su propio cuerpo lo había traicionado.
El silencio que se instaló en la habitación era espeso, y Taehyung se revolvía internamente. Lo último que quería era que las cosas se pusieran más incómodas entre ellos, pero había algo en la manera tranquila de Jungkook que siempre lo hacía sentir como si todo estuviera bajo control, incluso cuando Taehyung sentía que su mundo se desmoronaba.
Finalmente, Jungkook se puso de pie, estirando los músculos antes de dirigirse hacia la ventana.
—Nos queda un día más aquí —dijo con calma, mirando hacia el exterior—. Podemos fingir que esto no pasó y seguir con lo que tenemos que hacer.
Taehyung lo observó por unos segundos, sintiendo una mezcla de alivio y frustración. A veces, deseaba que Jungkook pudiera ser más abierto, mostrar alguna señal de que lo que había sucedido también lo afectaba de alguna manera. Pero sabía que esperar eso era inútil.
—Sí, mejor olvidemos esto -murmuró Taehyung, frotándose la frente y tratando de reponerse—. No pasó nada.
Pero mientras decía esas palabras, sabía que el sentimiento de estar enredado en esta confusión emocional con Jungkook solo se intensificaría.
[...]
Después del desayuno, la mañana se sentía tranquila y despejada, ideal para un paseo por la granja. Taehyung se ofreció a mostrarle a Jungkook y a la señora Jeon el lugar donde había crecido, un lugar lleno de recuerdos que llevaba consigo a donde fuera. Con un ligero nerviosismo aún en el aire tras la incómoda noche, el recorrido por la granja le pareció una buena oportunidad para distraerse y conectar con su entorno de una manera más natural.
—Aquí solía pasar mis tardes cuando era niño —comentó Taehyung mientras caminaban por el sendero polvoriento, con el paisaje campestre rodeándolos. Señaló un granero algo desgastado, pero lleno de carácter—. Mis abuelos tenían caballos, y me encantaba correr por aquí, fingiendo que era parte de una gran aventura. Me pasaba horas jugando solo o con algunos amigos.
La señora Jeon sonrió con ternura, sus ojos brillando con interés mientras observaba el entorno. El campo tenía una paz especial, un encanto que ella, aunque siempre había vivido en la ciudad, podía apreciar. Jungkook caminaba al lado de Taehyung, atento pero en silencio, dejando que su madre y él llevaran la conversación.
—Es un lugar precioso -comentó la señora Jeon con una sonrisa—. Se nota que está lleno de historia y momentos felices. Debe haber sido maravilloso crecer aquí.
Taehyung asintió, sus ojos brillando con nostalgia.
—Lo fué. Recuerdo que en verano mi abuelo me enseñaba a cuidar los animales, y mi abuela cocinaba todas las tardes. Solíamos hacer picnics justo allá, bajo ese árbol —señaló un roble enorme que ofrecía una generosa sombra—. Siempre me hacía sentir que no había un lugar más especial en el mundo.
La señora Jeon suspiró, observando con más detenimiento cada rincón de la granja.
—Esos son los momentos que hacen la vida tan especial —dijo suavemente—. Momentos simples, pero llenos de amor y calidez. Es increíble escuchar cómo creciste rodeado de tanto cariño.
Taehyung sonrió, agradecido por la reacción de la madre de Jungkook. En ese momento, se sentía más relajado, compartiendo un poco de su vida sin la presión de la mentira que los envolvía. Mientras caminaban hacia un pequeño huerto que aún permanecía en la granja, Taehyung señaló las hortalizas que sus abuelos solían cuidar.
—Solía ayudar a mi abuela a recoger las verduras. A veces me quejaba, pero ahora extraño esos momentos —dijo con una risa suave—. Era una forma de mantenernos conectados como familia. Recuerdo que me pagaban con dulces cada vez que terminaba.
La señora Jeon rio con suavidad, encantada con las historias que Taehyung compartía. Jungkook observaba todo en silencio, escuchando con atención, pero sin intervenir demasiado. La conexión que Taehyung tenía con la granja era evidente, y eso realmente reconfortaba a la señora Jeon.
Mientras seguían caminando, la señora Jeon hizo una pausa cerca de un seto de flores silvestres y se giró hacia ambos.
—Es un lugar tan hermoso —dijo, suspirando con melancolía—. Siempre he soñado que, una vez que ya no esté, Jungkook pueda tener una vida tranquila y feliz. Y este lugar... este tipo de entorno es perfecto para eso. Me encantaría que, algún día, cuando tú y Taehyung formen una familia, puedan traer a sus hijos aquí, para que vivan momentos tan especiales como los que viviste tú, Taehyung.
Taehyung sintió un nudo en la garganta ante las palabras de la señora Jeon. Sabía que ella no tenía ni idea de lo lejos que estaban de esa realidad, de lo falso que era todo lo que sostenían ante sus ojos. Pero el cariño en sus palabras y el amor que sentía por su hijo lo conmovieron profundamente.
—Sería un sueño —respondió, tratando de sonreír para ocultar su incomodidad—. No sé si algún día estaré a la altura de lo que mis abuelos y papás lograron aquí, pero me encantaría seguir sus pasos y mantener este lugar lleno de vida.
La señora Jeon observó a ambos con ojos cálidos, y luego dejó escapar una risa suave.
—Oh, lo sé. Estoy segura de que lo harán -. La señora Jeon tomó entre sus manos las de Taehyung y continuó —. Gracias por abrirle tu corazón a Jungkook, realmente deseo que sean una familia feliz.
Taehyung asintió, aunque por dentro sentía cómo la culpa crecía. La ternura de las palabras de la madre de Jungkook solo le recordaba lo lejos que estaba esa imagen de lo que realmente sucedía entre él y su hijo. Pero no podía hacer más que seguir adelante, manteniendo la ilusión, al menos por ahora.
Siguieron caminando un poco más por la granja, con Taehyung compartiendo más anécdotas de su infancia, y la señora Jeon completamente encantada con cada historia que escuchaba. Mientras tanto, Jungkook mantenía su posición en silencio, acompañando el recorrido sin mayores palabras, cosa que Taehyung notó, parecía muy callado a pesar de que ayer él manejó toda la situación con sus padres sin problema alguno.
[...]
Estoy muy emocionada con está historia jijijiji
Para actualizar el próximo capitulo lleguemos a los 40 votos y 20 comentarios :)
Les prometo que el siguiente capítulo les dejará con un sabor de boca curioso jajajajajaja
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