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C A P Í T U L O 74

Reconquista.

Sonic.

Sonic:
Ya te lo he dicho, yo sí quiero volver :'(.

Amy:
Es sólo que no estoy muy segura, es algo difícil de explicar :/

Escribí un texto que denotaba una insistencia sumamente enorme. Lo leí una y otra vez antes de darle a enviar, tras recapacitarlo un poco, decidí borrarlo.

Ella tendría sus motivos para no darme el sí, ciertamente nos habíamos distanciado en demasía. Ahora el motivo que más me causaba angustia era la posibilidad de cometer alguna estupidez porque comprendía lo complicado de la relación.

Habría que ir poco a poco, Amy continúa hablándome después de aquel encuentro, por lo tanto sigue habiendo una pizca de afecto por mí, sólo tengo que pensarlo bien y encontrar el modo de provocar la chispa que encenderá el fuego.

Necesito volver a enamorarla y que a su vez, yo me fije en esos pequeños detalles que me volvieron loco desde un principio. Hay que reconquistarnos.

Amy:
¿Te enfadaste?

Sonic:
No te preocupes, lo entiendo.

Amy:
Síp, estás enfadado.

Sonic:
Que nooo.
¿Tienes algo que hacer hoy?

Amy:
Iré a trabajar, tengo programada una sesión para hoy, ¿por qué?

Sonic:
¿Estás muy ocupada entonces? Quería que saliéramos.

Amy:
Pues se me ocurre una idea, pero no sé si te agrade.

Sonic:
Acepto sugerencias.

Amy:
¿No quisieras acompañarme? Si termino temprano podemos no sé, ir a comernos o algo.
Comer* JAJA.

Sonic:
Me gusta más la idea de comernos.

Amy:
Nunca dejas pasar ni una ¿verdad?

Sonic:
 —Nope.

Amy:
Salgo en veinte minutos.

Sonic:
Veme abriendo la puerta, enseguida llego ;).

Me vestí con lo primero que alcancé a sujetar dentro de mi clóset; aún si era un atuendo impulsivo, procuré que la combinación se me viese bien. Rocié loción en mi cuello, púas y mangas, esparciéndola por varias partes de mi cuerpo.

Bajé los peldaños a trote rápido. Mi madre estaba tejiendo en la sala, en cuanto escuchó el sonsonete de las suelas de mis tenis contra el piso, se giró a verme.

—¿Saldrás?

—No regresaré tarde, tranquila.

—¿A dónde vas?

—Estaré con Amy, voy a acompañarla a una de sus sesiones de fotos. —Mi progenitora me dedicó una mueca repleta de picardía.— No habrá problema si salgo ¿cierto?

—Manic y Sonia están arriba, no te preocupes por mí. —Me despedí con un abrazo.— Ahora vete, antes de que se te haga tarde.

Tal como ella me lo pidió, salí de mi hogar. En el exterior permanecía el embelesante olor a lluvia, las nubes eran grises y se presentaba el deleitoso sentir de la brisa contra mi cuerpo.

Era difícil de creer, hace unos meses este era el paisaje perfecto para quedarme encerrado en casa afligido. Me parecía muy interesante el cómo cambiaba el panorama dependiendo de la situación emocional.

Había aprendido que los rayos del sol eran deliciosos, así como también las gotas de lluvia refrescantes. "Realmente no habían malos tiempos, sólo diferentes tipos de buen tiempo". Recorrí con prisa las anchas calles de la ciudad.

Arribé sin demora a la nueva casa de Amy, vislumbré su auto estacionado en la acera.

No obstante, toqué la puerta de madera tan cegadoramente blanca, Rouge abrió y me observó de arriba a abajo, su rostro difuso reflejaba desconfianza y extrañeza.

—¿Puedo pasar o revisarás si llevo armas conmigo? —Pregunté bromista.

La fémina se apartó para permitirme ingresar a la morada. Paseé mi vista por la casa, me gustaba el estilo del lugar ¿qué se podía esperar? Tanto a Amy, como a Rouge se les daba muy bien la decoración.

—Amy no me dijo que vendrías.

—Tampoco a mí, hasta hace como dos minutos.

Me senté en el sofá. Emití un chiflido en señal de admiración al notar la gran televisión con sus respectivas bocinas, éstas se hallaban colocadas alrededor de la sala.

—¿Sonido surround? ¿Alguna de ustedes ya incursionó en la mafia o algo? —Elogié con diversión.

Rouge no contestó, tan sólo continuó observándome por más tiempo. Chaos, esto ya da miedo.

¿Tengo algo en la cara además de un bello rostro? —La murciélago rodó los ojos. Reí.

—Es sólo que, bueno, perdón por haberte dicho que eras un mujeriego.

—¿Y que contraería herpes? —Cuestioné alzando una de mis cejas.

—Sí, eh... Creo que me alteré un poco en esa cita con Knuckles. ¿Sin rencores?—Estiró su mano.

—Nunca han habido rencores. —La estreché.— Por cierto, ¿por qué Knuckles y tú ya no han salido? Creí que llegarían a algo.

—La verdad es que ni yo sé, supongo que con lo de la discusión se ha vuelto algo difícil hablar. Básicamente el primero en contactar al otro estaría perdiendo su orgullo. —Argumentó.

—Ya veo, son ese tipo de pareja.

—¿Lo dice el chico que estuvo saliendo con medio Mobius para hacerle competencia a su ex?

—Touché.

Escuché el eco que producían los pasos de mi cita, llevé mi vista hacia las escaleras, venía bajando con una muy notoria difilcutad y torpeza. Me incorporé enseguida del sofá, avancé hacia ella.

—¿Quieres ayuda?

—¿Era necesario preguntar? —Reí.

Tomé las maletas en las que transportaba su equipo de iluminación, Amy tan sólo cargó su trípode y dos de sus sombrillas translúcidas.

—Ya me voy, Rouge. Regreso en la tarde. —Anunció abriendo la puerta.

—Regresaremos en la noche. —Corregí. Amy me miró riendo.

—¿Ya lo tienes planeado?

—No, pero ya se me ocurrirá algo. —Salió de casa, dirigiéndose a su auto.— Y Rouge... —Llamé.— Sólo por si te interesa, Knuckles estará en la Plaza Emerald entre las cuatro y cinco de la tarde.

—¿Y qué esperas que haga?

—Lo digo por si quisieras "topártelo casualmente" en el centro comercial. —Cerré la puerta, yendo tras Amy.

Guardé las maletas en el baúl del auto. Amy ya me esperaba dentro, subí en el lugar del copiloto.

[...]

Estacionó el vehículo, le ayudé a trasladar todas las cosas del maletero. Antes de cruzar la puerta, decidí cuestionar.

—¿Y bien? ¿Quiénes son tus modelos esta vez? —Indagué.

—Dos chicos, son para anunciar una marca de ropa interior, pero. —Cesó.— Son gays, lo digo antes de que te dé un ataque de celos.

—No soy celoso.

—Tu presentación con Nathan diría lo contrario.

La sesión de fotos se daría en un estudio ya preparado en una de las zonas del edificio. Ingresamos al elevador, con la gigante cantidad de herramientas y maletas que ella llevaba a cada sesión, ambos íbamos totalmente apretujados.

—Podría acostumbrarme a esto. —Enuncié con malicia.

Tanta era la falta de espacio que Amy quedó casi sobre de mí. Su cuerpo me acorralaba contra la pared del ascensor, nuestras respiraciones se mezclaban de forma constante y ambos pares de labios yacían a tan sólo milímetros de rozarse.

Las puertas se abrieron en cuanto llegamos a nuestro piso, habían tres personas esperando a subir, recibimos una mirada juzgadora al percatarse de la cercanía entre su cuerpo y el mío.

¿Amy? —Aseveró uno de los individuos en espera del transporte.

—Eh... No es lo que parece. —Aclaró nerviosamente, solté una carcajada.

Sacamos el equipaje de Amy, dos ingresaron al elevador, la chica se quedó a nuestro lado.

—Síganme. —Pidió mientras avanzaba a una habitación.

Me le acerqué aún más a Amy, al menos lo suficiente como para que pudiese escuchar con facilidad mis murmullos.

—¿Quién es?

—Es mi jefa. —Respondió susurrando.

—Creí que seguías trabajando con Nathan.

—Nuestro rompimiento fue tan doloroso para su ego que terminó despidiéndome. Aunque no es algo de lo que me arrepienta, además tengo más libertades con esta otra empresa. —Expresó.

En el set de fotografía se hallaban ambos modelos en ropa interior.

¿Apenas se va a colocar la iluminación y ellos ya están semidesnudos?

—¡Oh por Chaos! —Entonó sorpresivo.

—¡Eres Sonic The Hedgehog! —Se me acercaron ambos.— Amy, ¿puedes tomarnos una foto? —¿Ya se conocían?

Los dos intentaron abrazarme, sonreí algo incómodo por la situación. No era que me molestara que me recibieran con tanta euforia, sino que no era muy fan de tener un acercamiento tan comprometedor con dos hombres en extremadamente escasa ropa.

—¿Son ciertos los rumores de que eres gay? —Cuestionó uno de ellos.

—¿Eh? No, no.

—Bueno, bueno, ya fue suficiente, a sus posiciones, hay que empezar. —Intervino Amy.

El par se alejó de mí entre carcajadas alegres, charlaron por unos momentos y prosiguieron a acomodarse con galanura dentro del set.

—¿No decías que yo era el del "ataque de celos"? —Bromeé con atrevimiento.

—Cállate.

Escrito: 28/12/2018.
Publicado: 30/11/2019.

"Realmente no habían malos tiempos, sólo diferentes tipos de buen tiempo". John Ruskin.

Créditos a user93538706

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