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C A P Í T U L O 72

Paz.

Sonic.

Recorrimos una gran extensión en su vehículo, sus progenitores se lo habían obsequiado en cuanto Amy "abandonó el nido" para mudarse con Rouge.

Tenía dos cervezas en el portavasos del auto, me confesó que había sido porque su compañera de cuarto utilizó el carro esta la tarde. Sin embargo, ninguno de los dos permitió que se quedaran sin abrir.

Dejaba a su pie descansar en el pedal, aceleraba en el asfalto con ambas ventanas abiertas y la música de su USB sonando por los altavoces. Saqué el brazo y otorgué una serie de golpeteos con mi palma en la puerta al ritmo de "Hold the line" de Toto.

En cuanto ésta finalizó me llevé una grata sorpresa al escuchar que la siguiente era una de mis canciones,"dejá vù" si hablamos en términos específicos.

—¿Y eso? —Reí mirándola.

—El que hubiéramos terminado no quiere decir que tus canciones dejaran de gustarme. —Sonrió al hablar.— Por cierto, ya no has subido ninguna a tu canal. —Reclamó bromeando.

—Ah ¿así que estás al pendiente? —Acusé burlesco.— Por ahora no hay nada nuevo, apenas acabamos de subir un álbum.

—Creí que no te gustaba esto de la fama.

—Y sigue sin hacerlo, es el único proyecto que tenemos firmado con la discográfica. Sólo intento que con ese lanzamiento se obtenga algo de éxito en el medio. Scourge siempre soñó con ser un músico reconocido, con Underground no lo puede lograr, si el álbum tiene un buen resultado es posible que algún cantante se fije en él y su habilidad para tocar.

—O sea, básicamente engrandecer a los demás y tú quedarte en el olvido. —Asentí.— ¡No! Que ni se te ocurra.

—Lo tomaré en cuenta. —Le sonreí con dulzura.

Seguimos desplazándonos por las rutas. No me gustaba usar un auto tan seguido, ni siquiera el mío, prefería correr. Sin embargo, con ella conduciendo era algo totalmente diferente.

—Mierda, no. —Pronunció con preocupación.

—¿Qué pasa?

El vehículo comenzó a desacelerar para finalmente parar al costado de la carretera. Se había acabado el combustible.

—Sabía que debía de recargar el tanque. —Se lamentó.

—No podemos dejar el auto aquí, la carretera es lo bastante estrecha como para estacionarlo. Ponlo en neutro y dirígete allá, —Señalé una desviación de la carretera, era un camino terroso aunque liso, éste llevaba hasta terreno alto, el cual era lo suficientemente extenso para estacionarlo.— yo lo empujo. —Bajé.

Me coloqué detrás del automóvil y proseguí a impulsarlo gracias a la fuerza sobrenatural de mis piernas, no era algo que representara complicaciones para mí, Amy siguió el camino que le indiqué. Piso el freno al llegar a dicha zona, dejando la carretera despejada para los próximos transeúntes.

La eriza salió del auto. Lo miró con atención y masajeó su sien derecha con su mano.

—Justo el día en que Rouge y Blaze no están disponibles.

—Que no se te olvide que vengo contigo. —Manifesté riendo.— Ahora le llamo a mis amigos.

Marqué el número de Shadow, contestó a las cuatro timbradas.

—¿Qué quieres? —Tan afable como siempre.

—Viejo, necesito ayuda con una cosilla.

Amy.

Observaba como llevaba a cabo la llamada. Me arrepiento rotundamente de haberle dicho que saliéramos, ¿por qué tuve que decirle tal cosa? Estar con él a solas en esta situación será una experiencia de lo más rara.

Me senté en el capó de mi automóvil, él colgó y escribió en el teclado de su celular, probablemente les estaría mandando nuestra ubicación.

—Vendrán en un rato. —Abrió la puerta del transporte.

Giró la perilla con su índice y pulgar, consiguiendo subir el volumen del estéreo. Volvió al exterior, cerró la puerta y se sentó a mi lado recargando su espalda en el parabrisas.

—¿Van a tardar mucho?

—Supongo, estamos bastante lejos. —Pasó sus manos por detrás de su cabeza.

—¿Y ahora qué?

—¡Pff! Tú sólo relájate, es un magnífico lugar para observar las estrellas. —Pronunció mirando el claro.

El ambiente se tornó silencioso, teniendo a los grillos y la música del estéreo como única melodía. Él se mostraba embebido por los pianísimos; yo por mientras, paseaba mi vista por el sitio en busca de disimular mi incomodidad.

—¿Y qué hacían en ese club? —Cuestioné como única forma de entablar una conversación.

—A Silver lo ascendieron en su trabajo y salimos a festejar. —Rió. Hacían un festejo por cualquier razón.— ¿Y tú?

—Iba a esperar a una compañera de la galería de arte, terminó por decirme que ya no podría ir. Me estaba a punto de ir cuando llegaste a importunarme. —Confesé bromeando.

—Ya veo. —Cesó al notar que el tema de conversación no daba para más.

La canción se terminó, transformándose en un momento silencioso entre los dos. No obstante, otra inició.

—¿Y sigues saliendo con el rubio ese?

—Nunca salí con él. En cuanto supe que le entraba a la cocaína preferí alejarme. —Reí.

—Wow, wow, alto, mucha información de golpe. ¿Estuviste con un cocainómano? —Se carcajeó.

—¡Hey! Yo no lo sabía, de haberlo hecho nunca le habría dicho que tuviésemos una cita. —Él continuó desternillándose.

—Si te sirve de consuelo, yo salí con una chica mucho más musculosa que yo, me daba miedo discutir con ella. —Reí.— Si él probablemente se inyectaba drogas, mi ex se inyectaba esteroides.

—Ah, ¿así que esa canción es verídica? —Bromeé.

—¿"Mi novia tiene bíceps"? Claro que lo es. —Se soltó a reír.— Estaba así de desesperado.

—Tampoco te fue tan mal, estuviste con una cantante y de buen cuerpo.

—¿Mina? Bah, terminé con ella al poco tiempo, no era mi tipo. ¿Qué me dices de ti? Estuviste con un fotógrafo famoso, siempre estaba en revistas de celebridades.

—No duramos nada, Nathan era el dramático de la relación, creo que una Kardashian se queja menos. —Ambos reímos.

—Te lo dije. —Presumió su triunfo. Había leído perfectamente las intenciones de Nathan meses atrás.

—Aún tengo una duda ¿a qué te referías aquella vez de las pizzas?

—¿Acaso no lo supiste? Uno de tus ex quizo golpearme en un antro. —Comentó con diversión.

—¿Cuál de todos? —Me detuve.— Eso sonó muy mal. —Reí.

—El tipo de los dientes grandes.

—¿César? Imposible, era el estereotipo total de un nerd.

—Lo mismo creí hasta que llegó con seis amigos suyos a querer matarme a puñetazos. —Se carcajeó.

Me contó cómo se les escapó, reí al saber la historia, ambos pasamos el rato bromeando sobre nuestras exparejas, aquello sólo había sido una competencia sobre quién olvidaba al otro más fácilmente.

—¿Y ahí finaliza tu lista? ¿Alguna otra víctima de tu despecho? —Bromeó.

—Ya los he mencionado todos, sólo me queda un tal Sonic.

—¿Y qué idioteces hacía ese tipo? —Interrogó con diversión.

—Bueno... Era muy infantil e inmaduro.

—Meh no creo que fuera tan malo.

—Si te soy sincera, la primera vez que lo vi pensé que era gay.

Me miró indignado, intentó defenderse pero en cuanto abrió sus labios de ellos no salió nada. Tan sólo calló sin salirse del papel y esperó a que yo prosiguiera.

—Aunque... Era detallista. —Hice una pausa, ¿hablarle con la verdad sería lo mejor en este momento?— Celoso pero no en extremo, bullicioso, romántico, talentoso y en ocasiones algo cursi. —Una sonrisa ladina se dibujó en su rostro.

—¿Y crees que eso es malo? Mira que no conoces a una de mis ex, se llama Emily. —Reí por su referencia.— O algo así.

Aún lo recordaba, el día que yo fui a buscarlo hasta su casa para pedirle que fuese a hablar con mis padres confundió mi nombre.

—Era una eriza rosa de ojos jade hermosísimos, cariñosa y un "poquito" demasiado acosadora, no controlaba mis amistades pero sí me llegó a revisar el celular. —Desvié la mirada avergonzada.

—Sus motivos tendría ¿no? —Me volteó con un semblante sarcástico.— De acuerdo, no, estuvo mal.

—Pese a que tenía sus defectos, estar con ella ameritaba más pros que contras, era el ser más empático, comprensivo y alegre que he llegado a conocer. No te voy a mentir, era malísima con la labia, pero siempre tenía esos detalles que terminaron enamorándome, me apoyaba en todo. —Me miró con atención.

Le sonreí, él ladeó un poco su cabeza a medida que se me acercaba. Imité sus acciones con timidez.

Paramos al estar a tan sólo milímetros del rostro del otro. Ante el frío de la noche, nuestros cálidos alientos se mezclaban, provocando una reacción eufórica en ambos sistemas nerviosos.

Me miró, noté su tierna inquietud en el momento en el que me sonrió. Los dos sabíamos que algo se acercaba, sentíamos aquella característica tensión en el aire. Esa sonrisa tan sólo fue un aviso de lo que se adelantaba.

Llevó su mano hasta el costado derecho de mi rostro, y finalmente lo hizo, conectó sus labios con los míos en un contacto lento y deleitoso. Lo bueno que tenía el tiempo que nos dimos fue que sanó las heridas, lo malo de sus besos era que eran adictivos, y lo bueno y malo de ambos era que nos había hecho olvidar lo que se sentía rozar nuestros labios, así como también revivir esa sensación magnífica del primer beso.

—Ah, y me ha faltado una cosa, ¡tenía un cuerpo que! —Unió sus dedos índice y pulgar, dejando los otros tres levantados.— Ella no lo sabe, pero el día en que nos conocimos en una cama de hotel, la espié al cambiarse por el reflejo de la venta, ¿una actitud un poco patán? Quizá.

Reí escándalosamente, ¿conque también tenía sus secretitos sobre aquel día?

—Pero hablando en serio, me ha sido muy complicado el poder afrontar todo lo que pasó en estos meses. Intenté cambiar mis pasatiempos, salir con otras personas, pero nunca logré sacármela de la cabeza. —Acarició mi mejilla.— Es un tanto difícil de admitir, pero sigo completamente loco por ella.

No respondí, él mismo lo había dicho, la facilidad de palabra no era algo que destacara en mí. Me limité a abrazarlo con cariño.

[...]

Los minutos los pasábamos envueltos en los labios del otro. Nos encontrábamos en un lugar donde sólo existían tres opciones, besarlo, que me besara o que nos besáramos.

Le gustaba jugar con mis púas, entrelazar nuestros dedos, morder mis labios y acariciar mi cintura con la yema de sus dedos.

Él bajó del cofre del auto, me indicó que lo siguiese. Yo, cegada por la pasión, obedecí, caí en su vil trampa.

Sonic.

La besé con rudeza pegándola a la puerta trasera del auto sin dejar que se moviera. Había esperado mucho para recordar lo que era tener una noche acompañado de su cuerpo.

Terminé por hacer que nos separáramos y abrir dicha puerta. Dirigí mi boca hasta su oído derecho, mis manos seguían en su cintura atrayéndola hacia mí.

—Déjame tocar tu piel otra vez. —Pedí con excitación. Accedió con una mirada lasciva como contestación inmediata.

La empujé levemente para caer en los asientos de atrás, cerrando la puerta tras de nosotros. Los dos nos despojamos de aquella prenda que cubría nuestras manos, dejándolas completamente sensibles al tacto. La besé con frenesí, mi lengua era intrépida e inconforme, quería más.

Desuní los botones de la camisa que le había prestado y por consecuencia, que ahora llevaba puesta, topándome con un sostén negro en la ejecución de tal acción, lo desabroché enseguida; ella ya no se mostraba tímida ante mis caricias y besos en sus senos, en su lugar, halaba mis púas con goce.

Repartía besos húmedos por todo su abdomen y pecho, tenía como respuesta suspiros deseosos y llenos de lujuria. ¿De qué nos servían las palabras si era mejor gemir?

Sentí sus manos deslizarse por mi torso hasta encontrar el cierre de mi sudadera y comenzar a halarlo hacia abajo. La despojé de la falda pegada que llevaba puesta, acaricié sus muslos en el proceso, quedó expuesta ante mí únicamente con sus bragas puestas, algo que me ponía aún más impaciente.

Amy desplazó sus manos por mi cadera, desabrochó mis jeans y tiró de ellos junto con mi ropa interior. Ella misma se deshizo de la suya, ambos nos encontrábamos totalmente desnudos. Adoraba tenerla así, añoraba hacerle el amor otra noche más, lo necesitaba.

Continué con los besos y caricias hasta asegurarme que su sexo ya se encontrara lubricado. Me senté en el acolchado asiento trasero, Amy se posicionó a horcajadas sobre mí, convirtiéndose en la responsable del ritmo de las penetraciones. Entré con lentitud, ella posicionó sus manos a los costados de mi cabeza y movió sus caderas de arriba hacia abajo.

Mis dedos se entrelazaron en el interior de su cabellera, jugando con sus rosáceas púas.

Se movía frenéticamente, sentía el bamboleo del automóvil, mordí despacio su cuello. En mis tímpanos revotaban los melódicos sonidos emanados de su traviesa boca, sus dedos se sumergían en el respaldo del asiento, mientras que yo acariciaba su espalda a todo lo largo. ¡Qué sensual que es! Sus curvas eran una adicción para mí.

El estéreo del carro seguía sonando, era música lenta y relajante, aquello sólo mejoraba la escena. Pegaba nuestras frentes mientras la penetraba con dureza y rapidez, su respiración era agitada y cálida, al igual que la mía. Juntamos nuestros labios en un beso lleno de pasión fulminante.

Estaba cumpliendo una de mis tantas fantasías con ella. Tenerla sólo para mí en un automóvil, completamente apartados de los demás, los vidrios empañados y el interior repleto de su angelical voz gimoteando mi nombre.

Nuestros cuerpos sudaban, nuestras pieles chocaban, nuestras bocas suspiraban, nuestros ojos se conectaban y nuestros sentimientos salían disparatados. Éramos dos amantes flamantes en ausencia total de raciocinio, había que admitirlo, en ese instante ambas mentalidades estaban consumidas en deseo y sexualidad.

[...]

Amy descansaba encima de mí, su cabeza reposaba en mi hombro, yo continuaba brindándole besos en repetidas ocasiones. Sentía cómo su tórax se hinchaba y se contraía en una respiración calmada y saciada, llenando mi cabeza de pensamientos sucios y satisfactorios sobre lo ocurrido.

Mi miembro seguía dentro de su estrecha cavidad, ninguno presentaba movimiento alguno, simplemente era una sensación reconfortante. Sus manos daban caricias a las púas traseras de mi cabeza, ya extrañaba la dopante sensación de tenerla junto a mí.

—¿Estuvo bien hacer tal cosa? —Su tono de voz mostraba arrepentimiento. La miré con atención y le sonreí.

—Pues para mí... Es lo mejor que me pudo haber ocurrido en seis meses. —Ella desvió la vista con un aparente sonrojo. La besé en los labios.— Volvamos, te he echado de menos. Me tenías muerto de celos y curiosidad, veía a todos esos chicos de tus redes, temía que alguno de ellos pudiese conquistarte, me apánicaba el hecho de que fuese muy tarde para mí. —Confesé.

—Perdóname. —Deslizó sus manos por mi pecho, me abrazó.— Quise superarte utilizándolos, intenté tantas cosas que sólo lastimaron a terceras personas, a ti y a mí; creo que es bastante obvio que nada funcionó. Fallé exorbitantemente.

—Cuando Knuckles me dijo que salías con ese tipejo... Me derrumbé. Creí que me quedaría estancado mientras que tú harías una nueva y exitosa vida. No quería ser un fracasado, competí contigo sobre quién tenía la mejor pareja, ¡Chaos, qué estupidez!

—Actuamos como unos torpes, Sonic. —Rió suavemente.

—Soy consciente de ello. —Compartí su gracia.— ¿Por qué eres tan difícil de dejar ir? —Pregunté retóricamente.

El tono de notificación de mi móvil interrumpió nuestra charla. Miré la luz emergente del bolsillo del pantalón que se hallaba en el tapete. Lo tomé, era un mensaje de Shadow.

—Ya vienen, hay que vestirnos. —Comenté con incomodidad.

Salí de ella con rapidez, me coloqué mi ropa, la observaba cada que tenía oportunidad, era increíblemente bella.

No obstante, ambos bajamos del auto. Reí e intenté ayudarle a peinar sus desordenadas púas, Amy observaba el firmamento, en sus hermosas pupilas se reflejaban las estrellas... Tan resplandecientes como siempre.

Posteriormente, un brillo cegador llegó a nuestros cuerpos, estábamos siendo enfocados por las luces de dos vehículos. La camioneta de Shadow y una grúa. Se estacionaron cerca del auto de Amy.

—¡Conque aquí estabas! —Exclamó Knux bajando de la camioneta, seguido por mis demás amigos.— Debiste avisarnos que te ibas, Shadow estaba preocupadísimo, ojalá lo hubieras visto. —Se carcajeó.

—Yo no hice tal cosa. —Contradijo con seriedad.

—Ay claro que lo hici-. —Frenó al ponerle atención al semblante amenazador del azabache.— No, no lo hiciste.

La grúa enganchó al carro de Amy y arrancó. Shadow nos hizo señas para que subiéramos a su vehículo y la siguiéramos. Me fui sentado en la batea con ella y Silver, los demás iban dentro de la doble cabina.

El resto del camino me la pasé hablando con mi colega, ella en ningún momento mostró ganas de unirse a la conversación, además, se sentó en el otro lado de la batea, quedando lejos de mí. ¿Qué estará pensando? ¿Para ella fue un error aquel encuentro? 

La grúa llevó el auto de Amy hasta una gasolinera, bajé de la camioneta para pagar el servicio de la grúa, mientras que Amy se encargaba del combustible. La observé, ella estaba por subirse a su auto, exhalé con pesadumbre, se iría de nuevo.

—Oye. —Me llamó. Levanté la mirada y fui enseguida.

Quedé frente a su rostro, me tomó de los hombros y sonrió. Estaba totalmente confundido sobre qué quería darme a entender. Sus manos se entrelazaron detrás de mi cuello, tiró de mí para acercarme hacia ella y, con una sonrisa que denotaba su travesura, me besó.

Correspondí con obviedad, mis manos se posaron en su cintura. Escuchaba a lo lejos a mis amigos gritarme y festejar desde dentro de la camioneta. Amy se separó de mis labios, volvió a sonreírme.

—Dile a tus amigos que les agradezco por todo lo que hicieron, debieron de casi vaciar el tanque de tantas vueltas que dieron en la ciudad. —Rió.— Llevando a cada uno hasta su casa terminarán de vaciarlo, déjame que les ayude llevándote a ti. —Propusó. Sonreí con amplitud.

Corrí hasta la camioneta, recargué mis antebrazos en la ventana del conductor.

—¡Ídolo! ¡te besó! —Celebró Silver desde el asiento trasero. Reí.

—Amy les agradece mucho por ayudarla. —Comenté con una sonrisa.

—¿También nos besará? —Bromeó Knuckles.

—Vuelve a hacer otro comentario así y quitó la llanta para ponerte a ti. —Amenacé divertido.— Me iré con ella a casa, los veo mañana.

—¡¿Te irás con ella?! ¿Si sabes que eso es una propuesta para acostarse? ¡No desperdicies la oportunidad! —Animó el equidna.

Eh... No pienso decirles nada de lo que pasó antes de que llegaran.

Me debes una. —Condicionó el azabache.

Shadow asintió con la cabeza y encendió su vehículo, se marchó. Amy ya había entrado a su auto, me subí al asiento del copiloto.

Ella arrancó. Me recargué totalmente relajado en los asientos, miré el bonancible cielo estrellado y reí alegremente. Había sido la mejor noche.

—¿Por qué tan sonriente? —Interrogó con gracia en sus palabras.

—Por ti. —Aclaré mirándola.

No me respondió, pero me hizo extremadamente feliz verla sonreír a causa de mi respuesta.

Llegamos a mi hogar, la tomé de las manos antes de bajar del vehículo.

—Si no aceptaste lo de hace un rato, lamento decirte que pienso insistir una y otra vez hasta que lo consiga. —Me despedí con una sonrisa y bajé del auto.

Esos te quieros no irían hacia otro.

Escrito: 03/03/2018.
Publicado: 17/11/2019.

Créditos a xDavid547.

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