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C A P Í T U L O 63

Primer roce.

Sonic.

¡Que alguien me golpeé muy duro en el rostro!

¿Y bien?

¡FUE INCREÍBLE! Sigo fangirleando con él, no me creo que realmente haya conocido a Roger Waters. ¿Cómo lo conociste tú exactamente? ¿Qué sentiste cuando su melódica voz te habló por primera vez? ¿En qué partes él te ayudó a escribir? Dime por favor que él escribió alguna de las estrofas que grabé.

Acribillé a Mina entre pregunta y pregunta. Yo reía nervioso, estaba realmente emocionado por lo que acababa de ocurrir.

—O no, mejor no, quítame de la grabación. Mi voz, mi solo de guitarra, todo eso es muy poco para Roger. Él se merece algo mejor.

Lo consientes tanto que me estás haciendo dudar de tu orientación sexual. —Rió.

Después de haber convivido con Roger hasta yo estoy confundido. —Bromeé.

Nos sentamos en el sofá de su estudio. Recargué mi cabeza en el respaldo de éste con una sonrisa ensanchada en mi cara.

No quería que ese día se acabase, después de mucho sufrimiento a causa de mi madre, por fin hoy había tenido una experiencia que me subiera los ánimos.

—¿Trajiste lo que te pedí?

—No me gusta consumir drogas.

—Imbécil. —Reímos.— La canción, ¿alguna novedad?

—Eh...

—¿Lo olvidaste?

—No, no... Es sólo que no creo que te agrade. —Mi interlocutora se levantó del sillón.

—¿Por qué no lo haría? —Tomó una guitarra acústica y me la proporcionó.

—Es un tanto depresiva y la estamos pasando bien ahora. No quiero arruinar eso.

—¿Qué te ha pasado?

—¿Qué quieres decir?

—Nada expresa mejor los sentimientos del hombre que la música. ¿Qué es lo que te ha pasado como para no quererme mostrar una canción?

Suspiré. Rodé los ojos con lentitud, mi sonrisa se fue y posicioné mis dedos en las cuerdas. Comencé con un acorde en sol mayor y tras haber hecho un intro, agaché la mirada, dirigiéndola a mis dedos únicamente.

—Mamá sabe bien, perdí una batalla. Quiero regresar sólo a besarla. —Marqué un la menor para iniciar el precoro.— No está mal ser mi dueño otra vez, ni temer que el río sangre y calme... Al contarle mis plegarias. —Pausé. Suspiré y seguí con los primeros acordes pertenecientes al coro.

Su mano sujetó la mía, aquella encargada de rasgar las cuerdas. Paré de tocar y ambos establecimos un penetrante contacto visual. Su dura mirada exigía una explicación.

—¿Y bien?

—Mi madre está en coma desde hace cinco meses. —Volví a bajar mi mirada.— Hago guardia en el hospital con mis hermanos cada día, pero en todo este tiempo la única respuesta que hemos tenido de ella ha sido un leve movimiento de manos. No tienes idea de la falta que me hace.

Sentí la yema de sus dedos acariciar la parte dorsal de mi mano.

—Mi hogar es tan quieto que me hace odiar el sólo hecho de despertarme. Cada que visito su habitación y veo las sábanas blancas debidamente tendidas me hace recordar cada minuto en el que ella no está.

—¿Por qué no me lo habías dicho?

—No es algo de lo que me guste hablar.

—Pero es necesario, ¿no? —Callé.— Te veo devastado, no debes de guardártelo, eso a la larga sólo te perjudicará. —Acarició mi mejilla con una de sus manos.

La sensación presente en ese momento era de lo más raro que hubiese experimentado, se trataba de una rara mezcla entre curiosidad, nostalgia y tentación.

—Tú y yo somos amigos ¿verdad?

—Sí. —Afirmé titubeante, enlazando su mirada con la mía.

—No quiero perder eso, pero necesito que lo sepas... —Noté su lenguaje corporal, poco a poco su rostro se aproximaba más al mío. Intimidado, eché mi cuerpo hacia atrás.

Presiento lo que se avecina. ¿Me aparto? ¿Continuó? Sus labios realmente me incitan a besarla, sé que no es ético, no quiero jugar con ella.

—Siempre contarás conmigo. —Juntamos nuestras bocas.

Pero el deseo es algo rigurosamente poderoso.

Sus labios paralizaban los míos en un contacto suave y deleitoso, cerré mis ojos dejándome llevar por el momento. El instinto era más dominante que mi lado cognitivo. Coloqué mis manos en su perfil y acaricié con dulzura su piel.

No llegó a ser algo apasionado, tan sólo romántico. Nos separamos, ella me sonrió, le devolví el gesto algo avergonzado. Miré el reloj colgado en la pared de su estudio.

—M-me tengo que ir. —Me incorporé del sofá, ella me vislumbró con un semblante difuso.— Llegaré tarde al hospital. —Tomé mi abrigo y lo vestí.

—Ah, eh, claro. —Balbuceó torpemente. Se levantó del sillón por igual.

Caminé hacia la puerta escondiendo mi rostro de Mina, esto se había vuelto algo muy incómodo.

—Entonces, yo, eh. —Tartamudeó. Sujeté la perilla entre mis dedos.— Te veo después.

—Sí, luego, adiós. —Musité saliendo del lugar.

—Adiós. —Se despidió del mismo modo.

Me alejé caminando, ella tan sólo movió de lado a lado su mano oscilante, correspondí de forma estúpida y aceleré el paso.

Maldita sea.

[...]

Amy.

—¿Entonces lo terminaste? —Cuestionó Rouge.

—No pensaba darle otra oportunidad, sinceramente me siento mal por lo que hice.

—¿Te arrepientes de dejarlo? ¿Acaso estás pensando con el culo en vez del cerebro? Te engañó y encima te despidió por lastimar su ego.

—No, me siento mal por haber aceptado ser su novia cuando ni siquiera sentía algo por él, solamente estaba confundida. Todo fue una pésima idea.

—¡Chaos! Pero qué depresiva andas, nada está mal en ti, simple y sencillamente, Nathan es una perra. —Resumió excluyéndome de toda culpabilidad.— En cuanto terminemos de desempacar tus cosas nos vamos de antro.

Exhalé agobiada, coloqué un juego de prendas de vestir en un gancho y lo colgué en el tubo que cruzaba horizontalmente mi ropero.

—No tengo ganas de salir. Terminé dos relaciones en menos de medio año, me sentiré una fácil.

—¡Ay por favor! La mayoría de mi generación de preparatoria tenía siete relaciones al mismo tiempo en tan sólo una semana.

—Ya veo de donde lo aprendiste.

—Te voy a sacar de la casa a base de puñetazos. —Reí.

Continué acomodando cajas de zapatos, bolsas de ropa y demás pertenencias, Rouge tan sólo me miraba sufrir desde la comodidad del sofá.

—¿Quieres dejar ese celular y ayudarme?

—Eres mi roomie, no mi madre.

—Cuánta agresividad.

—¿Puedes creer que Knuckles me canceló?

—¿Seguías saliendo con él?

—Sí, te conté, pero estabas muy ocupada con tu crisis amorosa.

—¿Y por qué te rechazó la cita?

—Tenía una reunión con Sonic, dijo algo de un código cuarenta y tres. ¿Sabías que se hablan en códigos? Siempre se comporta como un completo idiota conmigo, pero se ha aprendido los códigos de sus amigos. —Pausó al verme.— ¿Amy? ¿Estás bien?

—Sí, muy bien, todo tranquilo.

—Tienes los ojos llorosos.

—¡Dijiste su nombre!

—¿No decías ya haberlo superado?

—¡Lo hice!... O quizá no del todo.

[...]

Sonic.

—¿Quién fue y qué pasó? —Cuestionó Silver con seriedad.

La puerta se abrió bruscamente, Knuckles entró corriendo.

—Vine en cuanto me enteré que era un código cuarenta y tres. —Articuló exhausto.

—¿Qué mierda es un código cuarenta y tres? —Interrogó Shadow ya harto de la situación.

—Encuentro amoroso. —Contestó indiferente mi mejor amigo.

—¿De qué tipo fue? ¿Manoseo? ¿Sexo? ¿Frotamiento? —Knuckles se sentó frente a mí.

—No, no, sólo fue un beso... Y si no lo malinterpreto, una confesión de amor. —Informé.

—¿Y ya? ¿Sólo para eso nos llamaste? —Preguntó el equidna con un tono decepcionado. Posteriormente recibió un golpe en la cabeza por parte de Silver.

—¿Fue Amy? —Retomó Tails.

Suspiré, mientras barría la mirada hacia la derecha.

—No, fue Mina.

—¿Mongoose? ¿La cantante del festival? —Cuestionó acertadamente Shadow.

—Damn! ¿Has visto sus caderas? —Knux dio su muy necesaria opinión.

Coloqué mis cabeza entre mis manos, halé mis púas hacia abajo. ¿Qué acababa de hacer?

—¿Y cuál es el problema?

—El problema, Silver, es que está enamorada de mí, nos besamos y yo ni siquiera sé si siento algo por ella más allá de amistad.

—¿Y qué piensas hacer? —Tails me observó con seriedad.

—Esa es mi preocupación, no quiero ilusionarla con que habrá algo entre nosotros. Es muy probable que sólo terminemos arruinando nuestra amistad.

—No tiene por qué ser así. —Intervino el azabache.

—¿Qué insinúas?

—¿En verdad no sientes nada por ella? ¿O simplemente Rose no te deja seguir adelante? —No respondí.— Antes de decidir si tener algo con Mina o no, primero resuelve esa cuestión.

—No puedes tener en la cabeza tantas cosas a la vez, súpera a Amy, déjala ir. —Tails secundó a Shadow.— Después podrás aclarar tus sentimientos por Mina con más facilidad. No seas tan desesperado.

—¿Te das cuenta de a qué sujeto le estás pidiendo ir lento? —Solté irónico.

—Sonic. —Llamó Silver.— Quizá Amy no era la indicada.

—¿Y cómo sé que Mina lo es?

—Supongo que es lo que tendrás que descubrir, no creo que sea tan malo, tienen buena química.

—Eso ya lo sé, me la paso increíble a su lado. Pero no estoy muy seguro de esto.

—Es momento de que pases esa etapa con Amy. Ella ya tiene a alguien más. —El erizo plateado respaldó el argumento de Shadow.

Era lamentable... Y sumamente confusa mi vida amorosa. Dolió, pero vaya que tenía razón. Para ella, yo no era nada más que recuerdos.

[...]

Amy.

La noche cayó, reflexioné sobre lo dicho por Rouge en la tarde, Knuckles tenía una reunión con Sonic. Lo último que supe de ellos es que se habían vuelto muy distantes.

Por lo tanto, si se volvieron a juntar... ¡Algo debió de haber mejorado! Si lo busco... ¿Perderé mi dignidad? ¿O tendré una oportunidad para arreglarlo?

Escrito: 02/12/2018.
Publicado: 14/09/2019.

Créditos a xDavid547.

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