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C A P Í T U L O 57

Tras el rompimiento.

Amy.

Habían pasado unas semanas de la última vez que había visto a Sonic. Lo mensajeaba a diario preguntándole sobre la situación de su madre con el fin de al menos tener una mínima razón para hablar, me respondía por las madrugadas. Jamás eran conversaciones fluidas y largas.

Me sentía devastada. ¿Qué seguía ahora? ¿olvidarlo y continuar o perseverar? Tenía curiosidad en si realmente no mentía con aquello de darnos una pausa.

Hoy tenía una sesión de fotos por la tarde, me vería con Nathan y cuatro modelos. Dos hombres y dos mujeres. Bajé a desayunar.

Hola, hola. —Saludó mi padre con alegría al verme bajar las escaleras que daban frente a la cocina.

—Hola. —Respondí torpemente.

—¿Estás ocupada hoy? —Preguntó mi madre sentada en la silla contigua a la de mi padre.

—Tengo trabajo. ¿Tenían algo en mente?

—Tu madre quería visitar a tu tía. Creo que es el cumpleaños de una de tus primas. —Comentó mi papá.

—Felicítenla de mi parte.

—Quizá puedas alcanzarnos luego de tu sesión. Te ayudará a distraerte un poco. —Articuló mamá.

—¿A qué te refieres con eso?

—Has estado metida en ese cuarto durante días, tienes que empezar a asimilar el hecho de que ya no están juntos, Amy.

—Lo intento, es sólo que cada cosa me lo recuerda. Me dijo que sería sólo una pausa.

—¿Y cuánto piensas esperar por él? —Se incorporó, dirigiéndose a mí.— Hay que ir hacia adelante, si está tan interesado en ti como tú en él, tendrá la misma disposición para arreglar todo. —Me abrazó.

—¿Y qué si eso no pasa?

—En ese caso al menos podrás decir que tú hiciste lo posible por hacer que aquello funcionara. —La abracé por igual.

Lo extrañaba en demasía. Odiaba no poder hacer nada por él, ni siquiera mi apoyo emocional era suficiente, pero si de verdad piensa afrontar una problemática de ese nivel por sí solo, no podía intervenir por más que quisiera estar a su lado.

[...]

Mis padres me pasaron a dejar en el lugar acordado para la toma de fotos. Yo fui la última en llegar.

¡Hasta que te dejas ver! —Se me acercó Nathan con una gran sonrisa en el rostro.

Intentó saludarme con un beso en la mejilla como de costumbre, sin embargo preferí alejarme y simplemente darle un estrechón de manos.

¿Y bien? ¿Quiénes son los modelos de hoy? —Cuestioné para romper aquel momento incómodo.

—Ven, te los presento. —Caminó hacia el interior de un edificio.

El lugar estaba desocupado, nadie trabajaba ni vivía allí, sin embargo, se encontraba en buenas condiciones. Formulé la hipótesis de que se trataba de oficinas en construcción, en ese caso aún les faltaría amueblar.

Tomamos el ascensor, éste contaba con sus paredes hechas de vidrio completamente limpios y relucientes.

—Tenemos que lucirnos con estas fotos, no es cualquier empresa la que nos contrató. —Compartió.

—¿Uno de tus amigos directivos ricos?

—Eso quisiera. Quien sea el que dirige esa compañía debe de bañarse en oro y secarse con billetes. Es una empresa de moda juvenil, te impresionaría la cantidad de ingresos que generan al mes.

Salimos del elevador. Nathan ya había montado todo su equipo, tenía dos ayudantes, ambos lo apoyaban en cuanto al montaje del fondo y el manejo de la luz.

Había una cantidad profusa de individuos para una única sesión de fotos, jamás había visto tantos maquillistas y estilistas para tan sólo cuatro modelos.

—Bueno Amy. Déjame mostrarte a nuestros modelos del día de hoy. Primeramente, las damas aquí presentes—Expusó amablemente a ambas chicas, causándoles una sonrisa. ¿Pero qué mierda le ven?— ellas son Sophia y Sara.

—Un gusto, Amy Rose. —Las saludé con un estrechón de manos.

—Por otro lado, te presento a Sebastián y Jonathan. —Exhibió a los modelos hombres.

Era increíble; lo veía presente en las cosas más insignificantes como en el hecho de que el nombre de tres de ellos comenzara con S. Y para colmo, el único que no lo hace, vestía en su totalidad un conjunto color azul cobalto.

Que me parta un puto rayo.

   .
[...]
   .

Los días pasaban fugazmente. Sentía cada vez más lejano aquel "volveremos" acordado por ambos.

Quería escribirle, aunque cada que clickeaba su chat y pulsaba en escribir mensaje, el miedo y la vergüenza jamás me permitía hablarle de algo que no fuese sobre su madre. Nuestras cortas charlas sólo se daban contadas veces al mes.

Acudía frecuentemente al café en el que él trabajaba, pero mi suerte era tan pésima que cada que yo acudía con la esperanza de tan sólo verlo, nunca me lo topé. Únicamente me encontraba a sus hermanos y a Scourge.

   .
[...]
   .

Nathan:
Hola. ¿Estás libre hoy?

No respondí. Tan sólo decidí dejarlo en leído, aunque él no tardó mucho en volver a insistir.

Nathan:
No te enfades, no me refiero a una cita romántica, si es lo que te hace sentir incómoda. Pero te he notado un tanto más apagada últimamente. Sólo quería saber si no querías hablarlo.

Bloqueé el celular nuevamente. Miré al techo, yo yacía recostada sobre el colchón de mi cama. Reflexioné lo que me dijo.

Mis amigas intentaban consolarme aunque toda esa charla siempre terminaba con ellas intentándome sacar de casa para llevarme a conocer nuevos chicos. Mis padres eran grandes en cuanto a consejos, pero me hartaban tantos regaños por aún no haberlo superado. Quizá me hacía falta una opinión diferente, una que sí fuese lo que quería oír.

Por primera vez, salir con Nathan no me pareció una mala idea.

Amy:
¿A qué hora?

Nathan:
Nos vemos a las siete en el restaurant  al que fuimos con los modelos del jueves. ¿Está bien a esa hora?

Amy:
Sí, lo está. Te veo al rato.

[...]

Me senté en la silla con su asiento acolchonado, él había llegado con mucha anticipación. Quedamos enfrentados, siendo la mesa nuestra separación.

Pedimos algo para comer. Y sin más, la terapia comenzó, mientras él paraba para tomar aire yo me daba cuenta de lo desesperado que se encontraba mi estado emocional como para aceptar ayuda del tipo más disfuncional que he conocido, el riquillo separado de su familia.

¿Y bien? ¿Qué pasó?

—Hubo un problema con Sonic... Y bueno, ya no estamos juntos. Lamenté deslizando mi dedo sobre la mesa.

—¿Hace cuánto?

—No lo sé, quizá una semana...

—Ya veo, mira yo-.

—O tal vez dos meses.—Musité.

—¿Dos meses y aún sigues lamentándote tanto? —Suspiró.— Imagino que debe ser difícil olvidar una relación duradera, mucho menos si fue un matrimonio.

No exactamente, pero hubiese deseado que lo fuera.

¿Cómo te sientes con todo esto?

—Es complicado de describir, es una mezcla entre nostalgia, tristeza, melancolía y... De cierta manera, felicidad. Me siento feliz cada que lo recuerdo, él es increíble... Pero me siento tan putrefacta cuando el presente me atrapa con la cruel realidad de ya no estar juntos. Aún me preocupo por él, sigo soñándolo, continuo leyendo nuestras antiguas conversaciones y admirando nuestras fotos, toco a diario las canciones que me enseñó en la guitarra que él mismo me regaló.

—Entiendo. ¿Pero tú de verdad crees que aquello tiene arreglo?

—Me lo he preguntado cientos de veces... Y cada vez termino más confundida. Dijimos que sería una pausa, pero ni siquiera hemos cruzado palabra en todo este tiempo, sólo nos hemos escrito por un chat... Lo más deprimente es que ese es el único lazo que nos continua uniendo... Y sólo nos escribimos cuatro oraciones cuando eso sucede.

—¿Quién le escribe a quién?

—Yo a él...

—¿Falta de interés?

—No, no, es comprensible, él debe de estar muy ocupado. —Farfullé.

Callé al darme cuenta de lo patética que me escuchaba. No mentía, conocía su actual y atolondrado ritmo de vida, pero bien era cierto que dos meses era tiempo suficiente para al menos recibir un "hola" de parte suya.

—Valoro el hecho de que hayas tenido la suficiente confianza en mí para hablar sobre tu separación pero quizá debas empezar a comprender que su tiempo terminó.

La mayoría coincidía en que había llegado la fase de superación. Todos decían que debía olvidarlo.

   .
[...]
   .

Nathan se había vuelto alguien más apegado a mí. Siempre me ayudaba en sesiones, en múltiples ocasiones íbamos a comer juntos para charlar sobre mi proceso. Era un buen amigo, un maldito casanova, pero un amigo y además, un método de escape.

   .
[...]
   .

Hoy se me ha declarado, me vi envuelta en pánico y decidí irme sin darle explicación.

Pensé que ya habíamos superado esa etapa de ligoteo, ¿quién lo diría? Aún estando separados, Sonic seguía teniendo razón sobre Nathan.

   .
[...]
   .

Me pidió ser su novia. Evadí el tema rotundamente, insistió, mas hice caso omiso.

   .
[...]
   .

Continuó. Acepté de una manera tan hipócrita que me hace odiarme. No lo amo y aún así he decidido intentar algo con él.

Ve el lado positivo, dices que con su compañía te olvidas de los problemas con Sonic, tal vez y hasta sea algo bueno para ti. —Comentó Blaze como último recurso para consolarme.

Quería convencerme de que ella tenía razón, pero mi conciencia la contradecía con alaridos.

Nathan era una distracción temporal, estando juntos no pensaba en lo inútil que era para la vida de mi expareja. Ojalá fuese por una buena razón, desgraciadamente se debía a que su idiosincrasia me impedía expresarme libremente sobre asuntos relacionados a Sonic, dejándome como única opción el no pensarlo, aunque a final de cuentas, el dolor seguía allí.

Escrito: 26/11/2018.
Publicado: 12/08/2019.

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