Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

C A P Í T U L O 53

Dolor en pareja.

Sonic.

Habían pasado algunas semanas desde aquello y aún seguía martirizándome con ese estúpido pensamiento.

Por un lado, Amy no tenía la atención suficiente que una pareja necesitaba, ambos habíamos dejado de salir, yo comenzaba a vivir sumergido en la tristeza y me angustiaba que todo aquello se viera prolongado. ¿Cuánto duraría el coma de mi madre? ¿Unos cinco días más? Quizá dos meses... O hasta años.

¿Qué pasaría si su coma fuese increíblemente duradero? Nuestra relación estaría abandonada, ella probablemente me terminaría o se enamoraría de otro, y a pesar de eso no la odiaría, porque es algo que tarde o temprano tendría que pasar al estar sometidos ante esa situación por tanto tiempo.

No tenía sentido mantener a Amy estancada conmigo, ella debía dejar de tenerme lástima y yo comenzar dedicarme plenamente a mi madre.

La cité en un restaurante informal, charlamos sobre el estado de mi progenitora, podría decirse que aquello ya era toda una costumbre. Le contaba mis preocupaciones y penas, como era de esperarse, ella siempre me animaba, mostrándome con su cálido tacto el camino para no caer en lo profundo de mi delirio.

Mi voz empezaba a tener como tono natural uno quebradizo. No me gustaba entablar conversaciones con nadie pues me desagradaba derrumbarme de tal manera frente a alguien, demostrando mi debilidad, aun si tenía las suficientes justificaciones.

Y sin más, lo decidí. Era mejor lastimarnos ahora a sufrirlo dolorosamente peor más adelante. Hoy voy a lamentarme.

—Necesito contarte algo.

—Sabes que puedes decirme lo que sea. —Envolvió mi mano entre las suyas. Las apreté, quería sentir esa seguridad y respaldo que sólo encontraba en ella.

—Vámonos de aquí. —No era el lugar apropiado, me disgustaba la idea de que la próxima vez que visitara ese local, automáticamente recordara esto.

Ambos nos retiramos del lugar, habíamos acudido allí para comer, en el caso de Amy para darse un pequeño descanso de su trabajo, y en el mío, para comer algo que no fuese de los pequeños puestos ambulantes fuera del hospital.

El olor a humedad entró por mis fosas nasales, no sentía las gotas en mi cuerpo, era una ligera llovizna aunque, según el pronóstico, terminaría por ser una tormenta eléctrica.

Nos desplazamos por la acera, mi vista era caída y desfallecida, podía captar como los ojos cautos de mi acompañante se centraban en mí, intentando desifrarme mientras yo me esforzaba por mantenerme oculto.

[...]

Caminamos durante un rato, sin embargo, sabía que Amy seguiría con la curiosidad a flor de piel.

La eriza paró su andar dándome un leve tirón simultáneamente. Paramos en medio de una calle estrecha, el suelo era a base de adoquines ennegrecidos por los años, los autos no circulaban mucho el día de hoy. Probablemente por las frías temperaturas.

Nos miramos el uno al otro, me escrutó y deslizó dos de sus dedos en mi mejilla, para luego posar suavemente su mano.

—Están húmedas... Y estoy segura que no es por la lluvia. —Desvíe mi vista soltando una risilla.

—Soy un marica. —No la escuché corresponder mi risa forzada. Lo peor de tener una relación tan cercana es que me conoce a la perfección.

Ha convivido tanto con mi sonrisa y carácter que sabe cuando es real. Apartó el gorro de mi sudadera con sus manos y me proporcionó un lento y dulce beso en los labios.

—¿Ya me dirás qué pasa?

Quería, pero al mismo tiempo aborrecía hacerlo.

Tomé sus manos y la observé a los ojos. Mi garganta quemaba cual llamarada y sentía la formación de un nudo a mitad de la susodicha.

—No sabes lo horroroso que es vivir con la agonía de saber que en cualquier momento algo puede pasarle a ella. Ser consciente de que en el estado en el que se encuentra la hace propensa a sufrir de un incidente que la aparte de mí. En verdad que me lamento de lo que sea que haya hecho para merecer esto. —Aún no estaba ni cerca de lo que quería decirle y las lágrimas ya estaban empapando mi rostro.

—Quizá no pueda entenderlo, afortunadamente no lo he vivido. Pero empatizo contigo, le tengo un gran cariño a Aleena. —Cesó dando caricias con sus dedos.— Nos complementamos, ambos somos uno sólo. Si tú sufres, yo lo hago. —Más que un ánimo, su comentario consiguió hacerme estallar más en agua salada.

No sabía el por qué. Quizá por el coma de mi madre, o tal vez porque ella era más que perfecta.

—Hey. —Llamó con un tono maternal. Entrelazó sus dedos con los míos y jugó con ellos.— Lo superaremos, juntos. Como siempre lo hemos hecho.

La abracé fuertemente. Recargué mi mentón en su hombro, sus manos iban a mi espalda, brindándome roces enternecidos.

—Era justo de eso que quería hablar. —No contestó. Proseguí.— Necesito encontrarme, estoy fatal. No quiero a alguien que me dé consejos y ánimos, sé que no los escucharé porque soy un egoísta que sólo cambiará por él mismo. No sé cómo llevar esto, y me temo que he de aprenderlo solo. ¿Entiendes a lo que me refiero?

No me respondió, permaneció en silencio. Se aferró a mí. Sus dedos se sumergieron en mi prenda y me besó la mejilla cariñosamente.

—Necesito un tiempo a solas, Ames.

—Lo sé. —Respondió secamente.

Vaya idiotez terminarla ¿no? Quería alejarme de la chica que más me apoyaba, de la más comprensiva y entendible, de ella. Pero tenía muchas razones y todas me arrebataban el sueño cada noche.

—Sólo será una pausa. —Regué más y más gotas de sal.

—Se supone que los rompimientos deben de ser porque las dos personas se odian. ¿Por qué tú siempre tienes que ser la excepción? —Sollozó en mi hombro.

—Porque te amo. Y lo siento si te decepcioné, pero yo no puedo odiarte.

Ella rompió el contacto de nuestros cuerpos pues tuvo que limpiarse las lágrimas camufladas entre las gotas de agua. Tomé su rostro entre mis manos y la acerqué al mío.

Sentí esa chispa de nerviosismo de nueva cuenta. Era como la primera vez que probé sus labios, no sabía cómo reaccionaría. Nuestros alientos y llantos se unificaron para finalmente hacer lo propio con nuestras bocas.

Tanto sus lágrimas como las mías brotaban salvajemente de ambos orbes verdes, recorrían las mejillas de ambos para morir sobre nuestros labios, extinguiéndose entre roce y roce.

Después de un largo beso. Amy se apartó de mis caricias, me abrazó nuevamente. Las despedidas siempre eran duras.

[...]

Para los ojos de los demás mi día había transcurrido "normalmente". Después de nuestro rompimiento me dirigí al hospital, donde intenté hacer de todo para que mis hermanos no preguntaran, sin embargo, era un pésimo actor.

No pudieron evitar cuestionar, yo no respondí nada, me limité a soltar un "estoy bien" de entre mis labios.

Regresé en la madrugada a mi departamento, para mi sorpresa, aquella chica de rasgos finos y actitud noble que tanto me volvía loco estaba dormida en la cama que compartíamos. No me lo pensé dos veces y me acosté a su lado, tomándola de la cintura y acercando nuestros cuerpos.

Aquella ocasión fue la última en la que descansé a su lado. Para cuando desperté, ella ya no estaba ahí.

Me senté en la orilla del colchón, tallé mis ojos con la esperanza de que no saliese ni una lágrima de éstos. Tomé un baño de manera fugaz, me cambié, recorrí mi propiedad observando adolorido las cajas de cartón llenas de las cosas de mi expareja. Agaché la mirada y salí rumbo al hospital para acordar un horario con mis hermanos, era lunes y hoy tenía que trabajar pese a las circunstancias.

Escrito: 18/02/2018.
Publicado: 26/07/2019.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro