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C A P Í T U L O 12

Tarde juntos.

Sonic.

Sólo dos cuadras más.

—Pues me ha gustado, su música no está nada mal. —Comentó al terminar de escuchar otra de nuestras canciones.— Sigo preguntándome cuándo me volverás a enseñar cómo tocar guitarra. —Reí suave.

—De hecho tengo mi guitarra atrás. —Dije señalando con mi pulgar hacia el maletero.— Llegamos. —Informé con obviedad, estacioné frente a su hogar.

—¡Perfecto! Podemos seguir con las lecciones ahora mismo.

—No, no. —Pausé.— Me sentiré acosado por tu padre.

—Ni siquiera están. —Salió del auto sin darme oportunidad de responder.

Ella sacó las llaves de su bolso y abrió la puerta de su casa, entró. ¿Y yo qué hago? ¿Qué está esperando ella que haga? ¿Arranco y me voy? Tengo un compromiso con los chicos.

Salió de su hogar nuevamente, me hizo señas de que fuese con ella. Ugh, mierda, me voy a retrasar.

Salí del auto y abrí la parte trasera del auto, saqué mi guitarra en su funda y cerré el baúl. Pasé al interior de su casa y cerré la puerta.

—¿Entonces estás sola?

—Ajá. Mamá ha salido al salón de belleza con sus amigas y papá seguramente está en los bolos con los suyos. —Subió las escaleras.— Espérame aquí, voy a cambiarme esta ropa mojada.

Me senté en el sillón, dejé mi guitarra a un lado y sólo observé la sala. Era espaciosa, tenía diversas figuras de porcelana en un librero, una televisión plana, 3 sillones y un par de bocinas pequeñas. La pared estaba acompañada por fotografías de ella con sus familiares, yo tengo lo mismo en mi sala, parece ser una condición de las madres para poder tener el privilegio de seguir viviendo en su casa.

—¿Y bien? ¿Con qué vamos ahora? —Bajó rápidamente las escaleras, se sentó en el sofá de un salto, quedando justo a mi lado.

—Querrás decir, lo que vas a hacer tú ahora. —Saqué la guitarra de su funda y se la di.— Anda, repasa lo de la vez pasada.

—Yo quería aprender algo nuevo. —Opinó con frustración.

—Cuando domines ejercicios básicos lo harás. —Froté mi nariz con mi dedo presumidamente. Ella hizo un puchero ante mi contestación.

[...]

—¿Ya podemos pasar a otra cosa? —Preguntó por cuarta vez. Yo me había pasado el rato viendo la televisión o mi celular.

—Bien, bien. Ejercicios con la mano izquierda.- —Cortó la oración.

—No, ya tuve suficiente con los de la derecha. —Suspiré.

—Serán notas musicales entonces. —Su semblante pasó a ser uno alegre.— ¿Cuántas notas conoces?

—¿Siete? Do, re, mi, fa, sol, la, si.

—Eh... Sí y no. —Me miró confundida.— En realidad son 12, 7 naturales, y 5 alteradas. ¿No te suena? ¿Bemol? ¿Sostenido?

—Sólo me haces recordar cuánto odiaba a mi maestro de artísticas. —Reí.— Sí, sí, bemol baja medio tono, sostenido lo sube. —Asentí.

—Por ejemplo, si La está en la cuerda 6 en el traste 5. —Ella colocó su dedo índice y tocó.— El sostenido aumentará un semitono, entonces, La Sotenido está en la cuerda 6, en el traste 6. —Volvió a pulsar con su dedo índice.— Por lógica, La Bemol, va en la cuerda 6 en el traste 4.

—¿Así de fácil?

—Sí, Amy, así de fácil. —Sonreí.

[...]

—Ya me he cansado, ¿tienes hambre? —Me haló hasta la cocina.— ¿La próxima vez me ensañarás a tocar alguna canción?

—No veo por qué no. —Pronuncié simpático.

—Pues en ese caso, me tendrás que demostrar que en verdad tengo un buen maestro. —Tomó algunos trastes y los colocó en la mesa.

—¿No es suficiente con oír los solos de guitarra de mis canciones? —Cuestioné egocéntrico.

—He de oírlo en vivo, tócame una. —No pude evitar emitir una estruendosa carcajada ante la última frase.— ¿Pasa algo?

—Perdona, me lo he malpensado. —Reí.

—Una canción, pervertido, una canción. —Me dio dos golpes suaves en la cabeza a modo de juego, no obstante me acompañó en mis risas.— ¿Sabes cocinar?

—Sólo lo básico.

—Bien, pues ahora es mi turno de enseñarte, lleve el taller de gastronomía unos años. ¿Qué prefieres? ¿Hacemos pizza? ¿O algo más fácil? No lo sé, ¿arroz?

—¿En serio me lo preguntas?

—Pizza será entonces. —Dijo al captar mi respuesta.— ¿Puedes bajar la levadura de la alacena? Necesito unos... Creo que con 50 gramos basta.

—Claro.

No tengo idea de cuánto es 50 gramos de levadura. Soy un idiota, ¿cómo es que confía en mí para hacer esto?

Mientras yo pasaba por un dilema existencial para calcular una simple cantidad de levadura, ella ya había preparado la mayoría de los ingredientes, por no decir que fue el resto.

Amy vertió la levadura en un tazón grande, le agregó una pequeña cucharada de azúcar y echó agua caliente.

—¿Me ayudas a batir esto? Hay que hacer que se disuelva. —Me entregó una batidora y el tazón. Posteriormente le agregó harina, tuve que batir por igual.

[...]

El frío de la noche era contrarestado por la cálida risa de Amy. Estábamos viendo una película de comedia que habíamos encontrado en la TV como último recurso para matar el aburrimiento mientras la pizza se calentaba en el horno. No tenía ni idea de cómo el tiempo había pasado tan rápido sin que yo me diese cuenta, sus padres aún no venían y ella y yo seguíamos divirtiéndonos sin importar con qué, desde una risa estúpida por una caída, —Tiramos agua en el suelo y Amy terminó por resbalarse con ésta, morí a carcajadas.— hasta una risa sonora por mi miedo a que el aceite me saltase.

Ella dirigió su mirada al reloj. Se paró del sofá y fue a la cocina, la pizza ya estaba lista. Le ayudé a sacarla del horno y dejarla en la mesa, la partimos y cenamos cómodamente. Por lo que veía, había adelantado nuestra salida de mañana a la tarde de hoy. Comimos unas cuántas rebanadas, las que sobraron fueron guardadas por ella. Teníamos pensado volver al sillón para terminar la película pero la interrupción de mi celular fue irremediable.

—¿Hola? —Acepté la llamada sin ver el número o el nombre del contacto.

—¿Piensas venir? —Era Tails.

La salida con los chicos se me había olvidado vigorosamente. Me sobresalté y me coloqué la chamarra que traía en un principio, la había dejado en el respaldo del sofá cuando empezamos a cocinar.

—Eh, sí, sí, ya voy para allá. Me quedé atascado en el tráfico, perdona.

—¿Tráfico? Pero si no oigo nada.

—Eh... ¡PIII PIII! —Hice el fétido intento de imitar un claxon de auto.

—Ahora que lo pienso, ¿Para qué vienes en auto?

—Está lloviendo y es incómodo correr con una sombrilla, impermeable, etc, etc.

—Dejó de llover desde hace 2 horas.

—... —Me callé.

—... —Se calló.

—Se me ha olvidado, llego enseguida. —Confesé.

—Sé rápido, hay que apartar una mesa.

—¿Ser rápido? ¿Pues se te ha olvidado con quién hablas?

—Con un erizo con complejo de claxon. —Colgó.

Metí mi teléfono móvil a mi bolsillo, puse la guitarra en su funda y me giré hacia la eriza de ojos jade.

—Me están esperando. —Solté un "Me voy" indirecto.

—No hay problema, sé lo olvidadizo que eres. —Bromeó.

Salí de su casa, esta vez dejé la guitarra en el asiento trasero, entré al auto y me senté donde el conductor. Amy me veía desde la puerta de su hogar sonriéndome.

—Adiós. —Encendí el motor.

—Cuídate. —Contestó moviendo su mano de lado a lado. Me marché.

Avancé varias cuadras, miré en el retrovisor si había algún auto, la calle estaba despejada, sin embargo, algo me llamó la atención, mi rostro tenía dibujada una sonrisa de oreja a oreja. ¿Por qué? ¿Sólo porque ella me dijo "Cuídate" y no un simple "nos vemos" como suele hacerlo casi siempre?

Paré el coche frente al local en el que habíamos quedado con mis amigos. En la entrada me pidieron mi identificación pues desde su punto de vista, yo aparento menos años de los que tengo.

—¡Hey! —Saludé captando su atención.— Perdón por la demora.

—No pasa nada, sólo llegaste una hora tarde. —Entabló irónico el zorro.

—¡Ja, ja! Pues ¿dónde estabas metido? —Preguntó riéndose mi colega el equidna.

—Con su noviecita. —Burló llegando con otro taco para billar.— ¿Crees que no te he visto llegar con mi... ¿Exauto?

—Primero, ¿tiene algo de malo que ocupe el automóvil? Segundo, ella no es mi novia.

—Peor aún, es tu esposa. —Carcajeó el de orbes morados.

—Tch, cállate. —Le di un golpe a la bola blanca.— Además, es divertida.

—¿Entonces sí estabas con ella? —Cuestionó Shadow con un tono más pícaro. Mis colegas le siguieron la broma dándome codazos.

Reí, sentí una ráfaga de sangre recorrer mi cara, de seguro me sonrojé delante de ellos, tsk, me van a hacer burla.

—Puede que haya estado allá un rato. —Alcé los hombros sin importancia. Ellos soltaron una risa.

—¿Para qué se han reunido? —Preguntó mi mejor amigo sin reír.

—¿No te lo ha dicho? Están quedando todos los días. —Respondió Silver. Él tenía conocimiento gracias a su auto... O bueno, mi auto... Bien, su... ¿Cómo dijo? ¿Exauto?

—¡No es cierto! —Negué.— No quedo con ella todos los días, una o dos veces a la semana por mucho. —Me delaté por idiota. Todos rieron excepto Shadow y Tails.

—Me huele a que terminarán por aceptar ese certificado. —Pronunció bufón Silver.

—Eh, no, eso no, quiero decir, es buena amiga pero-. —Intenté explicar mas me vi interrumpido.

—Si conviven tanto lamento decirte que Silver tendrá razón. —Se entrometió Shadow, golpeó la bola blanca logrando entronerar una bola de rayas.

No contesté a eso. Sólo esperé al segundo tiro de Shadow, en cuanto éste lo falló, entré al juego con un golpe a la bola blanca sin un resultado favorable.

—No creo, es lo mismo que Sally, es una de mis amigas cercanas y nunca he sentido atracción por ella. —Defendí. Shadow entroneró otra bola.

—Hace años estabas enamoradísimo de ella. —Me "apoyó" Tails.

—No fue nada serio. —Refuté su argumento, volví a golpear la bola, no hubo exito nuevamente.

—Serio o no, terminaron siendo novios. —Contraatacó Shadow. Tiró, consiguió darle a una de las bolas lisas y meterla a una de las troneras de la mesa.

—De cualquier modo, no duramos nada. —Intenté negar todo argumento. Otra vez no marqué nada.

—Quizás con Amy sí. —Terció Tails.

—Lo único que duraremos será el año que nos falta para divorciarnos. —Contesté vociferando.

—Eh... Chicos. —Intentó calmarnos.

—¿Te estás molestando sólo por una burla que perfectamente podría ser de un puberto? —Cuestionó Shad con una ceja arqueada.

—No estoy molesto. —Respondí entre dientes.

—¿En serio? Porque estás fallando todos los tiros.

—¿Y eso qué importa? Sólo es una mala racha, emo.

—Ya te he dicho que no soy un emo, simplemente yo soy más comportado y reservado que el resto de ustedes, pero claro, yo siempre he de ayudarles a aprender "modales". —Hizo incapie a lo de hace unas semanas.— No eres más que una vil copia, un farsante, un impostor.

—¿Impostor? I'll make you eat those words! —Se quedó callado.— Ejem, perdón, ha sido un impulso por hablar inglés. ¡Haré que te comas tus palabras! —Me acerqué a él.

—Oigan, tranquilos. —Interrumpió Silver separándonos.— ¿Por qué no mejor vamos por un trago? ¿Algo tranquilo? Necesitan relajarse un poco.

—Sí, sí, eso. Tienen que calmarse. —Apoyó entusiasmado Knuckles empujándonos a la barra. Lo de calmarnos sólo era una excusa para beber.

Escrito: 09/12/2017.
Publicado: 09/06/2018.

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