03. Nariz De Pinocho
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。゚・ CASADO CON LA REALEZA ° 。ㅤ
〔 A FORMULA ONE FANFIC 〕
D A T E ° 。ㅤ⚜️
2022 *⋆ ✹ / (June, 11!)
REAL LIFE ! *⋆🏁 ✹
ESPAÑA,
CIRCUITO DE BARCELONA
EN ESTE TRATO AMBOS HUBIERAN PREFERIDO DEJAR LAS RELACIONES FAMILIARES FUERA DE SU JUGADA. Pero el hecho de que la familia del español desearan conocer a la princesa de reino unido, y cuya también era esposa de su hijo, jamás había estado en el plan de ambos involucrados.
—¿Lista? —cuestiono el español una vez más antes de entrar a su habitación de descanso. Asegurándose del estado y aceptación de su cómplice.
Gracee apenas y logro asentir, recibiendo la mano del español que se entrelazaba con la suya como "apoyo" y porque en realidad necesitaban fingir. Tomando un último bocado de aire y prepararse mentalmente con su mejor posible actuación antes de entrar al interior de la habitación en donde ya escuchaba un par de vocecillas.
—¡Hola! —su acompañante español se encargó de anunciar su llegada con un sonoro saludo. Recibiendo la atención de una pareja mayor y una chica de cabello oscuro que aparentaba la misma o un poco más de edad que la de su español esposo.
La pareja de señores fueron los primeros en envolver al español en un sonoro y cálido abrazo, seguido de la chica que también se les unió emocionada. Dejando, por un lado, a la princesa que prefirió soltar la mano de él y apartarse tan solo un poco de la escena, otorgándoles la más propia privacidad como podía a Carlos y a su familia.
Lo mínimo que deseaba allí era incomodar, y sabía perfectamente que el unírselos u interrumpirlos sería mal visto.
Los festejos y felicitaciones de la familia española no se hicieron de esperar. Recibiendo halagos por parte de su familia el español al haber clasificado en tan buen punto de salida.
Pero entonces la mirada de atención de unos ojos cafés claros recayeron sobre la princesa, que de pronto no fueron solo un par de ojos, sino el de los tres miembros de la familia Sainz, que ahora la miraban con tanta atención y una sonrisa cómplice hacia el piloto.
Sainz tuvo la iniciativa de acercarse a ella, enrollando su brazo alrededor de la cintura de ella. Acercándola solo un poco más a su costado e incitará a encaminarse a su familia.
—Les presento a Gracee, mi esposa. —anuncio. Sonriéndoles tan alegremente como podía.
La princesa no pudo evitar sentirse un tanto incómoda por dicha declaración y prenombre con el que ahora su familia la reconocería.
Su esposa. Era raro pensándolo bien porque ella no sentía que en verdad lo fuera, pero ante la ley así lo era gracias a una acta de matrimonio.
Gracee sonrió lo más complaciente como podía. Intentando ignorar ese cosquilleo que sentía en su cintura ante el agarre del español.
Que ni siquiera lo había notado, que había dejado de respirar, no hasta cuando él se lo recordó: —Respira, princesita. —escucho como susurro muy cerca de su oído, tanto que aliento caliente chocaba con su nuca que ahora le provocaba que su piel se erizaba.
Trago en seco. Apenas viéndole a el de reojo, y volviendo a la realidad tan rápido como pudo. Volviéndose a enfocar en sus suegros falsos.
Su mejor sonrisa reflejo en su rostro, tendiéndoles la mano amablemente a los mayores. —Un gusto, Gracee. Carlos me ha hablado demasiado sobre ustedes. —mintió.
La pareja de españoles le devolvieron el gesto al sonreírle también amablemente y posteriormente presentarse. Repitiendo a carcajadas el padre del español; —Como fue que mi hijo termino casado con alguien tan hermosa como tú, princesa. —pronuncio difícilmente con un acento más que notorio en su inglés. Ahora sabia de donde compartía ese peculiar acento el piloto.
—Oh, por favor. Aquí nada de cortesías, siéntase libre de llamarme Gracee. —informo. Notando en la expresión de los españoles como la calma los invadía casi inmediatamente, quizás ambos se abrumaban al no saber como dirigirse a la chica que provenía de la realeza.
Su atención pronto se posó en la única persona restante en la habitación. Quien justamente también la miraba con una sonrisa de extremo a extremo. Una chica de ojos miel-cafés claros, cabello castaño oscuro, y sobre todo con un gran parecido al del español. No tardo tanto en deducir que se trataba de la hermana de él, Blanca.
Carlos jamás le había hablado de ella, y tampoco nunca había tenido la oportunidad de conocerla anteriormente. Pero estaba claro que la conocía, había leído un poco sobre ella en el informe que la guardia británica le había brindado.
—¿Blanca, cierto? —pregunto un tanto tímida. Apartándose esta vez del agarre del español y acercarse a ella. Sonriéndole tan amable como podía.
La recién llamada asintió, tomando desapercibida a la princesa al tomarla tan deprisa por los hombros y atraerla a ella y abrazarla con fuerza.
—¡Pero si eres más linda en persona! —chillo de emoción. Arrebatándole una carcajada no solo a ella, sino a los demás presentes en la habitación.
—También me da gusto conocerte. —rio nerviosa. Al menos ahora podría irse a dormir tranquilamente sin temer por su vida de que su supuesta cuñada quisiera asesinarla.
—Ana estará que se morirá, ambas ya deseábamos conocer a la esposa de mi hermanito. —admitió. —Pero si es que te tenía bien escondida, cuñadita.
Claro que lo que el sobrenombre le sorprendió, pero nomas la forma tan rápida en la que había conseguido la gran confianza. Pero que no le molesto en lo absoluto.
—¿Pero en serio, como fue que se conocieron? —Blanca, la hermana mayor del español. Fue su turno de preguntar, notándosele curiosa a la relación de ambos.
Ambos involucrados no pudieron evitarse girar a mirarse cómplices.
—Fue un evento de naciones hace cinco años. —anunciaron lo que ya habían enseñado.
—¿Evento de naciones? No recordaba que estabas interesado por esos temas, Carlos. —comento su madre, que tanto ella como su padre y su hermana, no pudieron evitar sentirse desorientados.
Y aquello era cierto. Carlos jamás había estado involucrado o interesada en cualquier otro tema que no fuera el automovilismo o su carrera en ella. Siquiera había terminado sus estudios, había abandonado la escuela en la primera oportunidad que tuvo como piloto. Y el que ahora pareciera interesado en temas de naciones, era más que extraño para su familia y todo aquel que lo conociera.
—Ahh... —balbuceo el acusado. Sin encontrar una mentira conveniente que lograra tapar su metida de pata.
Pronto recibió la ayuda de la princesa que se adelantó a hablar y responder por él; —Nunca le han interesado, comúnmente cuando le hablo de estos termina por quedarse dormido. —comento y río nerviosa. Arrebatándole una carcajada con ello a su familia. —De hecho, acudió al evento solo por su trabajo en Renault. El evento era uno de gran prestigio en Italia y la marca buscaba nuevos patrocinadores, de hecho hasta se me acerco a mí pensando que yo podía ser una de ellos. —mintió con gran agilidad.
Misma que incluso le sorprendió al piloto, que no tenía ni la más mínima idea de cómo había inventado todo un escenario ficticio en tan poco tiempo, y que tampoco sabia como conocía cada uno de los equipos por los que había pasado.
Sí que hablaba en serio cuando había dicho que la guardia británica se habían dedicado a investigarlo.
—Vale, pero creo que su tiara de princesa me cegó un poco esa vez. —se unió a la mentira, soltando una pequeña broma que le arrebata una carcajada a todos los presentes.
—Pero un par de tragos después ya estabas coqueteando conmigo.
—Y mira cómo resultó, cinco años después ya eres mi esposa. —anunció orgullo, tomando por desapercibida a la princesa una vez más al sujetarla de nuevo con firmeza por la cintura. Su pequeño cuerpo golpeando con el pecho grande de él, pero aun así sin inmutarse a moverse.
Quizás, por muy desde sus adentros, el español podría admitir que su obsesión era tomar a la princesa por la cintura por cada oportunidad que tenía. Gozando de sentir bajo su tacto la pequeña silueta de ella y el nerviosismo que esté sabía que le causaba.
Sonrió al verla una vez más nerviosa.
—¿Tienen hambre? —curioso el español mayor. Mirando con ilusión a la "pareja" esperando una respuesta positiva y así poderlos, invitarlos a ambos y al resto de su familia a cenar.
Los interrogados se miraron así mismo.
—Sí. —anuncio el piloto sin tiempo de darle el consentimiento de la de ojos verdes.
—De hecho... ¿Olvidas mi reunión con los herederos de España? —cuestiono casi de inmediato a su supuesto español. Recordándole la inexistente reunión con la realeza española, pero que sabía que la inocente mentira la libraría de ir a cenar con sus supuestos suegros.
No era porque no deseaba conocer a la familia del español, al contrario, lo poco que los había conocido en ese corto lapso de tiempo se había percatado casi al instante de las genuinas personas que eran. Pero su respeto por la privacidad del español y su familia era aún más grande. Sobre todo que en su trato el convivir con sus familias jamás había estado acordado y preferiría seguir manteniéndolo así.
Con su mirada busco a súplicas la ayuda y consentimiento del español, buscando poder comunicarle su deseo de no asistir a esa cena.
Por suerte, Carlos lo capto inmediatamente.
Sus ojos se iluminaron y la sorpresa distinguió inmediato en su rostro. Auxiliando de inmediato, Gracee al asistir y decir; —¡Es cierto! —declaro.
—Lamento decirlo, pero yo lamentablemente no podre acompañarlos. —notifico a la familia de españoles más que apenada. La expresión de ellos inmediatamente noto como la desilusión arrastraba en su rostro, que pronto la culpa le arrastro en su interior. Tanto que no pudo resistirse a decir; —Pero a la fiesta de celebración de mañana tengan por seguro que allí estaré. —les aseguro sonriente. Sorprendiéndose incluso ella misma de lo rápido que había actuado y poco que había pensado.
La fiesta de celebración era una que Carlos le había advertido que su familia intentaría convocarla, mencionándole que en esa cena de celebración se llevaba año con año después de gran premio de su casa, y que en cuya celebración también asistía su familia entera; tanto como sus abuelos, tíos, primos, etc.
Pero no solo a ella misma le sorprendió su afirmación. Si no, también al español que se había girado tan sorprendido a ella, pero que una sonrisa se decoró en su rostro al imaginar a la princesa en medio de toda su familia y descubrir la manera en la que ella se podría involucrar con ellos. Además, a sus padres y hermanas ya los tenía ganados, así que no le sorprendería en lo absoluto que el resto de su familia terminara encantados con su presencia.
—¡AHH! —grito su madre eufórica e irradiando emoción. —¡Prepararé mi receta de gazpacho! —anuncio inmediato, provocando que el resto rieran.
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2022 *⋆ ✹ / (June, 12!)
ESPAÑA,
CIRCUITO DE BARCELONA
LA AGITACIÓN EN EL CIRCUITO POR LA PRESENCIA DE LA PRINCESA ERA UNA INIGUALABLE. El público estallaba en gritos con su aparición alrededor del paddock, en especial cuando se le vio de la mano junto con la familia de Sainz.
Su sonrisa se ilumina al distinguir en la pantalla como era enfocada una vez más durante la proyección. Saludando hacia la cámara con su mano libre, mientras que la otra aún seguía con su brazo entrelazado con el de Blanca, hermana mayor de su supuesto esposo, y con la que también había construido un amoroso, convivió en su estadía en el país.
—Vamos, Carlos. Vamos. —a su lado escucho como es que Blanca murmuraba con cierta desesperación ante las últimas tres vueltas de la carrera.
Pero a su otro lado, del lado izquierdo, también podía ver la desesperación en el rostro de los padres de Sainz, que desde muy por sus adentros no terminaban de rogar porque su hijo consiguiera la delantera final.
Aún no podía distinguir la emoción que tanto ellos destellaban. No era la primera carrera que veía o asistía, pero comúnmente cuando asistía a una de ellas solamente se enfocaba en su mejor amigo, aun cuando solo habría asistido a un par desde que Stroll se convirtió en un piloto de la categoría. Jamás había tenido la oportunidad de conocer a otros pilotos por sus propios medios, o diferentes equipos que participaban en la categoría y que no fuera con el que su amigo corriera.
Pero ahora está "casada" con un piloto y que corriera para uno de los equipos grandes de la historia. ¿Irónico, no? Pero la emoción, esa emoción que tantos todos relucían, pronto pudo compartirla. Cuando, por la transmisión de la pantalla, vio como el monoplaza rojo de caballo relámante cruzo la línea de meta. Estallando en gritos de la emoción, al igual que todos lo hicieron el garage.
Sus brazos envolvió eufóricamente al rededor de su cuñada, dando saltos de la emoción, mientras que una enorme sonrisa decoraba en su rostro. Repitiendo una y otra vez; —¡Lo logro, lo logro! —irradió felicidad.
Si bien el piloto madrileño no había conseguido el puesto número uno, pero sí se había posicionado firmemente en el puesto dos con el que terminó la carrera.
A lo lejos, por todo el circuito, los gritos inundaban en lugar cuando los carros poco a poco dejaban de rodar por este.
—¡Vamos! —gritó Blanca y sin haber dejado de sostener su brazo, le jaló de él a la princesa para juntas salir corriendo del garage Ferrari y correr con todas sus fuerzas hacia el podium.
Y entonces, allí estaban. Siendo unos completos desconocidos, pero que se abrazaban con tanta fuerza ante el triunfo del español, que no dudo en haber corrido en primer lugar hacia la princesa cuando la vio tras la vaya y atraerla a su pecho mientras que ambos reían.
Las cámaras y el público entero, siendo testigos del acercamiento de la recién confirmada pareja.
—Nada mal para ser piloto. —murmuro en el oído del español.
—Gracias, princesita.
Y tras soltarla de sus brazos, continuo saludando a su familia que también esperaban por él tras la vaya. Recibiendo halagos y festejos por parte de ellos. En especial en su padre, que no dudo en demostrar su alegría al decir; —¡Hoy me emborracho! —fue lo que grito el mayor de la familia.
Uno a uno, los tres finalistas de la carrera tomaron asiento aún con sus trajes de carreras empapados de champaña en el sillón de la sala de prensas. Preparándose ya con las abrumantes y aburridas preguntas que esperarían que los periodistas les hicieran.
Un débil codazo por parte de Verstappen en su costado termino trayendo a Sainz devuelta a la realidad y enfocarse de nuevo en la prensa, su mirada al instante vuelve a la realidad centrándose de vuelta en las cámaras y periodistas en frente suyo.
Intentando, porque pudiera, no retroceder de nuevo al recuerdo de la sonrisa de la princesa en cuanto recién bajo del auto, y que sin haberlo dudo había corrido primero a los brazos de ella. ¿Pero como no lo haría? Era linda, amable y gentil. Además, debía de admitir haberse interesado por ella la mañana en que despertaron juntos en Mónaco y no haber podido pasar por desapercibido la mujer linda que era. Pero cualquier tipo de pensamiento que le asaltaba por ella se fue al olvido en cuando se enteró de donde provenía, y en especial porque ahora debían de fingir una relación.
—¿Qué? —murmuro completamente perdió al girarse de nuevo con el rubio ganador y buscar una especie de señal que le pudiera salvar al no haber prestado atención en lo absoluto.
—Te hicieron una pregunta. —fue lo único que se dispuso a decir.
Sus ojos de nuevo poso con los periodistas. —No estaba prestando atención a la pregunta. ¿Puedes repetirla? —admitió dedicando una sonrisa nerviosa.
El grupo de prensa frente suyo rio abiertamente.
—¿Su relación con la princesa de Mountbatten-Windsor, que tan larga fue antes de contraer matrimonio? —cuestionaron.
—¿Perdona?
—¿Cómo fue su cercanía? ¿Cómo ha sabido relacionarse con la familia real? ¿Por qué hasta ahora deciden hacer su matrimonio público? —lo atacan con preguntas que no estaba preparado para responder.
Con Gracee jamás habían hablado de como mencionarse antes preguntas de su relación al medio. Tampoco no quería decir algo erróneo y que podría causar revuelto en el nombre de ambos y de la familia real británica.
—Eh...
Por suerte y para su salvación, alguien más se encaminó a responder demandantemente;
—Lo siento, pero, ¿ahora tendremos que hablar de nuestra vida privada? ¿Qué no está es una prensa relacionada con nuestro deporte? Porque si desde ahora será así, prefiero enterarme ahora para planear mi retiro lo más pronto posible. —Stroll, quien había terminado en el tercer lugar, demando desafiante al periodista que ya había dejado sin palabras.
Un asentimiento como muestra de agradecimiento le otorgo al canadiense. Seguramente él ya estaba más que familiarizado con las relaciones públicas de la realeza al ser el mejor amigo de la vida entera de su ahora esposa. Ahora podía comprender por qué la madre de Gracee deseaba que Stroll fuera a quien llamara yerno.
Una hora más tarde recién salía del salón de prensa, notando el atardecer en el circuito y como este lentamente comenzaba a quedar desierto. Llegando en poco tiempo al hospitality de Ferrari, en donde en la pequeña terraza de su equipo pudo mirar a su familia y Gracee sentados en una de las cuantas mesas del lugar.
Sonriendo por inercia a su familiarización. Bueno, el haberse preocupado demasiado por su relación había sido completamente en vano, la princesa lo había hecho tan fácil.
—Familia, cariño. ¿Qué tal? —llego anunciando se presencia al saludar tan fuerte. Posando sus manos en el respaldo de la silla de la princesa y guardándose de pie tras de ella. Notando casi de inmediato como es que ella se erguía mejor, guardando silencio, atento a lo que el padre del piloto seguía contando encantado.
Más tarde, la pareja caminaba por el paddock rumbo a la salida de este, seguidos de la familia del piloto a un costado y con los guaruras de la princesa a solo unos metros por detrás. Despidiéndose el madrileño de los pocos presentes en el lugar, notando a solo unos metros a Stroll, que con un leve golpecito en el codo alerto a la princesa de la presencia del canadiense.
La heredera no se demoró más de dos segundos en salir corriendo a su amigo y dejarse envolver por los brazos de él. Está claro su felicidad y orgullo que sentía por él al haber obtenido el puesto tres. Además, con Stroll era una de las pocas personas que se le permitía hacer un tipo de contacto efectuado tras lo régimen de la realeza. Esto era porque cuando eran pequeños jamás podían comportarse de manera adecuado estado en público, y esto tampoco cambio en la adolescencia y mucho menos ya en su adultez. Cuando se trataba de la pareja de mejor amigos se trataba de una estrecha amistad, e por ello que el régimen le permitía muestras de afecto en público con el canadiense.
—¡Lo hiciste increíble! —le felicito.
—No creo que tanto como tú fingiendo frente a todo el mundo. —le aludió a su esplendorosa actuación.
La princesa rio.
Entonces la figura del español apareció a un costado de la chica, enrollando su mano demandantemente sobre la cintura de la chica. Acción que se debía al recién notar toda la atención de los presentes ante el "cariñoso" encuentro de los mejores amigos.
—Gracias... por lo de hace rato. —le agradeció un tanto inquieto. De todos los pilotos de la grilla, Stroll es con quien menos se relacionaba, y el estar agradeciéndole y hablándole no le podía resultar no parecer extraño. —Te debo una.
—No fue nada. —sostuvo el canadiense. —Ya después me devolverás el favor en la pista. —continuo, riendo por la tan notaria expresión de espanto que se expresaba en el rostro del de Ferrari.
Gracee a su lado no se quedó muy atrás al también reír a carcajadas al igual que su amigo. Estaba más que enterada de la situación, y al igual que el español, le debía una grande a su amigo. Que agradeció desde sus adentros que él hubiera estado allí para defender por su nombre y evitar que una respuesta errónea saliera a la luz.
—Bueno, ya es tiempo de irnos. —anuncio Carlos. —¿Te espero fuera, vale? Te dejo que te despidas. Y Stroll, gracias de nuevo.
Y con ello, el español desapareció por el mismo camino del que lo había hecho su familia, a excepción de los guaruras de la princesa que aún aguardaban por ella.
—¿Vuelves a Londres hoy?
La princesa negó. —Mañana vuelvo, ahora partimos a una cena de la familia de Carlos, organiza y...
—Espera, espera, espera. ¿Tú y él? ¿En una fiesta? ¿Junto con su familia? —declaro perplejo.
—Sí.
—¿Su familia lo sabe?
Ella negó.
—¡Te crecerá la nariz como pinocho, Gracee! —demando y nuevamente la princesa estallo a carcajadas. —¡Eres una mentirosa!
—¡Shh! Adiós, me voy porque te pones insoportable cuando entras en crisis.
—¡Pero si yo no entro en crisis! —grito muy alto, lo suficiente como para la princesa lo escuchara al estar alejándose ya.
—¡Adiós!
De la compañía de sus guaruras salió del famoso paddock, escaneando una última vez su gafete para que le permitiera la salida. Percatándose en la salida, que a solo unos cuantos metros de ella, el madrileño se encontraba aguardando por ella tal y como le había prometido.
Acercándose hacia el rampante auto, Ferrari escoltada aún por sus guaruras.
—Después de ti, princesita. —sostuvo. Abriendo la puerta del auto para la de ojos verdes.
—Gracias. —le sonrió, apenas se subió al asiento del copiloto. Cerrando la puerta, el madrileño a toda prisa para correr hacia el otro lado e igual subir al auto.
El auto arranco con el rugir del motor, avanzando lentamente hacia la salida al ser obstruidos por seguidores que aún aguardaban fuera del lugar. Las personas tocando los vidrios del auto, mientras que los oficiales de policía se encargaban de resguardar y apartar a la gente del camino, evitando así un accidente nefasto.
La princesa dentro del auto no pudo evitar sentirse un tanto abrumada. Y no porque todos allá fuera conocieran su nombre, eso ya lo tenía previsto. Si no porque no podía evitar notar como esa multitud ponía de nervios al español a un lado suyo, y no saber como poder ayudarlo a que no le consumiera esa emoción.
Podía notar en su mirada el cansancio, la abrumación de las aglomeraciones, el miedo de perdidas, el pánico de tener que aparentar estar bien, la ansiedad de aparentar estar bien, el terror de perder el control. Conocía a la perfección esas emociones, ella misma las había vivido toda su vida desde a muy temprana edad. Pero al igual que con el español, jamás había tenido a alguien quien le ayudara a controlar sus temores. Quizás por ello no sabía como reaccionar con él. ¿Además, él quería su ayuda? ¿La ayuda de una desconocida?
Pero esa era la cosa... Sainz buscaba la ayuda de quien fuera. Buscaba un pilar de reconforte al que siempre podría regresar. Lo gritaba con desesperación en su interior, más, sin embargo, jamás lo decía.
Entonces una idea surgió en la cabeza de la heredera, sonriendo divertida a la vez que en su bolso se apresuraba a sacar su teléfono móvil.
—¿Qué haces? —cuestiono Carlos un poco desconcertado de ver a la princesa jugar con el tablero inteligente del auto. Su mirada desviándose un par de veces de la carretera a la chica e intentar descifrar lo que divertida le tenía.
—Creo que necesitas un poco de música. —propuso alegre, dándole play a la canción una vez entrelazo exitosamente su teléfono vía Bluetooth al auto.
Rápidamente, busco entre la lista de canciones recién agregadas, eligiendo la más reciente que había agregado a dicha lista.
Los primeros acordes de la canción se escucharon por toda la cabina, arrebatándole una risa al hombre lado suyo que por el rabillo del ojo le miraba incrédula.
La princesa no se había resistido a escuchar con atención la transmisión de radio del piloto durante la carrera con los mismos auriculares que el equipo le había otorgado. Fijándose en aquel último detalle de la carrera, cuando Sainz por la radio cantaba su canción preferida, Smooth Operator. Sintiendo interés por la canción y no perder la oportunidad de guardarla y escucharla más tarde.
—¡Smooth Operator! ¡Smoooth Operatoorr! —cantaba a todo pulmón, el español aun sin perder la atención de la carretera al acelerar ahora sintiéndose más aliviado.
Gracee en el asiento del copiloto no pudo evitar no reír por él. Como a pesar de que sus "dones" del canto no fueran los mejores, no lo limitaban para hacerlo con tanta alegría.
Su llegada a la casa Sainz fue aún más había rápida de lo prevista para ambos, que a comparación de lo que pensaban que el viaje se sentiría largo, había sido todo lo contrario.
Ambos bajaron riendo del deslumbrante Ferrari negro, mirándose cómplices una vez más sin poder contener la risa por un segundo.
—Vale, vale... para que no puedo respirar de la risa. —exagero la de ojos verdes sin aliento y con las mejillas tan rojas después de tanto haber reído.
Pero Sainz no podía parar de reír, y no precisamente era por sus bromas del coche, si no, por el parecido que le encontraba el rostro rojo de la princesa con el de un tomate.
—Pareces un tomate. —acuso con poco aliento.
Gracee estallo carcajadas una vez más, sosteniendo con ambas manos su estómago al 'dolor' que le causaba después de tanto reír.
Acercándose tambaleándose a carcajadas al piloto, apoyando sus pequeñas manos en el pecho de él inconscientemente al buscar equilibrio. Sainz envolvió su mano en la cintura de ella, mientras que con su otra mano libre intentaba limpiar el rastro de las lágrimas de los ojos esmeraldas de la chica.
—¿Estás llorando? —cuestiono divertido. Sus pulgares trazando inconscientemente el rostro de ella. La cercanía de su rostro con el de Gracee permitiéndole sentir su olor y respiración y viceversa.
—Sí. —admitió riendo débilmente. Siendo poco consiente de cómo poco a poco su respiración volvía a la normalidad al por fin notar la cercanía y mirada del español en ella. Queriendo apartar sus manos de él una vez lo noto, pero de nuevo, su cercanía era mucha y el grande cuerpo de él le permitía hacer muy poco consciente de ella.
Sus cuerpos alejaron lo más posible del uno del otro al escuchar la voz de la hermana de Sainz, quien desde la entrada de la gran casa los llamaba; —¡Hey! ¿Van a entrar o qué?
Una ultima y pequeña inocente sonrisa se mostraron ante sí. Recibiendo con gusto la princesa la mano del español al entrelazarla, alentándose así mismos y entrar de una buena vez a la gran casa.
A su entrada un montón de personas, familia Sainz, se lanzaron encima de la "pareja" apenas entraron por la puerta principal. Felicitando y saludando a la pareja de casados.
Gracee a un costado del español, se vio amable al sonreírle a todas aquellas personas familiares de Sainz. Saludando y hablando solo un poco con algunos, debido a que no todos hablaban el lenguaje natal de la princesa, y ella tampoco el de ellos.
—Me alegro de que hayas venido, realeza. —su "suegra" la madre de Sainz, se ve agradecí una vez más con ella.
La princesa, que había seguido a la madre de Sainz a la cocina, no pudo evitar mirarla con tanta ternura. La señora era de gran parecido que al de su hijo e hija, su cabello castaño claro, bien peinado cayendo por sus hombros. Sus ojos claros bien fijos en los de la princesa que deslumbrada belleza con su presencia, sin aún evitar poder guardar la sorpresa de que su hijo estuviera casado con la realeza.
—Por favor, le repito cordialmente que puede sentirse libre por llamarme por mi nombre, siento como una molestia cuando me llamaban por mi posición. —aclaró una vez más.
—Lo siento, Gracee. —se disculpó más que apenada. —Tú siéntete libre de llamarme Reyes. —la chica asiento. —Ahora, ¿tienes hambre? Por qué yo sí. ¿Te importaría ayudarme con los platillos y llevarlos a la mesa? —cuestionó, recibiendo una negación por la de ojos verdes, que pronto se apresuró a llevar los platillos.
Al salir de la cocina, la gran mayoría de la familia se encontraba ya sobre sus asientos en la mesa. Notando entre todas esas personas como los ojos de Sainz se fijaban más de lo preciso en ella. Llevándose una sonrisa por parte suya.
—¿Y bien, de que me perdí? —anunció su llegada al español al tomar asiento en el lugar vacío a un lado suyo.
—De nada, princesita. —disfruto una vez más de llamarla por ese sobrenombre, aún cada vez que lo hacía no podía evitar notar como la nariz de ella se arrugaba casi de manera inconsciente.
—Sabes, tu mamá me adora.
—Lo sé. —respondió obviamente. —Me asusta un poco, tengo que admitirlo, jamás se había visto así de amable.
—Quizás mis influencias influyan de más. —se burló con una sonrisa.
—Quizás... ¿Cómo crees que sería conocer a tu familia? ¿Mis influencias influyeran? —cuestionó y una pequeña sonora risa escapó de los labios de la chica.
—No lo creo. —río.
En el jardín, la familia española había armado una especie de pista de baile improvisada en donde todos bailaban con la música de fondo una vez la cena había terminado.
Gracee, que desde hace solo un momento había estado sentada en una de las sillas cercanas a la pista mirando a la familia, no había podido evitar no unirse les a bailar encantada. Siguiendo el improvisado "tren" de salsa junto con el resto de españoles. Saliendo corriendo de la pista, dirigiéndose específicamente en la busca del piloto, que a comparación del resto de su familia, él prefería mejor guardar asiento y mirar a todos con una copa de vino tiento en mano.
Sainz, que desde hace un momento miraba encantado a la princesa desenvolverse con su familia, no pudo evitar mirarla ahora con temor al verla venir hacia él con una sonrisa divertida que solo significaría malas noticias.
—¡Ven! ¡Vamos! —lo alentó, apenas estuvo de pie frente a él. Tenía que admitir que es su sistema, ahora decoraban un par de copas de vino de más y quizás por ello tanto de su confianza adquirida.
—No. —se negó rotundamente.
—¡Vamos! —le imploró, arrebatándole su copa de su mano izquierda y dejarla de lado sobre la mesa. Envolviendo con sus dos manos la mano izquierda del piloto y así tirar de él hacia ella fallidamente. ¿A quién engañaría? El cuerpo del piloto era hasta tres veces más grande a comparación del suyo.
—No lo lograrás, princesita. —sonrió divertido por sus intentos fallidos.
Un puchero se formó en el rostro de ella. Cruzándose de brazos frente suyo con cierta expresión de "fastidio" en su rostro.
—Soy la princesa heredera de Reino Unido, además de la futura soberana de los estados independientes...
—¿Y? —la interrumpió antes de que pudiera continuar.
—Que te ordeno que bailes conmigo. —simplemente dijo. Firme a su palabra, siguiendo estática de pie y de manos cruzadas frente de él.
Sainz no pudo negarse más. Por más que le resultara divertida la situación y la persistencia de Gracee de negarse a recibir un 'no' como respuesta. Le agradaba hacerla enojar, probablemente le agradaba más que nada en el mundo ahora mismo.
Por lo que no se pudo negar más, y después de tantas órdenes, por fin accedió; —De acuerdo, princesita. —accedió, incorporándose de su asiento. Provocando con sus palabras que la de ojos verdes diera saltitos de felicidad.
Resignado, no le quedó de otra al español más que cumplirle el deseo a la chica de acompañarla a bailar.
Recibiendo halagos de su familia cuando se acercó a la pista de baile junto con Gracee.
—Yo no sé bailar. —se defendió a sí mismo.
—Es bachata, solo déjate guiar por mí, ¿vale? —insistió, el piloto, no muy convencido, solo asintió.
Las manos del español tomó y las guio hacia su cadera, sosteniendo con firmeza. Haciendo la princesa lo mismo, solo que a comparación de Sainz, sus manos enrollándolas alrededor del cuello de este. Guiándolo poco a poco en los pasos al piloto.
—Estás demasiado tenso, concéntrate. —se burló del piloto entre risitas. No pudiendo evitar notar como su rostro y ojos se encontraban mirando hacia abajo siguiendo los torpores movimientos de sus pies.
—Hago mi mejor esfuerzo. —murmuro muy concentrado.
—Hey, solo enfócate en mí, ¿vale? —artículo despacio. Tomando con sus ambas manos las mejillas del piloto, obligándolo a mirar hacia arriba y enfocarse en los hipnotizantes ojos verdes de la princesa.
Quizás ella no se daba cuenta gracias al nivel de alcohol que llevaba en su sistema, pero en ese momento para Sainz solo hubo plena atención en ella. También tampoco quizás nunca se habría percatado que el piloto había sentido atracción e interés por ella esa mañana en Mónaco, ni mucho menos que el fingir con ella estaba resultado ser, más fácil de lo que él jamás se hubiera esperado.
Que por fin podía admitir que la idea que tenía de ser amigos, se estaba materializando.
Un rato después, cuando los gritos y música se escuchaban por de fondo, Gracee y Carlos se habían apartado un tanto de toda la multitud. Esta vez sentados en una mesa bajo el gran roble del jardín trasero de la familia, la mirada de ambos perdida en la oscuridad del lago en donde la luna se reflejaba como una luz resplandeciente.
La calma que se apreciaba, llenado la alegría de la princesa que no dudó en cerrar sus ojos con fuerza e imaginarse estar en este lugar por siempre.
A su lado, Sainz no se quedaba muy atrás, pero que a comparación de la princesa que deseaba quedarse allí siempre, él solo buscaba un escape momentáneo. Sus ojos cafés fijos en el reflejo de la luna en el lago, y después girarse hacia la chica a un lado suyo.
No pasando por desapercibido lo relajada que se le apreciaba.
—Sabes... yo sería feliz estando en este silencio siempre. —escucho y presto atención a lo que dijo.
—¿Por qué? —se interesó de repente.
Entonces los ojos verdes esmeralda de ella pronto atraparon los miel-castaños del español mirándola. Sonriendo por inercia al notar lo apenado que se mostró al haber sido descubierto.
—¿Por qué no? Aquí puedo ser libre como la silenciosa noche, brillar por ser yo misma como lo está haciendo la luna y no temer por qué critiquen tus estéticas. —expresó con sinceridad. Su mirada volviendo hacia el horizonte. —A veces deseo dejar todo atrás, escapar a un lado remoto donde nadie me conociera. Renunciar a mi familia, a las descendencias y a las reglas. Ir a un lugar donde nadie le importe mi nombre, donde pueda ser libre y yo misma...
Sainz quedó perplejo a la confesión. Sabía que su vida era difícil, pero jamás esperó esa expresión. Una en la que se refería al cansancio de años, a lo agotador que era no tener una compañía, a lo frustrante que era callarse.
La entendía. En verdad lo hacía.
Sentía empatía por Gracee. Sentía que su deber en este tiempo que estarían "juntos" era hacer su tiempo más ameno. Hacer que se refiriera a él como la imagen de un amigo.
—Lo siento.
—¿Por qué lo sientes? No puedes sentir algo que no has vivido en carne propia.
—No. —murmuró. —Pero sí puedo sentir empatía por ti.
Gracee pareció sonreír apenas notoriamente. Sus ojos verdes pareciendo brillar aún más con la luz reflectante de la luna.
—Gracee.
—¿Mhm?
—¿Es cierto que tiene horas de té? —cuestionó. Su pregunta arrebatándole una delicada carcajada a ella.
En un principio parecía que el piloto soltaría un comentario o pregunta más cuestionable, y no como la que recién había soltado.
—S-Sí. —tartamudeo entre risas. —Si existen horas de té.
—Velo como un lado bueno, así como ser la princesita tiene sus cosas malas, también tiene sus buenas. ¿En serio renunciarías y dejarías de lado las horas de té? —inquirió perplejo y con cierto sarcasmo.
Una vez más Gracee a su lado rio. Ella más que nada apreciaba el esfuerzo que el piloto hacía por hacerla reír. Por escucharla sobre sus problemas para al final hacer una broma. Quizás a muchos les molestaría que a sus problemas los tomaran como signo de comedia, pero a Gracee no, las risas en su vida era lo que más hacían falta.
—Carlos. —lo llamo, logrando que los ojos del español ahora la vieran.
—¿Mhm?
—Me gusta hablar contigo. —se sinceró. —Gracias. —anuncio. Colocando su pequeña mano encima de la del español que reposaba en el antebrazo de su silla, acariciando sutilmente de esta hasta que él entrelazó sus manos con un fuerte apretón.
—Digo lo mismo, princesita.
.•°⚜️〔 NOTA DE LA AUTORA 〕.•°🏁
▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃
¡Hola!
Volví, tal y como lo prometí.
Espero nuevamente que este capítulo haya sido de su agrado y también les pido una disculpa de que este sea tan largo, o en si todos los capítulos. A veces creo que es algo bueno que sean tan largos, pero otras siento que les abruma leer demasiado HAHAHA.
No se olviden de votar y comentar, ya sabes que recibir el apoyo es lo que alienta a seguir escribiendo al saber que alguien en verdad tiene el interés de leer la historia.
Ahora si, adiós y hasta la siguiente, esperemos que pronto actualice ;) 🤍
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