02. Apoyando A Mi Español
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。゚・ CASADO CON LA REALEZA ° 。ㅤ
〔 A FORMULA ONE FANFIC 〕
D A T E ° 。ㅤ⚜️
2022 *⋆ ✹ / (june, 11 !)
REAL LIFE ! *⋆🏁 ✹
REINO UNIDO,
CASTILLO DE WINDSOR
LA FAMILIA REAL SIEMPRE HABÍA ESTADO RODEADO DE MEDIOS Y TODA PERSONA QUE PRESTARA ATENCIÓN A SU REINADO. Familiarizados no solo con tener la mirada de todos hacia ellos, si no, a que donde seas que vayas todos conocerían tu nombre.
Gracee tenía cuatro años cuando descubrió que todo el mundo sabía su nombre, pero ella no el de ellos. Creciendo con protocolos y reglas en las que un niño no estaba familiarizado, pero así se lo exigían.
Haber vuelto de Mónaco a Reino Unido había resultado una pesadilla. No solo había tenido que lidiar con arreglar su "matrimonio" si no, también haber tenido que mentirle a su familia entera.
Su madre, la princesa. Y su padre, el príncipe. Habían sido los primeros en atascarla con preguntas, apenas llegó devuelta al palacio. Tampoco su hermana pequeña se quedaba muy por detrás, cuestionándola sobre su esposo español.
—¿Pero, por qué no lo habías dicho, Gracee? —su madre, insistió de nuevo. Persiguiendo a su hija mayor por la habitación al buscar respuestas, mientras que esta seguía inmune a las preguntas de su madre y continuaba preparando su maleta, haciendo su mejor cometido posible por ignorar a lo que su madre decía.
Tenía que admitir que el dolor punzante que crecía en su cabeza era del mismo de tanto escuchar la voz de su madre.
—Mamá. —murmuró derrotada, comenzando a encontrarse un tanto fastidiosa por la exigencia de ella.
—¡Solo dime quién es! —suplicó.
Gracee en medio de su alcoba, dejó de empacar su maleta y girarse hacia su madre que la miraba expectante. Bien sabia que aunque la mayor le implorara que hablara de él, tenía conocido que ya toda su familia se habían encargado de informarse sobre él.
—¿Recuerdas al chico de naciones unidas? —comenzó preguntando, devolviendo al tiempo en el que solía contarle a su madre de un tal "chico" que había conocido en el evento de naciones. Y que también el cual, ni su madre y ni la familia real lo habían conocido.
—Sí, sí.
Y entonces, con un pesar en su pecho de estarle mintiendo a su madre, la menor fingió toda una historia alterna a como ella y Carlos se habían conocido. Evitando contar el pequeño detalle de haber contraído matrimonio con un extraño hace una semana atrás. Mintiéndole a su madre que él aquel entonces había conocido a su ahora "esposo" y no a otro chico de Manchester como en realidad lo había hecho.
—Carlos Sainz. —repitió su madre una vez más el nombre de su ahora yerno. —¿Por qué siento que conozco ese nombre? —cuestionó.
Su hija, que hacía todo lo posible por mentir de la mejor manera, se limitó a sonreírle tan amable y encogiéndose de hombros fingió demencia.
Y después de darle tantas vueltas al asunto, por fin respondió; —Es piloto de fórmula uno. —se limitó a decir. Completando la interrogante de su madre.
La expresión de asombro se asomó en el rostro de la mayor, que solo en cuestionen de milésimas se transformó en uno que irradiaba emoción y entusiasmo.
—¡Por Dios, Gracee! Pero porque antes no lo habías dicho?! ¿Por qué antes no lo habías presentado a la familia? ¿Cómo escondiste tu matrimonio con él? ¿Ya fuiste a verlo a uno carrera? ¿Cómo fue tu boda? —y entonces, la mayor ataco de nuevo a la menor con un mar infinito de preguntas y suposiciones.
Provocándole dolor de cabeza a la menor. Que buscaba conectar todo lo que su madre decía e inventar una historia prudente que fácilmente pudiera creerla.
—¡Mamá, mamá! —su voz alzo al intentar llamar la atención de su propia madre, que juraba estar pronto a entrar en un estado de shock. Tras conseguir su atención, siguió; —Está bien, está bien. —repitió para tranquilizarla. —¿Pronto te lo presentaré, vale? —su madre asintió, anonadada, la afirmación de su hija, otorgándole un poco de calma. —Y lo siento, si antes no te dije nada, no quería provocar problemas a la familia. Queríamos mantenernos en un estado privado. Queríamos una relación que solo fuera de nosotros. —se aseguró de mentir, lográndolo con los mejores argumentos que pudo pensar para no levantar sospechas en su madre.
—¿Lo quieres? ¿Él te hace feliz? —cuestiono exigente. Sus ojos azules, no perdiéndole el rastro al rostro de su descendiente.
Gracee sintió la presión de esa acusación sobre sus hombros. Deseando por un solo momento decirle la verdad a su madre aun cuando esta se decepcionaría de ella. Sentía la presión de solucionar su error y afrontarlo por cuenta propia.
Su mejor esfuerzo hizo por sonreír tan entusiasmada y asentir convenientemente. —Sí. —mintió. —Carlos me hace feliz, mamá.
En el interior de la mayor, una cálida calma le recorrió de pies a cabeza al saber que su hija estaba con alguien, que a como ella le decía, la hacía plenamente feliz. Mientras que en el interior de la menor la culpa la cernía por dentro y las tremendas ganas de decir la verdad se atoraban en un nudo en su garganta.
Sonriendo nerviosa, dijo; —Ahora fuera, mamá. Salgo en una hora a España y por hablar contigo no me has permitido empacar.
La mayor río, y sin levantar queja alguna, salió de la habitación, no sin antes decir; —Dile a Carlos que le envío mis saludos. —informo y una vez más la menor asintió convenientemente. —Oh, y dile a Lance que ha dejado de ser mi favorito para candidato de yerno.
—¡Mamá! —exclamo Gracee incrédula y la mayor de ojos azules no pudo retenerse a reír.
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ROYALTY NEWS; the news about the royal family.
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2022 *⋆ ✹ / (June, 12!)
ESPAÑA,
CIRCUITO DE BARCELONA
SUS OJOS CERRO CON FUERZA AL BUSCAR UN TIPO DE RECONFORTE Y REUNIR VALENTÍA AL ESTAR LLEGANDO AL CIRCUITO DE CARRERAS, y ver y oír a toda la multitud que se amontonaba tras las vayas de retención.
Sus ojos abrió de vuelta al sentir como la camioneta negra en la que era transportada se detuviera entre medio de la multitud, recibiendo una última mirada de uno de sus guardaespaldas antes de que este bajara y rodeara la camioneta para abrir su puerta y tenderle la mano para ayudar a bajarla.
Los gritos de la multitud inundo su ambiente, apenas salió de la camioneta. Decenas de personas vestidas de distintos colores entonaron su nombre a gritos eufóricos, mientras que con sus teléfonos grababan a la descendiente de gran bretaña.
El hombre mayor vestido de traje negro no tardo tanto en guiarla hacia la entrada, velando por la seguridad de la menor en ese tipo de eventos de grande aglomeración.
El gafete de rojo de Ferrari leyó la máquina y pronto le permitió el ingreso a la zona restringida tras bandolinas de las carreras. Las pocas personas que tenían acceso a aquel lugar no tomando por desapercibido la presencia de la princesa, que era resguardada por la espalda al ir acompañada de sus guardaespaldas del servicio británico.
A cada paso que daba se veía obligada a sonreírles, a quienes se cruzaban, recibiendo la atención de medios, trabajadores y todos aquellos que merodeaban por el lugar. Atención que jamás habría esperado recibir en este tipo de eventos, según su criterio, jamás hubiera esperado ese tipo de recibimiento y hubiera esperado pasar un poco más desapercibida. Pero ahora no solo era princesa de reino unido, sino que también era esposa de un piloto de fórmula uno, y el pasar desapercibida ya no encajaba en su vida.
A solo unos metros de ella, parado en la entrada del hospitality de su equipo. El piloto madrileño se encontraba esperando nervioso a la castaña. La misma que se vio obligada a sonreírle al verle cada vez más cerca y ante la mirada de todos, al reducir la poca distancia que quedaba entre ellos al ir corriendo con falsa ilusión hacia el madrileño y abrazarlo.
Por otro lado, Carlos no pudo sentirse un tanto anonadado por repentina acción de la chica, pero que inmediatamente correspondió con la misma falsa ilusión.
—¿Bienvenida, qué tal el viaje? —se apresuró a preguntar el español al aún tener la fija atención de todos ahí en Ferrari.
Una sonrisa decoró inmediatamente el rostro de ella, comprendiendo, con una sola mirada de él, el cómo fingían.
—Bastante agradable a decir verdad. —admitió. Aceptando la mano del español que entrelazo con la suya y quien la guio dentro del pequeño recinto de Ferrari.
No levanto queja alguna ante ello y, en cambio, dejo que él la siguiera guiando por el lugar. Bien sabia que si deseaban que todos creyeran su cuentecito suyo, no debían de levantar sospecha alguna.
Los ojos azules de ella, inevitablemente bajando a sus manos entrelazadas y de nuevo regresando a su atención al perfil del español que saludaba a un par de personas mientras que la seguía guiando por el lugar.
De pronto sentía como todo su mundo daba vueltas y el aire en sus pulmones comenzaba a faltarle. Divagando en su mente por obtener una buena opción que le permitiera salir corriendo del lugar en ese instante, y no precisamente porque le incomodara la presencia del español o estar rodeada de otros desconocidos. Si no que eran otros pensamientos los que atormentaban su mente al ir de la mano de su falso esposo, volviendo a esa mañana en la que le había recorrido descaradamente con la mirada y como sus grandes manos habían captado más de lo necesario su atención. Y que como ahora le parecía surrealista que él la llevara de la mano cuando muy por sus adentros deseaba no sentir ese tipo de atracción física hacia el español.
Como deseaba que sus manos la envolvieran con fuerza por su cintura y que sus labios carnosos besara... ¡CARAJO GRACEE! QUE ACASO NO TE PUDISTE CASAR CON ALGUIEN QUE NO FUERA SUMAMENTE ATRACTIVO?!
—Gracee. —escuchar su nombre, la trajo devuelta a la realidad y de inmediato noto como los ojos cafés del español estaban mirándola.
—¿Mm? —musito débilmente, dándole entender a él que en verdad sí le prestaba atención.
—Tengo que ir al garage ahora mismo y prepararme para la qualy. —le explico simple pero detalladamente. —¿Prefieres quedarte aquí o ir conmigo? Podrías esperar en el garage y ver la transmisión por las pantallas y...
Lo interrumpió de inmediato al notar como comenzaba a tartamudear nervioso. Y no lo culpaba, por supuesto, porque ella también lo estaba. —Prefiero ir contigo si no te importa. —respondió dudosa, mientras que por parte del piloto recibió un solo asentimiento.
En el del español pasaba casi lo mismo, solo que a él le hacía ilusión ver como la princesa se envolvería en el ambiente de autos y de todos los mecánicos de Ferrari, mientras que lo veía a él conducir a altas velocidades.
—Es decir, si ahora seré esposa de un piloto, debo de hacerme parecer que soy una compañía motivadora, ¿no? —cuestiono divertida, arrebatándole una risa al español. —¡Hey! ¡Pero si ya descubrí que si ríes! —encaro sonriéndole.
—No te emociones princesita, que solo lo he echo por puro compromiso. —Mintió. Sinceramente, detestaba lo muy fácil que era poder sentirse agradablemente cómodo con Gracee a pesar de ser una completa extraña, de alguna forma su presencia no le parecía una incómoda ni forzada, y, en cambio, era todo lo contrario a ello.
En medio de todo el garage y de los ruidos de mecánicos y trabajadores, los ojos azules de princesa se mantenían atentos a las acciones del piloto a solo unos cuantos metros de él. En especial al verle vestido del mono rojo de carreras que, por alguna extraña razón, le era casi imposible apartar su mirada de él.
Su rostro cambió por completo al notar la atención del español que recién la atrapaba mirándola. Se sorprendió y a la vez se alegró porque nadie lo miraba aparte de ella.
Observo a la multitud moviéndose de un lado a otro, siguiendo inmersos en su propio mundo de angustia post qualy. La mayoría de gente eran trabajadores de Ferrari, estéricos; mecánicos, ingenieros, directores y luego...
Luego estaba ella.
Que a pesar de estar rodeada de gente, era como si todo estuviera enfocada en ella. Sus ojos de color no terminaban de divagar inquietos por el lugar, con tanto que le llamaba la atención cualquier cosa que la rodeara. Era imposible no pasar desapercibido su presencia, no solo porque fuera la princesa de Reino Unido, si no, porque su belleza era clara y distinguida. Una que ante los ojos de cualquiera podrían pasar por desapercibido.
E igual le sucedía al español, que las ansias por saber más sobre ella le conmocionaban por dentro. Los chistes que deseaba contar para hacerla reír y sentirla más amena. Como estaba dispuesto a hacer que este trato de ambos no fuera uno terrible y entorno, ya que, en cambio, haría cualquier cosa porque fuera favorable.
Quizás podrían ser amigos.
Dejando atrás a su ingeniero de carreras, camino hacia el pequeño rincón donde la princesa se refugiaba de todo el caos.
—¿Asustada, princesita? —pregunto al acercarse a ella. Consiguiendo como respuesta una mirada tímida por su parte.
Sabía a la perfección que no solo él se sentía tímido y un tanto dudoso de cómo actuar ante el hecho de que ahora eran una "pareja." Pero pronto todas las miradas expectantes y curiosas de los presentes le hicieron reaccionar totalmente opuesto a como tenía planeado acercarse a la princesa.
Su mano envolvió con firmeza alrededor de la cintura de ella, atrayéndola a su costado demandantemente.
En el rostro de ella noto la molestia casi de inmediatamente y como es que quería protestar, ante ello se adelantó a decir; —Tranquila, nos están viendo. —anuncio calmadamente, acariciando dulcemente la mejilla de ella en un acto de hacerla calmarse y que los demás no levantaran una sospecha alguna.
Los ojos de color de la princesa miraron atención los cafés de él, otorgándole esta vez una tímida pero conveniente sonrisa para el resto de las personas.
—Creo que para conquistar a una princesa te falta experiencia. —bromeo sonriente, en un tono moderado en el que solo ellos mismos podrían escuchar.
—No lo creo, porque al menos puedo decir que estoy casado con una. —ironizo burlesco. Arrebatándole con ello una carcajada a la de ojos de color.
A su alrededor, todos los presentes quedaban anonadados por dicho acercamiento del matrimonio, y es que, durante todo ese tiempo que se especulaba que llevaban juntos, jamás se les había visto. En especial resultándoles extraño a los trabajadores de Ferrari que no estaban familiarizados con que el piloto español mostrara afecto en público.
—¿Estarás bien aquí? —cuestiono el español al apartarse de ella, asegurándose de que esta se encontrara bien antes de que él tuviera que irse.
Gracee asintió sin mucha importancia y con ello el piloto salió corriendo de regreso con su ingeniero.
Los ojos de color de la princesa se mantenían fijos y prestando atención a las cifras de las pantallas y al carro de número cincuenta y cinco que pronto aprendió, que era el del español y que ahora mismo intentaba buscar la mejor vuelta rápida para lograr pasar al round tres de la clasificación en busca de un buen lugar de salida para la carrera del día siguiente.
Lastimosamente, su mejor amigo de número dieciocho no había logrado un tan buen resultado de a como lo estaba haciendo el español y rápidamente había sido descalificado de la sesión.
Sinceramente, le tomaba un tanto desapercibida el estar conociendo tanto trabajo que había detrás de cada auto y equipo, comúnmente a las pocas veces que había asistido a una carrera desde que su amigo había logrado entrar al mundo de la fórmula uno, la princesa solo asistía al día domingo de carrera y siempre creía que solo se trataba de ver autos girar en círculos a grandes velocidades y no de algo más. Claramente, todo este tiempo había estado en lo erróneo y le enfurecía bastante como antes su amigo no la había regañado por creer eso y sobre todo enseñarle más de lo que era su deporte.
De la mano de los trabajadores de Ferrari aplaudió en coro al ver como el número cincuenta y cinco había logrado una favorable posición, asegurando en el bolsillo un tercer lugar en salida para el día siguiente. Escuchando mediante los audífonos rojos que le habían otorgado, la radio del español y como este celebraba eufóricamente.
Esta vez decidió darle su espacio al español de atender a todos sus deberes de entrevistas, y prefirió salir por sí sola a tomar el almuerzo. Tomando asiento en la pequeña terraza de la que tenía acceso gracias al equipo Ferrari.
La pequeña mesa para a penas tres personas tenía una vista entera al paddock del circuito. Cayendo el atardecer que iluminaba tenuemente los edificios de cada equipo de la categoría, y las pocas personas que pasaban a su lado, tomando por desapercibido su presencia.
Quizás esta vez fuera la primera en mucho tiempo que se encontraba completamente sola en un lugar público sin la compañía de alguien o de alguno de sus guardaespaldas con los que solía cargar de lado a lado. Lo cual adoraba.
Un momento para sí misma del que podía gozar, comenzando con beber de la malteada de frutos rojos que recién una mesara, dejaba en su mesa.
—Gracias. —le agradeció amablemente con una sonrisa al mismo tiempo que ella se alejaba.
—¿Por qué tan sola, señorita Sainz? —la pregunta de dicha persona casi le produce escupir toda su bebida.
Con su rostro que irradiaba temor se giró hacia su mejor amigo, Lance Stroll, que la miraba ciertamente divertido por casi provocar su desmayo.
—Lance. —logro decir, apenas descubrió la forma de hablar de nuevo.
—¿Que haces aquí, Gracee?
—No es obvio, estoy apoyando a mi español.
—Oh, ya veo. ¿Y como es que te tengo que llamar ahora? Gracee Di Alexandra o Gracee Sainz? —cuestiono divertido. E ignorando por completo las malas miradas de los miembros de Ferrari, tomo asiento en el lugar sin importarle ser de un equipo contrario.
La princesa hizo caso omiso a la pregunta del Canadiense, y, en cambio, busco cambiar por completo de conversación.
—Tu vuelta no fue la mejor. —informo.
Pero el canadiense parecía no estar de humor para escuchar algo más sobre ello, o quisas sí, pero su determinación solo estaba fija en el matrimonio repentino de su mejor amiga.
—¡Eres una mentirosa! —le encaro. —¿Tu mamá lo sabe? ¿La abuela sabe que te casaste con un desconocido? —cuestiono abruptamente y sin disimulo alguno.
—¡Shh, Shh! —comenzando a entrar en pánico, Gracee se apresuró a callar inmediatamente a su amigo al cubrir con una de sus manos la boca de el.
Expectante a las reacciones de los de más que parecían inmunes, ahora al convivio de ambos, lo cual agradeció.
Asegurándose una vez más de que nadie más los viera o los escuchará, por fin aparto su mano del rostro de su amigo y hablo; —Está bien, estamos fingiendo. —Admitió derrotada.
En el rostro del canadiense, una gran exclamación como asombro se distinguió por completo. Cayendo en estado de shock por completo al percatarse que sus deducciones habían sido más que ciertas. En especial porque su mejor amiga jamás habría podido esconderle algo de tan grande magnitud, además, durante todos estos años se había esmerado demasiado en protegerla y no presentarle a algunos de sus compañeros rivales que tenían fama de romper corazones.
—¿Qué te paso? —siguió preguntando.
Y durante un par de minutos, la princesa contó cada detalle que pudo recordar de cómo fue que todo sucedió; contándole desde la última vez que recordaba estar con él en la fiesta, hasta que termino despertado con un desconocido en su habitación de hotel.
—¿Entonces despertaste y tenían un anillo de matrimonio? —pregunto y ella asintió. En la cabeza de Stroll aún le costaba armar el rompecabezas y digerir tanta información en tan solo poco tiempo.
Sus recuerdos de esa fiesta en Mónaco estaban casi igual que los de su amiga, recordando solo breves momentos entre ellos bebiendo alcohol hasta no poder recordar más. Esa noche, al no verla cerca había supuesto que la guardia británica habían ya ido a recogerla e irse sin despedirse, lo que nunca imagino es que terminaría casada con unos de sus rivales de la grilla.
—¿Entonces la prensa filtro el acta y ahora ustedes dos lo están fingiendo? —de nuevo ella asintió. —Gracee, esto es algo demasiado serio. ¿Y si esto no funciona? ¿Y si tu familia se enterara? Si la prensa sé... —sus suposiciones quedaron en el aire al escuchar una tercera voz.
—Hola, mi amor. —el español llego hacía con ambos amigos. Saludando específicamente a la princesa, acercándose hacia ella y besando su cabeza en un acto cariñoso de saludo.
Saludo que los tres estaba más que consientes, que era uno fingido.
—Él lo sabe, Carlos. —se dispuso a explicarle al español que recién tomaba asiento en la silla sobrante.
Carlos quedo inmune ante la afirmación de la de ojos verdes, circulando por su cabeza una serie de preguntas.
—¿Cómo? ¿Qué? ¿Cuándo?
—Aunque lo dudes, Sainz. Yo iba a ser el yerno preferido. —afirmo el canadiense, sacando de quicio a la británica, al igual que lo hacía su madre cada vez que sacaban a la luz dicha broma.
El entrecejo del español arrugo en estado de confusión. Saliendo a su rescate, la única chica presente;
—Lance y yo somos amigos desde niños, yo no tuvo que decir nada como para que él dedujera todo por sí solo. —le explico sin muchos rodeos.
—¡Mejores amigos! —aclaró nuevamente el canadiense.
—Entonces... ¿Ustedes dos?
—¡No, No! —defendieron ambos mejor amigos.
—Lance y yo jamás tuvimos algo.
—Bueno... —murmuro el canadiense, revocando a esa tonta idea de años atrás.
—Lance, por undécima vez. ¡Que fuéramos el primer beso de ambos no significa nada, teníamos ocho años! —exaltada, expresó. Lográndola sacar de quicio una vez más y que ambos pilotos presentes rieran por ello.
—¿Espera, qué? —pregunto perplejo el español.
A decir verdad, jamás espero que ambos se conocieran, tomándolo por sorprendido cuando Gracee se lo había comentado días atrás, pero tomándolo aún más desapercibido el hecho de descubrir que ambos habían sido su primer beso, aun cuando solo se hubiese tratado de un juego de niños.
—¿En mi defensa solo éramos unos críos, vale?
—Sí, pero gracias a ello tu madre desea que yo sea su yerno. —encaro de nuevo Stroll.
—Vale, pero hablando de familia creo que tenemos un pequeño problema, Gracee. —informo el español un tanto apenado.
Logrando con ello obtener la atención de ambos mejores amigos que callaron su discusión a coro.
—¿Pequeño problema, qué? —preguntaron los dos al mismo tiempo.
—Mi familia está aquí y quiere conocerte. —Admitió en voz alta. Regresando a la primera instancia por la que había salido a buscarla.
Sus ojos de color abiertos en par se giraron a mirarle. Deduciendo no solo con ello que ella se encontraba tan nerviosa como él, sino también, igual de aterrada.
—¿Q-que dices? —tartamudeo difícilmente.
En otras instancias hubiera reído por su tartamudez, pero en esta, estaba cien por cierto de acuerdo que ella sintiera miedo al igual que él. En especial de su madre, que no solía ser una persona muy fácil de convencer o agradar, su carácter serio hacia la presencia de nuevas personas era lo que más Sainz temía. Temía por Gracee y la posible reacción que su madre pudiera tener ante su presencia.
—Ellos te quieren conocer. —Repitió de nuevo. Esta vez con la boca, sintiéndola tan seca como era posible.
.•°⚜️〔 NOTA DE LA AUTORA 〕.•°🏁
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me declaro la más fan de esta historia y de sus personajes 😭😭 aveces quisiera escribir tan rápido antes de que justo olvide la idea.
y en segunda: dudas, sugerencias y otros: favor de dejar aquí :))
CHAO!
estaré actualizando mis demás historias
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