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•30• Una fiesta de compromiso aburrida.

HaeMi

Las siguientes horas estuvimos ocupados en lo mismo, y si no hubiésemos tenido el compromiso de las cuatro, la historia habría sido otra. No sé como pudimos detenernos, no paramos más de cinco minutos para recuperar el aliento, y cuando lo hacíamos no había nada mejor que hacer que seguir. No sé cuántos polvos hubieron en uno, pero quedé bastante satisfecha y con ganas de otros rounds.

¿La verdad? No tengo ni pisca de ganas de otra cosa que no sea descansar, y menos si sé que voy a un sitio en donde no la voy a pasar muy bien. No sé como he logrado tapar las marcas de mi cuello, supongo que me esforcé bastante aplicando varias capas de maquillaje en mi cuello. Me encanta como de bonito y parejo me ha quedado el delineador. El pelo me lo lavé ya que lo había sudado bastante, sacándolo y planchándolo demoré bastante pero quedó decente.

Tuve que ponerme los guantes largos que nunca me puse, porque las marcas en mi muñeca si no tenían otra solución que esa. Me duelen un poco las piernas, y siento que mi cama me llama a gritos, pero tengo que ir a esa maldita fiesta aburrida si quiero quedar bien con mi madre.

Mientras guardo mis cosas en la cartera, flashbacks de lo ocurrido hace unas horas cruzan mi mente efímeramente. Bueno, esto pasa desde que me levanté de aquella cama. Y es que cada vez que respiro recuerdo su mano en mi cuello o la oxitocina fluyendo a través de nosotros mientras nos desquitábamos el tiempo que ya debíamos haber estado empleando de aquella manera.

No tengo palabras para describir lo que sentía en aquel momento. ¿En qué cabeza cabe advertirme? ¿Advertirme sobre qué? Él y su manera de follar me gustan más de lo que yo misma creo.

Mis pasos son mis tacones sonando contra la escalera, lo que atrae la atención de alguien que espera pacientemente por mí en la sala. Cuando bajo el último escalón, Jungkook se pone de pie tocándose la nariz sospechosamente y con los ojos idos en mí.

Yo me río. —Soy hermosa, lo sé.

Jungkook esboza una sonrisa ladina, noto que se ha relajado con mi comentario.

—Tu casi no eres creída ¿no?— comenta mientras me escanea de pies a cabeza.

Y si me soy sincera, Jungkook en esmoquin no está nada mal, bueno, todavía no le descubro una ropa que no se le vea bien.

—Para nada.— digo encogiendo los hombros con egocentrismo.

—¿Ya nos podemos ir?

—Sí.

(...)

Unos minutos más tarde, el auto de Jungkook entra por los portones de la casa. La mansión de los Mugché es una más del montón, nada singular si hablamos de que está en un barrio con otras de su tipo.

—¿Es aquí?— pregunta Jungkook mirando hacia la entrada y quitándose en cinturón después de haber aparcado en algún espacio del césped . Yo no le respondo, estoy visualizándome y preparando mi comportamiento para cuando me encuentre en la situación incomoda de la que sé que no escaparé.— Hay que entrar, tus padres deben estar esperándonos.— me mira.— ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

Le miro y me le quedo viendo un instante, todavía ida. Jungkook levanta una ceja.

Hay un pasillo perfectamente decorado que lleva al patio trasero, en donde se efectúa la tal fiesta de compromiso. Voy sujetando el brazo de Jungkook mientras inspecciono con la vista a mi alrededor, y no se si es que no quería venir pero la decoración es muy cutre y estoy viendo rostros conocidos de personas que siempre me han caído mal.

En una de las mesas encuentro a mi familia. Mi madre tiene la mano en el antebrazo de papá conversando muy entretenida con Suk-Woo, la señora de los Mugché. No veo ni a Hoseok ni a Mina por ningún lado, y eso fomenta mis ganas de no querer estar aquí.

Mi padre nos nota mientras nos vamos acercando a ellos y un segundo después nos mira mi madre, quien en seguida olvida lo que sea que le estaba diciendo Suk-Woo y se nos queda viendo con esa sonrisa que imaginé que pondría.

—Oh, cielo, has llegado.— mi padre viene hacia mi y me da un abrazo suave y un beso en la frente para luego sonreírme. — ¿Cómo estás?

—Muy bien, papá. — le sonrío genuinamente.

Con unos dolorcitos en el cuerpo pero... no son de gran importancia.

—Me alegra, cielo.— dijo —Me da gusto verte, hijo— palmea el hombro de Jungkook, él le hace una reverencia leve.

—Igualmente, señor Jung.

—Qué alegría verlos a los dos.— mi madre agranda la sonrisa que tiene y me acaricia la mejilla llevando la mirada de mí a Jungkook varias veces.— Woo, esta es mi hija, ¿la recuerdas? Está más hermosa que antes, pero es ella.

Alzo las cejas disimuladamente por el orgullo con el que habla mi madre de mí.

—¡Pero claro que sí! Has crecido mucho, HaeMi, casi no te reconozco.

—Sí, ha pasado tiempo.— esbozo una sonrisita más menos falsa y le hago una reverencia.

—Cómo crecen de rápido ¿no?— le comenta a mi madre y ambas sonríen.

Miro a Jungkook un poco avergonzada, el me mira igual y se ríe. Tuerzo el gesto, divertida, pero cuando vuelvo la vista al frente el mínimo buen humor que pude haber adquirido se esfumó en un milisegundo.

—Cariño, volviste.

el señor Mugché pasa el brazo alrededor de la cintura de su esposa con una sonrisa tenue.—Sí. ¿Cómo va todo?

Yo trago saliva y miro a otro lado, de repente el corazón me va a mil dentro del pecho y tengo una sensación desagradable en el estómago.

—Estupendo, acaban de llegar la hija de DoYeon y Yong  con su esposo. —mientras la señora Suk-Woo hablaba mi mirada chocaba inevitablemente con la del señor Mugché, y no se como pude disimular que un remolino de imágenes desagradables cruzó mi mente.

Cambié la mirada de inmediato.

Jungkook.

—Sean bienvenidos.— No puedo pasar desapercibida la falsedad en la cara y en la voz del sujeto, sobretodo la forma no precisamente amistosa en la que se queda mirándome.

De igual manera me inclino haciendo una reverencia a modo de agradecimiento.

HaeMi ni siquiera le sonríe forzosamente, lo cual me extraña un poco.

—Baekhyu y su familia han llegado hace un momento, ya nos vamos a reunir.— comenta el señor Mugché con una sonrisa de boca cerrada.

Las fiestas de compromiso siempre me han parecido tediosas e innecesarias. Cuando mi hermano se casó hace unos años, a mis padres también se les ocurrió hacer una, y recuerdo que la pasé todo el tiempo encerrado en mi habitación. Cualquier cosa era más entretenida y útil que estar con aquellas personas, además de que no había ningún chico de mi edad con el cuál corretear un poco por los portales de casa, y bueno desde la perspectiva de un niño los adultos son bastante aburridos, cosa que no pienso ahora que ya soy uno.

Lo que vino después solo me hizo estar más seguro de mi opinión acerca de este tipo de eventos. Habían montado una pequeñita tarima con una pergola adornada con delicadas flores, allí los comprometidos anunciaron que deseaban contraer matrimonio por su propia voluntad y que serían muy felices juntos. Además de los detalles (innecesarios) de cómo fue la pedida de mano. Los padres de los comprometidos se dedicaron varias palabras también.

Y eso hubiese sido lo más relevante si no me hubiese percatado de que HaeMi ha estado extraña toda la noche. Siempre que le miro está bebiendo de su copa o mirando a otro lado sumida en sus pensamientos,  como si quisiese engañar a su mente y hacerse creer que no está aquí. Ya sé que esta actividad es un poco ridícula y la tal Clara no es su amiga en realidad , pero no creo que sea por eso que está así.

Minutos más tarde nos sirvieron la cena. Hay varias mesas grandes redondas en donde cabemos todos los de la familia, los señores Mugché estaban con nosotros pero fueron a otra mesa a compartir con la familia del prometido de su hija.

—Mamá, ¿por qué mi hermano y Mina no vinieron?— alzo la vista en cuento escucho a Hae hablar

La señora DoYeon se limpió las comisuras con su servilleta antes de hablar.— Hoseok llamó, Mina se sentía muy agotada y decidieron no venir para que ella descansara.

—Uh bueno.— dijo ella asintiendo para seguir comiendo.

Mientras mis suegros seguían alimentándose y el señor Yong le comentaba algo a su esposa, decidí hablarle a la mía.

—Hey...— coloco los codos sobre la mesa y la miro atentamente, ella en seguida me voltea a ver.— ¿Estás bien?

—¿Uhm?

—¿Te sientes mal o algo así?

—No, ¿por qué?

—Te noto extraña.— le digo. Ella cambia la mirada haciendo una mueca tal cual estuviese exagerando.

—Estoy bien.

—¿Segura?— insisto, con la muy pequeña sospecha de que el señor Mugché tenga que ver, quizás tuvieron un problema u otra ... cosa que no quiere recordar.

No soy muy observador pero no puedo evitar pensar que es por eso. Tal vez si no me hubiese dado cuenta de como le cambió la expresión cuando ese tipo llegó a nuestra mesa, no estaría teniendo estas conjeturas.

Ella por alguna razón no me respondió antes de haber mirado hacia la mesa de al lado, en donde estaba ese señor al lado de su esposa con una amena sonrisa en su viejo rostro.

—Sí, segura. — respondió seria volviendo la atención a su comida.

—Hae- — quise seguir hablando, pero ella volvió a mirarme y simplemente preferí reservarlo.

—Jeon, estoy bien.— repite mirándome.

—¿Te pasa algo con el señor Mugché?— le pregunté, sin poderme aguantar.

—¿Qué?— se ríe, con un cinismo no muy bien fingido antes de mirar a otro lado.— ¿Qué es esa pregunta? ¿De qué hablas?

Noto el nerviosismo en su risa y estoy más seguro de lo que hablo.

—Has pasado toda la noche extraña desde que lo viste.— recalqué en voz baja.

—Por que yo soy así.

—No.— le contradije.

—No, no voy a hablar más de esto.— se quitó la servilleta de los muslos.

—¿Adónde vas?— le preguntó, obviamente.

—Al baño.

Echó la silla hacia alante al ponerse de pie y se marchó en dirección a la casa. Supongo que sabe donde queda el baño o intentará averiguarlo sola.

Yo suspiré y me incorporé en mi silla.

—¿Adónde fue HaeMi?— la señora DoYeon me miró intrigada.

—Al baño.— respondí y ella asintió.

Me quedé pensando un poco en su comportamiento toda la noche y en como me acaba de hablar, algo no está bien con ella. De repente , se me ocurre mirar hacia donde recuerdo haber visto al señor Mugché. Y frunzo las cejas al seguir su mirada y encontrar a HaeMi perdiéndose por un pasillo de la casa. Él casi al instante dijo algo a los que se encontraban en la mesa y se puso de pie.

Me coloco alerta y le persigo con la vista viendo que entra a la casa también. Y no me importa si va tras HaeMi o no, pero tengo que averiguar que está pasando.

Me paro de mi asiento casi inconscientemente.

—¿También vas al baño?— DoYeon y Yong me miran fijamente.

—Sí, ahora vuelvo.— hago una mini- reverencia y sigo caminando.

.

.

.

.

Un cap más menos larguito, espero haya compensado la tardanza.

¿Intriga?👀

Graciasxleer 😊❤

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