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•25• Un sueño húmedo.

HaeMi.

Tal vez parece que estoy de lo más concentrada en la entretenida conversación que tienen entablada los chicos acerca del compromiso inesperado de YoonGi y Naomi, pero en realidad tengo toda la atención en las veces que Jungkook me ha mirado desde que estoy aquí sentada. Y creo que él se encuentra en la misma situación porque yo tampoco le dejo de mirar, lo cual posiblemente tenga que ver con lo que ocurrió ayer.

Me dejé de lastimar el labio con los dientes y decidí levantarme de mi sitio e irme de allí. No le dije nada ni a él ni a nadie, pero creo que fue suficiente con voltearle a ver por encima del hombro una sola vez y encontrarle mirándome. Subí las escaleras que llevaban a la parte se arriba del yate y me acerqué a las barandillas de metal viendo el paisaje llano del agua del mar totalmente quieta. Al estarse haciendo de noche, el cielo tiene un tono azul casi oscuro.

Como a los minutos, sentí pasos por los escaloncillos de la escalera, así que volteé, hallándome a quien esperaba ver. Vuelvo la mirada al frente con una sonrisita y espero a que llegue por completo.

—¿Por qué te fuiste?

Se coloca a mi lado recostando el cuerpo en las barandillas y mirándome con diversión.

—Alguien no dejaba de mirarme y me estaba espantando.—me atrevo.

Jungkook alzó las cejas con gracia.—¿Si?

—Sí.

—Vaya, que molesto ¿no?

—Totalmente.— concuerdo siguendo el juego.

—¿Recuperaste la memoria?— pregunta, humedeciendo esos labios que ahora mismo me están pareciendo demasiado llamativos. Y ni hablar de ese piercing que tiene en una esquina de la boca.

—Ni un poco.— respondí con la verdad.

—Uhm... que mal.— comentó él con fingido lamento. Yo me le quedo viendo, suspicaz.

—¿Te quieres dejar de intrigas ya?

—¿De qué hablas?— Jeon se hace el desentendido mientras ríe.

—¿Me mentiste?— de repente, me surge la duda de que haya dicho la verdad antes.

Jungkook lo entiende sin que especifique acerca de qué le hablo.— No pasó, ya deja de darle vueltas.— me respondió más serio, y le creí.

Entonces me quedé en silencio, pero no tranquila. Tenia lagunas en la memoria y me estaba empezando a incomodar con ese hecho.

—¿En qué momento me quité toda la ropa y terminé con tu camiseta, me lo puedes decir?—solté una de mis tantas preguntas, y sí, es un poco agobiante esto de no recordar nada.

—¿Por qué estás tan preocupada? ¿Piensas que yo pude haberte hecho algo que no quisieras?— me escudriña.

—¿Qué? N-no... No estoy preocupada, sólo me frustra no recordar.— me quito el pelo del rostro, yendo en contra del deplorable viento que batía.

—Bueno. En primer lugar, cuando llegamos a la casa... no tenías toda la ropa, por así decirlo.

—¿C-cómo?— no sé por qué carajos me sonrojo, pero lo hago.

—¿Te sonrojaste?— Jungkook se ríe e intenta tocarme la mejilla pero le detengo la mano a medio camino.

—Con la ropa te refieres a...— lo miro dudosa.

—Las bragas.

—Ah...—digo pensativa—. ¿Eso quiere decir que... pasó algo antes en la discoteca?

—Sí.

—¿Qué... exactamente?

—No follamos.— me repite.

—Sí pero por algo no tenía bragas al llegar a la casa Jungkook, a eso me refiero.

Jungkook se tira del pelo, y siento que le he sacado de quicio, lo que confirmo cuando comienza a hablar sin parar dejándome muda y mirándolo fijo. — Pasó que bailamos juntos, jodidamente pegados ¿entiendes?, nos excitamos hasta la hostia, acabamos en el baño, te subí sobre el lavado, te toqué, te masturbé y te mam-

—No!— lo interrumpo poniendo mi mano sobre su boca por impulso, segura de que tenía rojo hasta el pelo de la vergüenza.— No hace falta que lo digas.

Jungkook se ríe contra la palma de mi mano y entonces me agarra de la cintura y me acerca a él. Me termina acorralando contra la barandilla y cuando la cercanía ya está creada, nos besamos, y muy bien, por mucho rato. Creo que no lo había dicho antes pero sus maneras me van gustando cada vez más. Quizás es esa dominación que implanta con sus mociones y el lugar de mi cuerpo en el que coloca las manos, o lo bien que encajan nuestros labios, o la maldita atracción sexual que tengo por él desde hace semanas, no sé cuál es más probable. Cuando realmente nos cansamos de besarnos, dejamos de hacerlo.

—¿En serio bailé contigo?— me quedo con lo que menos me creo de lo que me ha contado, y lo miro incrédula, Jungkook me mira desde arriba pasándose la punta de la lengua por el piercing con maña.

—Bueno, prácticamente follamos con ropa así que no te sabría decir.— dijo desviando la mirada un momento, con esa sonrisita irónica que no desaparece de su boca.

Él volvió a mirarme y yo intenté alcanzarle para besarlo, lo que él me facilitó agachándose el centímetro que faltaba. Puedo escuchar el bullicio abajo, los chicos deben seguir divirtiéndose. Engancho los brazos alrededor de su cuello, totalmente ida en las sensaciones mientras los chasquidos del beso se suman al sonido del mar.

No sé que creerían nuestros padres viéndonos así. Seguro estarían orgullosos de lo que hicieron, se convencerían de que habernos casado por la fuerza no estuvo tan mal. Y sería  totalmente válido que lo pensaran porque yo estoy a nada de creerlo así.

A veces pienso en cómo pude olvidarme de la repulsión que sentía hacia Jungkook y el amor al que tuve que renunciar por este matrimonio falso; y  siento el nacimiento de un sentimiento de culpa o decepción hacia mí misma, pero lo olvido casi al instante.

Y realmente no sé en qué tipo de persona me convierte eso. Pero que quede claro que si me dejo tocar o mirar por Jungkook en lugares en los que más nadie puede es porque a pesar de que le he odiado de por vida, me inspira confianza y la tensión sexual que se creó entre nosotros es algo que realmente no pudo controlar. Además no le hallo ningún sentido a negar que Jungkook, más que sexualmente, me atrae de otra forma. Y quizás no estoy preparada para admitirlo en voz alta, pero comienzo a darme cuenta.


Días Después.

Siento una claridad molesta en el rostro y entreabro los ojos viendo que se ha hecho de día y se nos había olvidado cerrar más cortinas. Lo primero que noto es que no hay nadie a mi lado en la cama, lo que luego tiene sentido cuando escucho ruido en el baño. Jungkook está tomando una ducha. Me estrujo los ojos sentándome en el colchón y extiendo la mano para ver la hora en mi teléfono. Son las ocho de la mañana, hoy finalmente acababan las vacaciones y regresábamos a Corea, algunos a Busan y otros a Seúl.

Me vienen los recuerdos de ayer en la noche y atrapo mi labio inferior entre mis dientes de manera inconsciente.

Los días pasaban con nosotros en la misma línea. No excedíamos el límite de besos y tocamientos, sin embargo la tensión sexual entre ambos había crecido muchísimo ,más de lo que me esperaba, a decir verdad. Así que empezó a repetirse lo de esa noche, en otras ocaciones, en otros sitios. A mí me encantaba, claramente. Semanas antes no se me habría cruzado por la cabeza que algo como esto podría estar pasando entre nosotros, que nos besaríamos a cada rato como si nada, ni mucho menos que terminaría dejando que Jeon se metiese entre mis piernas a regalarme orgasmos, pero realmente no pensaba en ello mientras me metía los dedos o usaba su lengua.

Y parece que me estoy conformando con todo lo que hacemos, pero hay algo, y es que Jungkook no quiere de ningún modo que le toque, lo que me deja malditamente confundida. Él se excita tanto como yo, lo sé, y el bulto en su chándal le deja en evidencia siempre, pero cuando intento ayudarle, me lo impide. Lo cual me molesta, porque está aguantando como un gladiador cuando no tiene para nada sentido, y tampoco me da explicaciones.

Sin estar muy segura de lo que haría, me saqué la sábana de encima y bajé de la cama, peinándome el cabello superficialmente con los dedos. Escucho mejor el sonido del agua cayendo en los azulejos del baño conforme me voy acercando, pero eso no es lo curioso, sino los gruñidos roncos y los jadeos que se mezclan con el sonido anterior.

Me detengo frente a la puerta y, con más ansias de entrar que nervios, empujo. Es entonces cuando los sonidos de los que hablo se escuchan con mayor nitidez. Y estoy sorprendida, pero sigo queriendo hacer lo que al principio.

Por lo tanto, me deshago de mi blusa y mi shorts de pijama dejándolo todo en el suelo, por último las bragas. Ya estando desnuda, me abracé a misma con un poco de frío y avancé hasta el cristal empañado, el cual moví para entrar sin pensármelo mucho. Inevitablemrnte estoy algo nerviosa, hemos hecho cosas comprometedoras (o más bien, él me ha hecho), sin embargo estoy literalmente invadiendo su espacio personal e íntimo, y no estoy muy segura de cómo pueda reaccionar.

Jungkook voltea a ver sobre su hombro, noto que que se sorprende muy ligeramente al verme.

—¿Qué haces aquí?— se pasa las manos por la cara y el cabello sin voltear, su voz gruesa coreando la habitación cerrada.

—¿Te molesta?— le pregunto mientras subespalda musculosa y el tatuaje de su brazo me atraen la vista.

—No debiste venir.— me dice, la respiración se le nota irregular.

—¿Por qué no?— pregunté murmurando. Me decidí entonces a acercarme, para así deslizar las manos por sus hombros y posar mi boca en alguna parte de su espalda desnuda, tan desnuda como yo.

Pero unos segundos después Jungkook me detiene las manos y gira sobre sus pies para ponernos frente a frente. Permanezco callada intentando descubrir que pasará a continuación. Nuestras miradas coinciden, y Jungkook pone sus manos en mi cintura para acercarnos con sutileza. El agua me comienza a resbalar por todo el cuerpo mojándome hasta la más mínima parte, está tibia.

Con un jadeo, me paso las manos por la cara  para deshacerme la molestia que tengo en los ojos por haber despertado recién. Jungkook coloca mi pelo con cuidado detrás de mi oreja, y me toca la mejilla con esa mano que no dejaré de admitir que es sexy. No le estoy mirando así que aprovecha para levantarme el rostro. Y cómo es sabido, me besa. Subo las manos hasta su cuello y enredo los dedos en sus hebras mojadas mientras nos volvemos un desastre de lenguas y succiones. El beso se sale de control poco a poco. La mano izquierda de Jungkook ha empezado a acariciar por mis pechos y a mi me está entrando una excitación terrible con la idea de que estamos completamente desnudos y solos en un baño.

—Estaba... estaba teniendo un sueño húmedo.— se separa y me confiesa con voz grave.

—¿C-conmigo?— titubeo un poco, el sonríe y me vuelve a besar.

—Por supuesto que contigo.— dijo mirándome a los ojos con una intensidad que hizo mis piernas temblar.

—¿Cómo era?

—¿El sueño?

—Sí.

Jungkook se demoró, y pensé que me lo diría pero se acercó a mi cuello y subió hasta mi oído mediante besos que hicieron soniditos morbosos por todo el baño.—Tócame, HaeMi.

Cuando me lo decía, su mano ya habia agarrado la mía, y miré como la deslizaba por ese abdomen perfecto que tiene. Ya estando cerca de su pelvis su glande rozó mi muñeca, palpando conseguí enroscar los dedos en su polla. Era la primera vez que la veía y, si tengo que comparar la realidad con mis espectativas indudablemente la realidad es mucho mejor. Jungkook me condujo la mano hasta la base y me hizo masturbarle lento, lo suficiente para sentir como las venas marcaban la textura y... realmente no esperaba que esto sucediese hoy, pero no creo que nada me pueda arruinar el día después de este momento.

—Mmh...

Jungkook gruñe. Y descubro que lo hace más sexy de lo que imaginaba.

Él se acerca y me besa, sus labios son suaves, adictivos, y aunque se separa rápido no pierdo la oportunidad de morderle el inferior, lo que un segundo después repercute en una sonrisa ladina suya. Yo bajo la mirada para ver lo que hago con mi mano, Jungkook mira también, parecer disfrutando la vista. Volvemos a mirarnos y nuestros labios ceden en una sonrisa lasciva casi al mismo tiempo.

—Cuéntame el sueño.— le pedí sin dejarle de tocar.

—¿Para qué quieres oírlo?— Jungkook me habla entre suspiros y besos en mi mandíbula y mi cuello.

Se me ocurre la idea perfecta.—No lo sé, tal vez... quiero saber si han sido más fuertes que mis pensamientos contigo.

Jungkook se detiene un momento para reírse contra mí piel.— Lo fue, te lo aseguro.

—No creo.

—Nena, mis ganas de follarte son tan grandes como las tuyas de que lo haga, créeme.— su confesión me toma un poco de sorpresa.

—Entonces deberías estarlo haciendo ya, Jungkook, maldita sea.— le digo con enfado y desespero.

—No.— dijo.

—¿Lo ves? ¿Por qué no? ¿Por qué no me lo explicas al menos?— dejo lo que estoy haciendo y le agarro de las mejillas buscando el contacto visual, realmente necesitando que me lo diga.—... No creo que tengas una enfermedad, no eres virgen ni tampoco gay
... creo.— lo último lo digo a propósito y por suerte no se lo toma a mal. Sé perfectamente que no es gay ni mucho menos virgen.

—Ya deja de bromear con eso.— me aprieta una nalga y reímos.

Nos quedamos viendo un momento. El habló:— Cuando lleguemos a casa.... yo voy a explicártelo ¿vale?

Le continúo mirando atenta.

Y aunque ahora la curiosidad se activó dentro de mí, muevo la cabeza asintiendo.

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