CARTA #9: Rayda
Aun recuerdo esa sonrisa tan dulce y pura. Eras la excusa mas bonita para unir a toda la familia. Las cinco horas que demoraba el viaje eran toda una emocion, ver como el paisaje se trasnformaba a traves de la ventana mientras me acercaba mas a ti. Acepto que ese cambio de clima me atontaba un poco pero valía la pena. La emoción era enorme al bajar del bus con el cuerpo cansado por todo el trayecto. El aire frío, las personas, el paisaje tan bello, el tipo de vida, la comida era todo tan exquisito. Los vehículos tenían rutas. Mis oidos algo taponeados no disminuían las ganas por llegar. Al bajar del auto me sentía como alguien famoso. Aquí estoy. Aquí llegamos abuelita. Subíamos un cerro que era toda una trayecto sinuoso en la cual era la prueba que ponía la naturaleza. Cada vez que alcansabamos la puerta volteabamos a ver la base de dicho cerro y nos alegrabamos por escalar tanto. "Todo eso subí?" Tocabamos la puerta de madera, nos respondía un ladrido de perro o el silencio al ver que te acercabas a la puerta. Verte con esa sonrisa tuya tan significativa nos llenaba de júbilo. Te traía unas "wawas" panes que no dudabas en compartir. El olor a madera. A hogar, aroma a ti y a toda la naturaleza. Mi niñez era recolectar el "capuli" , las tunas y jugar a la guerra con latas de leche vacia y palos de madera.
Siempre te sentias fuerte. Pero te mudaste a la casa de una hija tuya para que no subas todo ese trayecto sinuoso del cerro. Los abriles eran tuyos. Tu enorme fé te movía. Eras tan cordial. Eras tan tú. Soltando tus bromas. Tus ocurrencias. Tus opiniones. La forma como bebias tu café. La forma como bailabas. Tus gestos cuando algo era agrio. Eras una fanática de club peruano universitario de deportes. Veías tus partidos y renegabas cuando perdían. Defendías a los que jugaban bien. Tus gustitos que siempre te dabas con algunas comidas. Tus lecturas de periodico. Tus novelas de tv.
Te tuvimos que traer a la capital para cuidarte mejor. Aun así seguias mencionando que te gustaba mas la ciudad de Tarma. El mal nos declaró la guerra. Adelgasabas producto del cancer. Te vi diferente cuando te traje a la ciudad en avión. Tu preocupación reflejaba tu sonrisa opacada. La modificación en tu alimentación era necesaria. Veía en tu mirada aquella tristeza. Las donaciones de sangre y las visitas al medico se hacian mas frecuentes. Se me partió el corazon bajarte del segundo piso entre una sabana con tu mirada perdida. Entre dos cargardo desde la silla. Esos meses fueron de alerta y angustia para todos.
Entramos en grupo de tres a visitarte en tu estado muy triste. Ya no podias hablar. Tu mirada perdida me carcomía el pecho de melancolía. Todos llorabamos y yo no soportaba verte así. Me quedé mirandote. Ya no tenías esa sonrisa que te identificaba. Ya no tenias tus ocurrencia en cada conversacion. Ya no reias. Ya no hacias gestos cuando tomabas tu café. Ya no...
Te fuiste dejandome todo esos bellos recuerdo. "Mamama" asi siempre te decíamos. Te enterramos en la ciudad que mas amabas. Te velamos dos dias. Cargué tu ataud mientras lloraba. Todo el peso en mis hombros. Me limpiaba las lagrimas. Las flores abundaban. Las lagrimas llovían. Varios hablaron soltando la decodificacion de corazones dolidos. Yo solo lloraba.
Quisas ya no vea esa sonrisa tuya y esa forma de masticar tan dulce. Pero haré lo que siempre te gustó que hagamos. Estando juntos con la familia a pesar de nuestras diferencias. Así te recordaré.
Te amo demasiado abuelita. Pienso en ti Mamama.
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