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Cuatro

Cartas

Hinata sonrió y dejó dinero en la funda de la guitarra al muchacho que estaba cantando en la estación del tren. Ella tomó la maleta y se movió hacía la puerta de salida.

Hacía al rededor de media hora que el tren se había detenido en el pueblo de sus padres y estaba esperando que ellos llegarán. Salió a lo que parecía una pequeña calle abarrotada de gente, pero no tanto como cuando iba al centro de Konoha. Hinata pudo ver qué la mayoría que había bajado del tren ya casi se habían ido, así que, apoyó su maleta con rueditas y se sentó sobre ella mientras se ponía y volvía a subir el volumen de sus auriculares.

Estuvo pérdida en sus pensamientos por un momento, de verdad preguntándose si quería conocer a Menma. En esas semanas, no había vuelto a ver a Naruto, pero si vió a la chica de pelo rosa, que ella creía que era Sakura, ir y venir a la casa. Ella se recordó que no estaba buscando una relación amorosa y se sintió mejor con eso. Había decidido olvidar a Naruto, pero tampoco quería intentar usar a Menma como una distracción. Ese pequeño viaje sería más distracción y el hecho de conocer a alguien nuevo no estaba mal para ella.

Hinata se asustó cuando alguien golpeó levemente su hombro y levantó la mirada sacándose un audífono. Sus ojos se abrieron asombrados y su boca quedó relativamente abierta cuando un muchacho alto le sonreía. Tenía un gorro de vaquero de color marrón, una camisa color marfil y pantalones vaqueros claros y desteñidos. El muchacho era puro músculo y sonrisa brillante.

-Hola, eres Hinata ¿cierto?

Hinata sintió su cara quemar. ¿Este chico era Menma? Recordó que él había visto una fotografía suya, él estaba en ventaja en eso ya que ella lo único que sabía era que tenía 30. Ella lo miró desde sus botas desgastadas, fue subiendo por su vaquero holgado que se ajustaba a su cadera mas pequeña y siguió por su camisa, que marcaba un torso trabajado. Dudaba que ese hombre fuera al gimnasio, su cuerpo era de trabajar en el campo y ella tragó saliva. Pero cuando llegó a su rostro, notó la tez pálida con un sonrojó de quemazón por el sol. Sus ojos celestes eran increíblemente claros y su cabello era un extraño color plata que iba muy bien con él.

Sus pocas neuronas se conectaron diciéndole que tenía que contestar.

-¿Quién quiere saberlo?

El chico sonrió, mostrando una vez más dientes blancos y un pequeño espacio entre sus paletas que a Hinata le pareció adorable. El desconocido se golpeó el frente del sombrero desde abajo con su dedos índice, dándole una pequeña reverencia con la cabeza.

-Mi nombre es Toneri. Trabajo en la granja de al lado de la casa de tus padres. A ellos se le rompió su camioneta y tu madre nos pidió si podía venir a buscarte.

Hinata se levantó, pero se sintió algo desanimada que Menma no hubiera ido en su lugar, en vez de mandar a alguien más. Ella se recompuso dándole una sonrisa al hombre.

-Gracias, llevo esperando media hora más o menos.

-Lo siento por la demora, el patrón prefería que le ayude con unas cosas. Lo hice lo más rápido que pude-, le contó mientras tomaba la maleta de Hinata y la levantaba como si no pesará nada.

-Ah, no-, quiso detenerlo-. Tiene rueditas-, le dijo señalando abajo de la maleta.

Toneri sonrió de nuevo.

-No te preocupes, así será más rápido. Debo volver, lo siento si querías dar una vuelta por el pueblo-, dijo mientras caminaba rápidamente a algún lado.

Hinata tuvo que correr para mantener su paso y casi chocó con su espalda cuando se detuvo de repente abriendo la puerta trasera de un todo terreno. Lanzó su valija sin cuidado y cerró la puerta. Hinata abrió la boca por lo descuidado que era el hombre, esperaba que no se hubiera roto el regalo que tenía para sus padres. Agradecía tener su laptop en el bolso de mano y su celular también allí.

Toneri subió del lado del conductor y le abrió la puerta del acompañante.

-Vamos, sube-, le instó-. No puedo tardar mucho o el patrón se enojara.

Hinata frunció el ceño e intentó subir al monstruo con sus patas cortas. Menos mal que había llevado un vaquero, porque si tenía una pollera no habría podido subir. Ni siquiera había apoyado el trasero en el asiento cuando Toneri encendió la camioneta. Ella estaba peleando con el cinturón, después de cerrar la puerta, cuando el hombre salió casi disparado de la estación de trenes.

Hizo una mueca y una vez que el cinturón estuvo en su lugar, sus dedos se cerraron con fuerza en el asiento. Toneri encendió la radio y condujo como si estuviera en una persecución policial. Esperó que la policía no los detuviera por la velocidad tan rápida que había tomado él.

Ella aprovecha la falta de conversación, pensando en si de verdad había tomado una buena decisión. En definitiva, Toneri era atractivo, pero un bruto en sus modales. Y estaba todo el tiempo quejándose del patrón, que suponía era Menma, ya que él había dicho que era dueño de una granja... ¿O no? En ese momento no lo recordaba muy bien.

¿Sería que Menma se sentiría algo molesto de que ella haya querido ir al pueblo? ¿Tal vez pensaba que era una loca? ¿Creía que ella había ido a ver por qué no le había contestado más? ¿Pensaba que era una desesperada?

Las preguntas empezaron a llenar su cabeza y de repente se sintió muy mal por haber tomado esa desición.

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