JongIn
02/07/2018
Querido KyungSoo.
Hoy es dos de julio, hace calor, a pesar de que el día está húmedo. La tubería de la ducha se ha averiado y tuve que solicitar los conocimientos de un plomero; desayuné cereales duros y leche porque no me dio tiempo de hacer nada más y tampoco he abastecido la despensa (prometo hacerlo mañana, y esta vez sí cumpliré). Me fue bien en la academia, hoy ha llegado una niña muy linda llamada MoonByul y ha aparecido con unas increíbles e inacabables ganas de convertirse en una bailarina sin precedentes, es entusiasta y perseverante, y sé que será una de mis mejores alumnas a futuro.
Cómo siempre, mi viejo auto está fallando de nuevo, creo que es el radiador (otra vez), y estoy pensando seriamente en comprar uno nuevo que no tenga tantos achaques por el tiempo en uso, a pesar del peso sentimental que tiene Woo-Woo en mi corazón; estoy resentido y algo triste, pero supongo que ya va siendo hora de dejarlo ir.
He remodelado el departamento también, he pintado las paredes de blanco y he colocado algunos cuadros hechos por BaekHyun y que me ha dado como regalo por mi cumpleaños, también traje algunos muebles nuevos: una repisa, una biblioteca y un par de sillones cómodos y a la moda.
¿Recuerdas el viejo televisor culón del que tanto te burlabas antes pero que amabas en secreto y que se encontraba en la sala? Lo he pasado a mi habitación y he conseguido un plasma para colocarlo en su antiguo lugar. Todo ha cambiado tanto, KyungSoo, todo está tan modificado. Mi hogar pasó de un pequeño chiquero desordenado y poco atractivo, a un lugar habitable y hermoso, maduro y agradable; las comidas preparadas por mí, que solían ser incomibles porque o se quemaban de forma exagerada o quedaban ridículamente crudas, mejoraron tanto que incluso los chicos vienen de vez en cuando sólo para que yo les cocine; mi ser desordenado se ha modificado bastante y ha conseguido un punto de orden y complacencia bastante agradable.
He madurado, KyungSoo.
Sé que estarías orgulloso de mí si me vieras ahora: siendo estable, un hombre con treinta y dos años con un buen empleo y un lugar agradable y cómodo para vivir, haciendo lo que le apasiona y sonriendo a pesar de todo. Sé que estarías feliz de verme, sé que sonreirías y asentirías, porque ese era tu mayor anhelo, porque era tu prioridad y tu motivación, el motor que te impulsaba y animaba en gran medida. Un lindo y puro objetivo pasado que siempre estará en mi corazón.
Pero dejemos de hablar de mí y dime cómo estás, cómo te ha ido, cómo te encuentras. ¿Sigues despertando con dolores de cabeza por no dormir adecuadamente? ¿Sigues parándote de madrugada para beber un vaso de leche? ¿Sigues acostándote tarde por leer alguna novela o escribir historias maravillosas en tu tablet? ¿Aún cantas en la ducha y comes chocolates a escondidas? ¿Sigues amando con locura el helado de limón? ¿El pie de manzanas sigue siendo tú favorito? ¿Has cambiado de perfume? Háblame de tu vida, KyungSoo, de tus experiencias, de tus deseos, de tus pasatiempos, de tus sueños más recónditos, y hazlo sin vergüenzas o tapujos porque estamos en plena confianza. Quiero saber qué es lo primero que piensas al despertar y al dormir, qué pasa por tu mente cuando te quedas abstraído, mirando a la nada, quiero que me digas si has hecho nuevos platillos deliciosos, si has conocido gente nueva... Chicos, tal vez, uno guapo y agradable que te guste tanto y que te haga perder la cordura, que te haga pensar "oh, es el indicado" como no ocurrió conmigo. Quiero saber todo, KyungSoo, así que por favor, contéstame.
Yo salí con una chica, SooJung. Ella era agradable, un poco callada y seria, pero tenía un corazón bondadoso y dulce como el caramelo. Estuvimos juntos por dos años, y fue genial, fue muy bueno y terapéutico... Pero todo acabó. Al parecer, esta vez fui yo el que no podía darle todos de mí y ser perfectos y eternos. Tal vez es que aún no puedo olvidarte.
Es tan increíble cómo pudiste penetrar tanto en mi corazón, cómo pudiste atravesar mi alma y mi mente, mi piel y mi cuerpo con tu voz masculina y tus ojos grandes llenos de miradas penetrantes y que ponían a mi sistema a temblar por completo bajo tu merced. Eres irremplazable, Do KyungSoo, irremplazable e inolvidable.
¿De más está decir que aún te amo? Creo que sí, pero de todas formas lo haré. Te amo, KyungSoo, tanto como el primer día, te anhelo tanto como nuestro primer intento de beso en aquella cafetería poco concurrida, con el golpeteo de las gotas de lluvia contra el ventanal de fondo y el frío calándonos, te extraño tanto con mi mente y mi piel. Vives en mí, estás hundido en mis huesos, en mi carne, estás corriendo en mis venas y circulas constantemente en mis memorias. Aún siento tu olor en mi almohada, aún siento el vago rastro que dejaban tus labios sobre mi cuerpo y aún me estremezco al recordar tus miradas sobre mí.
No me dejas continuar, KyungSoo, como un imán, terminas atrayéndome a ti una y otra vez. Tu recuerdo me golpea y estampa contra una ilusión fantasiosa de nosotros dos juntos, una que no se cumplió y posiblemente nunca lo hará. El sabor dulce de tus labios quedó grabado a fuego vivo sobre mi boca y me impide degustar plácidamente otros labios y disfrutar de distintas texturas y sabores.
Te hundiste tanto, tanto, que ahora dudo poder sacarte de mi sistema.
Te pediría que te hicieras cargo de mí y que tomaras responsabilidad sobre lo que has causado, pero sé que eso sería algo demasiado egoísta de mi parte, por lo que me abstendré de hacerlo, sin embargo, reitero una vez más mis deseos fervientes de verte de nuevo. No busco un encuentro clandestino como en las películas o los libros, sólo quiero apreciarte de nuevo, compartir un café y hablar. Deseo tenerte en mi centro, sin importar que sea como un par de ex amigos, ex amantes, ex parejas o lo que quieras usar para describirnos. ¿Podrías hacer eso por mí? ¿Podrías pensarlo y responderme? Por favor, sólo considéralo una sola vez y no me dejes anhelando nuevamente una respuesta de tu parte.
Esta es mi carta número cuatrocientos, la última que te escribo debido a una promesa a mí mismo, la última que envío y de la cual ansío una respuesta, aún más que las anteriores que te he mandado. Esta es la última conexión que hago contigo, es mi último intento de tener noticias tuyas, es mi última ilusión. Si no contestas, me resignaré y entenderé que, definitivamente, no quieres saber nada de mí, y yo recogeré mis pedazos, los guardaré y trataré de olvidarte, así se me vaya la vida en ello.
De no contestarme, sólo puedo pedirte que te cuides, que comas a tus horas y las tres veces al día, que no te estreses tanto en la oficina, que bebas jugos de vez en cuando y no solo café, que seas feliz y puedas conseguir a alguien que realmente te satisfaga, te respete y te ame tanto o más de lo que yo lo hice. Eso es todo.
Te amo, KyungSoo, y gracias por todo, por enseñarme a amar, a querer y a ilusionarme, por motivarme a seguir adelante y contribuir en gran medida para que me convirtiera en lo que soy ahora. Te amo, KyungSoo, y estoy feliz de haber sido parte de tu vida por tanto tiempo.
Te mando un ferviente beso, de esos que no se olvidan y quedan plasmados eternamente en los labios y un abrazo caluroso y fuerte que lleve calidez a tu alma y corazón.
Siempre tuyo, JongIn.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro