Desde el momento en que te conocí hasta que todo se fue al carajo, te escribí un montón de cartas. En cada una, te conté lo que sentía, compartiendo cada emoción que viví con vos. Me acuerdo cómo empezó a crecer mi amor, aunque sabía que no debía dejarme llevar por esa atracción. Te conocía bien, y vos, a tu vez, parecías saber demasiado sobre mí.

Tu habilidad para endulzarme el oído era única; cada palabra tuya tenía el poder de hacerme caer de nuevo en tus redes. Eras un galán de primera, un maestro en el arte de la seducción, y tu diversión era acecharme, intentando atraparme en tus brazos una vez más.

Recorrer los caminos de nuestra historia ha sido un viaje lleno de matices, donde cada carta es un eco de mis pensamientos y emociones. En cada línea, traté de plasmar no solo la intensidad de mis sentimientos, sino también el anhelo de un tiempo que, aunque corto, fue profundamente significativo.