Aclarando las cosas
Querido recuerdo:
Luego de nuestro primer encuentro quedaron muchas cosas por decir, pero quizás por el gran momento que compartimos, no te animaste a expresarlas. Yo quiero creer que así fue, porque por un segundo llegó a parecerme que nuestra conexión era mutua. La forma en que tus ojos brillaban al mirarme, el roce casual de nuestras manos; todo parecía indicar que había algo especial entre nosotros.
Me citaste en la plaza del centro para hablar a solas, sin nuestros amigos alrededor. En ese instante, mi corazón dio un vuelco, y no pude evitar ilusionarme; creí sinceramente que sería una cita. La expectativa me llenó de emoción. Sin embargo, al llegar allí, la realidad me golpeó de inmediato. Me dijiste que necesitábamos aclarar las cosas; que no querías que me confundiera. Creí que quizás había un giro en la conversación que me llevaría hacia donde anhelaba, pero entonces, escuché las palabras que fueron como un balde de agua fría: "No puedo ofrecerte nada más". Esa simple frase fue como un hacha que desgarró mi corazón, creando grietas en mis esperanzas.
Tenía tantas ganas de continuar compartiendo momentos contigo, que a pesar de la claridad de tus términos, decidí aceptarlos. Me volví ciega ante la realidad, ignorando las alarmas que sonaban en mi interior. Era la primera persona que me ofrecía algo que se asemejaba a la estabilidad que tanto deseaba, y el miedo a perder eso me aturdió. No quería ver que estaba tomando una decisión que podría llevarme a un lugar doloroso.
Ese deseo desesperado por atención se apoderó de mí. Cada noche desde aquel momento, me encontraba en un vaivén de emociones, rogando en silencio que me miraras con esa intensidad, que me mandaras un simple mensaje que dijera: "Vamos a vernos". Era un deseo tanto físico como emocional, un anhelo que se desbordaba en mí, a pesar de todo lo que habíamos aclarado. Yo, que había querido tener todo claro entre nosotros, ahora me negaba a aceptar la verdad de la situación.
Hice todo esto por ti. Por esa chispa que creía existente, por la esperanza que había nacido en mi interior y que todavía se negaba a morir. Y así, entre la confusión y el deseo, continué esperando que algún día decidirías ver más allá de lo físico y encontrar en mí lo que tú también parecías sentir, aunque fuera solo por un momento.
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