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Capítulo 3

Haneul

Muchas personas tienen miedo de perder algo. En el caso de las parejas que se tienen un gran amor puro y sincero... Temen perder a la persona que aman. Y no, en este caso no me refiero a una ruptura, sino cuando pierdes a alguien y que ya no está más entre nosotros. A ese dolor me refiero.

Siento que eso se aplica más, a las personas que...apesar de los años, siguen juntos, y no hay obstáculo que los separe... Excepto la muerte.

Mi tío entra en ese tipo de personas. Pues solo bastó unas cuantas miradas para que ambos se enamoraran, pero como dicen; no todo es color de rosa.

Me dolía verlo triste cada vez que le dolía recordar a Tae. Por un momento estaba feliz, y en poco tiempo, ya estaba llorando. No sé que ha de sentir mi tío, pero si él lloraba, por inercia yo también. Y más al momento de consolarlo, me ganaba el sentimiento y lloraba con él.

—Pequeña mocosa —alguien me susurra y me mueve levemente—. Ya llegamos —en ese momento capto que es mi tío —me sonríe.

—¿Qué pasó? —pregunto aún con sueño.

—Ya llegamos —poco a poco abro los ojos y es cierto, las personas del avión van bajando una por una.
Me levanto y tomo mis cosas para después, bajar del avión con Soobin y mi tío.

—Hace mucho frío —comenta mi amigo, quien se está frotando las manos.

—Es Navidad, por esas fechas hace más frío —digo lo más obvio.

—Ay pues perdón. No soy meteorólogo —se queja Soobin.

—Ya chicos, suban al carro —indica mi tío.

—Pido ser copiloto —se adelanta mi amigo.

—¡No! ¡Yo pido serlo! —lo jalo.

—Hannie, a Soobin le toca, porque tú, ya fuiste de copiloto cuando nos dirigíamos al aeropuerto —aclara mi tío.

—Bien —hago puchero.

El trayecto a la casa de mis padres fue tranquilo, escuchando música y platicando de cosas random.
Nos estacionamos frente a una casa muy grande, de color blanco y azul cielo, lucía hermosa y sigue igual que las vacaciones anteriores.
Salga y veo que abren la puerta, desde dónde estoy, puedo ver a mi madre y corro hacia ella, dándole un abrazo.

—Te extrañé mucho mamá —solté unas cuantas lágrimas. Pues odiaba que me vieran llorar siempre por algo.

—Yo también mi niña —me da apapachos.

—Hannie —grita una niña de 5 años muy tierna y carismática.

—Ratoncita —la abrazo—. ¿Cómo estás? ¿Te has portado bien con mamá? ¿Le has hecho caso? —la miro.

Asiente. —Sí, y me da bombones cada vez que hago lo que me dice —me muestra su pequeña sonrisa.

—Hola mandona —sonríe mi tío Kook.

—Hola mocoso —le devuelve la sonrisa para después abrazarse. Mira que también está presente mi amigo—. Oh, hola Soobin, es bueno verte de nuevo.

—Igualmente señora —le dedica una sonrisa.

—Vamos, entren antes de que se me congelen todos ustedes.

* * * * * * *

—¿Cómo sigue? —me pregunta mi madre mientras vemos como mi tío y Soobin juegan con la niña.

—Por momentos se decae mamá, y me parte el alma verlo así. Verlo llorar y que yo no pueda hacer mucho, solo consolarlo —respondo algo decaída.

—Sabes —la miro—. Lo más valiente que ha hecho tu tío es continuar con su vida cuando quería morir.

—Supongo que lo ha hecho por nosotras. Pues esa vez que lo fui a visitar, había dejado una navaja —le empiezo a contar—. Jamás pensé que lo iba a utilizar para alcanzar a Taehyung, después de todo, era una niña de 6 años.

—Pero te doy gracias que hayas decidido ir en ese momento, pues salvaste a la única persona que me queda en este mundo... Y ustedes claro —me dedica una sonrisa.

Mamá se había hecho cargo de mi tío cuando ella solo tenía 18 y él 15, mis abuelos habían muerto en una explosión cuando estaban haciendo las compras del supermercado. Nadie supo cómo se generó esa explosión, pero muchos dicen que fue un ataque terrorista. Tuvieron que lidiar ellos solos, pues los familiares de mis abuelos les dieron la espalda. En ese momento, ellos eran lo único que tenían entre sí.

—Para mí, el sonido más triste, es cuando escuchas la voz rota de una persona que está a punto de llorar —miro por la ventana que está a mi lado izquierdo.

Ya ni le pregunté por papá, pues algo me decía que no iba a venir y se fue a algún lado.

Jungkook

2:00 a.m.

Hora perfecta para llorar. Subí al techo de la casa para poder contemplar la bella luna.

Cada vez que veo el reloj marcando la hora, siento que mi vida se apaga con cada tick tack que da. A veces le pido que se detenga el tiempo y que dure más.
En ese momento te recordé.

Flashback

—No puedo verte triste porque me mata. Me duele el llanto que tú derramas, tanto, que se llena de angustia mi corazón —lo miré, para luego darle un gran abrazo.

—Perdóname Kook, pero ya es algo que marcó vida, siento que ya no soy capaz de hacer nada. Que ya no puedo salir de ahí —seguía llorando.

—Saldremos adelante, tú y yo —lo miré a los ojos, que aún estaban llorosos y un poco inflamados debido al llanto.

—¿Lo prometes? —me mira con una dulzura, que me provocaba ganas de protegerlo siempre, que nadie lo lastimara.

Fin del flashback

—A veces me pregunto si todo lo que te he dado te llegó a tiempo —miro a la luna.

Si me preguntan que significa morir de amor. Es morir por dentro, es quedarse sin su luz, es perderte en un momento. Despacio y en silencio sin saber si todo lo que le has dado lo llenó de felicidad o no. Y no tener un nombre que decirle al viento.

A veces siento que tengo seco el corazón por haber llorado tanto. Que los recuerdos de mi mente se me borraron por completo y que solo me quedan uno o dos recuerdos.

Flashback

—Un día te enseñaré un hermoso lugar al que solía ir con mis hermanas pequeñas, eran las únicas que sabían de ese lugar. Era un lugar especial, un lugar que solíamos amar, uno que solo nosotros conocíamos —me dedicó esa sonrisa cuadrada que rara vez mostraba.

—Y ese será nuestro lugar especial, un lugar al que podamos ir después de una tormenta —le sonreí también.

—Claro que sí —me abraza.

Fin del flashback

¿A dónde se ha ido ese sueño? Me estoy haciendo más grande y necesito algo en lo que pueda confiar. Miro al cielo. —¿Cuándo me dejarás entrar? Tú sabes bien que ya me estoy cansando y necesito un lugar para comenzar —una lágrima sale y recorre mi mejilla.

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