Capítulo 23💌
— Bueno Ashley, ya puedes volver a casa. — el doctor Ramírez me vio con una pequeña sonrisa. — Recuerda que debes estar en reposo.
— Vale, gracias.
— Nos vemos pronto. — suspire al verlo salir, desde la ventana de la puerta puedo verlo a él y Noah hablando, este último me miro para después entrar a la habitación.
— Te ves bonita sonrojada ¿Ya te lo he dicho? — asentí con una sonrisa — ¿Lista para irnos?
— Sí...
— ¿Pero?
— Será aburrido estar meses en cama sin hacer nada.
— Claro que no, puedes usar tu laptop y adelantas tus historias, puedes ir rellenando tus listas de películas, series y libros por leer o ver.
— Puede que tengas razón...
— Puede no. Tengo razón. — mirándolo bien me puedo percatar de que tiene dos batas colgando de sus brazos. Se dio cuenta de que los miraba y los levantó. — ¿Cuál te quieres poner?
— El azul con gatitos y Nutella.
— Está bien. — contesto dulcemente.
— ¿Qué hora es? — interrogué confundida viendo por la ventana el sol en su máximo esplendor.
— Las cinco y media. — respondió sentándose frente mío para ayudarme a cambiarme.
— Dormí bastante ¿Tienes una chaqueta? — sonrió observándome con dulzura.
— Sabía que me preguntarías eso, te traje tu favorita y también tengo las medias más gruesas que encontré, el doctor me explico que la anestesia da frío, como no sé cuanto y tomando en cuenta que no eres muy resistente al frío por si acaso en el bolso te tengo un gorrito.
— Gracias, viniste preparado. — sonreí esperando que se dé cuenta que lo hago de corazón.
— Tratándose de ti haría hasta lo imposible, no te queda mal. — sonrió viéndome con la bata puesta. — Ahora es el turno de las medias.
Al terminar de ponerme la segunda, el doctor entró con una enfermera, Noah saco de su bolso su chaqueta y dirigió su mirada al señor Ramírez.
— Aquí está una silla de ruedas para que pueda Ashley ir hacia el auto y de regalo están estás dos cobijas. — sonrió haciéndose un lado para poder ver las mantas que tiene la enfermera en los brazos.
— muchas gracias. — respondimos al unísono lo que causó unas miradas cómplices y divertidas entre los dos.
— ¿Noah necesitas ayuda con la silla?
— No. Gracias, yo me encargo.
— Está bien, Ashley recuerda hacer tus ejercicios para las muñecas — asentí viéndolo. — ¡Ah! En tres meses tienes que volver para quitarte el yeso, que tengan un bonito paseo y espero que estén bien, nos vemos pronto.
— Levanta las manos para ponerte la chaqueta. — susurro demandante.
— Noah no es por ser mala agradecida, pero me puedo vestir sola. — intente no sonar tan seca ni tosca, aunque no sé si haya funcionado.
— Lo sé, pero es para que no fuerces mucho las muñecas...
— Gracias por preocuparte, te lo agradezco mucho. — le acaricié la mejilla con una sonrisa.
— Igual te lo pondré — demandó juguetón con una sonrisa.
— ¿Sabes? Esto no es tan incómodo como pensé— comente al Noah subirse al auto.
— ¿Cómo creíste? — Prendió el carro y volteo a verme.
— Creí que estaría allá atrás acostada, pero después que vi que tal vez no entraba, imaginé que iría recostada a la puerta...
— Eso es peligroso...
— Luego recordé que los asientos de adelante se pueden echar para atrás, pero igual es un poco incómodo, se siente como de esas camillas donde el secuestrador amarra a la chica y la corta...
— Eh calma, ¿Te hizo eso?
— No, pero se siente, tengo el cinturón de Seguridad amarrado y se me es raro no ver el camino. — suspiro aliviado y empezó a conducir.
— Vale, iré un poco lento.
— No tan lento, por favor.
— Como ordene señorita.
— ¡Alyshi llegamos! — anunció Noah entrando conmigo con la silla de ruedas que me compro.
— ¡Mamii! — Alyshi vino corriendo hacia mí con los brazos abiertos.
— Eh. Eh. Calmada. — Noah le advirtió con una pequeña sonrisa.
— ¿Cómo la abrazo entonces?
— Ya te ayudo. — cerró la puerta detrás de él y la cargo acercándola a mí, hasta que ella pudo rodearme con sus pequeños brazos.
— Hola mami, te extrañé mucho.
— Yo también pequeña, yo también. — me aferre a ella tanto como pude, hasta que note que Noah se estaba cansando debido a la posición en que el que está. — Papi parece que se está cansando.
— Pues estás en lo correcto. — me dijo al bajarla. — ¿Qué quieren de cenar?
— No sé, algo rico. — Alyshi contestó pensativa.
— Creo que arroz chino no nos vendría mal a ninguno. — propongo mirándolos.
— Uy sí.
— Entonces vamos a acostarte y voy a comprarlo ¿Alyshi vienés? — pregunto al dejarme acostada y quitar la silla del medio.
— No, me quedo siendo enfermera.
— Bueno, está bien, iré y vendré rápido. — cuando la puerta de afuera hizo ruido la pequeña habló:
— Ya vengo buscaré mi chaqueta blanca.
Alyshi volvió con su chaqueta y un gorro en la cabeza.
— ¿Ahora qué hago? No estas enferma solo necesitas reposo y yo no puedo hacer mucho ahí.
— ¿Quieres jugar a algo?
— Siiii, ya busco las cartas — regresó con una cajita con cartas de UNO, puso una mesilla para comer en cama y se sentó al lado derecho mío. — ¿Mami tuviste miedo?
— Pues sí, si te soy sincera tuve mucho miedo, uno de mis miedos era no volverte a ver a ti ni a Noah, pero también tenía miedo de lo que me pudiera pasar estando con ella ¿Nunca te hizo nada? — pregunte temerosa de la respuesta de la niña.
— Sí… Me gritaba mucho, hasta había veces que me pegaba tan fuerte que me salía sangre.
— ¿Alguien más sabe de esto? — le di sus siete cartas correspondientes.
— No, una vez se lo quise decir a papi, pero ella me amenazó con no decirle a nadie está en la cárcel ¿No?
— Si… Eso creo, no lo sé, cuando venga Noah le pregunto.
— ¿Aún tienes miedo? — sus ojos están tan fijos en mí que siento que me está taladrando por dentro y excavando en lo más profundo de mí.
— No… — ¿Pero eso será verdad? No. No lo es, tengo miedo de que encuentre la manera de salirse con la suya y poder secuestrar a Noah o Alyshi — Prométeme que aunque vayas con Noah o tu abuela, te cuidarás.
— Te lo prometo.
— ¿Por el dedito?
— Por el dedito. — respondió a la vez que entrelazó nuestros meñiques.
— Eso, ¿Enfermera por favor me puede dar ese palito qué está en el escritorio? Gracias de antemano.
— Voy ¿Qué es antemano? ¿Es algo que va antes de la mano? — rei por su ocurrencia y negué.
— No, es como decirlo antes que pase, pero se usa más que todo con el gracias.
— Entiendo. — me da el palito y… — ¿Para qué lo metes por el illeso?
— Yeso — corregí con una pequeña sonrisa. — el doctor me comentó que el yeso pica, así que para calmar la picazón me recomendó rascarme con un palito.
— ¿Pica mucho?
— Sí y también desespera un montón, ya que al no poder rascarte eso hace que la picazón sea más fuerte.
— Ay que feo… ¿Podemos ver Netflix? Lo más probable es que papi se tarde.
— Sí, ¿Qué quieres ver? — pregunto guardando las cartas que a la final no utilizamos.
— Una romántica.
— Ohhhh, ya veo a la niña le gusta el romance.
— Obvio que me gustan y de paso puedo aprender de allí.
— ¿Qué tú qué? Estás muy chiquita para eso ¿No es mejor una de Disney?
— No, quiero ver las películas de Lara Jean.
— A todos los chicos… Es muy buena esa trilogía ¿La has visto?
— Sí, un par de veces con Carolina. — creo que noto mi cara de sorpresa, ya que volvió a hablar. — ¿Mami estás bien?
— La llamaste por su nombre. — hable automáticamente sin aún creérmelo.
— Es que ella ya no es mi mamá, ahora lo eres tú.
— Ayyy Alyshi ven acá. — la abracé dejando escapar unas lágrimas — Tengamos nuestra tarde-noche de películas.
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