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Capítulo 17💌 parte dos

— Ya llegaron. — anunció Alyshi al escuchar los toques en la puerta. —! Yo abro!

— Está bien pequeña. — se acercó Noah atrás mío. — Todo estará bien ¿Si?

— Sí. — saque la última albóndiga del sartén para ahora cocinarla con la salsa.

— Huele demasiado bien. — acotó oliendo mi cuello provocando no solo cosquillas sino que me estremezca.

— ¿Yo o la comida? — interrogó nerviosa.

— Las dos... — respondió en un murmullo seductor.

— ¿Hijo? — las voces de unas mujeres se escuchaban cada vez más cerca.

— Tranquila, aquí estoy. — beso, mi cuello y se alejó dejándome con la espalda sin su calor corporal que tanto me gusta, yo por mi parte tome la olla y deposite las bolitas de albóndigas con la salsa, ahora la voz de Noah se unió a las de las mujeres y Alyshi, en otra olla puse a hervir el agua para salir al encuentro.

— Familia, ella es Ashley mi novia. — estiró su mano incitándome a unirme a la reunión, entrelace mis dedos con los de él, aferrándome.

— Hola. — murmure tímida.

— Hola pequeña bienvenida a la familia, soy la mamá de Noah. Mucho gusto mi nombre es Amanda. — La madre de Noah me dio un abrazo de oso, una señora frente mío de una edad un poco mayor me mira no muy contenta como la señora Amanda.

Amanda debe estar entrando en los cincuenta años, de su cabello castaño hay unas canas, es unos centímetros más pequeños que yo, aunque ella y su hijo no tengan tanto parecido él si sacó su nariz perfilada.

— El gusto es mío, señora Amanda. — hable al separarnos.

— Oh, cariño no me llames así, dime Amanda o suegra, como gustes está bien.

— Está bien... Amanda.

— ¡Eso! Mucho mejor. — manifestó emocionada.

— Yo soy Hilda. — hablo la señora de como unos setenta años, su cabello canoso le llega un poco más abajo de la espalda. — Soy su abuela. — me miro con firmeza, como que no le agrado mucho.

— Voy... Voy a cocinar la pasta.

— ¿En serio esa es tu novia? — la escuché murmurar cuando entre a la cocina.

— Mamá... — interviene la madre de Noah intentando calmar el ambiente, eché los espaguetis en la olla con agua hirviendo y con un tenedor los batí un poco.

Según la bolsa dice que estará listo en siete minutos, para aprovechar el tiempo saque del estante lo que utilizaremos para comer. Después de batir unas veces más el espagueti está listo, cuando termine de colarlo la madre de Noah entró.

— ¿Te puedo ayudar?

— Sí claro. — revolví la pasta con las albóndigas y sonreí porque huele delicioso, me aparte para que ella pudiera servir el almuerzo mientras que yo saque serví los vasos con jugo de naranja.

— ¡Mami! — Alyshi apareció corriendo hacia mí con una sonrisa.

— ¿Si?

— ¿Puedo ayudar?

— Sí claro, toma si quieres lleva estos tenedores y servilletas.

— ¡Gracias!

— Gracias a ti pequeña. — le di las cosas y como vino se fue.

— ¿Él te ha contado sobre lo que pasó con ella?

— Sí... Si lo hizo...

— Me parece muy amable de su parte que la cuide, pero no es su responsabilidad.

— Pero ella iba a quedar sin nadie que le cuidara...

— Puede ser, pero Noah no tiene que responsabilizarse sobre eso. Aunque no me molesta me preocupa que llegue un punto que ya no sepa qué hacer con la niña.

— Sé que él podrá con eso. — la anime un poco.

— ¿Necesitan que las ayude con algo? — el susodicho apareció como si supiera que estábamos hablando de él.

— ¿Podrías llevar los platos? — le pregunté con una pequeña sonrisa mientras cierro la jarra con el jugo.

— Claro. — beso, mi mejilla y me abrazo por detrás.

— Estás muy amoroso. — susurre viéndolo.

— Por su puesto que sí. A partir de hoy viviremos juntos. — sonreí y me acurruqué a él. — Ven vamos, tengo hambre.

— Vale. — cuando pusimos todo en la mesa, nos sentamos todos a comer.

— Dime Ashley ¿A qué te dedicas? — preguntó la señora Amanda.

— Soy escritora.

— ¿Y eso es una profesión? — hablo reacia la abuela de Noah.

— Abuela... — murmuro él molestó.

— Yo este... — vi a Noah después al gato que está en el suelo y viceversa intentando no sé tal vez encontrar que decir.

— ¿De dónde eres querida? — la madre de Noah volvió a intervenir y menos mal.

— De Venezuela... — susurre enrollando el espagueti al tenedor, porque algo que he aprendido a lo largo de mi vida es que... La gente a veces solo al saber eso empieza a tratar mal los venezolanos.

— Ah ya entiendo. — Hilda volvió a hablar haciendo el momento mucho más tenso. Todos la vimos intrigados. — Estás con Noah porque aparte de ser de Venezuela no tienes futuro como escritora Y entonces...

— ¡Ya basta! — no sé qué se escuchó más fuerte, si el grito de Noah o el golpe que le dio a la mesa cuando se puso de pie.

— Ey... Tranquilo. — le murmuré tomándolo de la mano, al desviar la vista pude ver a Alyshi no solo temblar, sino que sus ojos están cristalizados. — Alyshi pequeña, puedes terminar de comer en tu cuarto por favor.

Cuando asintió lentamente y agarro sus cosas suspire de alivio, uno que no duró mucho... Porque la abuela de Noah volvió a hablar...

— Confirmo. Calorina es mucho mejor. — la pequeña se quedó paralizada al oír el nombre de su madre, cualquiera que la vea a simple vista puede creer que es una estatua de cera. — No entiendo como puedes estar con tan poca cosa como esta chica.

— ¡¿Lo dices en serio?! ¡Me fue infiel y abandonó a su hija!

— Un error lo comete cualquiera. Y ella es mejor que está poca cosa.

— ¡El almuerzo se acabó!

— Noah...

— ¡Dije que se acabó no quiero que estén aquí!

Alzó la voz furiosa haciendo que tanto Alyshi como yo nos asustemos, fui hacia ella, le quite el plato y el vaso, ya que se le van a caer, su carita esta llena de lágrimas, después de dejar las cosas en la mesa, la abrace para cargarla, aunque Amanda intento hablar con Noah él no dio su brazo a torcer. Me fui con Alyshi a su habitación.

— ¿Mami no nos quieren? — comentó cuando entramos en su habitación, suspire viéndola.

La capacidad que tiene esta niña de dejarme sin palabras es totalmente no lo puedo creer.

— ¿De dónde sacaste que no te quieren? — la técnica infalible de responder una pregunta con otra.

— Yo este... No lo sé... Pero a veces no termino de sentir que encajo.

—... Entiendo, ese sentimiento es horrible...

— Te hace sentir insuficiente...

— ¿Te has sentido así?

— Sí... Muchas veces.

— ¿Entonces los adultos sí la pasan mal?

— Sí, igual que los niños, pero por sólo ser pequeños la gente cree que no.

— Es horrible.

— Alyshi una pregunta ¿Cómo te has sentido respecto a lo que pasó con tu mamá?

— Yo... Bueno al principio sí me sentía mal, tal vez no sé me notó mucho en el primer día, pero al pasar los días como que fui entendiendo lo que sucedía y lo que sucedía.

— ¿Y ahora?

— Ahora me siento bien, ya que tanto papi como tú se han encargado de hacerme sentir querida y especial.

— Tú eres especial mi Alyshi — me la senté en las piernas. — ¿Quieres dormir un rato?

— Sii.

— Vale. — me acosté y la acurruque a mi pecho. Unos diez minutos después Noah tocó la puerta.

— ¿Cómo estamos por aquí? — asomo su cabeza clavando su vista en nosotras.

— Bien... — contesto Alyshi no muy convencida, pero es totalmente la verdad.

— ¿Hay un espacio más para mí?

— ¡Claro papi!

Se acostó al otro extremo de la cama así quedando ella en el medio, siendo abrazada por nosotros.

— Lo siento por lo de hace unos minutos.

— No fue tú culpa.

— Igual lo siento, se supone que sería un almuerzo especial.

— Podemos hacer más almuerzos especiales los tres. — le sonreí para calmarlo.

— Papi recuerda que te queremos.

— Lo sé mi pequeña. Gracias. — le acarició el cabello a la vez que le dio un beso en la frente.

***

Después de cenar el espagueti que quedó del almuerzo y llevar a Alyshi a una pijamada nos quedamos solos.

— Puede que no haya sido el mejor día, pero podría mejorar. — susurro acariciando mi barbilla, robándome un suspiro.

— Si... Si puede... — me tomó de la cintura acercándome hacia él, yo le rodeé el cuello con los brazos.

Me beso con dulzura, pero después se volvió más fuerte, con deseo, de esos besos demandantes, una de sus manos bajó hacia mi trasero apretándolo, yo era su experimento y el resultado fue un gemido que se escapó de mis labios.

— Amo tus gemidos. — murmuro mordiendo mi labio inferior, empezamos a caminar entre besos hasta la habitación.

— Noah deberíamos de separarnos para que puedas abrir la puerta. — acote divertida al notar que no ha podido abrir la puerta mientras nos besamos.

— Me volví adicto a tus besos. — susurro en mis labios.

— Por un segundo que no me beses por abrir la puerta no morirás. — respondí divertida, por el gruñido de fastidio que salió de sus labios.

— Eso dices tú. — suspiro volteándose para poder abrirla, al hacerlo se volvió a poner frente a mí para cargarme entre besos.

Esta habitación fue testigo de los besos, gemidos, toques, suspiros, el calor que emanaban nuestros cuerpos, susurros, pero especialmente de nuestro amor.

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