🌌 CARTA # 5 PATRONES
¡Hola Laila!
Me fastidia el hecho de no tener una concordancia lineal, no despertar en tu vida sabiendo que pasó el día anterior, y el anterior a ese, hace una semana, un mes, o tener recuerdos de años atrás. Esto, impide que pueda ayudarte, por que debo ponerme al día y averiguar lo que hiciste, causando muchas miradas de extrañeza con quienes me rodean; creen que sufro de algún tipo de laguna mental a tan temprana edad.
Cuando fui consciente de tu mundo, desperté, por que en teoría así fue, estando en un restaurante donde Leila y Max se encontraban justo al frente de mi. Era una reunión importante, pude notarlo por la forma en que vestíamos; Leila y tu traían un conjunto formal, y Max un traje sastre color azul rey. Creo esperábamos la llegada de alguien, aún no habían servido nada en la mesa, y las cartas del restaurante aún se mantenían en ella.
Leila no pudo disimular su molestia de tenerme al enfrente, la mirada que me lanzaba llena de desprecio, cuando Max no nos prestaba atención maltrataba mi interior, destruía mi confianza y mataba todo rastro de palabras bonitas que le quisiera decir; en verdad que una mirada puede lastimar tanto. Sin embargo cuando Max se portaba atento con ambas, Leila fingía bastante bien tenerme cariño, y entonces comprendí el rol que ella me había impuesto frente a Max; para él, yo era prima de Leila, hija de la hermana de mi abuela. Fui acogida cuando su tía me abandonó, ya que fui producto de una violación. Por mi situación, Leila me quiere mucho y me ayuda económicamente ¿hasta que parte esta historia es real? Por que entiendo muy bien que ella es la madre que te abandonó, que mi abuela nos acogió y que Leila te da manutención aún en contra de su voluntad, pero ¿fuiste causa de una violación en realidad? No lo creo.
Entender esta parte a la que te veías obligada a fingir para no romper la imagen de Leila, me puso furiosa. No logro asimilar como una persona puede ser tan cínica e hipócrita tan descaradamente. Mi sangre se nitrógeno, mi furia se encendió y mi rostro no dejó mentir sobre lo que estaba sintiendo en el interior, al grado que Leila tuvo que actuar inmediatamente y obtener la atención de Max, antes de que yo pudiera decir algo, que pusiera en duda su apariencia de perfecta hermana.
Pero no iba a dejar que esto quedara así, no señor, ella no iba a ganar esta vez. Tome la carta del menú y mire que podía pedir para así, iniciar una conversación con Max que no se viera descarada y desesperada, debía actuar inteligente, pedir algo tan simple que diera paso a seguir charlando. Cuando encontré el apartado de bebidas con alcohol, pensé que era el pretexto perfecto.
—¿Max hay algún problema si pido una bebida preparada con alcohol? —así inicié captando su atención —es que le preguntaría a Lei, —miré a mi madre para ver su reacción al nombrarla —pero ella es muy correcta, y claro que por supuesto que no me dejaría pedir eso. Pero si te lo pido a ti, viendo que ya tienes derechos de antigüedad en mi familia, no creo que se enoje.
Mi mirada se mantuvo en Leila, la retaba a decirme algo, que me llevara la contraria, y así sacara su verdadero ser traicionero.
—¿Por qué no le permites tomar alcohol Leila? —preguntó Max algo divertido —ya tiene veintiún años, debe aprender a tomar, y es más seguro si lo hace con alguien de plena confianza.
—¿Tú crees que ella no ha tomado alcohol antes? —la mirada de Leila me indicó que iba a descargar algo que me iba a lastimar mucho —¿si recuerdas que te conté el problema que tuvimos hace un año con ella? —y esto es justamente lo que me molesta, de no saber nada más de tu vida, Laila. —Te dije que ella iba a buscar la oportunidad de fastidiarme. Muy inmaduro por supuesto, pero por lo visto su enojo aún no se le pasa.
Inmediatamente Leila marcó una sonrisa triunfante. Me miró, y sus ojos me dijeron "jamás te van a creer a ti", de forma que supe que ella ya se había encargado de crear una historia irrefutable ,y con nulas posibilidades de ser cuestionada.
—¡Oh! es verdad — exclamó comprensivamente Max —¿Por qué no pides mejor una bebida mineral o un jugo , Laila? —dirigió su atención hacia mi.
No pude ocultar mi molestia, me recargue en el respaldo de el asiento, miré hacia otro lugar tratando de controlar mi ira, y dije "Así que haces todo lo que Leila dice", en voz alta como si esto solo fuera para mi.
Pero obvio que no era solo para mi. Mi intención era golpear a Max directamente en su ego. Él era un hombre que estaba acostumbrado a ser el centro de atención, a tener el control sobre la situación, a sentirse poderoso debido a su estatus social y económico; saber que alguien lo veía como el títere de una mujer, contradecía todo lo anterior y no lo iba a permitir.
—Necesito ir al baño. —Dije al levantarme de mi asiento, aún con esa molestia notoria.
—¿Laila qué te parece si escojo para ti una bebida suave? —intervino Max para dejar clara su posición. Esto a Leila no le gustó. —Te la pido para en cuanto vuelvas, ya esté aquí tu bebida.
—¿Enserio? —fingí felicidad y sonreí en respuesta.
—¿Pero qué no vez que te está manipulando? —alegó Leila de inmediato, pero Max la ignoró.
—Ve al tocador, yo pido tu bebida. —Dijo Max dejando tajado el asunto.
En cuanto levanté el rostro en dirección al camino que me llevaba a los baños, miré un rostro conocido. A unos metros, Erimier venía, dejándome algo confundida.
—¡Lai! —gritó con una sonrisa en su rostro saludándome y se acercó.
—¡Erimier! —estaba sorprendida.
El divino pecado no se había percatado de aquellos que me acompañaban, no prestó atención a los costados, solo me miró a mi.
—¿Qué haces aquí cariño? —me preguntó.
De esta manera, no pude evitar mirar hacia la dirección de Max y Leila. Ellos prestaron atención a tu novio de la manera normal.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunté directamente para ponerme en contexto.
—Esperamos al hijo de Max —respondió Leila.
Erimier miró a Max y a Leila, inmediatamente palideció. Se tornó nervioso, por un momento se le fue esa felicidad y luz con cual había llegado, no entendía por que. De un momento a otro, retomó la apariencia anterior y saludó.
—Perdón —se disculpó por lo anterior y extendió el brazo hacia Max —mi nombre es Erimier Richter, y soy novio de Laila. —Sé presentó.
—Mucho gusto —correspondió Max el gesto. —Soy Max Kavanagh.
Por un momento la situación se tornó algo incómoda, tanto, que Max tuvo que interrumpir el momento, con el pretexto de que su hijo ya había tardado, y debía llamarle para saber en donde se encontraba.
Max, se alejó de nosotros. De esta forma, Leila se puso de pie y fue a pararse frente a mí con una cara llena de maldad pura.
—No te pases de lista —me advirtió —tenemos un acuerdo. Si tú dices algo que afecte mi vida, yo inmediatamente eliminaré todo aquel sustento en tu vida , y te dejaré en la calle sin ningún bien que pueda darte un futuro prometedor.
Con su amenaza, entendí por que aguantabas tantos desaires de parte de ella. Y es que, siempre te acostumbraste a tener todo a la mano: tarjeta de crédito con fondos para gastar en lo que necesitarás, un techo en el cual dormir, una forma de comunicarte, ya sea ;celulares, laps, o tabletas. Una educación segura, pero debías mantener el trato para poder tener todo esto.
Me serené al entender que debía haber un adulto prudente; obviamente Leila no lo era. Y no contenta con esto, Leila de igual manera amenazó a Erimier, dejándole claro que no tenía derecho a opinar sobre nuestras vidas, e intervenir en nuestros tratos. El pelinegro de ojos azules se mantuvo al margen, aún cuando Leila le había hablado de una forma bastante grosera.
—¿Y que haces aquí? —preguntó Leila a Erimier de una forma sumamente irrespetuosa —¿tenías una cita con alguien más? —se burló mientras me miraba.
—No quiero ser grosero con usted —contestó Erimier de la manera más correcta y respetuosa —pero contestando su pregunta, quede de verme con mi madre.
—¿Y dónde está? —siguió preguntando Leila en afán de molestar.
—Supongo que viene en camino —de nuevo una contestación correcta, y sin perder la compostura de parte de Erimier. —Y si se pregunta por qué entré a este lugar si ella aún no llega, y trata con toda la intención de hacer que Laila piense lo peor de mi, —esta vez el joven pelinegro la puso en su lugar —vine a ver la mesa que nos dieron y que posición tenía, ya que mi madre es claustrofóbica y los fondos cerrados le dan ansiedad.
—No debes por que explicarle —intervine.
Cuando las cosas se comenzaban a ponerse tensas, Max apareció informando que su hijo no iba a poder asistir, debido a un percance que tuvo. Se disculpó por él, Erimier de igual forma se disculpó por no poder quedarse, pero ya tenía planes y tuvo que irse.
Leila, al escuchar todo, no perdió la oportunidad para deshacerse de mi, dijo que debía ir con mi novio y saludar a mi suegra, que ganaría puntos por ello; inmediatamente entendí la indirecta, ya no me soportaba a la vista.
Me disculpé con Max por no poder quedarme. Inventé una excusa muy estúpida de alguien inmaduro para poder irme. Cuando salí, vi a Erimier hablando por celular, discutía con alguien y se veía muy molesto. Pensé que tal vez peleaba con su madre y yo tenía la culpa gracias a Leila, así que fui hasta él colocándome al frente para que me mirara.
—¡Lai! —se sorprendió.
—No canceles a tu madre, no por mi culpa y la de Leila. —Tenía que disculparme y hacerle entrar en razón.
Erimier, colgó la llamada y guardó el celular. Me abrazó y besó mi cabello. Su gesto me indicó que había un trasfondo que desconocía.
—No estaba discutiendo con mi madre —dijo como algo necesario de aclarar —la verdad es, Laila, que entré a cancelar la reservación. Mi madre, discutió con mi padre, vez que están separados, y pues le quitó toda gana de querer hacer algo a ella y justamente hablaba con mi padre.
Entendí que ambos teníamos algo en común. Y eso justamente era lo que te había unido a él.
—¿Vamos a otro lugar? —propuse para mejorarle el día —a donde quieras estará bien.
—¿Desde cuando eres tan fuerte como para contenerte y no explotar ante los desaires de tu madre? —Erimier me observaba —y ¿desde cuando me das el privilegio de ser el centro de atención?
—No siempre debes ser tú mi pilar, también yo te puedo ayudar. —Contesté tal cual como siempre suelo ser en modo Erendi.
—¿Puedo hacerte una pregunta Laila? —Erimier se tornó serio y pensativo.
—Dime —creí que sería buena idea ir conociendo más a fondo a quienes te rodeaban.
—¿Me amas? —preguntó mientras sus ojos azules me miraban profundamente.
—¡Claro que si! —contesté de inmediato, sorprendiéndome mucho.
Y es , Laila, que ni siquiera a mi esposo de años le respondo tan rápido cuando me hace la misma pregunta. Siempre le doy vueltas al asunto, al grado, de que él mismo se canse de esperar la respuesta, y se vea obligado a hablar de otro tema.
—Es la primera vez que respondes tan rápido y tan francamente —se sinceró —pensé que de nuevo evadirías la respuesta, dejándome pensando si nuestra relación podría avanzar y llegar a algo más formal. —Me tomo de los hombros y nunca me percaté cuando una de sus manos me soltó —¿quieres casarte conmigo? — me puso frente a mis ojos una cajita color azul que contenía un anillo.
Mi sorpresa fue genuina. Genuinamente aterrada, no me sentí con el derecho de elegir por ti, Laila, no me correspondía. Sin embargo tampoco podía romper todos los anhelos y aspiraciones de ese pelinegro encantador, no cuando miré lo lastimado que le habías dejado el corazón; este fue el motivo por el que se alejaron anteriormente cuando estuve aquí.
—¿Es para mi? —dije para alargar el momento y tratar de pensar en una solución.
—Si quieres usarlo y presumir sobre quien te lo dio —Erimier sonrió lastimosamente.
Empiezo a entender que este chico te ama como nadie; pero te da miedo que te abandone. Sin embargo, gracias a tu dolido corazón, te has mantenido a su lado por que entiendes lo que es tener una familia disfuncional y rota, además que él te da el amor y cariño que no tienes; pero no lo asimilas y por ello buscas a Orien.
Sin querer, has estado repitiendo patrones que odias, Laila. Leila te lastima, pero tú lastimas a Erimier. Leila usa a Max, tú usas a Erimier. Leila no siente nada por Max, tú no te permites encariñarte con Erimier. Y aunque Max y Erimier han demostrado estar ahí para ustedes a pesar del trato que les dan, tanto tú, como Leila, le han restado valor a los que las rodean.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro