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6|Pijamada con amigas.

Sabrás que te aman de verdad cuando puedas mostrarte cómo eres sin miedo a que te lastimen.

-Walter Riso.

[6]

Pijamada con amigas
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Mara

21:21

Estábamos todas reunidas en el centro de la habitación de Valería. Era grande y tenía muy buenos gustos para la decoración. Era cómodo, en verdad, pero lo que más me encantaba era el balcón de su habitación; era súper espacioso con una gran vista.

Emily, Samantha, Ruth, Valería y Mónica estaban en círculo, hablando entre ellas. Mónica tenía muy poco tiempo en el grupo, al igual que yo, pero se expresaba mejor y nunca se quedaba sin tema de conversación. Supongo que después de toda la vida dura que tuvo que pasar, estos momentos eran buenos para ella.

Me gustaría poder hablar con facilidad, sin dudar ni pensar tanto, pero a veces me da miedo que se aburran o piensen que son cosas tontas. Por ahora, prefiero mirarlas.

De pronto, veo cómo Ruth se pone de pie con su vaso de refresco y comienza a llamar la atención.

--Chicas, chicas, chicas, escúchenme, dijo Ruth, tratando de captar nuestra atención.--Tenemos que organizar el cumpleaños de Samantha, que es dentro de unos días. He pensado en un salón de fiestas y que la temática sea el rojo, como su color de cabello. Todos vestidos de rojo, ¿Qué tal?

--Mmm, ¿rojo?, preguntó Emily, dudosa.

--Sí, todo rojo. Vamos chicas, es una buena idea. Nos ponemos ropa roja, dijo Ruth con entusiasmo.

--Yo creo que es una buena idea. El rojo es mi color favorito y creo que sería divertido, dijo Samantha.

--¿Es tu color de cabello natural?--preguntó Mónica a Samantha.

--No, para nada. Mi color de pelo es castaño claro, pero desde siempre me ha gustado el rojo. Cuando tuve una cierta edad, mi mamá me dejó teñírmelo, respondió Samantha.

--Qué suerte, el color te queda bonito. Entonces, Valería, ¿tu hermano también lo tiene teñido? preguntó Mónica, curiosa.

--No, mi hermano nunca se lo ha teñido. Ese es su color de cabello natural; su padre lo tiene rojo, respondió Valería.

--¿Y por qué tú lo tienes negro?, preguntó Mónica nuevamente.

--Mi padre y el de Evan no son los mismos. Mi padre vive aquí con nosotros, pero está siempre viajando por negocios de su empresa. El papá de Evan vive en Inglaterra, explicó Valería.

--¿Inglaterra? ¿Es hijo de la nobleza o qué?, preguntó Ruth, sorprendida.

--Se podría decir que sí. Evan estudia por las tardes/noches algunos días de la semana sobre la realeza. Su padre le obliga, y a veces debe viajar allí para verlo--agregó Valería.

--Wow, no me lo esperaba, la verdad, dijo Emily, sorprendida.

--Sí, pero mejor volvamos al tema de la fiesta de Samantha. No quiero que esto se convierta en algo sobre mí, dijo Valería, tratando de cambiar de tema.--Por cierto, Mara, llevas mucho tiempo callada, ¿te pasa algo?, Valería me miró fijamente.

--No, no, no tengo nada. Solo me quedé pensando en qué ropa usaría si la temática es roja. Solo eso, perdón, respondí, tratando de disimular.

--Bueno, no te preocupes, yo puedo prestarte un lindo vestido rojo, te quedaría espectacular dijo Valería, dándome una sonrisa comprensiva.

--Entonces... ¿rojo?, preguntó Ruth, retomando la conversación con una sonrisa en el rostro.

--Pues, creo que es una buena idea, dije, tratando de participar en la decisión.

--Sí, yo también estoy de acuerdo. Será divertido, dijo Samantha, emocionada.

--Entonces, solo nos queda elegir un salón de fiestas e invitar a la gente, dijo Emily con entusiasmo.

--Yo tengo una idea. ¿Qué tal en el castillo?, propuso Valería.

--¿El castillo? ¿El que está abandonado?, preguntó Emily, sorprendida.

--No está abandonado. Era de la familia de Evan, explicó Valería.

--¿Y qué les pasó? ¿No me digas que se murieron allí?, pregunté, un poco nerviosa.

--No, nada de eso. Solo se mudaron de nuevo a Inglaterra. Puedo mandarlos a que lo limpien y que pongan la decoración roja para el cumpleaños de Samantha. Así, solo faltaría que invitaran a las personas y ya estaría, explicó Valería.

--Espera, interrumpió Samantha. --¿Me estás diciendo que me dejarás celebrar mi cumpleaños en un castillo gratis?

--Claro, somos amigas desde hace años ya. ¿Cuál sería el problema? Además, yo también quiero que lo festejemos en un castillo, respondió Valería.

--¡Qué emoción! ¡No me lo creo!, exclamó Samantha, emocionada.

Todas nos pusimos de pie y empezamos a gritar y dar saltos de felicidad. Íbamos a ir a un castillo. ¿Cuánto era "íbamos"? No quise preguntar en ese momento, tampoco quería parar la alegría. No iba a pensar en eso; cuando llegara el día, lo enfrentaría. Por ahora, estaba disfrutando de mis amigas.

--Muy bien, señoritas, ya es tarde y mañana hay ensayo de baile, dijo Valería, tratando de calmar la emoción.

--Entonces, mejor vamos a dormir. Mañana será un gran día, dijo Samantha, con una sonrisa en el rostro.

Todas nos estábamos acomodando para dormir. Mañana era un día importante, y deberíamos descansar.

Me acomodé en una colchoneta que me dieron. Era cómoda. Aún no me acostumbraba a decir que tenía amigas. Cerré los ojos y me puse a contar ovejas. Ya quería que fuera mañana.

 🌞 🌤️💛🍃

Mara 

09:01 a.m.

Habíamos llegado pronto a clases, gracias a Dios. Nos levantamos súper temprano, desayunamos y el chófer de Valería nos trajo hasta aquí. Fue divertido despertar y desayunar con otras personas que no fueran mi madre.

Estábamos caminando hacia el aula donde hacíamos los ensayos. Hoy nos dirían cómo era la competencia, qué niveles había y cuáles grupos de bailes formaríamos.

Evan no vino con nosotras con el mismo chófer, vino con su propio coche a clases. No sabía que tenía uno. Era como una camioneta negra, pero juraría haberlo visto alguna vez en moto y en un Ferrari. A lo mejor eran alucinaciones mías.

Entramos al aula; allí estaba él, Evan, junto a la profesora de baile y el coordinador. Estaban charlando sobre algo. ¿Qué estarán planeando?

--Buenos días, alumnado. Espero que hayan podido descansar bien porque hoy va a ser un día duro de ensayos, dijo la profesora con determinación.

--Así es, dijo el coordinador. --Hoy vamos a decir de qué va la competencia.

--¿Están todos listos?, preguntó la profesora.

--Sí, respondimos todos al unísono.

La verdad, estaba nerviosa. Habían escogido ya al grupo que nos representaría en la competencia, ¡y yo estaba ahí! No podía creerlo. ¿Aún pensarían que yo era lo suficientemente buena? Tenía miedo.

--Vale, la competencia está formada en partes de baile y canto, pero también habrá actuación, explicó la profesora. --Me encargaré de explicarlo y espero que no haya dudas al final.

--Muy bien, habrá que montar una película, continuó el coordinador. --Escogeremos a dos personas que serán nuestros protagonistas, pero no habrá diálogos. Haremos un vídeo que se esté reproduciendo mientras alguien esté cantando una canción. Cada momento de la película dependerá de qué canción estemos cantando. ¿Ahora sí?

--¿Y cómo escogeremos a una pareja?, preguntó alguien del grupo.

--Buena pregunta. Pues yo los puse al azar. Los que mejor lo hagan serán nuestros protagonistas. Así que, ¡vamos allá!, anunció el coordinador.

Y.. no podía creerlo de nuevo, OTRA VEZ, EVAN.

Estábamos todos un poco nerviosos. ¿Qué pasaría?

Nos dieron una hora para preparar la coreografía. Evan y yo tomamos uno de los salones de ensayos vacíos y empezamos a trabajar. Probamos varios estilos, desde acrobacias y saltos hasta volteretas y levantamientos. Evan tenía ideas brillantes y una habilidad increíble para el baile. Era evidente que tenía mucha experiencia.

--¿Qué tal si en esta parte de la canción te levanto y te abres de piernas, y luego te bajo y seguimos con unos giros? -propuso Evan, mientras ensayábamos con la canción "Stand Up".

La química entre nosotros era palpable. Nos movíamos al ritmo de la música con sincronización perfecta. Era como si nos conociéramos desde siempre, y cada paso fluía con naturalidad.

--Estás haciendo un trabajo increíble, Mara. No sabía que tenías tanto talento para el baile -me dijo Evan, con una sonrisa sincera en el rostro.

--Gracias. También me sorprendes, Evan. Eres un bailarín excepcional -respondí, devolviéndole la sonrisa.

Tomamos un breve descanso para hidratarnos. Habíamos estado ensayando con intensidad desde que nos dieron la tarea. Aunque estaba agotada, la emoción y la adrenalina me mantenían en pie.

--¿Estás lista para mostrar lo que tenemos? -preguntó Evan, con determinación en la mirada.

--Más que nunca -respondí, con determinación.

Cuando llegó el momento de presentar nuestra coreografía, los nervios se apoderaron de mí. Pero al ver a Evan a mi lado, sentí una oleada de confianza. Sabía que juntos podíamos lograrlo.

La canción comenzó a sonar, y nos dejamos llevar por el ritmo. Cada movimiento, cada paso estaba perfectamente sincronizado. Era como si estuviéramos conectados en un nivel más profundo.

El tiempo parecía detenerse mientras estábamos en el escenario. Nos movíamos con gracia y pasión, transmitiendo cada emoción a través de nuestros movimientos.

Finalmente, llegó el momento de la decisión. Estábamos ansiosos por conocer el veredicto. Las miradas de expectación se centraron en la profesora, quien anunció:

--Los protagonistas serán... ¡Evan y Mara! ¡Felicidades!

Un sentimiento de euforia y gratitud me invadió. Habíamos ganado. Evan y yo nos abrazamos, celebrando nuestra victoria. Era un momento que nunca olvidaría.

Evan y yo fuimos seleccionados como pareja para la película. 

No podía creerlo. 

Dejé de escuchar en ese momento; mi mente estaba llena de pensamientos y emociones encontradas. ¿Cómo iba a preparar una coreografía con Evan? ¿Y si no éramos lo suficientemente buenos? Los nervios me invadían, pero traté de mantener la compostura.

--Lo logramos, Mara. Eres increíble -dijo Evan, con una sonrisa radiante.

--Tú también lo eres, Evan. Gracias por ser un gran compañero de baile -respondí, emocionada.

El destino nos había unido en este desafío, y juntos habíamos triunfado. Estaba emocionada por lo que el futuro nos deparaba en esta emocionante aventura.

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