17|Sin miedo.
Cuando bailas puedes disfrutar del lujo de ser tú mismo.
-Paulo Coelho
[Cap 17]
Sin miedo.
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Después de los cinco minutos de descanso que nos ofrecieron, era nuestro turno de subir al escenario. Sentía el cosquilleo en el estómago, pero me llené de la confianza que el equipo me transmitía.
Sabíamos que esta presentación iba a ser especial, algo diferente. Esta vez, Evan y yo comenzaríamos cantando desde una tarima elevada, y luego nos uniríamos al baile junto con el resto del equipo. El público aún estaba vibrando con la actuación anterior, pero esta vez, todo el auditorio quedaría en silencio cuando sonaran las primeras notas de "Perfect".
Evan y yo habíamos preparado algo especial, inspirado en la coreografía del baile en el castillo de la película Cinderella.
Evan, vestido con un elegante traje de príncipe en tonos oscuros y dorados, emanaba elegancia y confianza. Su porte era impecable, como si hubiera nacido para estar en ese escenario. Yo, por mi parte, llevaba un vestido largo y vaporoso en tonos rosa y lila, con un corset que ajustaba la cintura, suelto desde la falda, que ondeaba con cada paso, haciendo que cada movimiento pareciera más etéreo.
Subimos a la tarima mientras las luces se enfocaban en nosotros. Evan me dio una última mirada, esa mirada que siempre me daba confianza, y supe que estaba lista.
La suave melodía comenzó, y nuestras voces se unieron, armonizando perfectamente. Al principio, el escenario estaba oscuro, solo iluminado por luces tenues que nos rodeaban a nosotros dos. Comenzamos cantando las primeras líneas de la canción, nuestras voces fluyendo con emoción:
"I found a love for me..."
Evan comenzó cantando con esa voz suave pero potente, mientras me tomaba de la mano y me guiaba suavemente hacia él. El público parecía sostener la respiración. Luego, cuando llegó mi turno, lo miré directamente a los ojos y comencé mi parte, sintiendo cómo la música fluía a través de mí:
"Well, I found a girl, beautiful and sweet..."
Cuando llegó el momento adecuado, descendimos de la tarima, y la música se intensificó. Nos movimos suavemente al centro del escenario, encontrándonos con el resto del equipo que ya estaba en sus posiciones. Valeria, José, Emily, Ruth y el resto nos esperaban, listos para unirse en el baile. La coreografía estaba perfectamente ensayada; los movimientos eran fluidos, sincronizados, llenos de emoción.
Nuestras voces armonizaban perfectamente, y mientras cantábamos, nuestras miradas no se despegaban.
Los movimientos eran precisos pero llenos de emoción. Había saltos, levantamientos y giros que añadían un toque de dramatismo, pero también de romanticismo. Cada paso estaba perfectamente sincronizado con el ritmo de la canción, creando un espectáculo visual.
"But darling, just hold my hand..."
Evan cantó esa línea mientras me sostenía en sus brazos, me miraba fijamente a los ojos, con una vuelta final que culminaba en una postura perfecta, como si todo el baile hubiera sido una conversación silenciosa entre nosotros.
Cuando la canción llegó a su clímax, todo el equipo estaba en perfecta sintonía, moviéndose con gracia y precisión. Las luces se intensificaron y el momento más emocional de la canción llegó justo cuando Evan y yo nos encontrábamos en el centro del escenario, girando lentamente, con el resto del equipo rodeándonos en una hermosa formación.
Terminamos con él sosteniéndome suavemente en sus brazos, como si estuviéramos a punto de protagonizar nuestro propio cuento de hadas.
El último acorde resonó en el aire, y por un momento, todo quedó en silencio. Entonces, una ola de aplausos rompió ese silencio, llenando el espacio con un estruendoso reconocimiento.
—Lo hiciste increíble, Mara —susurró, acercándose lo suficiente para que solo yo pudiera escucharlo.
Sonreí, aunque todavía con la adrenalina corriendo por mis venas. No podía creer que todo hubiera salido tan bien, y menos después de haber estado tan nerviosa.
—Pensé que mis nervios me iban a traicionar —admití, intentando que mi respiración volviera a la normalidad—. Pero cuando estaba ahí contigo... todo se sintió correcto.
Él me miró con esa mezcla de cariño y orgullo que siempre me desarma.
—Te lo dije, siempre lo supe. Solo necesitabas confiar en ti, como yo siempre lo he hecho —respondió con una seguridad que me reconfortaba.
En ese momento, me di cuenta de que no solo habíamos tenido una actuación perfecta. Había superado mis propios miedos, había dejado atrás las dudas, y lo había hecho al lado de la persona que más me apoyaba.
Bajamos del escenario mientras los aplausos aún resonaban en mis oídos, y aunque el mundo seguía girando a nuestro alrededor, mi corazón estaba tranquilo. Lo había logrado. Habíamos logrado algo increíble juntos, y por primera vez en mucho tiempo, me sentí en paz conmigo misma.
Me sentía en paz y feliz conmigo misma. Habíamos dado lo mejor en cada presentación, pero aún quedaba un último reto: nuestra presentación final. Era el cierre de nuestra jornada, el broche de oro que simbolizaba todo el trabajo que habíamos puesto. Evan y yo, junto con el resto del equipo, estábamos de acuerdo en que este baile grupal debía ser especial, algo que dejara huella.
Nos habíamos inspirado en el baile final de la primera temporada de The Next Step. Queríamos contar una historia, una llena de pasión, amistad y superación. Sabíamos que no solo queríamos impresionar al jurado con nuestra técnica, sino transmitir algo más profundo. El baile debía reflejar todo lo que habíamos vivido como equipo, todos los momentos difíciles y las victorias compartidas.
La canción elegida fue Stand Up, igual que en aquella icónica escena de la serie. Desde el momento en que decidimos usarla, sentimos que encajaba perfectamente con nuestro grupo. Nos daba fuerza, nos unía. Al ritmo de la música, nos preparábamos, ajustando los últimos detalles. Las chicas y yo lucíamos vestuarios similares a los de aquella escena: faldas fluidas y ligeras, colores suaves que daban vida a nuestros movimientos. Evan y los chicos llevaban atuendos que combinaban con los nuestros, pero cada uno conservaba su propio toque personal, un reflejo de nuestras personalidades en el escenario.
—Este es el momento —dijo Valeria, sonriendo con emoción contenida—. Lo hemos dado todo, ahora es el turno de disfrutarlo.
Evan se acercó a mí y tomó mi mano, como un gesto de apoyo silencioso antes de salir a la pista. Nos miramos, y sin decir una palabra, ambos sabíamos lo que significaba. Este era el cierre de algo increíble, pero también el comienzo de todo lo que vendría después.
—¿Lista? —me preguntó, su sonrisa llenando de calma mi corazón.
—Más que nunca, sin miedo. —respondí, con una seguridad que no había sentido hasta ese instante.
Nos colocamos en nuestras posiciones. Las luces bajaron, y el escenario se llenó de una energía eléctrica. Cuando la música empezó, todo lo demás desapareció. Estábamos juntos, como un solo equipo, contando nuestra historia a través del baile.
La música empezó a sonar, y tal como en la escena del baile, el telón se abrió lentamente. El sonido de We are gonna show the world, everything we're made of... llenó el aire y la energía del momento me invadió por completo. Estaba encima de una tarima alta, mi respiración acelerada por la emoción y la anticipación. Desde ahí, veía a Evan abajo, mirándome con una mezcla de orgullo y concentración.
Llevaba puesto un short con falda y una cola larga rosa, el vestuario estaba inspirado en el de The Next Step, y me sentía poderosa, lista para darlo todo. La música seguía, We're gonna tear the roof off this place..., y con esas palabras, supe que este era nuestro momento de brillar.
Comencé a descender de la tarima con movimientos fluidos, y cuando llegué a donde Evan estaba, me tomó de la mano, levantándome suavemente con un giro. El público estaba atento, pero en ese instante solo importaba nuestro equipo y la historia que estábamos contando.
Evan y yo nos movíamos al unísono, nuestras miradas conectadas, como si el resto del mundo se hubiera desvanecido. Valeria y Emily se unieron desde el otro extremo del escenario, sus movimientos precisos, sincronizados con los nuestros. José, que también bailaba, hizo una pirueta con precisión, integrándose con fluidez al grupo. Cameron y Samantha completaban el círculo, todos moviéndose con energía y determinación.
Cada paso que daba era una declaración. Este no era solo un baile, era el resultado de todo el esfuerzo, las caídas, las risas, y las incontables horas de práctica. Cuando llegó la parte de la canción que decía Everything you're made of, sentí como si cada uno de nosotros estuviera mostrando su alma en ese escenario.
La historia detrás de nuestro baile era una interpretación moderna de Romeo y Julieta, pero en lugar de la tragedia, queríamos contar una historia de lucha, amor y triunfo.
Desde el primer momento, el público pudo sentir esa tensión dramática en cada paso que dábamos. Evan y yo representábamos a dos almas destinadas a estar juntas, pero que enfrentaban obstáculos insuperables. Nuestros movimientos reflejaban la desesperación de querer estar uno con el otro, pero siempre siendo separados por las circunstancias, representadas por los demás bailarines del equipo.
Empezamos bailando juntos, con movimientos suaves y apasionados que hablaban de un amor puro y sincero. Sin embargo, pronto Valeria, José, Emily y el resto del equipo comenzaron a interponerse, sus pasos representaban las fuerzas que nos alejaban. Cada vez que Evan intentaba acercarse a mí, alguien lo empujaba hacia otro lado, y lo mismo me pasaba a mí. La frustración se reflejaba en nuestros rostros, mientras luchábamos por romper esas barreras que nos separaban.
En un momento, Valeria y José nos atraparon en un círculo de movimientos, girando alrededor nuestro, simbolizando las presiones externas que no nos dejaban estar juntos. Evan y yo extendíamos las manos hacia el otro, pero siempre nos faltaba un poco más para alcanzarnos. Esa distancia, ese anhelo, estaba perfectamente coreografiado en cada giro y levantamiento.
La música se intensificó, y con ello nuestros movimientos. Saltos, volteretas, giros... todo era un reflejo de esa lucha incansable por estar juntos. Pero en cada intento, seguíamos siendo separados. La desesperación era palpable, pero no nos rendíamos. Sabíamos que teníamos que vencer.
Finalmente, llegó el clímax del baile, cuando ambos, agotados y al borde de la derrota, encontramos una última chispa de fuerza y determinación. La coreografía se suavizó, los movimientos se volvieron más fluidos, y al ritmo de la canción, Evan y yo corrimos hacia el otro, saltando sobre los obstáculos que los demás bailarines simbolizaban. Nos unimos en un abrazo, y al hacerlo, el resto del equipo se dispersó, permitiendo que nuestro amor finalmente triunfara.
El final del baile fue un levantamiento impresionante. Evan me elevó sobre sus hombros, y en ese momento, con los últimos acordes de Stand Up, el mensaje era claro: nuestro amor era más fuerte que cualquier barrera. La historia de Romeo y Julieta había sido reescrita, y esta vez, el amor había ganado.
Sellamos el final con un beso.
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