Carta 18.
Hubieron cosas que jamás te dije, cómo que te miraba más de la cuenta cuando no me veías; que tu sonrisa despreocupada es muy hermosa y más si me la regalabas a mí...
Hubieron cosas que no me animé a decirte, como el hecho de que mi corazón te quiso incluso antes de que yo me diera cuenta, y que cuando eso sucedió, me golpeó fuerte.
Tampoco te dije que cuando me dijiste cosas hirientes, fueron cómo puñales clavados de forma profunda y sangrante, y que tardaron en cerrarse, aunque no se hayan curado.
Qué mis sentimientos siempre fueron sinceros aunque tú no lo veías así, porque siempre me subestimaste, siempre me tuviste de menos, cómo si no te importará.
Sin embargo, y a pesar de todo, sigues intacto aquí, en mi pecho, en este músculo llamado corazón y no creo que eso cambie, ni ahora, no nunca.
Atte: La solitaria.
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